El pasado 17 de mayo de 2025, Toei Animation presentó de forma pública el documento informativo que contenía los datos del desempeño de sus distintas propiedades intelectuales, así como los resultados financieros de la empresa relativos al último año fiscal. En lo que concierne a esto último hay algunos datos interesantes, tales como el aumento de beneficio en la cesión de uso de sus licencias tanto para llevar sus series a distintos países como para la producción de merchandising relacionada con las mismas. Hacen especial hincapié en aquellas series que presentan una alta rentabilidad e interés en el mercado. Las principales son, para sorpresa de nadie, One Piece y Dragon Ball. En menor medida se pueden encontrar Pretty Cure y Gege no Kitaro, que también son mencionadas de manera muy positiva. En este aspecto destaca un gran aumento de ventas en todo lo relacionado con Dragon Ball debido al reciente estreno de Dragon Ball Daima.

Para cerrar lo relativo al año fiscal de 2025 se mencionan un par de datos interesantes. Uno de ellos es la apreciable disminución de las producciones en curso llevadas a cabo por los diversos estudios de animación de la empresa, hecho que se justifica con la focalización en varios proyectos simultáneos de mayor envergadura, como podrían ser la ya mencionada Daima o la preparación de la segunda parte del arco de Egghead en One Piece. El otro es una breve mención a la disminución de los ingresos no operativos de la compañía —ingresos no provenientes de la actividad principal de la empresa—, resultado del cambio de divisas, lo que podría servir como muestra del estado actual del yen en la economía global.
El momento en el que este documento toma mucho más interés es en lo relativo al actual año fiscal que, como es común en las empresas japonesas, cerrará en marzo de 2026. Al principio se describen las previsiones, haciendo mención a la incertidumbre causada por la política arancelaria anunciada a bombo y platillo por el Gobierno estadounidense. Esta inquietud se da en numerosos países, en los que el gran aumento porcentual causaría un desbarajuste a todo producto que quisiera venderse en tierras del tío Sam. Ante la volubilidad y volatilidad de la decisión gubernamental yanki, no hay ningún tipo de seguridad ni certeza de si las cifras actuales serán las definitivas, cuándo comenzarán a aplicarse o si llegarán a aplicarse siquiera.

Tras esto, aparece el punto causante de mayor revuelo y controversia, la inversión de Toei en Preferred Networks Inc. —PFN—, compañía fundada en 2014 y que ha trabajado con gigantes de la talla de Toyota, Intel o Microsoft. El principal objetivo es la ampliación de los horizontes de la empresa en lo que a la implementación de inteligencia artificial en las distintas fases de su proceso productivo se refiere. Según la propia Toei, la sinergia entre ambas resultará en un aumento tanto de la eficiencia como de la calidad de sus producciones, argumentando que Preferred es la empresa con mejor tecnología de IA en todo el país nipón, hardware dedicado y experiencia previa en proyectos conjuntos con terceros, mientras que ellos poseen el dinero para apoyar los futuros proyectos y tecnologías, así como una amplia cantidad de datos y creadores a su disposición.
En Toei Animation esperamos que los puntos fuertes de Preferred Networks en tecnología, desarrollo y organización desempeñen un papel clave en el futuro de Japón. Creemos que la combinación de sus puntos fuertes y nuestra larga experiencia en la producción de anime creará fuertes sinergias. De ahora en adelante, nos esforzaremos por lograr un crecimiento sostenible con Preferred Networks y contribuiremos al desarrollo general de la industria japonesa del anime.
