One Punch Man nunca volverá a ser como su primera temporada

Un joven One nunca podría haber imaginado lo que le depararía el destino cuando subió a internet los primeros capítulos de One Punch Man en junio de 2009. El mangaka se había tomado un año sabático tras haber conseguido bastantes ahorros como para subsistir varios meses. El motivo de esta decisión era el agotamiento extremo causado por la opresiva y extenuante vida laboral, que no dejaba espacio a su imaginación y, por consiguiente, tampoco le permitía desarrollar su creatividad. Esta etapa actuaba como un descanso físico y mental para poder enfocarse en aquello que más quería hacer con todo su ser: contar historias.

© Sueisha

Es durante esta época que Yusuke Murata incursiona en el mundillo del webcómic como ávido lector. El 15 de junio de 2009 concluía Eyeshield 21, manga del que había sido dibujante durante siete años, por lo que se encontraba liberado del restrictivo horario característico de los mangakas japoneses, con tiempo libre hasta comenzar su siguiente serialización. Su acercamiento a la obra de One se produjo por recomendación de un conocido, y le gustó tanto que se lo transmitió al propio autor, dando inicio a una interacción recurrente en redes. Los meses pasaban y las desventuras del calvo con capa eran un absoluto éxito. En aquel entonces el formato de webcómic aún no había alcanzado gran popularidad en Japón, y aún así, el autor se encontraba con cientos de comentarios al poco de iniciar la publicación de su obra. Pero los recursos económicos se le acababan, y los ingresos obtenidos de su labor artística eran nulos. En consecuencia, en febrero del 2010, puso a Saitama en hiatus por cuestiones familiares y problemas financieros. Sin embargo, las inquietudes artísticas y las necesidades expresivas no cesan aunque uno lo desee, pues la necesidad de crear es inherente al ser humano. One comenzó un trabajo a jornada completa con el propósito de estabilizar su situación, ahorrar lo suficiente para poder subsistir otra buena temporada y saltar de nuevo a la palestra.

Yusuke Murata profesaba un profundo respeto por One como artista, era un fan declarado que sentía fascinación por su mundo y personajes. Por ello, le propuso colaborar de forma que pudieran serializar One Punch Man con una editorial de gran renombre. Gracias a los contactos de Murata consiguieron un acuerdo beneficioso con Sueisha, lo que resultó en la publicación de dos oneshots en enero y abril de 2012 y la versión impresa de One Punch Man en junio de ese mismo año. Este fue el nacimiento de una dupla que perdura hasta la actualidad y que no parece tener visos de finalizar en un futuro próximo. One continuaría actualizando el webcómic mientras Murata adaptaría, cambiaría y añadiría elementos al mismo —supervisión y aprobación de One mediante— para la publicación de la versión impresa. A raíz de la admiración mutua, el respeto, y la buena voluntad entre creativos, pudo nacer una de las series que supuso un impacto mayúsculo en el panorama mainstream de mediados de la década del 2010.

El manga funcionó de manera excepcional. Por ello, la creación de una adaptación animada era una mera cuestión de tiempo, ya que la industria suele buscar obras con un buen desempeño previo para asegurar la rentabilidad económica. Y así fue, en el 2015 vería la luz la primera temporada de One Punch Man a cargo de Madhouse. Estudio que, desde hace décadas, ostenta uno de los mayores renombres en la industria de la animación japonesa. No es para menos, pues repasar su historial es contemplar un gran cúmulo de obras cumbre, con algunos de los mejores trabajos que el medio puede ofrecer. El proyecto estaría bajo la dirección de Shingo Natsume, cuyo debut en este rol se había producido un año antes con la serie Space Dandyde la cual hemos hablado con anterioridad— caracterizada por destilar vitalismo y originalidad por cada uno de sus poros. Era una de las mejores opciones posibles y el resultado final lo corrobora. Durante el periodo comprendido de octubre a diciembre del año en cuestión, miles de espectadores tuvieron la oportunidad de contemplar un despliegue impresionante de sakuga, cortesía de un plantel conformado por varios de los mejores animadores japoneses del momento. Un frenetismo sin fin cuyas escenas de acción más grandes que la vida se antojaban hipnóticas, con un excelente uso del ritmo permitía apreciar la complejidad de las composiciones sin sacrificar un ápice de desenfreno, un timing cómico preciso cual reloj suizo y una banda sonora que erizaba la piel. Fue un éxito sin paliativos. Conquistó el espacio en línea, consolidando una comunidad gigantesca que cayó enamorada ante los encantos del Johnny Sins de la hostia limpia y que se mantiene activa hasta el día de hoy.

