Pikmin 4: a buen entendedor, poco dandori basta

La cultura del hype es un arma de doble filo, especialmente si nos hallamos ante comunidades muy apasionadas dentro del mundillo de los videojuegos. Celebrar conjuntamente un deseado anuncio, así como esperar ilusionadamente cada tanda de información, es un ejercicio de camaradería online único. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Inflar las expectativas de la audiencia deposita una inconmensurable presión sobre la desarrolladora, la cual debe poner sobre la mesa un título que verdaderamente esté a la altura. Las ya consideradas paradigmáticas debacles iniciales de No Man’s Sky y Cyberpunk 2077 en su día ilustran muy bien las consecuencias de la falsa publicidad. Y, a pesar de que estos lanzamientos hayan enmendado gran parte de sus problemas al cabo de los años, la marca que dejaron no va a borrarse. A los ojos de la cultura popular actual, para muchos no hay oportunidad de dar la vuelta a la tortilla.

Con todo este preámbulo en mente, es sencillo comprender por qué prospectos como el de Pikmin 4 son peligrosos. Tras tantas noticias contradictorias sobre el desarrollo de esta entrega, un spin-off mediocre para Nintendo 3DS y una app para móviles —que emula la fórmula del mucho más popular Pokémon GO— , era sencillo dejarse llevar por la emoción durante aquel Nintendo Direct de septiembre de 2022 en el que se anunció que la saga regresaría tras diez años de espera. No obstante, su precedente inmediato lo constituía el genial Pikmin 3 y por tanto una continuación complaciente y reiterativa no iba a ser suficiente. ¿Sería Nintendo capaz de poner esta franquicia al mismo nivel de calidad e innovación que muchos otros títulos de su híbrida? ¿Lograría Shigeru Miyamoto sacar a sus queridas criaturas de miniatura del nicho y, de una vez por todas, consagrarlas como “el nuevo Mario”? Hoy planeamos dar respuesta a todas estas preguntas.

Comparte esta imagen con tu amigo fan de Pikmin si quieres darle un susto de muerte. / ©Eurogamer

Esta, nuestra comunidad

Pikmin 4 nos vuelve a llevar al planeta PNF-404. Sin embargo, en esta ocasión no solo no seremos Olimar sino que nuestro deber será salvarlo. Por primera vez en la historia de esta saga, crearemos a nuestro personaje desde cero, que actuará como un avatar silencioso para nosotros. Somos el nuevo recluta de un famoso escuadrón de rescate que, en busca del capitán hocotatiano, también ha acabado perdido en este planeta. Y ahí no acaba la cosa: este escuadrón también ha detectado que un gran número de personas, procedentes de distintos planetas, también han naufragado en este inhóspito planeta. Nuestro deber —tras una fase de tutorial quizás demasiado exhaustiva— será localizar a todos estas almas perdidas y traerlas de vuelta a casa.

Fijaos en la progresión tan ascendente que hemos tenido: en Pikmin solo conocíamos a un náufrago y hemos llegado a la cuarta entrega con prácticamente toda una comunidad. Todos estos auxiliados no son un simple coleccionable que añade un número más a tu progreso, sino que cada uno tiene su propia vida. Podemos encontrar personas que vinieron en soledad por su trabajo, ya sea un espeleólogo, un poeta o una streamer. Incluso veremos una clase de instituto que iba de excursión o un equipo de televisión entero. Sin ir más lejos, tus propios compañeros del escuadrón de rescate aportan su granito de arena en la misión, desde el acceso a los modos adicionales hasta proporcionar la forma de huir del planeta. Pikmin 4 multiplica su magnitud y su carisma por cuatro, algo que parece muy lejano respecto a la primera entrega pero que asombra a cualquier fan ávido de la saga. 

Los mejores amigos del astronauta

Pero esto no sería Pikmin sin las criaturas que dan nombre al videojuego. Nuestros amiguitos vegetales vuelven en su escuadrónica labor de ayudarnos con nuestros objetivos. Volveremos a contar con el clásico trío de pikmin azul, rojo y amarillo —estos dos primeros aparecen con una utilidad sin parangón en la cuarta entrega, cosa que desafortunadamente no se predica de sus compañeros orejudos—. Desde Pikmin 2, los blancos y los morados se prestan a echarnos una mano en la historia principal una vez más. Tampoco nos olvidamos de los pikmin pétreos ni los alados de Pikmin 3. En efecto: podremos acceder a casi todos los tipos de criaturas de los juegos anteriores en nuestra aventura —lo sentimos, Bulbmin—.

