Chainsaw Man, el aclamado manga del autor Tatsuki Fujimoto, goza de una popularidad y una salud envidiables y estratosféricas. Con el autor inmerso en la segunda parte del manga, la primera ya ha visto los primeros compases de su historia adaptados al anime, MAPPA mediante.
Al igual que varias predecesoras, tanto dentro como fuera de la esfera de influencia del manganime, Chainsaw Man se trata de otra obra que perpetúa estereotipos machistas y con una lectura fetichista de las mujeres. No se trata de la única ni la última, pues en una sociedad patriarcal, estos rasgos ideológicos se infiltran en el día a día. Los hombres hemos recibido una educación machista, capitalista e individualista sustentada en ideas cuya impronta no siempre se detecta a la primera. Uno de esos pilares indisolubles es la relación con las mujeres de nuestro entorno. Cómo nos dirigimos a ellas, cómo afrontamos las frustraciones con ellas o incluso cómo las miramos. En el caso de un manga, la narrativa visual abarca no solo la composición de viñetas, sino también a las portadas, el diseño de los personajes o la carga de fanservice escogida.
Este artículo contiene destripes de Chainsaw Man
Daniela, autora de The Vault (Can we talk about Chainsaw Man’s problem with women?, 2023) hablaba de la mirada masculina en el contexto de la obra. Desde la perspectiva de alguien que ha disfrutado tanto de la fuente original como de su adaptación, la articulista desmenuza cómo la cámara presenta a los personajes femeninos de Chainsaw Man, convirtiendo al espectador en un «mirón». También señala que ni MAPPA ni Fujimoto inventaron la misoginia, pero sí ayudan a perpetuarla. Pienso que Fujimoto es abiertamente misógino, pero de la misma forma que puede serlo cualquiera que no se dé cuenta de que lo está siendo y que lo manifiesta a través de su ficción porque es lo que ha mamado. Sus problemas se agravan porque, lejos de sentirse como algo cotidiano o no intencionado, se regodea narrativamente en esos clichés machistas para conformar su puesta en escena.

«Motivado por la obsesión de sobar unas buenas peras, Denji lucha a muerte contra el Demonio Murciélago. ¿Conseguirá su objetivo tras la conclusión de la batalla? Además entra en acción un nuevo enemigo conocido como el Demonio Pistola. Según Makima, se dice que es el mayor enemigo de la humanidad y todos los Devil Hunters andan tras él…«
Esta es la sinopsis oficial del segundo tomo de Chainsaw Man a través de Norma Editorial, quienes licencian el manga en España. Recuerdo que hubo polémica con la editorial por este párrafo al determinar los fans que no mostraba realmente qué era el manga. Creo que hay que ser valientes y asumir de qué va la obra y no restarle crítica solo porque nos guste. Recuerdo mucho revuelo por esta descripción cuando se ajusta bastante a la realidad. Chainsaw Man es, entre otras cosas, una obra acerca del miedo y su relación con nosotros mismos, personificado de forma tangible en los demonios, pero también es la historia de un hijo del patriarcado que refuerza sus estructuras sociales. Su educación inexistente no justifica esta postura, y ya han pasado cuarenta años desde que Goku le miraba las bragas a Bulma como para haber avanzado. No solo la endeble construcción de mundo de la obra hacen zozobrar la primera pata del banco —el concepto del poder asociado al miedo no tarda mucho en contradecirse y olvidarse—, sino que la tremenda cantidad de problemas con las que el autor trata a los personajes femeninos empieza a extenderse y a fagocitar la temática de la obra.
El pretexto constante en las actitudes de Denji escuda sus comportamientos en «al menos sus acciones no sobrepasan los límites del consentimiento«. En una de sus primeras interacciones con Power, el personaje femenino principal de la primera parte junto a Makima, le promete rescatar a su gato a cambio de «cualquier cosa», que se traduce en tocarle las tetas. Manosear a una mujer en una situación desesperada, que haría cualquier cosa por un gato del que terminó encariñándose, tiene muchas definiciones, pero desde luego no me atrevería a llamarlo consentimiento, al contrario. Se está aprovechando de ella en un momento muy bajo.

Denji, en paralelo a Amador Rivas de La Que Se Avecina, percibe a las mujeres como objetos sexuales en la búsqueda de su identidad. Incluso en las postrimerías de la primera parte su objetivo sigue siendo tener sexo. La obra trata de desarrollar a sus personajes femeninos, pero terminan siendo eclipsados por esta temática. Power muere dos veces en pos de darle un poder extra a Denji y tratar de desarrollarlo. De la misma forma, Himeno hace algo similar con Aki en el primer cuarto del manga. Si bien Power es un personaje principal con desarrollo palpable, su segunda muerte cae en un cliché de «muere para desarrollar al protagonista». De no haber regresado tras la primera posiblemente no se sintiese tan supeditada a Denji, pero este segundo fallecimiento refuerza la idea y le resta agenda propia al personaje, cayendo en el peligroso tropo de «mujer en la nevera», acuñado por Gail Simone (sdshamshel, Chainsaw Man and Women in Refrigerators, 2021). Algo semejante ocurre con Makima en el desenlace de la obra, en este caso para evitar que Makima se regenere:
«No creo que el autor invoque el tropo de manera consciente, pero es difícil de ignorar el hecho de que desemboque en una mujer metida literalmente en una nevera (NdA: para ser devorada) al servicio de un fin mayor«.

