Siete cómics modernos de superhéroes que quizás os gusten

El género de superhéroes lleva unos años demostrando síntomas de agotamiento y esto ha llevado a que nos encontremos en una suerte de etapa transicional. Por un lado, se puede observar cierta declive comercial y crítica de parte del Universo Cinematográfico de Marvel, así como de las respectivas ofertas de Fox, DC y Sony. Al fin y al cabo, la narrativa que estos estudios plantean carece de la chispa que una vez tuvo y puede llegar a dar la sensación de que está rehaciendo sus propios pasos constantemente. Si, para colmo, tenemos en cuenta la sobresaturación de contenido superheroico que se ha dado de un tiempo a esta parte, es sencillo comprender por qué las audiencias están generalmente agotadas. Pero lo verdaderamente trágico de esta situación es que todo lo indicado hasta ahora, en realidad, solo es predicable respecto de lo que podemos ver en la gran pantalla o en la televisión. El panorama viñetístico no podría distar más del ya mencionado estancamiento, a tal punto que podría decirse que está pasando por su propia revolución. Cada vez vemos más obras que sacan a relucir las fortalezas endémicas del cómic como medio artístico y que, además, encabezan una necesaria lucha en post de la diversidad racial, de género y demás en este tipo de historias.

Hoy queremos salirnos ligeramente de la tónica habitual de esta web para poner el foco sobre algunos de estos libros —con salvedad de que, en el pasado, ya hayamos hablado de que no tiene mucho sentido distinguir entre cómic y manga. Como regla, nos hemos propuesto recomendar historias que no incluyan sagas particularmente conocidas —de nada nos sirve dirigir vuestra mirada hacia El Regreso del Caballero Oscuro o La última cacería de Kraven, por mucha importancia histórica que tengan—, que sean relativamente cortas y que sirvan como una cómoda y refrescante introducción a sus respectivos personajes. Dicen que en la variedad está el gusto y esperamos que, a través de este artículo, podamos haceros ver que la premisa sobrehumana todavía tiene mucho que dar de sí, con independencia del tipo de lector o lectora que seáis.

Supergirl: La mujer del mañana (2022)

©DC Comics

Decir que Tom King es uno de los guionistas más destacados del cómic moderno es quedarse cortos. Desde la curiosa mezcla entre suspense y sitcom que nos brinda La Visión —en la que, como podéis deducir, se inspira la serie de Disney+ Wandavision— hasta el extrañamente alentador descenso a la locura de Mister Miracle, la suya es una carrera marcada por obras introspectivas y que no tienen miedo de mostrar lo que cada superhéroe esconde tras la máscara. Acompañado de los irremplazables Bilquis Evely y Mat Lopes, La mujer del mañana hace todo esto y, además, brinda un socorrido protagonismo a Kara Zor-El, la eterna segundona frente a su mucho más emblemático y conocido primo. Cuando una niña llamada Ruthye se embarca en una misión para conseguir venganza por la muerte de su padre, sus averiguaciones la conducen a una taberna escondida en los rincones más profundos del cosmos. Allí, se encuentra a una superheroína borracha y emocionalmente poco capacitada para el desempeño de su labor, nada menos que nuestra protagonista. La joven entonces solicitará su ayuda para dar muerte al desalmado que puso su familia patas arriba y, en un visto y no visto, ambas se verán envueltas en una épica sin par.