Kiichiro Yamada, Director general de Toei Animation Co
Hay cuatro etapas del proceso productivo de un anime que buscan remodelar mediante el uso de IA, dando ciertos ejemplos de las posibles aplicaciones de cara al futuro. En el guion gráfico —storyboard — apuntan a poder generar locaciones de forma rápida y simple para elaborarlos con mayor celeridad. En el coloreado su objetivo es utilizar la inteligencia artificial para corregir de forma automática los colores, así como poder aplicar color a las escenas, dándole a la herramienta los colores deseados utilizando una guía de color estandarizada —como podrían ser RGB o CMYK—. En animación la idea es utilizarla para correcciones de líneas en los frames intermedios, así como para generarlos. Y, por último, la generación de fondos a partir de fotografías para utilizarlos directamente en las animaciones.
Aunque esto aparezca como objetivo para el presente año, no es la primera vez que ambas compañías trabajan de forma conjunta; ya anteriormente habían realizado diferentes pruebas con la aplicación de IA en la labor de animación. Prueba de ello es el cortometraje URVAN, publicado a inicios de 2021, en el que se utilizó Scenify, una herramienta propiedad de PFN para la creación de fondos impulsada por inteligencia artificial, en colaboración con una rama del estudio Oizumi destinada al desarrollo de diversos prototipos y la investigación experimental. Se emplearon fotografías de la ciudad de Sasebo, ubicada en la prefectura de Nagasaki, que mediante Scenify se autoconvirtieron en imágenes básicas de estilo anime. Los artistas de Toei tomaron estas imágenes y las modificaron manualmente para darle el toque cyberpunk que buscaban en el corto. Este proceso se utilizó para dos terceras partes de los fondos utilizados en el metraje y, según declaraciones oficiales, el tiempo empleado fue un sexto en comparación con los métodos convencionales. Esto entraría dentro del uso legítimo de IA, al ser una aceleración de un proceso previo, como era el procesamiento de imágenes de entornos reales.

Cuatro años más tarde esta cooperación ha sido afianzada y confirmada de forma oficial por parte de ambas compañías, con Toei pasando a actuar como una financiera de las actividades de PFN. Esta última ha publicado en su página oficial el dinero recaudado durante sus campañas de financiación, así como las empresas que han contribuido. En diciembre de 2024 habían recaudado 19 mil millones de yenes, y para abril de 2025, cuando Toei es incluida entre las compañías inversoras, esta cifra había aumentado en cinco millardos, resultando en un total de 24 mil millones de yenes. Este aumento no es exclusivamente debido a la inversión de Toei, pues otras empresas como Kodansha o Tokyo Broadcasting System figuran en la lista de contribuyentes. Ofreciendo una comparativa, un episodio de One Piece cuesta aproximadamente diez millones de yenes, por lo que solo con esta última ola de inversión recibida por PFN Toei podría realizar unos 500 episodios del anime de piratas más famoso del mundo.
Esta es la muestra más reciente sobre el interés creciente ante la inteligencia artificial por parte de algunas empresas dedicadas a las industrias del anime y el manga. Algunas de la envergadura de Sueisha o Kadokawa han invertido cuantiosas sumas en desarrollos externos de tecnologías para la traducción de manga mediante IA, incluso el Gobierno japonés ha apoyado estos proyectos con el objetivo de incrementar la cantidad de manga exportado al resto de países del mundo, así como los idiomas en los que está disponible. Sony ha remarcado su interés por incrementar la eficiencia de las producciones animadas, mejorando a su vez la calidad de las mismas. Crunchyroll, subsidiaria directa, hace tiempo que utiliza IA para la traducción automática de los subtítulos de las series de su catálogo. También están investigando la posibilidad de introducirla para la realización de los doblajes en los distintos idiomas. De un tiempo a esta parte también se ha visto esta situación en un gigante como Amazon en su plataforma Amazon Prime Video, en la que numerosas series y películas presentan un doblaje realizado totalmente con inteligencia artificial.