Pero aquí no acaba la cosa, pues se incrementan en dos los tipos de pikmin que conoceremos. Puede pareceros poco, pero nada más lejos de la realidad. Los pikmin gélidos cuentan, como su propio nombre indica, con la capacidad de congelar a los enemigos y a diversas fuentes de líquidos. No harán tanto daño como un combatiente promedio, pero estos amiguitos bajo cero cambian radicalmente nuestra forma de afrontar los obstáculos del escenario. Al otro tipo de pikmin lo conoceremos en la oscuridad de la noche: los pikmin luminosos. Os llamará la atención no solo su espectral apariencia sino que solo podremos usarlos en cuevas y el modo nocturno —del que os hablaremos seguidamente—. No hay duda de que nos encontramos con dos adiciones la mar de curiosas. 

La idea de una campaña que emplee eficientemente a los ocho tipos de pikmin es, cuanto menos, ambiciosa. La tercera entrega sorteaba este obstáculo reservando ciertas variedades en exclusiva para el modo misión. Sin embargo, su continuación se propone integrarlas orgánicamente en la aventura principal. Para evitar que nos abrumemos a la hora de gestionar nuestro pelotón, solo podremos llevarnos tres clases de pikmin a la vez —salvo en las mazmorras, como se verá más adelante—. Asimismo, no alcanzaremos el tradicional límite de cien pikmin en el exterior hasta que no reunamos cierto número de un nuevo coleccionable, los ajiflor. Al obligarnos a manejar menos recursos a la vez, no solo se acomoda el aprendizaje de las mecánicas, sino que los jugadores más avezados no podrán coger impulso tan rápidamente como lo habrían hecho en otras entregas. Asimismo, atenúa ligeramente la menor utilidad de ciertos tipos de pikmin —y que, en mayor o menor medida, ha lastrado a todas las aventuras hasta el momento—, ya que el propio juego nos recomienda la mejor build para cada momento y estas tienden a ser variadas.

©Nintendo

Un aspecto que cabría destacar de Pikmin 4, en relación a cómo usamos a los propios seres que dan nombre a la saga, es su rendición de los controles únicos. Frente a la libertad que nos aportaban el Wiimote o el giroscopio de la propia Switch en Pikmin 3 Deluxe, ahora se nos introduce un sistema de apuntado automático que predice a dónde vamos a dirigir a nuestro escuadrón y cambia de objetivos libremente, sin necesidad de que el jugador tenga que seleccionar nada. En el papel, esta función, así como las ya tradicionales mejoras en la IA de las criaturas —por ejemplo, ahora el juego te detendrá por un segundo cuando despliegues el número de pikmin necesarios para una tarea—, está diseñada para acomodar la gameplay y acercarla a un público inexperto. La problemática reside, aparte de lo melindroso de su implementación, en que no se puede desactivar y los ajustes proporcionados sirven de bien poco. Su impacto en la experiencia a gran escala es menor pero, sin embargo, si sois de los que preferís dar instrucciones precisas y que el juego no os coja demasiado de la mano, acostumbrarse a esta nueva forma de jugar a Pikmin no va a ser sencillo.

Pero, nada de preocuparse. Tendremos un muy fiel aliado a nuestro lado, a la par que adorable, que nos ayudará con estas hercúleas tareas: el perrito Ochin. Actuará como segundo capitán, dado que podrá dirigir también a los pikmin y ayudar a la división de tareas y la gestión de recursos que tanto caracterizaron a las entregas anteriores. Pero este amiguito va más allá de las capacidades de nuestro avatar: puede nadar, cavar, atacar por su cuenta, saltar y mucho más, habilidades que podrán mejorarse si lo entrenamos en la base. Ochin no solo es una forma novedosa de añadir elementos de ayuda sino que su calidad como mascota lo hace un gran compañero que llegará al corazón de los jugadores más jóvenes y de los que no lo son tanto. Con él de nuestra parte, así como las ya clásicas tropas de pikmin, nada se nos resistirá en esta planetaria misión.