Esta ópera espacial de ocho números está claramente inspirada en las cintas de Guardianes de la Galaxia —quizás por ello James Gunn eligió esta historia para ser adaptada en su nuevo DCU, que dará comienzo a partir del año que viene—, pero no comete el error de muchos otros de solo tomar prestada su comedia. Cuando Tom King presiona el puñal contra el estómago del lector, lo hace con contundencia. Tened a buen seguro que se derrocarán regímenes totalitaristas, que se relatarán los horrores de viajar en transporte público y que nuestra heroína pondrá a prueba sus habilidades con la espada —no os hagáis preguntas de más, mola mucho y ya está. Esta serie de Supergirl bien podría ser una de las mejores que DC ha sacado en los últimos años y, si tuviéramos que apostar por un libro de los citados en este artículo a la hora de decidir cuál se volverá un clásico imperecedero, esta sería nuestra elección sin lugar a dudas. No dejará desprovista a su cara visible de todos los estigmas que desgraciadamente la han rodeado a lo largo de las décadas —entendemos que es difícil desapegarse de las faldas y del subtítulo «-girl» por ser ambas icónicas, pero Kara se merece más que eso—, pero es un valiente paso adelante para el personaje y anticipa un futuro genial. Helen of Wyndhorn, bajo el paraguas de Dark Horse, trae de vuelta al equipo de King, Evely y Lopes y promete una continuación temática y artística de las pretensiones de Woman of Tomorrow, por si os interesa.

Harley Quinn: Cristales rotos (2019)

Mariko Tamaki es una escritora canadiense sobre la que, si observamos atentamente las obras que ha realizado para Marvel y DC, podremos deducir que tiene cierta predilección por la literatura infantil, adolescente y de jóvenes adultos, a ser posible con una lectura queer. Cristales rotos es la muestra por excelencia de este particular estilo, que actúa como una reinterpretación de los orígenes del personaje fusionada con cuentos tradicionales como Cenicienta o La Bella Durmiente. La diferencia es que, en lugar de un galán caballeroso, Harley se verá las caras con una versión capitalista del Joker y que, lejos de hadas madrinas, nuestra antihéroina recibirá cuidados de las integrantes de un club de drag queens. Acompañada por su amiga Ivy y cautivada por el propósito de ésta de proteger el medio ambiente, ¿será capaz de afrontar las injusticias que asolan Gotham o, en cambio, acabará consumida por el caos que carcome su mente? Se puede leer en una tarde y es probable que os enganche como para hacerlo del tirón, sobre todo gracias a su uso comedido —pero hipnótico— del color, cortesía de Steve Pugh. También sirve como buen recordatorio de que toda buena representación es aquella que se plantea con naturalidad y que ni se cuestiona, ni define enteramente al personaje al que se atribuye. No dudéis en echarle un vistazo si queréis un acercamiento menos violento a ideas similares a las presentadas en la cinta protagonizada por Joaquin Phoenix.

Reversionar fábulas es un tópico muy manido, pero Cristales rotos no exprime de más la idea, que sirve un propósito principalmente estructural / ©DC Comics

Estela Plateada (volúmenes 1 y 2, 2014-16)

©Marvel Comics

Es posible que el nombre de Dan Slott os suene si habéis visitado la sección de cómics de una Fnac hace no mucho, puesto que la suya es una presencia muy sentida en épocas recientes de Spider-Man y Los Cuatro Fantásticos. Pero hoy queremos sacar a relucir dos volúmenes que sacó junto al artista Mike Allred en 2014 y 2016, respectivamente, centrados en el que una vez fue heraldo de Galactus, el devorador de mundos. Norrin Radd es un extraterrestre irremediablemente abrazado a su espíritu errante como Estela Plateada, morador del cosmos en busca de sistemas y astros nunca antes vistos. Esto es así, al menos, hasta que conoce a Dawn, una chica terrícola con mucho salero que acaba envuelta en un entuerto espacial y necesita ayuda para volver a casa. Una vez Norrin accede a ayudarla, a regañadientes, da comienzo una aventura intergaláctica que oscila entre el romance y la tragedia, pero manteniendo en todo momento el tono ligero para acompañar los alocados periplos del dúo protagonista por cada planeta. Conviene advertir que el salto entre tomos puede ser algo chocante, y es que narrativamente se sitúa antes y después del evento Secret Wars. Por tanto, el lector debe imaginarse que ocurre algo importante entremedias y seguir adelante sin cuestionarse demasiado que, por ejemplo, Galactus de repente aparezca con aires de justiciero y una nueva capa de pintura. Por lo demás, es un interesante acercamiento a la idea de si el amor es viable para un forajido que surca las estrellas sin rumbo fijo.