Una de las áreas en las que estamos más centrados es en las pruebas de subtítulos, mejorando y optimizando nuestros procesos con el fin de conseguir los subtítulos en la mayor cantidad de idiomas posibles con poca diferencia temporal respecto al lanzamiento de la versión japonesa. Creo que el acceso anticipado mediante streaming a los programas de Japón con subtítulos y doblajes es nuestra mayor baza. Cuanto antes podamos ofrecerlo, y cuanto más fácil lo pongamos, el público optará por nuestro servicio en vez de recurrir a sitios piratas. Porque estos ofrecen los contenidos lo antes posible, pero la mayoría de las veces solo en un par de idiomas que pueden no ser los que los espectadores querrían, y las más de las veces no tienen los doblajes. Así que creo que la mayor oportunidad que tenemos para competir consiste en ofrecer el catálogo consistentemente y tan rápido como podamos.
Rahul Purini, CEO de Crunchyroll
Otro de los ejemplos más notorios vino de la mano de Netflix y estudio Wit en el 2023, cuando desarrollaron un corto llamado El perro y el chico, en el que todos los fondos habían sido realizados con inteligencia artificial a partir de un boceto y el resultado había sido revisado y corregido por un animador. Animador que ni siquiera aparecía citado en los créditos, en los que el diseño de fondos se atribuía a un escueto IA+Humano, despojando de todo reconocimiento al encargado de revisar, rehacer y pulir el resultado. El gigante del streaming dio una respuesta en redes ante la reacción negativa por parte de la comunidad, alegando que esto era debido a la falta de mano de obra que sufría la industria de la animación japonesa, vendiéndolo como una forma de mejorar el estado actual de la misma. Como esta, declaraciones parecidas se han hecho por parte de distintos estudios involucrados en la labor de animación, alegando los altos costes de producción, la rapidez, la falta de mano de obra y los problemas de productividad ocasionados por ello.

Estos argumentos son el dedo que tapa la luna, las consecuencias de problemas que la industria lleva sufriendo durante décadas. Problemas que han sido aceptados como premisa sobre la que realizar leves cambios para mitigar sus efectos negativos en vez de realizar un profundo cambio estructural que destruya el actual modelo de trabajo asolado por las malas prácticas empresariales, dando prioridad al bienestar y beneficio de los trabajadores al mismo tiempo que se asegura la viabilidad económica, y no sacrificando todo por esta última. La misma Netflix que argumentó la falta acuciante de personal tiene en su haber un larguísimo historial de malas praxis hacia sus empleados. Es de sobra conocido por propios y extraños la facilidad con la que pueden cancelar series si estas no cumplen con las expectativas de visionado durante los primeros días, independientemente de la recepción tanto de crítica como de público. Otra práctica común consiste en encargar al estudio un número de capítulos mayor al que van a publicar de una sola vez, dividiéndolos en tandas separadas en el tiempo. Por ejemplo, treinta y seis episodios divididos en tres partes de doce capítulos cada una. De esta forma se ahorran los aumentos de sueldo y los bonos correspondientes al equipo al cargo que irían de la mano con una nueva temporada. Por supuesto, esto también va de la mano con explotación laboral y salarios deficientes que no compensan el esfuerzo del personal. Netflix se queja de falta de mano de obra en un ecosistema lleno de inestabilidad e incertidumbre que ellos mismos incentivan dejándose guiar por el algoritmo.
Esto es el pan de cada día en las industrias del anime y el manga. Muchas son las noticias sobre los horarios demenciales de muchos mangakas, que para cumplir los plazos de entrega de los capítulos se someten a jornadas de 18 horas diarias, con tres horas de sueño y sin días libres. Por eso también son muy comunes las noticias sobre estos sufriendo problemas de salud o falleciendo a una edad temprana debido a años de rutinas insalubres y exceso de trabajo. En los estudios de animación ocurre exactamente lo mismo, animadores siendo explotados para realizar un capítulo en plazos demenciales que les exigen dedicar una inmensa cantidad de horas para poder llegar a la fecha límite. Ejemplos hay muchísimos tanto actuales como antiguos; entre los más sonados están las numerosas polémicas del estudio Mappa en series como Chainsaw Man, Jigokuraku o Jujutsu Kaisen, en las que los animadores trabajaban a marchas forzadas hasta tal punto que varias secuencias no pudieron ser terminadas de la forma deseada por el equipo y esas escenas adicionales se terminaron a posteriori para el lanzamiento en DVD y Blu-ray.
