Estremecedora es la prosa de aquellos autores capaces de absorber por completo a su audiencia y transportarla a un mundo completamente nuevo. Una de las mayores fortalezas de la ficción, en cualquiera de sus facetas, es su poder inmersivo: esa mágica sensación de estar donde solo la imaginación puede llegar y disponer de las herramientas para verlo y sentirlo todo. Es por este motivo que la ambientación de una obra tiende a ser de los aspectos a los que más atención se dedica —que no siempre, pero eh, en la variedad está el gusto— a la hora de crear historias. Hay todo un arte alrededor de mostrar lo justo y necesario para saciar a los curiosos pero dar cabida a la especulación, a preguntarse qué hay más allá del horizonte. Quien conecte con un entorno concreto probablemente va a tenerlo rondando la memoria por mucho tiempo, tal vez para siempre.
A menudo, y sobre todo cuando lo que se quiere contar es más personal, es recomendable distanciarse de los páramos fantásticos y optar por un marco más cercano, más realista. En la dicotomía entre lo urbano y lo rural, quien dibuja la línea normalmente busca hilar más fino todavía. Quienes somos de pueblo tendemos a gravitar hacia los segundos, dado que nos recuerda a esa imperturbable paz que se respira allí donde el frenesí capitalista no ha terminado de extender sus fieras garras. Por este motivo, suele guardarse mucho cariño a Inaba, de Persona 4, o a Animal Crossing en general. Incluso es el caso de las películas de Studio Ghibli, que se sirven de la naturaleza para establecer el tono acogedor de la trama. No es un misterio que las más grandes aventuras abren normalmente en una aldea pequeñita y reconfortante que con el tiempo se hace microscópica ante lo que espera a los héroes en su viaje, haciendo las veces de punto de referencia para entender la escala del mundo y además ser una zona segura donde familiarizarse con lo más básico.
JoJo’s Bizarre Adventure no necesita introducción. Parte del encanto de esta épica a través de las generaciones es el amplísimo abanico de géneros y técnicas de los que Hirohiko Araki hace alarde a la hora de relatar los distintos capítulos de la saga Joestar. Cada parte tiene su gancho: desde Phantom Blood, con su estilo gótico y que nos recuerda a aquellas fábulas vampirescas que habremos escuchado un millón de veces, hasta Stone Ocean, que aprovecha la claustrofobia y la tensión inherentes al típico thriller policíaco, con tal de tener al lector al borde del asiento.
Y cómo no, el de Diamond is Unbreakable es precisamente Morioh, ese enigmático pueblo perdido de la mano de Dios que al principio parece inofensivo pero no tarda en tornarse opresivo ante el prospecto de encontrarte un contrincante al doblar la esquina. Cualquiera podría ser un usuario de Stand, acechándonos, a punto de atacar. Y, aun así, nunca deja de sentirse familiar. Estos sujetos no son solamente el villano de turno: son el cocinero que lleva el bar de la plaza, la estilista jefa del salón de moda, un grupo de adolescentes que van al instituto. Por este motivo, se suele decir que Morioh es, en cierto modo, su propio personaje, que encarna el ímpetu que mueve a los personajes a detener la cadena de tragedias que están ocurriendo bajo la afable fachada.

Mucho ha llovido ya desde aquellos acontecimientos en el extraño verano de 1999, pero la más reciente Jojolion aportó un nuevo acercamiento a esta fórmula que es, cuanto menos, digno de análisis. Para poneros en situación, ésta, Steel Ball Run y la todavía joven The JOJOLands son historias que transcurren en una continuidad diferente pero que, a menudo, revisitan conceptos o ideas de la anterior para brindarles un giro nuevo. Esto, además de aportar coherencia, permite una buena dosis de fanservice que mantendrá contentos a los más acérrimos seguidores del manga. Tal día como un 19 de agosto de 2021, la octava parte de JoJo llegaba a su fin, de modo que nos acercamos vertiginosamente a la marca de dos años. Así pues, es un muy buen momento para echar la vista atrás y reflexionar un poco sobre una de sus —muchas, en la humilde opinión de un servidor— hazañas, que es el uso de la simbología y los paralelismos para transmitir un aura sencillamente mágica.