La Imparable Avispa (volúmenes 1 y 2, 2017-19)

Es innegable que Civil War II no fue recibida con el mismo furor que la original de Mark Millar, pero una de las novedades más atractivas que trajo fue la existencia de Nadia van Dyne. La hija perdida del entonces difunto Hank Pym, criada para ser una máquina de matar por la Habitación Roja —los mismos villanos que crearon a la Viuda Negra—, fue revelada como parte de la creciente tendencia de personajes de legado, pensados para tomar la antorcha de los héroes de siempre y continuar su leyenda. Provista de una inteligencia a la par con la de su padre, encontraría cobijo de los espías que la persiguen en Estados Unidos, pero no por mucho tiempo. Para contraatacar, tendrá que reunir un equipo de científicas brillantes como ella y pensar a lo grande, o más bien, en miniatura. Con La Imparable Avispa, Jeremy Whitley —cuyas palabras son trasladadas a la viñeta gracias a Elsa Charretier y Gurihiru; esta última es un dúo de artistas japonesas que han trabajado en las publicaciones a papel de Avatar: The Last Airbender y Gwenpool— sienta las bases de este personaje y sus dinámicas esenciales, con una soltura comparable a lo que tuvo que ser presenciar los orígenes de Peter Parker hace 60 años. Los dos volúmenes se dejan leer muy fácilmente y relatan tanto el ascenso de esta joven al estrellato, como su descenso a profundidades anteriormente relegadas al subtexto de la narrativa del Hombre Hormiga.

El verdadero superpoder de Nadia no es su intelecto ni la capacidad de menguar gracias a las partículas Pym, sino el enorme afecto que recibe de sus amigas. / ©Marvel Comics

Veréis, Hank Pym tenía trastorno bipolar, sin embargo, este dato nunca fue retratado de la mejor forma posible. Redundaba en conductas puramente compulsivas y para nada orientadas hacia la mejora personal, a tal punto que desencadenó alguna que otra escena de abuso doméstico. Con Nadia, la Casa de las Ideas intenta redimir esta pobre aproximación a temas de salud mental y consagra buena parte del argumento a lo que significa convivir con ello —que no reprimirlo, curarlo o dejarlo de lado, pues esto es imposible y un mito muy extendido— y el impacto que tiene en sus relaciones personales. Lo importante no es tanto su condición, sino la forma en que ella elige afrontarla y seguir adelante con ella, pese a lo limitante que pueda resultarle en ciertos sentidos. La Imparable Avispa no fue exactamente un éxito de ventas, es más, podemos asociar las escasas apariciones del personaje a su correlativa recepción —la más reciente sería su papel coprotagonista en Wasp, un especial de unos pocos números que nos traía el genial Al Ewing. Esto es una pena, sobre todo si consideramos lo mucho que tiene que aportar en términos de diversidad y buena representación. Así pues, os sugerimos encarecidamente que le deis una oportunidad a Nadia, la única avispa buena que vais a ver en estos meses de calor abrasador.

Ojo de Halcón (2012)

©Marvel Comics

Siempre visto como el hazmerreír de los héroes más poderosos de la Tierra, bien es cierto que las flechas de Clint Barton no se comparan con la fuerza bruta de Hulk o la tormentosa divinidad de Thor. Pero, en realidad, no tiene nada que envidiarle a sus compañeros. Al fin y al cabo, lo que le puede faltar en términos de superpoderes, lo compensa precisamente con su humanidad. El suyo es un papel primordialmente inspirador, puesto que si hasta él es un Vengador, cualquiera que se esmere lo suficiente y que sepa luchar por la causa correcta puede llegar a serlo. Esto es lo que termina motivando a una joven Kate Bishop a aprender tiro con arco y, años después, acompañar al mismísimo Clint en sus aventuras. La galardonada run de Matt Fraction y David Aja —viñetista proveniente de Valladolid— nos presenta a un Ojo de Halcón que no da una, pues todavía tiene mucho que aprender sobre su individualidad y sobre cómo tratar adecuadamente a las personas de su entorno, en especial a las mujeres. A veces, a Kate no le quedará otra que sacarle las castañas al fuego y dar la cara por él. Pero su paciencia, como la de todos, no es eterna. Ya sea por la forma en que los dos protagonistas se cuestionan a sí mismos sus propias perspectivas constantemente, como por la inmensa creatividad de algunos números, esta es una lectura imperdible para todo aquel que disfrute una buena deconstrucción de un clásico. Y si esta historia os da el flechazo, podéis continuar con All-New Hawkeye o la serie individual de Kate, que se estrenó en 2016.

