La triste historia de Mankey

El Mundo Pokémon es enorme, tan grande como el nuestro. Si comparamos ambos lugares, es posible que aún desconozcamos como tres cuartas partas del mundo habitado por estas criaturas. Traído a partir de 1995 con los juegos Pokémon Rojo y Verde, el ficticio planeta se ha construido añadiendo regiones que abarcan grandes desiertos, islas tropicales y enormes terrenos urbanos. Pero ¿sabéis una forma consciente de saber como aumenta su narrativa espacial sin que nos demos cuenta? Es gracias a la Pokédex, una de nuestras herramientas principales.

Muchas, por no decir todas, las aventuras pokemon que vivimos empiezan con un Profesor Pokémon entregándonos estas enciclopedias digitales con el objetivo de completarlas. Cuando atrapamos un pokemon, ésta rellena el hueco en blanco con información sobre su comportamiento, hábitat o anatomía. Realmente muchos debaten sobre como conseguimos estos datos de la nada: si se supone que la pokédex estaba en blanco, ¿hemos averiguado esto solo capturándolo? ¿O es que ya los profesores tenían datos de antes y esto lo coteja? Lo que nos queda claro es que siempre habrá algo que aprender de cada pokemon que atrapemos.

Este fue el primer diseño de la Pokédex como tal. /©TVTokyo

Saliendo un poco de esta pequeña fantasía, vayamos al apartado funcional del juego: ¿Qué conseguimos con esto? Es sencillo: es uno de los objetivos principales de cada título y la Pokédex funciona no solo como nuestro marcador del reto, sino como bestiario. Uno de los requisitos para completar los juegos de la línea principal de Pokémon, como sentaría el precedente para sus homólogos de coleccionismo de criaturas, es rellenar todos los datos de la Pokédex habiendo capturado a todos los pokémones que aparezcan esa edición al menos una vez. Al hacerlo, nos entregarán un diploma y nos sentiremos realizados tras dedicar tantas horas con ello. Sin duda es una de las cosas más atrayentes de estos juegos, da igual lo agrietadas que puedan estar las bases de otros apartados —como el apartado gráfico en las últimas generaciones—. Además, tener un bestiario siempre ayuda en obras con tantas criaturas: pararse a leer las entradas con cuidado nos acerca más a este mundo y a conocer a estas criaturas.

Pero, ¿de verdad está bien conocerlas tanto? Los fans más veteranos de Pokémon ya os habréis olido a kilómetros de distancia lo que se viene encima: la oscuridad latente en algunas de estas entradas de la Pokédex. Esta web no es ajena a observar los recovecos de este mundo pokemonil empleando exhaustivos análisis: tenemos una pequeño sección dedicada a la Paleontología Pokémon o analizado a uno de los pokémones con más presencia desde sus inicios. Pero pensad que hay más de 1000 pokémones ya registrados y, según la edición, cada pokemon vuelve a tener una entrada nueva, aunque similar. Si quisieras ponerte ahora a leer toda la información de ella te podría llevar más de un día entero.

Volviendo a lo de la oscuridad latente, dentro de las descripciones de Pokédex que hemos tenido desde sus inicios, existen datos bastantes espeluznantes y aterradores para algunos de estos especímenes: el pokemon Gengar se esconde en tu sombra para burlarse de ti o hasta llega a atacarte agresivamente. Los Cacturne acechan en las frías noches de los desiertos para cazar y los pequeños Larvitar salen a la superficie por primera vez desde que nacen para devorar montañas enteras. Y así sin parar. No es de extrañar que hayan millones de vídeos tratando las descripciones más siniestras que te hacen pararte a pensar por qué escribirían algo así.

Pero el ejemplo que os traemos nos va a hacer sacar nuestro lado más narrativo y literario: hoy os vamos a contar la historia de Mankey. Mankey es conocido como el pokemon Mono Cerdo y se le vio por primera vez en las ediciones Rojo, Verde y Azul: las primeras generaciones. Este pokemon de tipo Lucha evoluciona a Primeape por nivel y, a partir de la novena generación con Pokémon Escarlata y Púrpura, cuenta con una evolución más llamada Annihilape. Para evolucionar, Primeape debe usar 20 veces un nuevo movimiento de Tipo Fantasma llamado Puño Furia. Poneos cómodos si no lo estáis porque os vamos a narrar la historia de esta línea evolutiva.

¿A qué se debe su furia? Ahora lo veremos /©TVTokyo

Para crear esta historia dramatizada, solo vamos a usar las descripciones de las Pokédex que ha habido a lo largo de todas las ediciones; ni más ni menos. Sin más dilación, vamos a comenzar:

»Mankey nació en una vasta arboleda, dentro de una manada de otros muchos como él. Tras sus primeros pasos en este mundo, empezó sin motivo aparente a sentir como la ira recorría todo su cuerpo. ¿Qué era la ira? No lo sabía, pero a los pocos segundos este mono empezó a golpear el árbol más cercano con mucha rabia. Así es como empezó la vida de este pokemon, rodeado de semejantes que se comportaban de la misma manera. A pesar de sus enfados repentinos, eran una auténtica camada unida. Hasta que un día, entre los árboles que ellos habitaban, apareció un pequeño grupo de Rattatas. No tenían ningún propósito: simplemente pasaban por allí. Y eso enfureció a Mankey. ¿Por qué? No tenía ni idea. ¿Lo habían provocado los Rattata? No. ¿Hicieron algo a sus compañeros? En absoluto. Simplemente empezó a temblar y a respirar con intensidad. Sus compañeros, al verlo, no pensaron en calmarlo: lo imitaron. Se pusieron tan nerviosos como él. Pasaron entonces unos segundos desde que la manada entera saltó desde las copas de los árboles para atacar a aquellos ratones. Era un caos. Puñetazos y patadas por todas partes. Mankey golpeó a un Rattata. Y a otro. Y a otro más. Y luego a uno de sus hermanos. Ya había olvidado por qué peleaba: estaba golpeando a amigos y enemigos por igual.

