Ashita no Joe: la muerte del mañana

Este artículo contiene spoilers de la trama de Ashita no Joe.

El día 24 de marzo de 1970 muchos fans del popular manga Ashita no Joe se reunieron para asistir al funeral de la muerte de uno de sus personajes más queridos: Rikiishi Tōru. Este funeral simbólico fue organizado por el cineasta Shuji Terayama, gran fan del manga y seguidor del boxeo, que pretendía demostrar cómo la realidad y la ficción están mucho más unidas de lo que se cree. Se realizó con un sacerdote budista real, un ring donde la compañía teatral de Terayama, Tokyo Kid Brothers, realizó una representación de la pelea final. Una cifra de más de 700 personas llevaron flores y ofrendas a un cuadro con la imagen de Rikiishi.

Foto del funeral de Rikiishi / ©University of Minnesota Press

Ashita no Joe, obra de Ikki Kajiwara y Tetsuya Chiba, describe la lucha de un joven de barrios humildes, Joe, por conseguir un futuro mejor a través del boxeo. El retrato realista que ofrece de la clase trabajadora y sus problemas llamó la atención de grupos muy distintos entre sí, desde el nacionalismo japonés, descontento con la situación del Japón de la posguerra, hasta grupos izquierdistas que veían como símbolo de lucha obrera a Joe. Fue un manga que llegó a los corazones de un pueblo que buscaba un futuro mejor tras la destrucción de la guerra. Aún hoy continúa siendo una historia influyente y bien conocidos son los homenajes y parodias de su final en diferentes series.

Parodia en Nekomonogatari Black / ©Shaft

El boxeo era un deporte que suponía una oportunidad de mejorar las vidas de los jóvenes japoneses de barrios más pobres y marginales. Además, tuvo también gran importancia en el Japón de la posguerra que se encontraba hundido y para el que la ocupación americana supuso una gran humillación. Alvin Cahn; que entrenó a Yoshio Shirai, primer boxeador japonés en ganar un título mundial de boxeo; le solía decir que no sólo luchaba por él mismo, luchaba por la esperanza y confianza perdida por Japón tras la guerra. Era una cuestión económica, pero también de llevar de vuelta el orgullo y la esperanza a la población.

Japón se encontraba en un momento muy convulso durante los años en los que se publicó el manga. Mientras su economía comenzaba a reflotar tras la miseria de la posguerra, la ocupación americana terminaba y celebraban los Juegos Olímpicos, los sectores más pacifistas y de izquierda mostraban un gran desencanto hacia su gobierno. Las protestas de Anpo contra la revisión del Tratado de Cooperación y Seguridad Mutuas o contra el apoyo de Japón a EE.UU. en la guerra de Vietnam fueron numerosas durante la década de los 60, desembocando incluso en guerrilla urbana durante la lucha de Sanrizuka de 1966. Era uno de los puntos más álgidos de la disidencia política, pero también el principio de su fin.

El antes nombrado Shuji Terayama escribió en 1970 un artículo titulado ¿Quién mató a Rikiishi?, donde analiza la muerte del rival de nuestro protagonista en cierto punto de la historia. Para Terayama, uno de los mayores representantes de la nueva ola japonesa en el cine, Rikiishi representaba a la clase dominante contra la que luchaba Joe, ya que mientras nuestro protagonista tenía su comunidad en los barrios marginales, su rival tenía el apoyo de personas influyentes. Durante la pelea, Joe es derrotado, pero Rikiishi muere; esto simbolizaba para Terayama dos cosas: la muerte del “mañana” de Joe —la ilusión de un futuro mejor siendo derrotado por el poder— y la muerte del movimiento antisistema, exponiendo: “Rikiishi no murió, sólo lo perdimos de vista; un reflejo casi maliciosamente preciso del sentimiento de 1970”. 

Si bien las simpatías de Terayama no estaban con Rikiishi, en su análisis lo muestra como un componente visible y necesario para que exista una necesidad de lucha. Con su muerte se pierde de vista a la clase dominante y el movimiento antisistema muere con él. Con la derrota de Joe, muere el futuro de un lugar mejor para todo lo que rodea a Joe: el barrio donde vive y al que deseaba hacer mejoras, las personas que le rodean, los niños que crecen junto a él y toda su comunidad. No es de extrañar que fuese una figura considerada heroica desde los movimientos izquierdistas.

©Kōdansha

Ashita no Joe nos muestra una historia sobre las esperanzas por un mañana mejor y sobre el orgullo, pero también sobre la desilusión, la desesperación y extremos a los que llegan los seres humanos en determinados contextos. Tras la muerte de Rikiishi, la historia toma un giro muy diferente al anterior, sufriendo Joe las consecuencias psicológicas de su experiencia. Sin embargo, es imposible desligar estos sentimientos individuales del contexto social que se vive. El reflejo de los hechos vividos en la época es muy fuerte en la obra, pero también de forma bidireccional, al integrarse la ficción en la vida de las personas.

Una semana después del funeral de Rikiishi, el día 31 de marzo de 1970, el vuelo 351 de Japan Airlines despegó de Tokio. Dentro del avión estaban nueve miembros de la entonces Facción del Ejército Rojo Japonés, un grupo armado de izquierdas. El líder, Takamaro Tamiya, declaró el secuestro del avión y exclamó: “Somos Ashita no Joe. La intención de los secuestradores era que el vuelo les llevase hacia Cuba y allí formarse militarmente para liderar una revolución, sin embargo, acabarían en Corea del Norte. A partir de esos años la lucha obrera y estudiantil comenzaría a fragmentarse, formándose facciones llenas de paranoia y desesperación, hasta el final de esta.

De una forma u otra, Ashita no Joe estuvo presente como símbolo dentro de la lucha por un futuro mejor entre diferentes grupos del Japón más convulso a menudo una etapa del país olvidada en el presente así como fue símbolo de su final. Los análisis de Terayama pueden resultar muy subjetivos, con una visión particular y personal con la que muchos no podrán estar de acuerdo, pero es innegable que se demuestra cómo la ficción, a veces de forma no intencional, está ligada íntimamente a la realidad social del momento, siendo un testimonio tanto de lo material como del sentimiento que se vive.

©Kōdansha

Fuente bibliográfica: Ridgely, S.C. (2010). Japanese Counterculture. The Antiestablishment Art of Terayama Shuji. University of Minnesota Press.

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