La bandera de Japón: simbolismo, pasado y memoria histórica

La bandera de Japón recibe el nombre oficial de Nisshoki, que significa “bandera del sol”, aunque los japoneses la conocen más comúnmente como hinomaru o “disco solar”. Está compuesta de un fondo completamente blanco y un círculo rojo en el centro. Se trata de un símbolo con un origen antiguo, que se remonta siglos atrás, aunque su uso oficial no empezó hasta 1999.

Aunque es un emblema muy conocido, su uso a veces se confunde con otro la Kyokujitsu-ki o “Bandera del Sol Naciente”. Un estandarte con un origen parecido, pero que tiene connotaciones mucho más oscuras y problemáticas. Pero, ¿de dónde provienen? ¿Cuál es la diferencia entre ambos? ¿Por qué no significan lo mismo? Estas son las preguntas que vamos a intentar responder en este artículo.

«Grulla, olas y sol naciente» (detalle). Pintura de Isoda Koryūsai (1735-1790) / ©Wikimedia Commons

Los humanos vivimos sumergidos en un mar de símbolos. Desde el albor de los tiempos, todas las culturas han creado y utilizado elementos simbólicos para describir realidades abstractas y complejas. A través de ellos, las sociedades buscan expresar ideas que van más allá de lo tangible, transmitir componentes comunes y articular su identidad colectiva. Con el tiempo, estos símbolos se convirtieron también en una herramienta para representar comunidades políticas, es decir, señalar pertenencias, legitimar autoridades, diferenciar grupos y proyectar una visión común hacia dentro y hacia fuera.

En Japón existen desde la Antigüedad pruebas de la existencia de pensamiento abstracto y simbólico, como los Dogū del periodo Jōmon ―del que ya hablamos en este otro artículo― y, dentro de ese marco, uno de los elementos que más ha destacado desde hace siglos ha sido el sol. La presencia de dioses solares no es única de la cultura japonesa, pues está presente de un modo u otro en muchas civilizaciones. Véase Helios y Apolo en Grecia, Sol Invictus en Roma, Ra en Egipto, Dazhbog en los pueblos eslavos o Inti para los incas. En el sintoísmo japonés se representa por medio de la diosa Amaterasu, una figura central dentro de su mitología.

La diosa Amaterasu, al fondo, emandando rayos de sol. Tríptico de 1889 que representa un episodio mitológico / ©Wikimedia Commons

Debido a su importancia y popularidad, los emperadores de Japón llevan siglos utilizando a Amaterasu como una herramienta para legitimar su autoridad, remontando así su fuente de poder hasta lo divino. En el Kojiki, la crónica más antigua sobre la historia de Japón escrita a finales del periodo Yamato (siglo VII), ya se cuenta que los gobernantes japoneses son descendientes directos de esta diosa. Un poco antes, en el año 607, el príncipe Shōtoku envió una carta al emperador Yang de Sui, que decía: “del hijo del Cielo donde nace el Sol (Japón) al hijo del cielo donde se pone el Sol (China), que la buena salud esté contigo”. Esta es la primera referencia conocida a Japón como “país del sol naciente”, lo que refleja que la asociación del cuerpo celeste con el poder político ya existía en ese momento.

Por su parte, el uso más antiguo de banderas con discos solares en Japón aparece casi un siglo después, en el 701. La crónica japonesa Shoku Nihongi (finales del siglo VIII) cuenta que el emperador Monmu exhibió en 701 d.C. un estandarte con una “bandera del sol dorado” durante las ceremonias de Año Nuevo. El uso de emblemas más o menos parecidos a la bandera actual se popularizó entre algunos daimyō y samurai durante los próximos siglos, que la llevaban en abanicos y estandartes durante conflictos como las guerras Genpei (1180-1185) o en el periodo Sengoku (1467-1615). Con el tiempo, este tipo de emblemas acabaron asociándose al poder y la fuerza militar, al mismo tiempo que su forma más extendida y popular fue fijándose como el hinomaru ―fondo blanco con un círculo rojo― que conocemos actualmente.