Al mismo tiempo, Makima es un arquetipo cosificado de femme fatale que al mismo tiempo ejerce de antagonista principal. Michelle Mercure (The «Bad Girl» Turned Feminist, 2010), citando a Mary Ann Doane, sitúa la problemática de la femme fatale en cómo funciona esa cosificación y la relación entre agentes activos. Utilizando como ejemplo la película de género negro El Cuervo: Contratado para matar de Frank Tuttle (1942), Ellen Graham está cosificada a pesar de su posición de dominancia respecto al protagonista masculino. Si bien en dicha película sí hay un amago de superar esa cosificación —algo loable en una película con 80 años de historia—, Makima, desde su posición de sujeto activo, termina por caer en el tópico que busca evitar por la propia focalización de la historia.
Utilizando su atractivo y su poder sobre Denji, trata de manipularle por su condición de demonio motosierra. En lugar de enfocarse enteramente en esa faceta, se reiteran recursos ya empleados —el manoseo, la mujer traicionera, la mirada masculina acentuada en el anime— hasta el punto de centralizar los problemas de la obra a la hora de tratar a sus personajes femeninos: la mayoría son objetos de deseo y/o traicioneras. En varias escenas la focalización no se pone en el personaje, sino en cómo es percibida desde un punto de vista sexual. Según Daniela de The Vault, «la cámara se mueve en pos de la gratificación sexual, contemplando a las mujeres como objetos y convirtiendo al público en cómplice».
La excepción a toda esta problemática es Kobeni, que afortunadamente no está sexualizada ni cosificada, solo es apartada de cualquier utilidad, una vez pasados los primeros arcos, hasta el punto de convertirse en un alivio cómico. En una encuesta de popularidad de la Jump, su coche apareció por delante de ella en algo que se interpretó como humor por parte de los fans. Pese a todo, sale indemne de la cosificación habitual a la que Fujimoto somete a los personajes femeninos de Chainsaw Man. Por desgracia, desplazar a los personajes femeninos a un rol pasivo se mantiene como constante en cualquier tipo de ficción.

No se especifica la edad de Reze, por lo que no sabemos si tiene la edad de Denji (menor de edad) o es mayor. En ambos casos es una perspectiva que bebe directamente del male gaze en el contexto que se nos da, pero viniendo de Fire Punch, que ya mostraba violaciones reiteradas delante de menores, no se trata de un tratamiento novedoso en absoluto. CSM ya no tiene violaciones, algo que considero positivo por ser una señal de progreso en la representación femenina de un manga a otro.
Da la sensación de que Chainsaw Man se planteó como un ecchi que no tiene redaños a serlo. Sin ir más lejos, el fanservice es liviano en los primeros 30 capítiulos del manga, hasta llegado el arco del Demonio Bomba, donde empieza a incidir en él de forma problemática. Para el final me dejo el que posiblemente sea el mayor exponente de esta tendencia: Quanxi. Una mujer lesbiana cuya representación refuerza la idea sexualizada que muchos hombres heterosexuales tienen de las mujeres homo/bisexuales.
El rasgo más prevalente de su persona, más allá de su seriedad y parquedad en palabras, es que tiene un harén de demonios con el que tiene sexo. Es una lesbiana fetichizada para el consumo masculino. Makima o Power, aún siendo arquetipos con momentos de cosificación extrema, tienen una personalidad marcada y definida a lo largo de la obra. En el caso de la primera, su rol de antagonista omnipresente le confiere un papel inequívocamente activo. Por otra parte, la personalidad de Quanxi queda opacada porque en ningún momento Fujimoto tiene otra idea con ella en mente que no sea exponer fanservice erótico, convirtiéndola en una representación LGTB más que cuestionable. Hay un amago de conectar su trasfondo con el de Kishibe, pero Fujimoto termina por caer en un vínculo romántico unilateral que se queda ahí por la orientación sexual de la asesina de origen chino. Al final, incluso su trasfondo y su origen están sometidos al de un personaje masculino de mayor peso específico en el entramado del guion.

De la misma forma que mantener a la URSS en lugar de Rusia tiene una influencia del relato estadounidense visto en mil películas, el despliegue de recursos misóginos mostrado y su gusto por la cosificación termina por contaminar las ideas interesantes que pueda tener la obra acerca del miedo, el aislamiento o el deber. Todas las obras tienen una carga política por nimia que pueda resultarnos a primera vista, y Chainsaw Man no es ajena a una visión profundamente reaccionaria de las relaciones entre hombres y mujeres o la construcción de su narrativa.
No creo que consumir obras machistas te haga machista, porque absolutamente nadie se libra de ser influido por un sistema y unas estructuras de poder que nos alienan a todos. Al fin y al cabo, no somos más que minúsculas motas de polvo en los tobillos de un coloso. Con este artículo no quiero expresar que Fire Punch o Chainsaw Man sean los mayores agravantes posibles, pero sí dos ejemplos de cómo el mainstream sigue anclado en estructuras patriarcales hasta el punto de girar sobre sí mismas. Pero como decía nuestro director Hachedehelp en uno de sus vídeos, y es una frase que tengo grabada a fuego, creo que deberíamos ser un poco exigentes con lo que vemos. Aunque a veces nos cueste la vida seguir adelante.
Bibliografía:
Por esta clase de reseñas difamatorias e incongruentes es que no todos merecemos voz ni voto
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buen reflejo de ideas misandricas. narran la deshumanizacion que sufrimos los hombres junto a la sexualizacion de la mujer y lo unico que lograis entender es un mensaje misógino. sois incapaces de entender que la sociedad sexista tbn afecta a los hombres y eso es lo que csm pone sobre la mesa. en ningun momento animan a nadie a ser como denji. justamente la serie va de los problemas de ser como denji. cosa que viene del desprecio continuo y la falta de afecto de la sociedad que lo rodea. la mismisima falta de empatia con la las mujeres veis a los hombres.
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Espectacular respuesta, pienso similar.
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