Después de este triunfo, el anuncio de una continuación habría sido esperable casi inmediatamente tras la conclusión de la primera temporada. No obstante, las noticias al respecto se demoraron varios años, y no fue hasta 2019 que la segunda parte se convirtió en una realidad, con el estudio J.C.Staff continuando la labor previa de Madhouse. Hoy por hoy no se conocen a ciencia cierta los motivos exactos que llevaron a este traspaso, y ninguno de los implicados se ha pronunciado extensamente al respecto. Este cambio generó cierta preocupación en algunos sectores de la comunidad, pues, aunque J.C.Staff había presentado muchos trabajos destacables a lo largo de su extensa trayectoria, no contaban con el mismo estatus que Madhouse. Los avances promocionales y, finalmente, el estreno de la temporada confirmaron las preocupaciones iniciales, pues esta quedaba varias ligas por debajo de su antecesora, y la comparación solo evidenciaba las carencias en la adaptación del nuevo estudio. Tras el estreno fueron publicándose declaraciones que apuntaban a una preproducción y producción sumamente apresuradas, las cuales supusieron significativas restricciones de tiempo para todos los involucrados, obligándoles a trabajar a marchas forzadas para cumplir los plazos establecidos y llegar a las fechas de emisión.

© Madhouse

La calidad de la ilustración era inconsistente, con trazados que perdían grosor y, por consiguiente, fuerza en comparación con la temporada anterior. Los personajes presentaban leves deformaciones incluso en escenas en las que estaban en primer plano, otorgando un aspecto desprolijo al conjunto. El trabajo de sombreado y texturizado hacía gala de un acabado más pobre, especialmente en elementos metálicos, empeorando el aspecto en general, y el de personajes cibernéticos como Genos y otros cíborgs en particular. Un efecto de desenfoque estaba aplicado de manera omnipresente, empeorando la claridad de la imagen —por suerte, fue eliminado con la publicación de la versión física—. La animación lucía más estática, lo que limitaba la presencia de escenas que contasen con sakuga destacable, de las cuales la mayoría eran llevadas a cabo por un reducido grupo de animadores que aparecían en casi cada episodio. El ejemplo más señalado sería Kenichiro Aoki, uno de los animadores principales, que tiene a su nombre un alto porcentaje de los mejores momentos de acción en todos y cada uno de los doce episodios —su nombre figura en 35 de los 72 clips de la temporada que pueden encontrarse en sakugabooru—. Aunque de menor número y duración, estas estaban en manos de artistas altamente cualificados y con trayectoria, lo que brindaba una experiencia agradable cuando hacían acto de presencia. El aspecto más descuidado y poco trabajado de la producción fueron los efectos de sonido, estos presentaban una muy baja calidad y se empleaban de forma constante, haciendo una experiencia auditiva agotadora y machacante.

J.C.Staff podría haber realizado una secuela más satisfactoria de no haber descuidado a sus empleados, concediéndoles plazos más generosos y mejores condiciones para desempeñar su labor. Esto hubiese sido preferible para garantizar el bienestar de los trabajadores y podría haber dado un resultado más sólido en consecuencia. Sin embargo, aun si se hubiera dado esta situación idónea, la segunda temporada de One Punch Man habría terminado siendo igualmente inferior a la primera. El caso de Madhouse fue una tormenta perfecta, pues contaba no solo con un estudio de renombre y un director altamente calificado para la tarea, sino también con numerosos animadores freelance de incalculable talento y habilidad. Todos estos animadores se encontraban disponibles justo cuando One Punch Man comenzó a producirse, muchos querían trabajar con Natsume y este último pidió favores a compañeros con los que había colaborado con anterioridad para que se subiesen al barco. Para la segunda temporada, muchos de estos animadores estaban ocupados en otros trabajos o no tenían interés en regresar si el anterior director no formaba parte del proyecto.