Representaciónde la batalla de Sekigahara (1600) en la que se pueden ver estandartes con distintos modelos del disco solar. Copia del siglo XIX de un original de 1620/ ©Wikimedia Commons

Su uso oficial como emblema nacional de Japón empezó en 1854, cuando el país empezó a abrirse a Occidente. Como cada vez llegaban más barcos extranjeros, el shogunato Tokugawa autorizó que los barcos japoneses llevaran un hinomaru para distinguirse de ellos en el mar. En la práctica, esto sentó las bases de la utilización de este emblema como representación de Japón de cara al el resto del mundo. Por ello, el sistema de la Restauración Meiji, que buscaba adoptar nuevos símbolos para representar al nuevo Japón unificado bajo la autoridad imperial, convirtió en 1870 al hinomaru en la bandera del país.

Paralelo a este símbolo, las autoridades también adoptaron otra bandera de estilo similar que también se remonta al periodo feudal, pero que tiene unas connotaciones bastante más problemáticas. Se trata de la Kyokujitsu-ki o “bandera del Sol Naciente”. Si la hinomaru se utilizó para representar al Estado y al Gobierno japoneses, esta otra se convirtió en el emblema para representar al ejército y la marina del recién creado Imperio de Japón. Fruto de su uso militar, simbólicamente también es algo diferente a la anterior, ya que la bandera está formada por un sol que no se concentra solo en un disco, sino que es expansivo, una idea que se refleja a través de los dieciséis rayos que salen desde su centro.

Bandera japonesa y del Sol Naciente en una campaña japonesa durante la Segunda Guerra Mundial (1937-1945) / ©Wikimedia Commons

La bandera del sol naciente guarda una estrecha relación con el imperialismo japonés de finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Durante este periodo, el ejército y las autoridades japonesas impusieron su idioma, sus creencias y su cultura por la fuerza en todos los territorios que iban ocupando, por no hablar de que en esta época se cometieron todo tipo de abusos, torturas, crímenes y atrocidades contra civiles inocentes por parte de las fuerzas de Japón. Por todo esto, esta bandera ha quedado en la memoria colectiva como un símbolo de las agresiones y crímenes cometidos por las autoridades japonesas en países como Corea, China o Singapur. En estos Estados, su uso actual es visto con un significado similar a si alguien utilizase una bandera confederada o una esvástica nazi en Occidente.

Esto no significa que la hinomaru esté fuera de polémica. Ambas banderas fueron ampliamente utilizadas como un elemento de propaganda por el imperialismo japonés tanto fuera como dentro del país, donde los dos símbolos inundaron el arte, anuncios, carteles, postales y demás para avivar el nacionalismo. La educación imperial promovía que rendir lealtad al Emperador y a la bandera era equivalente a ser “buen japonés”. Los libros de texto de preguerra presentaban el hinomaru junto con lemas patrióticos y discursos que exaltaban la kokutai ―política del Estado-nación―, alentando el culto al Emperador y el patriotismo militante.

Postal de 1910 donde aparece una mujer vestida con los colores de la bandera del Sol Naciente / ©Wikimedia Commons

La bandera de Japón estaba izada en todos los edificios públicos, las calles se decoraban con ella en fiestas como el año nuevo, el cumpleaños del emperador o para celebrar victorias militares. En la Segunda Guerra Mundial, a los reclutas se les solía regalar un yosegaki hinomaru, un estandarte nacional en el que sus familiares y seres queridos firmaban y expresaban deseos de protección, buena suerte y victoria.

El nacionalismo también se manifestó en aspectos como la alimentación por medio del hinomaru bentō, consistente arroz blanco coronado con una única ciruela encurtida (umeboshi). Un almuerzo sencillo que sigue existiendo a día de hoy —lógicamente, separado de su contenido ideológico—, pero que en el pasado las autoridades animaban a comer sobre todo en tiempos de escasez, como durante la Segunda Guerra Mundial, durante el que su consumo se difundió entre la población como un aporte patriótico al esfuerzo nacional debido a su austeridad.

Un hinomaru bentō / ©Wikimedia Commons

Tras la guerra, el estatus legal de la bandera de Japón se convirtió en motivo de controversia interna. Durante la ocupación estadounidense su uso quedó muy restringido por el miedo al resurgir del nacionalismo japonés, hasta el punto de ser necesario el permiso del general Douglas MacArthur para mostrarla en público hasta que las restricciones se retiraran por completo en 1949. Desde entonces, es común ver la bandera en todo tipo de actos, ceremonias, festividades y eventos deportivos.

Aun así, su estatus legal siguió siendo incierto durante décadas. El debate resurgía cada vez que se planteaba convertirla en un símbolo oficial del Estado, especialmente dentro del sistema educativo. Para algunos japoneses, obligar a estudiantes y profesores a honrar la bandera y el himno evocaba prácticas del pasado imperial.