A partir de este punto, se destripará exhaustivamente todo el argumento de Jojolion.
Así es: Morioh está de vuelta, al menos en nomenclatura. En esta ocasión, sin embargo, el epicentro de la trama se encuentra a las afueras, en una finca que pertenece a la familia Higashikata, los dueños de la homónima compañía frutera. Ellos son quienes adoptan a nuestro protagonista, un hombre con amnesia que misteriosamente emergió de la tierra. Terminan por llamarlo Josuke —jeje— y descubrir su verdadera identidad es colocado en el foco de atención por mucho tiempo. Asimismo, se dedican bastantes recursos al microcosmos familiar y una maldición que lleva afectándoles por generaciones. Todo esto podría sugerir que Araki quería contar una historia un tanto más íntima y que se distanció de la inmersión que aportaba la ambientación rural, ¿verdad? Eh… sí y no.
Veréis, en Jojolion, las fuerzas de la naturaleza tienen un papel bastante importante. El terremoto de la costa del Pacífico en la región de Tōhoku de 2011 provocó la aparición de unas extrañas elevaciones del terreno en las inmediaciones de la finca Higashikata, los ‘muros con ojos’, que aparentemente gozan de atributos extraordinarios. Tanto es así, que Josuke es descubierto por esa zona. Pero la cosa no se queda ahí: clave para la historia son las ‘Locacaca’, unas frutas de origen desconocido que albergan el poder del intercambio equivalente y pueden sanar cualquier herida a cambio de petrificar una parte del cuerpo elegida al azar. Asimismo, el grupo antagónico principal son los ‘humanos de piedra’, vida basada en silicio con habilidades de lo más peculiares —son capaces de, por ejemplo, endurecer su piel e hibernar por meses; y la gran mayoría posee un Stand— que se la tiene jurada a la vida basada en carbono y se mimetiza para atacar desde dentro. Los más espabilados se darán cuenta de que son una fascinante reinterpretación de, por un lado, los vampiros del universo original. Por otro, rescatan la idea de que cualquiera podría estar observándote y preparado para lanzarte una emboscada, que Diamond is Unbreakable reforzaba. No faltaron en su momento los chascarrillos sobre la falta de un villano en condiciones, pero considerad lo siguiente: esto viene a desgranar al asesino de Morioh en pedacitos que componen toda una raza de individuos extremadamente peligrosos.
Araki tampoco pierde el tiempo a la hora de dar explicación a estos fenómenos, aunque toma un camino un tanto abstracto e indirecto —que, la verdad, no es del menester de todos los lectores—. En la obra chocan constantemente los conceptos de luz y oscuridad, el bien y el mal, el ying y el yang. Hay una suerte de fuerzas invisibles que todo lo ordenan en el mundo, una evolución natural del destino o la ‘gravedad’ en la continuidad anterior, y que por inercia se atraen mutuamente y entablan conflicto. Jojolion debe su nombre a lo evangélico, a los milagros, y Josuke es la encarnación de lo sagrado: su simple existencia es una paradoja. Resulta que unos tales Josefumi Kujo y Kira Yoshikage estaban conspirando contra una organización de tráfico de Locacaca, para robar las frutas y curar a Holly —la madre de Kira— de una inexplicable enfermedad que parece guardar relación con los humanos de piedra. Las cosas no van exactamente a pedir de boca, y cuando Josefumi se sacrifica intercambiando su cuerpo por el de su amigo para salvarle, el par acaba enterrado bajo los muros con ojos como consecuencia de un corrimiento de tierra. Y así, no mucho después aparece Josuke: la ‘fusión’ de los dos individuos. Quien, llegado cierto punto, poseerá la habilidad Go Beyond sin la que habría sido imposible derrotar al enemigo. No hay mal que por bien no venga.

En el extremo opuesto se sitúa la ‘calamidad’, un término trillado hasta la saciedad durante el curso del arco final y con razón. De ella, al fin y al cabo, se incardina gran parte de los obstáculos a superar para nuestros protagonistas. Igual que lo sagrado proviene de un milagro, lo maldito encuentra su origen en un pecado del pasado. Tooru, el jefe de los humanos de piedra, posee el Stand Wonder of U, que básicamente controla la calamidad y le permite moldearla a su favor, trayendo la desgracia a todo aquel que se le oponga. Es, a todos los efectos, el pecado original.