Vengadores: Crepúsculo (2024)

La caída en popularidad de las películas y series «tradicionales» de superhéroes, por llamarlas de alguna manera, ha conducido al éxito a aquellas que sirven precisamente como sátira o crítica de las convenciones del género. Quizás el ejemplo más sonado sea The Boys, disponible en Prime Video, que nos plantea una distopía en la que los sobrehumanos son marcas al servicio de una empresa capitalista, empleadas para lograr fines propagandísticos. Además, bordea la idea de integrarlos en el ejército como activos en las guerras de la periferia. Si bien es cierto que el tipo de trama antifascista que cuenta no es ni por asomo cosa de ayer, lo cierto es que funciona muy bien por cómo la entrelaza con la cultura del exceso que Marvel había estado creando la pasada década. Resulta muy irónico pensar, así las cosas, que este año nos traería una obra abiertamente en contacto con este tipo de ideas como es Vengadores: Crepúsculo.

Pese a las obvias connotaciones nacionalistas de un personaje llamado Capitán América, este Steve Rogers no duda a la hora de luchar contra el status quo. / ©Marvel Comics

De la mano del talento incipiente de Chip Zdarsky —a quien tal vez conozcáis por su trabajo en Batman, Daredevil, Howard el pato y Spider-Man: Toda una vida—, así como del brillante artista murciano David Acuña, viajamos a un futuro lejano en el que las caras más conocidas del mundillo empiezan a mostrar arrugas. Pero no podrán dejarse distraer por sus dolores de cabeza o por la hora de la pastilla pues, tras un catastrófico accidente que dejó una infinidad de pérdidas y que manchó para siempre la imagen de los Vengadores, un régimen extremista ha tomado el control de los Estados Unidos —bueno, más extremista que de costumbre. Ahora los superhéroes son, en realidad, actores colocados por el gobierno para vender a las masas un cuento basado en la captación fascista y la subyugación del contrario, a tal punto que se incomunica al pueblo norteamericano del resto del mundo y de la barbarie que ocurre allí fuera en nombre de su país. La destacable estética cyberpunk no gobierna las viñetas de más, el guion sabe muy bien en qué dirección llevar a su decrépito elenco de personajes considerando su avanzada edad y hace todo esto en seis míseros números. Es de las sagas más redondas del año y trae un sabor refrescante a las historias de siempre, vistas desde una perspectiva mucho más cínica y rupturista.

Caballero Luna: Bienvenido a nuevo Egipto (2016)

©Marvel Comics

Pocos superhéroes han cambiado tanto el tipo de historia hacia el que orbitan como Caballero Luna, especialmente si consideramos el protagonismo que han tomado sus múltiples personalidades de un tiempo a esta parte. Lo que comenzó como una tapadera al servicio de sus misiones de espionaje, se ha convertido en uno de los rasgos identitarios de Marc Spector como personaje. O deberíamos decir, de Marc Spector, de Steven Grant y de Jake Lockley. El trabajo de 2014 —arrancado por Warren Elvis y Declan Shalvey, primordialmente— ya jugueteaba con las posibilidades de estas nuevas dinámicas, pero no las veríamos exprimidas al máximo hasta que el inigualable Jeff Lemire entró en la ecuación. Ayudado por Greg Smallwood, Jordie Bellaire y un sinfín de otros artistas —cuya colaboración atiende a fines narrativos, respecto a lo cual nuestros labios están sellados—, nos llegó Bienvenido a nuevo Egipto, un libro sencillamente sobrecogedor.