La pelea había terminado. Había muchos heridos de ambos bandos. Pero Mankey no se había calmado, seguía furioso. Sus compañeros ya se habían retirado otra vez a la copas de los árboles hasta que nuestro Mankey se quedó completamente solo. Pero eso sólo le hizo reaccionar peor. Lo que debería ser un momento para lidiar con su ira lo enojó aún más. Seguía moviéndose y atacando a todo lo que podía como consecuencia. Sin parar. Hasta que, al caer la noche, cayó rendido y se sumió en un profundo sueño. Por desgracia, no era un sueño agradable. Podemos contar con los dedos de una mano las veces que Mankey ha podido dormir bien. Sus sueños lo atormentan tanto que vuelve a levantar lleno de ira al día siguiente. Así era la vida de nuestro mono que, al liberar el estrés diariamente a causa de estos impulsos tan feroces, pudo vivir mucho tiempo en aquella arboleda.

Hasta que un día, dio el siguiente paso lógico en la vida de un Pokémon: evolucionó. Mankey se había convertido en Primeape. Aquel pequeño Mono Cerdo ahora había desarrollado unos enormes músculos y un cuerpo mucho más corpulento, sin perder su esférica forma. Aquello hizo que el cuerpo de Primeape se llenara de una gran e inmensa… ira. Algunas cosas no cambiaban, sino que iban a más. El enfado de Primeape hacía que su ritmo cardiaco aumentara y sus músculos se fortalecieran. Cargó contra todo aquello que se pusiera por delante, sin parar ni un segundo. Y todo lo que hiciesen los pobres desdichados que se toparan en su camino sólo llevaba a que su furia fuera a más. Si lo miraban a los ojos se enfadaba. Si huían se enfadaba. Si le golpeaban para defenderse se enfadaba aún más. Así era su vida ahora: no muy distinta a cuando era Mankey, pero mucho más intensa.

En lo más profundo de la arboleda, él descansaba. Pero descansaba en soledad y no dejaba que lo viesen. Nadie jamás lo había vuelvo a ver auténticamente relajado. Cuando dormía, la ira seguía invadiendo sus sueños de forma violenta. Lo tenía amarrado sin dejarle descansar, salvo en ciertas ocasiones cuando estaba extremadamente cansado. Primeape se preguntaba si podría descansar alguna vez… como uno de sus compañeros aquel día. Fue entonces cuando Primeape encontró a uno de sus camaradas en el suelo, bocarriba. Lo había visto: el enfado de su compañero había sido enorme, desencadenando una espiral de destrucción enorme. Pero ya no quedaba nada de eso. Había parado de atacar, de moverse… y de respirar. Todo lo que quedaba era la expresión en el rostro del caído: sosiego. Paz. Tranquilidad. No había más enfado ni ira. La furia se había desprendido de su cuerpo y Primeape se preguntó si él experimentaría lo mismo alguna vez.

Pero nuestro mono era distinto: había aprendido un movimiento que hacía canalizar toda su rabia en sus puños. Un experto nos hubiera dicho que se trata de un movimiento llamado Puño Rabia. Solo unos pocos Primeape, especialmente los que son nativos de la región de Paldea, podían aprenderlo. Día tras día, Primeape utilizaba estos puños mientras su ira le cegaba cada vez más y más. Era lo único que sabía. Era lo único que lo empujaba a seguir adelante. Hasta que un fatídico día, alcanzó el punto crítico. Esa furia lo llevó a un paso más allá: a trascender. Estaba preparado para por fin descansar. Para alcanzar ese remanso de tranquilidad al que muchos de sus compañeros habían llegado. Pero no fue así. Su cuerpo se convirtió en una amalgama que le daba forma a su alma, alejándose de las limitaciones de su cuerpo material. Pero seguía teniendo forma; sus puños seguías teniendo forma. Sus rivales caían eternamente indefensos ante sus terribles puñetazos cargados de ira. Así era este ser que solo podía sentir rabia, sin prestar detalles a cuestiones banales como la vida o la muerte. Él era así. Ahora era Annihilape. »

Podéis encontrar todas las descripciones usadas para inspirar esta historia recopiladas en la web Wikidex, en las páginas dedicadas expresamente a Mankey, Primeape y Annihilape.

Como el caso de Mankey, hay muchísimos en la Pokédex. Algunos es posible que sean igual de trágicos que el de nuestro amigo. O pueden tomar el caso contrario, y encontramos entradas que nos hable de la felicidad que sienten algunos pokemon. Por eso, os aconsejamos a pararos a leer las entradas de vuestros pokémones favoritos. Quién sabe: igual la descripción os dice que estarían superfelices de ser vuestros amigos.

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