Hiragana: La mano femenina

El japonés, al igual que todas las lenguas, presenta ciertas dificultades a la hora de aprenderlo. Una de las más notables y únicas es que presenta tres sistemas de escritura distintos que debes dominar ―el hiragana, el katakana y los kanji―. Muchas personas, estén estudiando japonés o no, suelen conocer este hecho, pero quizás no conozcan el origen de éstos, especialmente del hiragana, que junto con el katakana y a diferencia de los kanji es un silabario fonético. Este artículo pretende desvelar cómo surge el hiragana y como está intrínsecamente ligado a las mujeres.

Para poder entender su origen es importante tener algo de contexto sobre el japonés y de las circunstancias históricas y sociales en las que nace el hiragana. En su germen, y sin pruebas que demuestren lo contrario, el japonés era una lengua que no poseía un sistema de escritura autóctono, toda comunicación era oral. Así, y tal y como explica el traductor y especialista en literatura japonesa Carlos Rubio en su libro Claves y relatos de la literatura japonesa ―muy recomendable de leer―: «cuando alguien deseaba transmitir a los demás una noticia o un relato importante, se recurría a un narrador o kataribe, oficio comúnmente desempeñado por mujeres (…)». De este modo, las mujeres tenían un papel importante en transmitir y preservar la literatura oral. Sin embargo, Japón acabaría adoptando finalmente un sistema de escritura, proveniente de China: los «hanzi», ideogramas que en Japón se conocerían como los «kanji». La primera prueba que encontramos de la introducción de los kanji en el país data del año 538, cuando un rey coreano envía, junto con varias imágenes de Buda, unos sutras escritos con estos caracteres chinos. Se cree que antes de este año los japoneses ya tenían conocimiento de éstos, pero no es hasta este momento en el que se impulsan oficialmente como sistema de escritura, concretamente en círculos cortesanos.

En un principio, cuando se empezaron a usar los kanji para escribir, se utilizaban por su lectura fonética, no por su significado. Por ejemplo, si querías escribir la palabra «fuku» (ropa) se usaba un caracter chino que se leyera como «fu» y otro como «ku», aunque ninguno de éstos significara «ropa». Esta forma de escritura del japonés a través del uso de los hanzi se llamó man’yōgana.

Aunque luego se dejó a un lado el man’yōgana y se empezaron a usar los caracteres por su significado, no por su lectura en chino, no deja de ser importante, puesto que de éste derivarían lo que conocemos como hiragana y katakana. Sin embargo, el hiragana no habría surgido de no ser por unas circunstancias sociales e históricas muy concretas, donde el género tendría un peso importante que contribuiría a su creación.

Ukiyoe del siglo XIX que muestra a la autora Murasaki Shikibu (que se cree que vivió entre los años 978-1014 d.C) en su escritorio

Concretamente, el hiragana nace en la denominada «era Heian» (794-1185 d.C). Esta era da comienzo cuando se traslada la capital de Nara a Heian, la actual Kioto. A principios de esta era todavía se emulaba todo aquello que proviniera de China. Por ejemplo, la capital, es decir Kioto, se construyó basándose en la capital china de la dinastía Tang y se usó el sistema administrativo y legal de Tang como base para crear el suyo propio, conocido como «Ritsuryō». Así, el estudio de la literatura clásica china y de los kanji era muy importante entre los nobles y formaba parte de su formación académica y profesional. Cuando se habla de nobles nos referimos específicamente a los hombres. Las mujeres aristocráticas tenían muy limitado el acceso al estudio de los clásicos chinos y de los caracteres en comparación a su contraparte masculina. Así, las mujeres empezaron a escribir de forma cursiva y simplificada los intrincados caracteres utilizados en el man’yōgana. Esta forma de escritura se llamo «onna de» que significa «mano femenina» y es lo que actualmente conocemos como hiragana.

Para ilustrar esto tomemos como ejemplo el kanji de 安, que significa «seguro», aunque también tiene la acepción de «barato». Este carácter se lee como «yasui», pero también como «an». De 安 deriva la grafía あ, que corresponde a la sílaba «a». Por tanto, cada grafía del hiragana corresponde a una sílaba, formada por una consonante y una vocal o tan solo una vocal. Las consonantes nunca van solas, sin contar la letra n, que es la excepción. Si tienes interés en saber de qué kanji deriva cada grafía del hiragana, puedes buscar imágenes insertando man’yōgana en cualquier buscador que utilices.

A finales del siglo IX, el hiragana deja de ser una escritura limitada a las mujeres y se adopta como sistema habitual para poemas, independientemente del género. En el año 905, con la publicación de una antología poética, el Kokin wakashū, que fue de patrocinio imperial y escrita completamente en «onna de» es cuando el hiragana pasa a ser considerada como una escritura «literaria».

De este modo, el hiragana fue una herramienta que ayudó a que las mujeres pudieran expresarse por escrito. Entre finales del siglo X y principios del siglo XI se produjo una época de florecimiento de la literatura escrita por mujeres y completamente en hiragana. No solo eso, si no que este periodo se considera como una de las etapas más importantes y destacadas dentro de la literatura japonesa. Izumi Shikibu, Sei Shōnagon, Murasaki Shikibu, entre otras, son algunas de las escritoras más destacadas no solo de la era en la que escriben, la era Heian, sino de toda la literatura nipona. Una de las autoras mencionadas anteriormente, Murasaki Shikibu, escribió una de las novelas japonesas mas famosas, el «Genji Monogatari». Considerada por muches la primera novela escrita en el mundo, es una de las obras más importantes de la literatura japonesa e incluso académicamente se considera «la obra cumbre de la literatura japonesa».

Murasaki Shikibu componiendo el Genji Monogatari. Ilustración realizada por Tosa Mitsuoki (1617-1691)

En la actualidad, el hiragana es el primer sistema de escritura que aprenden les niñes japoneses y suele ser también el primero aprendido por les estudiantes de japonés. Por ende, el hiragana es imprescindible para el estudio del idioma y fue también indispensable para las mujeres de Heian como herramienta de expresión escrita. Sin él probablemente no tendríamos la aportación de las escritoras de Heian, cuya obra fue de gran influencia para las generaciones de autores posteriores. No podemos olvidar las valiosas contribuciones que han realizado las mujeres, no solo en la historia japonesa si no en la historia de todas las civilizaciones. Negar su papel en la construcción de la cultura de Japón no es sino negar toda la cultura del país.

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