El protector de las criaturas de la noche deberá afrontar a su mayor enemigo, su propia consciencia, mientras que la Nueva York que conoce se desmorona ante sus ojos. ¿Será capaz de reclamarla a ella y a su propia identidad, antes de que sea demasiado tarde? No es moco de pavo traer a colación un tipo de historia que contravenga toda preconcepción que se pudiera tener del personaje principal, pese a concluir de una forma tan tremendamente satisfactoria el tira y afloja con el dios Khonshu que siempre lo ha caracterizado. Es tan surreal, como sorprendentemente cercana. Y tan original, como tremendamente respetuosa hacia lo que implica el trastorno de identidad disociativo. Cuenta una historia que solo funcionaría en un medio como el cómic en unos escasos, pero contundentes, trece números. Bien podría haber sido este el punto y final idóneo para retirar a Marc Spector, pero lo cierto es que las historias posteriores no tienen mucho que envidiarle a la obra de Lemire. Sobre todo, en lo que respecta a la run de Jed MacKay, que tomó la antorcha de Caballero Luna a partir de 2021 y ha estado haciendo un trabajo fenomenal con él desde entonces.

¿Por dónde empezar a leer Daredevil? [Bonus]

Para finalizar, pese a que ya hemos rellenado técnicamente el cupo de siete recomendaciones al que el título de este artículo hace alusión, el autor de este artículo quería reservarse un pequeño espacio para recomendar la hoja de ruta con la que seguir a un personaje en específico: Daredevil, el hombre sin miedo. Puesto que el acceso al mismo es difícilmente resumible en una sola saga o historia, nos es muy difícil deciros cuál sería la forma definitiva de acercarse a él. Así pues, hemos optado por una especie de popurrí de ideas, con las que podéis hacer lo que queráis.

Es él, el Drago Dragón, el Dan Defensor, la Doble D. / ©Marvel Comics

Básicamente, hay tres paradas imperdibles si os pica la curiosidad por el abogado más pícaro de todo Hell’s Kitchen. En primer lugar, la etapa de Frank Miller, que cubre su paso por la run inicial —del número 158 al 191— y la archiconocida saga Born Again. También escribió una versión alternativa de su origen titulada El hombre sin miedo, pero la interpretación más fiel nos la brinda Daredevil: Amarillo, de Jeph Loeb y Tim Sale. Si tenéis cadencia como para aguantar las parafernalias con las que se andaba el cómic de superhéroes en los 70, es una más que recomendable lectura. En segundo lugar, estarían los trabajos de Mark Waid con el personaje, de 2011 y 2014, respectivamente. Entremedias quedan algunas historietas de interés como Diablo Guardián, pero no es hasta la llegada de Waid que la narrativa de este personaje experimenta una especie de renacimiento. Es casi la versión por excelencia de todo lo que Daredevil abarca, desde los entuertos legales, pasando por la estética católica y hasta algunos de sus villanos más emblemáticos. Esto es, hasta que se estrenó la serie de Netflix y apostó por un tono mucho más sobrio y, en cierto modo, tendente a lo que Miller dejaba entrever. En 2019, Chip Zdarsky —del que ya os hablábamos antes— se atrevió a adaptar este tono más bien noir a la viñeta y lo bordó de una manera tal que es de las obras que más visibilidad le han dado como escritor. Destaca, sobre todo, siempre que está acompañado del inestimable Marco Checchetto que es, sin tapujos, de lo mejorcito que tiene Marvel ahora mismo en términos de dibujo. Realmente, ninguna de las tres opciones principales que os hemos dado es una mala decisión, todas nos dan facetas distintas del gran Matt Murdock —y, en el caso de la obra de Zdarsky, de la criminalmente poco aprovechada Elektra Natchios. De lo que no cabe duda es que en todas ellas se ve por qué la justicia, a veces, es ciega.

3 comentarios en “Siete cómics modernos de superhéroes que quizás os gusten

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