Ética y Death Note: ¿por qué tanta gente cree que Light Yagami es un héroe?

No cabe duda de que Death Note es una obra sumamente relevante —y casi podríamos decir que icónica a estas alturas— dentro del manga y el anime. Tanto es así que muchísima gente se inició en la animación japonesa gracias a ella y que personas que no están tan metidas en el mundillo otaku es muy posible que la hayan visto.

Lo cierto es que, pese a que tiene sus problemas, Death Note se conserva francamente bien aunque tenga veinte años cumplidos. Su frescura todavía es palpable y el manga de Tsugumi Ohba y Takeshi Obata es casi atemporal. Además, en su momento fue una obra bastante original dentro de la Weekly Shonen Jump de Shueisha. En una revista plagada de series orientadas a la acción, apareció una policiaca en la que desde el inicio sabíamos quién era el asesino, pero aun así las intrigas y la batalla intelectual entre Kira y L (y posteriormente añadiendo a Near y Mello) mantenían enganchados a los lectores. Por supuesto, su relevancia ha conseguido que a lo largo de los años se hayan vertido auténticos ríos de tinta sobre ella y sus personajes; no es para nada extraño encontrar ensayos, hilos y posts en redes sociales desgranando diferentes aspectos de la obra y la conversación sigue resurgiendo incluso a día de hoy, veinte años después.

Dentro de los múltiples debates que origina Death Note, uno de los que retornan con fuerza cada cierto tiempo es el de si Light es un héroe o un villano. Sorprendentemente, mucha gente afirma que Light, o Kira, nunca hizo nada malo y que en realidad es un antihéroe incomprendido. Nosotros, en cambio, somos de la postura de que Light es claramente un villano, el malo de su propia historia, y la narrativa de la obra lo deja bastante claro. ¿Por qué, entonces, tantísimas personas siguen convencidas de que Light en realidad es un héroe? ¿Se trata de un problema de comprensión lectora? Esto quizás sorprenderá a nuestros lectores, pero en realidad estamos convencidos de que, en el caso particular de esta obra, es más bien una cuestión de ética que de falta de entender lo que se está leyendo o viendo, y por eso en este artículo ahondaremos en las cuestiones morales que se abordan en la propia obra para tratar de explicar por qué una parte del público cree fervientemente que Light no era mala persona.

Obviamente, este artículo contendrá spoilers de todo Death Note. Si los lectores no desean conocer detalles de la serie, recomendamos encarecidamente que no sigan leyendo a partir de este momento.

Sí, L tenía razón: Light siempre elegiría ser Kira. / © Tsugumi Ohba y Takeshi Obata – Shueisha

En primer lugar, ¿qué tiene que ver la ética con Death Note? Pues la verdad es que muchísimo, pues además de ser una excelente serie detectivesca, Death Note plantea en sus páginas un interesante debate moral que el lector bien sabrá extraer adecuadamente: ¿es correcto que una persona se tome la justicia por su mano y purgue a quienes juzgue como calaña de la sociedad que merece morir? Y, ampliando aún más esa pregunta a algo que ocurre en la vida real, ¿es entonces ético que un Gobierno o Estado pueda acabar con las vidas de personas, por mucho que estas hayan cometido delitos imperdonables? Quedémonos con ambas cuestiones porque serán fundamentales para desarrollar nuestra tesis.

A continuación, aclararemos por qué pensamos que la ética juega un papel fundamental en la postura que afirma que Light es el héroe de la historia. En estos casos, cuando un elevado número de personas «malinterpretan» el mensaje o el trasfondo de una obra, muchísima gente lo achaca a la narrativa de la propia historia o a la capacidad del autor para hacer entender ese mensaje; sin embargo, lo cierto es que esto es difícilmente aplicable al caso que nos ocupa, pues la realidad es que Ohba realiza un trabajo muy bueno haciéndonos ver que Light es el villano de su propia historia ya desde el principio de la misma. En cuanto el cuaderno de muerte cae en sus manos por pura casualidad, Light no duda en asesinar con él a gente que no es tan fundamentalmente malvada como pudiera parecer: en los primeros capítulos acaba con un motorista que estaba molestando a una chica y luego no dudó en matar también a Lind L. Taylor, quien apareció públicamente en la tele haciéndose pasar por L; cierto es que este personaje era un reo condenado, pero Light no lo sabía en ese momento. Además, también está muy extendida la afirmación de que Light fue corrompido por el cuaderno, pero ya tenemos un artículo en el que desmontamos ese argumento, y es que en esencia Light siempre ha sido así de cruel.

