¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

Con este verso en la famosa elegía dedicada a su padre, el poeta Jorge Manrique aunaba en pocas palabras la esencia de la nostalgia.  En un mundo cada vez más precario, donde los jóvenes a duras penas pueden permitirse tener una estabilidad económica para realizar sus proyectos y donde se priorizan los horarios por encima de los cuidados, estas palabras resuenan cada vez con más fuerza, haciendo resurgir así un ensalzamiento generalizado hacia las costumbres de antaño. Los medios de comunicación contribuyen también a esa revolución nostálgica, y el anime no es una excepción a la regla. A cualquiera de nosotros se nos puede venir fácilmente a la cabeza esos episodios típicos en un anime donde los protagonistas tienen flashbacks de su pasado y recuerdan, por ejemplo, cómo se hicieron amigos y lo bien que se lo pasaban antes del conflicto actual. Además, si ocurre dentro un shōnen, lo más probable es que dichas vivencias se recuerden en medio de una pelea, lo que mágicamente les da un poder equivalente a meterse las siete bolas del dragón en vena.

No sé si es el momento para flashbacks, pero ahí queda / ©Valendale (via Devianart)

Bromas aparte, esta nostalgia de la que a veces se abusa para manifestar el poder de la amistad, puede llegar a influir en el público, tanto para cerrar heridas del pasado como para aportar cierto tinte de esperanza ante la incertidumbre del futuro. Ese efecto se conoce como “nostalgia reflexiva”, concepto utilizado por la filósofa Svetlana Boym para definir al conjunto de acciones y/o actitudes que analizan aquellos aspectos que se añoran del pasado para mejorar el presente. Esta nostalgia reflexiva surge en contraposición de la “nostalgia restaurativa”, que sería aquella que conocemos popularmente como añoranza sin más, y donde se desea volver a ese estado por encima de todo, independientemente de lo que pueda pasar en el futuro, por el cual ya se albergan nulas esperanzas.

Tras esta perorata, nuestros lectores se preguntarán si realmente existen obras en el mundillo del anime que sean capaces de aportar reflexiones de hechos pasados que se puedan extrapolar a la realidad o si sólo les hemos soltado la monserga porque sí. No os preocupéis, en este artículo os hablaremos de dos películas que no sólo han sido las más taquilleras de la historia, sino que también poseían un trasfondo dirigido a apelar al público a una postura más reflexiva sobre sus vidas.

En primer lugar, nos encontramos con Kimi no Na Wa, la joya de la corona en cuanto a películas de animación niponas se refiere en la actualidad. Este largometraje dirigido por Makoto Shinkai en el año 2016 nos muestra la historia de amor entre Taki Tachibana, un adolescente de la ciudad de Tokio, y Mitsuha Miyamizu, una chica procedente del pueblo de Itomori. En la película observamos que son capaces de intercambiarse los cuerpos del otro y esta habilidad les servirá para detener la desgracia que se cierne sobre Itomori.

Esta película puede presumir de cumplir todos los requisitos para contentar tanto a espectadores nacionales como internacionales. Cuenta con una historia de almas gemelas unidas por el hilo rojo del destino, y por los lazos del tiempo conocidos como musubi, que deben frenar la destrucción total de Itomori por la acción de un cometa. Este escenario límite nos lleva a mantener plena atención en la película, puesto que parece una situación imposible de salvar. Sin embargo, los habitantes de Itomori consiguen evitar el desastre gracias a la acción conjunta de Taki, Mitsuha y sus amigos, quienes son capaces de avisar con antelación por radio a la población para que evacuen el lugar hacia un sitio más seguro y elevado, como es el instituto de Itomori.  

Si Makoto Shinkai hubiera querido ser más realista, podría haber permitido la muerte de ciertas habitantes que no hubieran llegado a tiempo al instituto. Sin embargo, en el largometraje se hace hincapié en que absolutamente todas las personas llegan a evacuarse y lo hace mediante un formato similar al utilizado por los telediarios japoneses en su día a día.

Itomori se salva de la catástrofe con cero muertos / ©Selectavisión

La razón principal para el desarrollo de este tipo de detalles se encuentra en las declaraciones que hizo el propio Shinkai para la revista Vice que podéis leer aquí, donde afirmaba que una de las fuentes de inspiración para realizar Your Name fueron el terremoto de la costa del Pacífico en la región de Tōhoku de 2011, el cual es considerado como el cuarto terremoto más potente del mundo en los últimos quinientos años. No hace falta decir que fue una desastre natural que marcó a muchos japoneses a día de hoy, ya que, en palabras del propio Shinkai, “nunca sabes cuándo se irá Tokio”, en referencia al miedo porque se repita una catástrofe similar en el futuro.