La inclusión de inteligencia artificial en el flujo de trabajo de distintas etapas es un intento de compensar las fallas de un sistema propiciado por el interés económico y el desinterés humano de estudios, directivos e inversores. Inclusión que, aunque cumpla con sus expectativas a corto plazo, supondrá un problema a la hora de formar y profesionalizar a futuras generaciones de animadores. Gran cantidad de animadores de renombre empezaron sus carreras trabajando en proyectos con otros de mayor experiencia, e iban aprendiendo y asimilando mientras se encargaban de elementos como los fotogramas intermedios. Muchos jóvenes perderán estas oportunidades si las fases en las que antes podían formarse son reemplazadas por el uso de inteligencia artificial.

Esta carencia, en caso de darse, debería ser suplida por la propia industria, que tendría que asegurarse de formar a sus jóvenes promesas por otras vías. Pero esto requeriría un compromiso y atención que, con el historial previo, no genera seguridad alguna. Otra cuestión es si este interés por la inteligencia artificial es genuino o viene propiciado por ser un tema en boga que llama la atención de accionistas e inversores. Chansard Vincent, animador profesional que se ha pronunciado fervientemente en contra de la IA generativa y que ha trabajado numerosas veces con Toei en el anime de One Piece, se pronunció al respecto en sus redes sociales tras la publicación del documento por parte de la compañía.
He estado hablando con todos los que conozco sobre esto de la IA, pero todos están tan confundidos como yo. Parece una declaración exagerada y desconectada de la realidad destinada únicamente a las relaciones públicas. Algo como «miren cómo somos una empresa innovadora», dirigido a los accionistas sin ningún cambio de producción concreto en la vida real.
Chansard Vincent, animador
Tanto si la industria renuncia a la parte de responsabilidad que le corresponde como si no, desde el público debe haber una respuesta vocal y directa contra el reemplazo de trabajadores a favor de la inteligencia artificial. Este también debe responder con responsabilidad, escogiendo contra qué y cómo se realiza esta respuesta, pues un mal uso puede desvirtuar el mensaje. Por ejemplo, en 2023, tras el lanzamiento de Spider-man: Across the Spiderverse, hubo polémica en redes por el uso de inteligencia artificial generativa en la película. Esto no era cierto, el equipo utilizó una IA de aprendizaje automático para que realizase la mayor parte de las líneas en los rostros de los personajes. La entrenaron para que trazase las líneas entre los fotogramas que sí realizaban los animadores. Esto no solo es un uso completamente legítimo y ético de la IA, de no usarla directamente no se habría hecho por la gigantesca labor que suponía encargarse de ello para cada fotograma de la cinta, o habría supuesto una enorme carga de trabajo extra para los empleados del estudio de animación. Es tecnología al servicio del ser humano, que busca facilitar las labores más arduas y repetitivas para que este pueda centrarse en otros aspectos creativos. No supone la sustitución de nadie ni un robo de trabajo ajeno cuyo resultado es un pastiche alimentado con infinidad de teras de contenido robado.

Toei Animation es uno de los estudios de animación más grandes del país del sol naciente, y su aproximación a estas tecnologías puede marcar el camino a seguir por la industria del anime durante los próximos años. Otros estudios del calibre de OLM también están explorando caminos parecidos. Lo más importante es que los cambios que se produzcan a futuro resulten en una mejora de las condiciones laborales y no en la eliminación gradual del factor humano y la precarización del sector. Un uso responsable de las nuevas tecnologías para que se utilicen al servicio de las personas y no para tener a las personas a su servicio.