Las tensiones aumentaron en los años setenta y ochenta y, en 1989, el Ministerio de Educación emitió unas nuevas directrices que prácticamente obligaban a usar ambos símbolos en ceremonias escolares, lo que generó bastante controversia. Tanto sindicatos como el Nikkyōso, principal agrupación de docentes de Japón, como grupos a favor de los derechos civiles como la Liga de Liberación Burakumin impulsaron protestas, argumentando que la imposición era un vestigio del adoctrinamiento imperialista y una violación de la libertad de conciencia.

Acto de 150 aniversario de la Takamatsu Elementary School, en Izumo (2024). La bandera de Japón preside el acto, práctica que también puede verse en muchos animes de secundaria / ©Takamatsu Elementary School

La situación llegó a un punto crítico en 1999, cuando un director de escuela de Hiroshima, Toshihiro Ishikawa, se quitó la vida tras la presión por aplicar estas normas. Aprovechando la polémica, ese año el gobierno conservador dirigido por Keizō Obuchi aprobó la Ley de la Bandera y el Himno Nacional, que reconoció oficialmente al hinomaru como bandera del Japón moderno. En esa situación se encuentra a día de hoy, momento en el que, aunque sigue empañado por su pasado, es un símbolo aceptado por la mayoría de japoneses, en especial por los más jóvenes, que se sienten más ajenos a la historia imperial del país.

Un caso muy distinto es el caso de la bandera del Sol Naciente. Fue prohibida tras la guerra y recuperada en 1954, con algunas modificaciones, como emblema de las Fuerzas de Autodefensa de Japón, aunque su presencia sigue siendo muy problemática. Este estandarte se ondeó en los territorios ocupados, desde Corea y China hasta Filipinas e Indonesia, convirtiéndose para sus habitantes en el símbolo visible de la opresión, los trabajos forzados y las atrocidades cometidas, como la Masacre de Nankín.

Por ello, esta bandera es para muchos un recordatorio de un dolor histórico profundo. Cualquier aparición del Kyokujitsu-ki en el ámbito internacional suele generar respuestas negativas. Algunas de estas reacciones son deliberadas, como su uso por grupos japoneses de extrema derecha, que buscan negar, reivindicar o blanquear el pasado imperial del país dentro de su agenda ultranacionalista.

El uso de la bandera del Sol Naciente por parte de algunas instituciones ha provocado polémicas dentro y fuera de Japón. Izquierda: despliegue de militares en Hokkaido (2024). Derecha: protesta anti-inmigación por parte de un grupo de extrema derecha (2011) / ©Wikimedia Commons

En otros casos, la polémica ha venito fruto del desconocimiento, especialmente en Occidente. Por ejemplo, en 2018 el cartel del Festival de Cine Fantástico de la Universidad de Málaga tuvo que modificarse tras las protestas de estudiantes por la inclusión del símbolo. Ese mismo año, la expansión Escapada en la Nieve de Los Sims 4 tuvo que alterar parte de su contenido después de que sus creadores fueran acusados de incorporar diseños inspirados en la bandera sin considerar su carga histórica, utilizándolos como simples iconos culturales asiáticos, algo considerado ofensivo en países como Corea del Sur. Dentro del mundo del fútbol, este 2025 el club inglés Newcastle United recibió críticas por mostrar una bandera con motivos del Sol Naciente en uno de sus vídeos promocionales, tras lo que pidieron perdón y retiraron el contenido.

De izquierda a derecha: cartel original del Festival de Cine Fantástico de la Universidad de Málaga (2018), kimono de Los Sims 4: Escapada en la Nieve que fue retirado tras las críticas de los jugadores y frame de la promo del Newcastle United de este 2025

Como hemos podido ver, la historia de estas dos banderas es una muestra de que los símbolos no son entidades fijas, sino que su significado se moldea por el uso que se hace de ellos. Ambas comparten un origen común en la veneración al sol, pero fueron adoptadas para representar dos caras muy diferentes del poder: el hinomaru para el Estado y la Kyokujitsu-ki para la máquina de guerra imperial. Dos símbolos cuyo uso contemporáneo a veces es problemático y fruto de debate, mucho más en un caso que en otro, pero que demuestra cómo Japón —al igual que muchos otros países— todavía afronta con cierta dificultad las sombras de su pasado más controvertido, lo que complica el diálogo sobre estos emblemas incluso en la actualidad.

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