Una de cal y otra de mazmorra, otra vez

Pero todo lo enunciado hasta ahora no brillaría —o al menos, no con la misma intensidad— de no ser por el genial diseño de niveles del que goza este título. Hablemos, para empezar, de las áreas propiamente dichas. Donde su predecesor hilaba fino y nos traía mapas agresivamente orientados al trabajo multitarea, esta entrega apuesta por mundos amplios y que se pueden disfrutar a bocados. Cada una de las seis zonas cuenta, a su vez, con varias bases que podremos cambiar libremente para facilitar la carga de tesoros hasta la nave. De este modo, se refuerza la idea de capitanear una avanzadilla y consolidar nuestro dominio sobre un entorno inhóspito. Esto se lleva a sus últimas consecuencias: los enemigos ya no reaparecen a los tres días de su derrota, de modo que desaparece gran parte de la presión que solía existir a la hora de abordar la exploración. En lo tocante al apartado estético, esta entrega supone el acercamiento más evidente a la identidad de PNF-404 como nuestro propio planeta: visitaremos un parque infantil, una zona de camping e incluso una casa con su cocina y su sala de estar. Gracias a un renovado sistema de cámara, que nos permite ver nuestros alrededores con una mayor sensación de escala, podemos apreciar los detalles del entorno mejor que nunca. 

Sin embargo, esta exploración no estaría completa sin un añadido muy especial que vuelve directo desde Pikmin 2: las mazmorras. Ya hemos hablado de ellas en su día y pensamos que era una buena idea sobre el papel que, llevada a la práctica, no alcanzó todo su potencial y que tenía algunos problemas en cuanto a su dificultad y su diseño. Nos agrada decir que han sabido reparar estos tedios con la mayor dedicación posible. Decimos esto a raíz de habernos encontrado con un sinfín de nuevos escenarios dentro de estos parajes subterráneos —que, con buen criterio, descartan la generación aleatoria y optan por fases propiamente dichas—, así como una serie de desafíos que no retan injustamente al jugador para que pueda encontrar una solución a fin de cuentas.

El refugio del héroe, la primera zona plena que transcurre en un interior. / ©Nintendo

Este es un buen momento para reseñar cómo funciona el paso del tiempo en Pikmin 4. Siempre ha sido un tema de debate fundamental en la saga, puesto que la primera entrega se aferraba a esta filosofía en pos del desafío contrarreloj y nunca hemos vuelto a ver la misma fórmula con todas sus luces y sombras. En Pikmin 4, el tiempo en las mazmorras transcurre de forma más lenta pero no se detiene, a diferencia de en la segunda parte. Que el avance del tiempo solo influya en el paso del día en sí no es algo malo; sigue ahí esa sensación tan reconfortante de organización y satisfacción al saber que has llevado muy bien un día más en tu afán de explorar tanto lo que está por encima como por debajo de la tierra.

Pero, ¿qué nos motiva a recorrer estas tierras? Al igual que en Pikmin 2, encontraremos un sinfín de brillantes tesoros de los que obtendremos información gracias a un gran catálogo. Nos ha asombrado la cantidad de objetos y colecciones de que hay: partes de un robot de juguete, un puzle, accesorios creados por Nintendo y hasta las clásicas frutas del Pikmin 3. Todo conocedor de la saga sabrá que los monstruos, en este sentido, también se consideran coleccionables. La piklopedia, el compendio de criaturas que encontramos en PNF-404, también se amplía de gran manera y nos brinda una información más rigurosa de estas especies. Estas dos grandes formas de recolección harán las delicias de los fans más perfeccionistas. Es un deleite no solo de encontrar sino de catalogar y leer, ampliando una vez más todo lo que nos habían dejado las sagas anteriores. 