Con la salvación de Itomori podemos observar claramente la catarsis emocional que proporciona la nostalgia reflexiva construida por el director. Sí, la gente se salva, pero eso es porque hay un plan para ello, porque hay gente que se molesta en llevarlo a cabo cuando los políticos ignoran deliberadamente la situación, como hace el padre de Mitsuha, alcalde del pueblo que representa la desatención por parte de la clase política hacia la periferia japonesa. Japón obviamente cuenta con planes de prevención ante este tipo de situaciones, y aún así, no siempre dichos planes se aplican de la misma forma, más aún si perteneces a prefecturas rurales japonesas.

Shinkai utiliza hábilmente la primera aparición de este personaje para representar cómo los políticos se llenan de promesas para mejorar las condiciones de vida en estos pueblos periféricos y cómo al final no se acaban llevando a cabo, como sucedió en el caso del Partido Liberal Democrático de Japón, liderado por el recientemente fallecido Shinzō Abe, quien bajo el eslogan de “revuelta rural” consiguió el apoyo de las prefecturas más pobres para así alzarse con una consolidación de su mandato a lo largo del tiempo que incluso le brindaría la reelección como presidente de su propio partido en el año 2018. No hay un consenso claro respecto a si llegó a aplicar medidas reales que supusieran un cambio tangible para estas prefecturas. Sin embargo, podemos teorizar que tal vez la película haya traspasado las barreras de la nostalgia reflexiva para postularse en la justicia divina tras lo que ha ocurrido esta semana.  Nosotros al menos tocamos madera para no enfadar al señor Shinkai en el futuro, visto lo visto.

El señor Miyamizu haciendo campaña vendehumos / ©Selectavisión

Ahora quisieramos centrar vuestra atención en otro largometraje donde podemos reconocer un claro caso de nostalgia reflexiva, como es la película de Shin-chan: ¡Los adultos contraatacan!, estrenada en 2001, donde se muestra una clara dicotomía entre las dos definiciones de nostalgia que han sido aportadas al principio del artículo. La familia Nohara visita el “Parque del siglo XX” donde Hiroshi y Misae, junto al resto de adultos que van a la exposición, se ven afectados por su esencia y comienzan a comportarse como niños, ejemplificando de forma literal la nostalgia restaurativa. Los dueños del parque, Ken y Chako, incapaces de aceptar los cambios del nuevo milenio, deciden volver al siglo XX, aunque esto suponga desantender a los verdaderos niños y no permitir a los adultos avanzar. De hecho, el momento donde se pasa de nostalgia restaurativa a reflexiva es aquel donde Shin-chan le pone un calcetín maloliente de Hiroshi al propio padre en la nariz, dando lugar así a una de las secuencias más famosas de la película, donde podemos observar la vida de Hiroshi, desde que es pequeño hasta que conoce a Misae y forma su familia. La escena empieza y acaba de forma similar, puesto que al principio Hiroshi va en bici con su padre y al final se observa cómo va con la familia al completo, dando así a entender que no hay que anclarse en el pasado, puesto que el futuro nos puede aportar nuevas experiencias que también enriquecerán nuestras vidas.

Ni confirmo ni desmiento que haya llorado con esta escena / ©Luk Internacional S.A.

Otro de los aspectos a destacar en esta película es que cuando los antagonistas se deciden suicidar ante el fracaso de sus planes, el propio Shinnosuke les dice que “eso no vale”, haciendo así eco de la necesidad de enfrentarse al futuro, y no huir, aunque se piense que realmente no se puede hacer frente a éste. Esta producción nos ofrece una perspectiva, bajo la máscara del humor característica del sello de Shin-chan, que anima al espectador a ver con nuevos ojos el futuro. Este tipo de mensajes hacían mucha falta en la época en la que se estrenó, puesto que a finales de los 90 se llegó a pensar que en el año 2000 podría haber desastres a nivel internacional o, directamente, acabarse el mundo, al igual que ocurrió de forma limitada en el año 2012 y, probablemente, siga pasando en años venideros, hasta que finalmente acabe sucediendo de verdad. Quién sabe.

No se sabe qué nos puede deparar el futuro, y es cierto que muchas veces se presenta como descorazonador ante las desigualdades que se presentan a diario. Si encima nos atosigan con mensajes de una positividad tóxica y meritocracia excesivas donde “todo irá bien si te esfuerzas” pues es más que normal desear quedarse anclado en un punto fijo, donde nadie se haga expectativas y tampoco nos lleguemos a decepcionar a nosotros mismos. Quizás una perspectiva como la propuesta por Shin-chan: ¡Los adultos contraatacan!, desde una visión crítica y reflexiva sobre el entorno que nos rodea como la observada en Your Name, sean las claves principales para avanzar hacia un mundo donde se pueda vivir un poco mejor. Eso lo dejaremos a la libre interpretación de nuestros lectores.

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