Por ejemplo, Yutaka Nakamura, cuyo trabajo siempre presenta un sobresaliente uso del contraste y una representación soberbia del peso de los cuerpos y la cinética de los mismos, fue animador clave en la batalla de Saitama contra Boros al final de la primera temporada. Desde entonces no ha parado en su creación de momentos deslumbrantes y estremecedores, participando en las tres temporadas de Mob Psycho 100 o todas las de Boku no Hero Academia a partir de la segunda, así como en sus cuatro películas, entre otras cosas. Otro ejemplo podría ser Kugai Norifumi, quien ha seguido a Shingo Natsume en todos sus proyectos, como parte de la plantilla de ACCA:13, Boogiepop wa Warawanai y Sonny Boy. Asimismo, ha ejercido roles por cuenta propia en otras series del calibre de Chainsaw Man o Bocchi the Rock!. Podrían citarse decenas de animadores más, tales como Hiroyuki AoyamaSuzume, Los niños del mar, El amor está en el agua—, Keisuke KojimaFrieren, Babylon, Inuyashiki—, o Satoshi IwatakiDororo, Spy x Family, Jigokuraku—. Reunir una cuadrilla de semejante calibre por segunda vez habría sido una ardua tarea, incluso si no se hubiese producido el cambio de estudio.

© Madhouse

A lo largo de los años esta segunda temporada ha recibido infinidad de críticas, algunas bastante destructivas, que la dejaban a la altura del betún. La negatividad y la desilusión resultaron incrementadas justamente por el alto baremo establecido con anterioridad, estar a la altura de expectativas de tal magnitud es difícil en cualquier circunstancia. Pero, aunque el bajón sea notorio viniendo de donde viene, su percepción en el imaginario colectivo como algo abyecto se aleja bastante de la realidad. La segunda temporada de One Punch Man bajó el nivel, pasando de uno excepcional a uno promedio. Es una animación que se puede encontrar en infinidad de animes, funcional, con algunos momentos concretos destacables, pero a la que se le notan las costuras en sus puntos más bajos.

La tercera temporada del anime de One Punch Man se estrenó el 12 de octubre de 2025, nuevamente por parte de J.C.Staff. Aunque habría sido motivo de celebración que la directiva del estudio hubiera aprendido de sus errores previos, permitiendo a sus empleados trabajar de forma cómoda y distendida, todo parecía indicar que la situación tras bambalinas era similar a la anterior. El director a cargo, Shinpei Nogoi, realizó varias declaraciones en redes sociales respecto a la situación de la serie, y algunas como «intentar exprimir al máximo cada segundo de la producción» dejaban entrever que, una vez más, el proyecto parecía carecer del tiempo necesario. También era la primera vez que se encargaba de una producción de tal envergadura, pero mencionó estar dando todo de sí e implementando todas las técnicas posibles para mejorar la eficiencia del flujo de trabajo.

Los varios teasers y el tráiler previos al inicio de la emisión contaban en su mayoría con escenas estáticas en la que varios personajes únicamente movían la boca, con una acción inexistente en un arco de la historia colmado por combates para casi la totalidad del elenco principal. Aunque, al César lo que es del César, la ilustración mostraba una mejoría notable respecto a lo visto en la temporada anterior, con trazos más definidos y gruesos muy similares al trabajo de Madhouse; el texturizado era mucho más agradable a la vista, el efecto de desenfoque menos agresivo, y se presentaba un mejor y más variado uso del color. Siquiera el estreno del primer capítulo no se puede tomar como una muestra representativa del resultado final, pues previamente se confirmó que sería un capítulo utilizado como introducción al arco adaptado esta temporada, con un enfoque pausado centrado en las interacciones de los personajes. Incluso si la tercera temporada resulta no mejorar lo presentado en el trabajo previo del estudio, lo principal de One Punch Man siempre han sido sus personajes. Desde su misma génesis con el webcómic los lectores se vieron atrapados por el carisma de Saitama y el resto del elenco, así como por las situaciones absurdas en las que terminaban inmersos. Aunque el puño haya perdido poder, el corazón sigue latiendo con la misma fuerza.

La historia de One Punch-Man es una de éxitos, casualidades, buena voluntad y pasión. Una historia en la que una obra creada como pasatiempo se convirtió en un fenómeno de masas, tanto en su propio país como en el extranjero en el lapso de unos pocos años. Esto ha permitido a su creador dedicarse por completo a su carrera como mangaka, con historias del calibre de Mob Psycho 100, escrita y dibujada enteramente por él, Versus o Bug Ego, en las que ejerce de guionista. Puede que Saitama no pegue con la misma fuerza con la que lo hizo en 2015, pero la marca de su puño es imborrable y ha permitido el futuro de un prolífico creador cuyo fuelle creativo sigue tan desenfrenado, fresco y fervoroso como el primer día.

© Madhouse

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