Pero antes de que nos planten un muro así, Jojolion va introduciendo poco a poco otros acontecimientos extraños que solo se explican desde la óptica de estas reglas. La pinza para el pelo que causó estragos en la infancia de Yasuho, el Milagro Man que asalta a Joshu con un aluvión de riquezas, la existencia misma de los humanos de piedra como contravención del orden natural de las cosas y, cómo no, la enfermedad que asola desde tiempos inmemoriales a la familia Higashikata. Esta última funciona del siguiente modo: el hijo mayor de cada generación, cuando alcanza alrededor de los diez años, está destinado a que su piel se vaya endureciendo hasta hacerse casi completamente de piedra. La única forma de combatir esta horrorosa enfermedad es con el intercambio equivalente que aporta la tierra bendita de alrededor de su finca, —que, por cierto, tenía propiedades mágicas desde mucho antes de que apareciesen los muros con ojos—. Pero claro, para ello debe pagarse un terrible precio.
A nadie se le escapan las similitudes temáticas: rocas, intercambios… ¿Qué diantres pasa en esta Morioh tan paranormal? Lo verdaderamente hermoso es que estos polos opuestos, que se enfrentan día sí y día también, proceden de la misma fuente. Johnny Joestar, protagonista de Steel Ball Run, comete el garrafal error de profanar el cuerpo de Jesucristo trayéndolo a Japón para curar a su mujer de la petrificación —la cual tal vez se originó como un tipo de retribución divina hacia Johnny, quien contravino el orden natural de las cosas al volver a andar tras quedar parapléjico—. Así, el Stand autónomo Autumn Leaves se cobra su vida, imbuyendo Morioh de una amplia variedad de fenómenos sobrenaturales conectados entre sí. Más concretamente: la ‘enfermedad de piedra’, de un lado; y la tierra sagrada que la mantiene a raya, de otro. Las propiedades de esta última, para mayor inri, permiten el nacimiento de Josuke, la figura que pondría fin al ciclo. Incluso el propio Tooru vaticinó su propia derrota interfiriendo en las vidas de Yasuho y Mamezuku, quienes luego resultarían indispensables en la batalla final. Él esconde a Radio Gaga en la barandilla de una carretera, catapultando un giro drástico en la vida del Joseph alterno en 1941, en cierto modo perdurando el legado Joestar y tal vez determinando la existencia, tal y como lo conocemos, de Josefumi. Todo está conectado.
Jojolion es rara, pero tremendamente carismática. Se podría decir eso de cualquier parte de JoJo’s Bizarre Adventure, está en el nombre, pero aquí más que de costumbre. Es una experiencia pura, sin filtros, lo más cerca que hemos estado de ver todo el genio de Araki al descubierto. La creatividad está por los cielos en cuanto a peleas de Stand, dibujo, narrativa, y mucho más. No pone todas estas ideas sobre la mesa solamente en un intento de enriquecer el misterio, cosa que desde luego borda. Las piezas que no terminan de encajar están ahí para alimentar la imaginación del lector y que éste rellene los huecos con las pistas que Araki va dejando sobre el vorágine temático que es la obra en conjunto. Morioh en Jojolion es la naturaleza misma y se nos refuerza como nunca que debemos apreciarla y cuidarla, porque es un milagro que la vida tal y como la conocemos se haya desarrollado en nuestro planeta, y la codicia y la arrogancia pueden poner en peligro este delicado equilibrio si no se cortan por raíz. El cambio solo ocurre cuando emerge una voluntad lo suficientemente firme como para sacrificarse con tal de beneficiar al prójimo, sin atajos, ni trucos. Es por este motivo que Jobin y Tooru estaban equivocados, y que Norisuke y Josuke terminan alzándose victoriosos. Siembras lo que recoges: este es el núcleo mismo de toda la obra en conjunto, y la octava parte lo remata a las mil maravillas con tantas y tan interesantes novedades para su mundo. Desde Futoi Karasu, solo podemos esperar que The JOJOLands se acerque a la verdadera grandeza de su predecesora.
