¿Por qué ahora hay tantos isekai?

Ya es casi pan nuestro de cada día el abrir cualquier lista o ver cualquier recomendación de animes de temporada y llevarse uno las manos a la cabeza ante tamaña cantidad de animes de reencarnaciones en otros mundos. Que si soy un oficinista sobre explotado y he acabado siendo un aldeano tranquilote en un pueblecito pintoresco, que si soy una pobre chavala de universidad y he acabado siendo la mala malísima en una novela cochina, que si en mi vida original era un pringado y ahora me las llevo a todas de calle, etc. Ejemplos hay miles e incluso con variaciones aparentemente ínfimas entre ellos. Pero, ¿realmente hay tantos isekai nuevos cada temporada?

Si nos fijamos en el ámbito del anime—ya que el mundo del manga y las light novels suele evolucionar de manera más adelantada—podemos decir con rotundidad que sí. Si nos situamos en la década de 2010, el número de animes con viajes a otros mundos en un año completo no alcanza al número que actualmente sale en una sola temporada. Eso teniendo en cuenta que los animes del género que salían por esos años podían ser desde una temporada de PreCure! a una de Digimon, que obviamente se considerarían isekais por situar su acción en otro mundo distinto al de los protagonistas. Previamente al boom actual también vemos un isekai muy feminizado, en el sentido de que la mayoría de protagonistas eran mujeres que quedaban atrapadas o en una situación de constante viaje entre dos mundos. Podemos apreciarlo claramente en obras tan importantes como Inuyasha, Fushigi Yuugi o La Visión de Escaflowne, que dieron paso a una proliferación de obras con chicas como protagonistas las cuales tenían que enfrentarse a mundos peligrosos y que atentaban contra su propia seguridad.

©Pierrot

Pero el momento concreto en el que comenzaron a expandirse las producciones de isekais no es ni más ni menos que con la emisión de Sword Art Online—como muy bien mencionó Hachedehelp en su artículo. Tras una fama sin precedentes y seguida de otras obras de similar popularidad, como puede ser el caso de Re:Zero, Subahibi o No Game No Life, las historias de un estilo similar inundaron el mercado. Primero, por supuesto, en formatos como las LN o el manga ya que ofrecen una manera mucho más barata y rápida de crear historias, pero el resto de formatos no tardaron en continuar con la creación de más y más animes del género. Incluso en adaptaciones de estas a videojuegos, creando una especie de metanarrativa y cerrando un ciclo.

Hemos visto claramente cómo esta tendencia ha ido en alza con los años. A día de hoy resultan animes relativamente sencillos de crear: las historias son clónicas en su mayoría y atraen a una gran cantidad de público, por lo que pueden resultar beneficiosos. Seguramente no lo sean tanto en temas de merchandaising o Blue-Rays, pero en licencias—pese a no tener números exactos—vemos que plataformas como CrunchyRoll básicamente los adquiere al peso cada cuatrimestre. También disponemos de miles de obras adaptables a elegir y más cuando no solo tenemos producto japonés, sino también chino y, sobre todo, coreano. Uno ya puede prever en mayor o menor medida cómo de pelotazo será algo entre el público si la gente habla mucho y bien de la obra original. Algunos casos claros de esto son Raeliana, Mi nueva vida como villana o Me enamoré de la villana. Las tres obras fueron bastante populares en sus formatos originales y por lo tanto adaptarlas era, dentro de lo que cabe, una propuesta más segura que un guion original—independientemente de lo bien o no que acabasen esas adaptaciones.

¡Oh no, Kirito! Estás dentro de un videojuego otra vez/©Bandai Namco Entertainment

Sin embargo, una vez miramos los números, vemos que los isekais rondan en torno a un 20-15% de los estrenos anime de cada temporada. No creemos que sea un número pequeño, pero tampoco superan en muchos casos la decena. Si echamos la vista atrás, posiblemente esta sensación de excesividad y agobio nos surja del crecimiento también nada desdeñable de animes de fantasía. Un género que actualmente—contanto los isekais—ronda en torno a un 40-50% de los estrenos cada temporada. Llegando a incluso alcanzar la friolera cifra de 42 animes de 54, un 77%, durante esta temporada de primavera 2024. Y es que la fantasía ha sido siempre un género popular tanto en anime como en literatura como en cine, pero estos porcentajes pueden resultar, sin duda, mareantes. En nuestros cerebros tenemos la vaga impresión de que hemos visto mucho de algo y lo achacamos a los isekais, que posiblemente también sea, pero a la vez no valoramos que ha crecido como subgénero dentro de un género que se ha inflado mucho más.

En estos tiempos aciagos y desalentadores que corren es completamente explicable este fenómeno. Además del incremento de la producción y de considerar muchas veces estas series como poco más que un mero trámite para ganar dinero, estamos envueltos en una necesidad por escapar. El escapismo y los géneros u obras adyacentes a este se han convertido en una de las maneras más fáciles que tenemos de desconectar del día a día y echarle un ojo a otras vivencias que, si no menos empantanadas que las nuestras, al menos no son las propias. Como bien dicen, los problemas ajenos duelen menos y al ver sucesos en ficción también podemos llegar a valorar nuestras penas como menos propias y más compartidas. No es un caso aislado del animanga, por supuesto, en videojuegos encontramos también este fenómeno solo que etiquetados como cozy. Obras que nos hagan desconectar, no sufrir y a veces incluso no pensar.

No todos los isekais sirven como distracción de nuestro día a día/©NA: J-Novel Club

Nos gustaría ponerle punto y final a esta reflexión considerando lo siguiente: Nada por sí mismo es malo o dañino, pero un exceso quizás nos esté mostrando uno o dos problemas más graves de fondo. La gente puede disfrutar de su ocio y tiempo libre como quiera, faltaría más, pero que nunca os quiten la habilidad o la posibilidad de pensar de manera más política y social y reflexionar con aquellas cosas que veis y disfrutáis. Incluso tenemos casos concretos que han sabido aprovechar el género para llegar a interesantes conclusiones sociales y políticas.

Deja un comentario