También hay quien achaca la visión de Light como héroe a una evidente falta de comprensión lectora, y si bien es cierto que no negamos que en algunos casos pueda ser así, la realidad es que en este caso la cosa va mucho más allá de gente no entendiendo lo que lee o ve, y es que es bien sencillo y lo diremos directamente: las personas que creen que lo que Light hace está bien no lo hacen porque la obra les dé la razón o porque no la comprendan, sino porque están básicamente de acuerdo con Light.

Muchos de nuestros lectores se llevarán las manos a la cabeza en este punto; ¿cómo es posible que tantísima gente crea que un asesino en serie con evidentes rasgos de psicopatía y tan egocéntrico como es Light sea bueno y tenga razón? Pues, tristemente, así es, y no hace falta más que ver cuál es la postura mayoritaria de la población cuando surge el debate sobre la pena de muerte y la cadena perpetua. Cierto es que es un tema sumamente espinoso, pero mucha gente está convencida de que los presos no merecen derechos y que en nuestro país debería existir la pena de muerte o, como mínimo, que las cárceles fuesen sitios mucho más hostiles para los condenados a prisión. Siendo así, no es para nada extraño que tantísimas personas compartan la visión del mundo de Kira y piensen que el protagonista de Death Note tiene razón y es un héroe. Pero, si hablamos desde un punto de vista ético/moral, esta postura es, cuanto menos, cuestionable, y es que partimos de la base de que todos somos seres humanos y, por tanto, tenemos o deberíamos tener garantizados unos derechos básicos, independientemente de los crímenes que hayamos podido cometer. Por otro lado, dejar la justicia en manos de una única persona hace que todo el mundo esté plegado a la visión de esa persona, que es algo que precisamente podemos ver en Death Note: la realidad es que Kira no ajusticia de forma objetiva (porque tratándose de un humano eso es imposible), sino que asesina a quienes él considera que merecen morir o a gente inocente simplemente porque le estorban o podrían llegar a descubrir su verdadera identidad; no podemos olvidar que en cierto punto de la historia Light incluso se plantea si debería haber matado a su propio padre y hermana para salvar su pellejo y destruir a Mello en el proceso. En la vida real, si una persona se tomara la justicia por su propia mano, podríamos esperar que sucediera algo similar —sin la parte fantasiosa, claro está— a lo que ocurre en el manga. Además, la justicia, idealmente, debería ser proporcional y lo más objetiva posible, y eso es imposible si la dejamos en manos de una sola persona. Es el motivo por el que en investigaciones policiales o juicios no pueden intervenir personas que tengan implicación emocional o relación con las víctimas o delincuentes, precisamente para prevenir que esa cercanía nuble su juicio.

Así es: un mundo pacífico creado a partir del miedo y de la muerte no está cimentado en una paz genuina. / © Tsugumi Ohba y Takeshi Obata – Shueisha

Convenimos, pues, que dejar la justicia en manos de una persona es una muy mala idea, por eso existe el poder judicial, pero lo cierto es que que un Estado tenga la potestad de acabar con la vida de sus ciudadanos no es algo menos escalofriante. Debemos recordar que en Japón y Estados Unidos, países en los que se sitúa fundamentalmente la acción de Death Note, todavía se contempla la pena capital. En esta misma web ya hablamos del asunto en el país nipón desde una óptica legal aprovechando el caso KyoAni de hace unos años. Pero, en esta ocasión, y como venimos analizando hasta el momento, nos interesa solo la perspectiva ética-moral del asunto. Y es que que un Estado o un sistema judicial tengan la potestad de acabar con cualquier ciudadano sienta un precedente peligrosísimo, porque un día puede ser un asesino en serie y otro alguien injustamente condenado que en realidad resulta ser inocente —en países con pena capital, no han sido pocos los casos de gente que ha muerto sin cometer ningún delito—. Conceder la posibilidad de terminar con la vida de alguien a un ente tan poderoso como un Gobierno es algo que, desde luego, plantea muchísimas cuestiones morales. En el caso de Death Note, recordamos cuando la libreta acabó en manos de Higuchi, un directivo de la Yotsuba, que la utilizó para acabar despiadadamente con enemigos de la empresa y también para amedrentar al resto del círculo directivo de la misma. Y, de nuevo, esta es una situación perfectamente trasladable a la realidad: si hubiese una entidad con el poder de acabar con quien quisiera de forma totalmente invisible e impecable, sin dejar rastro, ¿pensamos que no la aprovecharía?

Dicho esto, todavía habrá quien argumente que Kira pretendía crear un mundo perfecto sin crimen, con lo que el fin justificaría los medios. Pero la realidad es que la utópica visión del mundo de Light es altamente improbable; en la propia historia, a pesar de que transcurren varios años, Kira fue incapaz de acabar con la totalidad del crimen en el mundo, y eso que logró ganar muchos adeptos a su causa. Y es que, igualmente, se ha demostrado que un sistema punitivista raramente es efectivo. Mucha gente olvida que el sistema penitenciario, en realidad, debería estar orientado a la reinserción de los condenados. Sirva para apoyar esta tesis el dato de que en los estados de EE. UU. donde existe la pena capital la tasa de criminalidad es igual o superior a los que no la tienen. Pero, además, en el caso de la obra, la reducción del crimen se produce a raíz del miedo que se le tiene a Kira; ninguna paz fruto del miedo y el chantaje es válida.