La fiebre del dandori

Pero, trascendiendo la expectativa que los fans podríamos haber tenido de Pikmin 4 como una continuación estricta de las ideas de Pikmin 2, el título también opta por tomar prestadas algunas ideas de otros rincones de la saga, así como cosechar las suyas propias. Si, como nosotros, disfrutasteis de las misiones adicionales de Pikmin 3, nos complace anunciaros que éstas han regresado y que, con buen criterio, se han incorporado a la progresión natural de la aventura. El dandori —esta particular filosofía que anegó el marketing y que veréis mencionar a muchos NPCs, basada en el manejo eficiente del tiempo para la realización de las tareas del día a día— encuentra su máxima expresión en ciertos retos que nos serán consignados por los frondantes. Este misterioso grupo de humanoides con brotes en la cabeza trae desafíos de dos variedades: en primer lugar, las ya mencionadas misiones, consistentes en reunir todo el tesoro posible dentro del tiempo límite; y, por otro lado, las batallas dandori, una versión competitiva de esta idea en la que se nos sumará la tarea de incordiar al contrario para que consigan el menor número posible de recompensas. ¿Os suena de algo el frondante que hará de nuestro contrincante?

Esa nariz tan distintivamente redonda nos da mala espina… / ©Nintendo

Quizás el modo adicional más llamativo serían las expediciones nocturnas. Por primera vez en la saga, podemos enfrentarnos al lado más agresivo de PNF-404 en una especie de tower defense. Para conseguir una resina especial, tendremos que proteger las lumilomas —que solo brotan de noche— de los cada vez más enfurecidos monstruos, con la ayuda de los ya mencionados y muy poderosos pikmin luminosos. Salvo por alguna que otra sorpresa y particularmente durante el último par de misiones, no suponen el gran desafío que habría cabido esperar tras cuatro entregas dedicadas a meternos miedo con la idea de vagar por los páramos nocturnos. Sin embargo, son un agradecido descanso de los demás aspectos de la experiencia que mantiene el conjunto fresco y constantemente entretenido.

Una de las indudables virtudes de Pikmin 4 reside, como puede deducirse de la gran variedad de modos a disposición, en la generosidad de su contenido. Y no hay un tramo de la obra que lo demuestre mejor que su postgame atención: habrá destripes en lo que resta de párrafo—. Una vez rescatamos al capitán Olimar y reunimos a todos los miembros de nuestra tripulación, no solo desbloqueamos el último par de áreas y una línea argumental dedicada a Luis, sino que podemos jugar Las desventuras de Olimar. Se trata de una campaña B que narra una versión remezclada de los acontecimientos de Pikmin, donde tendremos que reunir las 30 piezas de la Dolphin en nada más que 15 días. No solo aporta una socorrida tensión a la experiencia, rescatando la magia del original de 2001 como no había resultado posible hasta el momento, sino que prácticamente consiste en otro juego más en lo tocante a duración —os tomará alrededor de unas cuatro horas—. Y, por si todo este fanservice puramente aditivo os pareciese poco, completarlo desbloqueará los retos del sabio frondante, una mazmorra de diez plantas que exprimirá nuestras habilidades para el dandori al máximo y, finalmente, nos recompensará con cebollas para los pikmin morados y blancos. Se trata, sin duda, de un premio que hará las delicias de los veteranos de la saga por lo inédito de su adición.


No hay duda de lo magno que ha sido Pikmin 4, tanto para la saga en sí como para los que esperábamos con ilusión desde hace años su salida. Creemos que su punto más fuerte es también un pequeño sacrificio que tuvo que hacer y que es resumible con una sola palabra: culminación. Sí, no podemos negar que Pikmin 4 pierde un poco de su identidad al dedicarse en cuerpo y alma a resaltar y refinar los conceptos que venían de sus otros tres títulos hermanos. Pero pensamos que esto fue premeditado: cada concepto está meditado, desde la implementación de modos y el ciclo constante entre ellos hasta la lista colosal de elementos que hay que conseguir y coleccionar para completar el juego —podréis superar tranquilamente la treintena de horas de diversión constante, sin perder fuelle—.

La espera ha merecido la pena, no hay duda de eso y el público lo ha demostrado. Con más de 2 millones y medio de copias vendidas, es el juego más exitoso de la saga Pikmin apenas un año tras su salida. Quizás no sea el bombazo que desearía Miyamoto, pero son cifras muy saludables y que nos dan esperanza para el futuro. En cualquier caso, decir que estamos satisfechos y saciados es quedarse cortos: Pikmin 4 ha sabido recompensar a sus fans por su larga y firme paciencia

Artículo realizado en colaboración con Raúl Alonso

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