Soichiro Yagami, un hombre de ideales inquebrantables. / © Tsugumi Ohba y Takeshi Obata – Shueisha

Pero obviando que la visión del mundo de Light no podría llevarse a cabo, la gente también olvida convenientemente el final del protagonista de Death Note: no se sale con la suya, sino que acaba desangrándose y muriéndose de forma patética; es cierto que, para quien haya visto solo la adaptación animada de la obra, el final de la misma fue alterado para favorecer más al personaje, ya que el director del anime era fan de Light y quiso cambiar cómo se le percibía al final de su vida.

Y si todavía queremos más pruebas de que en la obra se le trata como el villano, no tenemos más que comparar a Light con otros personajes; bien es cierto que muchos de los personajes de Death Note son moralmente ambiguos —ni siquiera los investigadores se salvan, ahí tenemos a Mello usando métodos totalmente cuestionables, como aliarse con la mafia, para atrapar a Kira y superar así a su rival, Near—, pero hay uno en particular al que podemos contraponer con Kira y que nos sirve para demostrar su errónea visión del mundo, y no es otro que Soichiro Yagami, el propio padre del protagonista. Yagami es un hombre con un fuerte sentido de la justicia, pero también con una moral inquebrantable, que continuamente se plantea debates internos sobre qué debería priorizar. Mientras que su hijo es frío y calculador, lo que le hace sumamente despiadado, Soichiro, en cambio, se deja llevar por sus sentimientos alguna que otra vez. Para que veamos hasta qué punto es diferente a Light, mientras que el protagonista de la obra se planteó seriamente acabar con él y con su hermana, como ya hemos mencionado, Soichiro priorizó salvar a su hija antes que proteger el cuaderno de muerte, arriesgándose a que este cayera en manos peligrosas (que no es poca cosa, ojo). También se sacrificó por su hijo, encerrándose al mismo tiempo que él para probar su inocencia cuando L sospechaba fuertemente que Kira era Light en realidad y, al final, acaba muriendo al ser incapaz de escribir el nombre de Mello en el cuaderno. Que Soichiro represente moralmente lo opuesto a Light no es ninguna casualidad: es una semilla plantada por el autor para que el lector ate cabos y entienda que el protagonista no es trigo limpio si lo comparamos con su propio padre.

Near lista a los diferentes tipos de seguidores de Kira. / © Tsugumi Ohba y Takeshi Obata – Shueisha

Nos queda claro, entonces, que el retrato que Death Note pinta de Light es el de un villano, y que si la gente lo confunde con un héroe es porque su visión del mundo y de los presos condenados es similar a la del protagonista de la obra, de ahí que lo defiendan. No obstante, es cierto que puede haber dos cuestiones más que no pasen por esa afirmación tan radical y que hacen que mucha gente crea que Light es un héroe sin llegar a compartir su ética y que trataremos en este artículo antes de cerrarlo: la primera de ellas es que, al ser Light el protagonista y debido a que la mayor parte de la historia la vemos desde su punto de vista, como estamos acostumbrados al esquema narrativo de héroe protagonista y antihéroe villano, el invertir los papeles puede que lleve a confusión en el lector porque este tiende a alinearse por defecto con el protagonista; sin embargo, esto no sería más que un síntoma de falta de comprensión lectora y creemos, como anunciamos al inicio de estas líneas, que estos casos son los menos.

La otra cuestión es que mucha gente tiene reparo a reconocer que le gustan personajes moralmente cuestionables, de ahí que encumbren a Light como héroe para justificar que les guste. Lo cierto es que hay que aprender que no hay ningún problema en apreciar a un personaje ficticio de dudosa moral mientras no se defienda lo que hace. Pero, de nuevo, al igual que con el caso anteriormente comentado, creemos que son pocas las personas a las que podemos incluir en este saco.

No cabe duda de que existen múltiples motivos por los que tanta gente sigue convencida, veinte años después, de que Light Yagami es un héroe, pero el primordial es que muchos, en realidad, comparten su visión del mundo, aunque sea parcialmente. Esto debería invitarnos a reflexionar sobre la moral que cada uno alberga sobre la idea de ajusticiar a criminales y entender primeramente que, pase lo que pase, todos somos humanos y, como tales, tenemos derechos irrenunciables: uno de ellos es el derecho a la vida, sobre el que nadie ajeno a nosotros, ni individuo ni Estado, debería poder decidir.

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