Godzilla Minus One y el antibelicismo esperanzador

El cine de monstruos es un viejo conocido en las salas de cine y en la historia filmográfica cuya fuerza vital sigue siendo vigente y notable. No importa si el género está en horas bajas o que cause interés nulo en el público joven, siempre, en cada década, se estrenan al menos un par de pelis de esas bestias gigantes y feroces que destrozan ciudades como si de castillos de naipes se tratase. No en vano, a pesar de la longevidad de la que padece este medio, todavía siguen sorprendiendo con trucos o formas nuevas de contar una historia, aunque parezca que la idea de que una criatura gigante asole un sitio se antoje cliché a estas alturas de la vida.

Este artículo contiene destripes de la película

Una tema recurrente entre ciertos círculos de opinión es el hecho de que una peli de monstruos no va más allá de los mismos, una línea de pensamiento extraña nacida de multitud de inexactitudes. A no ser que alguien haya nacido ayer, la base sobre la que se estila esa opinión se fundamente en ideas falsas, prejuicios y una precognición más sacada de las opiniones de otros que las de ellos mismos. Decir que las pelis de bestias gigantes no van de otra cosa que de los mismos que anotan los títulos de sus largometrajes es como decir que el género de los mechas no va de otra cosa que solo de las máquinas que los representan, ambas salidas de una concepción errónea.

El género de los monstruos es tan clásico como inmortal, cuyo padre podría considerarse al mítico Frankenstein, son el germen de una enorme lista de películas que exploran diversas temáticas.

De la misma forma que King Kong es una metáfora sobre el miedo hacia El Otro en la convulsa época de los años 30, con la incipiente crisis económica que sufría Estados Unidos, Godzilla nació como el surgimiento literal de un miedo atenazador y casi paranoico hacia la guerra y sus consecuencias, especialmente después de que Japón hubiese sufrido el impacto de dos bombas nucleares que destrozaron no solo miles de vidas, sino todo en lo que creían.

Godzilla es de los monstruos más populares, además de ser un icono global, y posee una larga travesía de películas, series, spin-offs, juguetes y videojuegos. La lista no es más que la enésima confirmación de su boyante popularidad, una que no parece ceder ni un milímetro. Pelis del más grande reptil se pueden contar por decenas, mejores o peores, y su buena forma se demuestra en esta última década, en la que han salido nada más y nada menos que tres versiones del mismo, pero hechas en diferentes contextos y por manos muy pero que muy distintas: la saga que está construyendo Legendary, la particular versión de Hideaki Anno y la última que se ha hecho a fecha de hoy, y que ocupa esta entrada, que es la de Godzilla Minus One, de Takashi Yamazaki.

Que el período en el que se centra esta nueva entrega sea al final de la Segunda Guerra Mundial en el país nipón no es casualidad pues, como se ha comentado previamente, Godzilla nació como metáfora de la misma guerra diez años después de esta. Y es que este largometraje trata de ser una película de orígenes, nada nuevo en ese apartado, especialmente teniendo en cuenta que es la tercera vez que se hace en un lapso de una década.

Godzilla es, junto a King Kong, el icono principal cuando se habla de las pelis de monstruos. Toho Co., Ltd.©

La historia que quiere contar es la de Kōichi Shikishima, un aviador entrenado para ser kamikaze, aquellos que se tiraban contra su vehículo ante barcos y portaviones enemigos, muriendo obviamente en el acto pero provocando la mayor destrucción posible. Estacionado en la base militar de la Isla de Odo y preparándose cumplir con su aciago destino, el joven decide renunciar y no tirar su vida por la borda por una guerra que no entiende. Y es en su retirada de la isla donde se topa con Godzilla, una criatura enorme pero no gigante, peligrosa pero no aniquiladora, conocida por los habitantes de la zona como si de un viejo cuento para niños fuera. Es en ese momento cuando el hombre conoce a la bestia y lo que representa, a la cual logra sobrevivir, pero con una marca profunda en su psique, además de con un reguero de cadáveres tras de sí.

La historia nos cuenta el dilema de Shikishima al haber dejado de lado su cargo y su final, preguntándose si algo valió la pena o si de verdad su sacrificio habría servido de algo. Lejos de culpar al protagonista por no cometer esa clase de suicidio, la película se encarga de mostrar las voces que surgieron en después de la guerra, centrándose en mostrar su desprecio y desapego a un país al que no le importan demasiado sus propios habitantes, convirtiéndolos en carne de cañón en caso de querer protegerse, un mensaje que carga la película de un gran significado sorprendentemente antimilitarista y antinacionalista, a pesar de las primeras impresiones. Las personas que ayudan a Shikishima a salir adelante están profundamente descontentas y marcadas por las cicatrices de una guerra donde las pérdidas fueron un daño colateral para Japón, y con ello, decide requerir del silencio para no contestar a sus crímenes, mientras todo el mundo trata de rehacer su vida.

Entre otros mensajes, Godzilla se podría definir como una fuerza de la naturaleza, como si de un terremoto o erupción volcánica fuese. Y es que especialmente en sus orígenes era tratado así: un castigo divino surgida a consecuencia de la destrucción causada por el hombre al mundo.

Que la forma de la explosión del rayo nuclear de Godzilla tenga la forma de un hongo es quizás la muestra más clara detrás de la intencionalidad de su creación. Toho Studios©

Esa sensación se refuerza mucho mostrando al rey lagarto como un ente de destrucción total cada vez que aparece, una criatura que parece imparable a cada paso que da, cuyo cuerpo parece indestructible a pesar de ser atacado con todas las armas disponibles o acabar hundido bajo el mar a miles de kilómetros. Él vuelve, y lo hace muy enfadado. Hay una escena donde la criatura destroza todo un distrito con su famoso rayo nuclear, causando una devastación sin precedentes, casi irreal, algo que la cinta ejecuta de forma genial al querer mostrar al monstruo como una amenaza severa e incontenible.

El largometraje tampoco está falto de drama personal. Shikishima conoce a una joven llamada Noriko Ōishi que carga con un bebé al que llama Akiko, y ambos tres forman una familia atípica que hace lo que puede para ver otro día más, aunque Shikishima es incapaz de disfrutar de estos momentos debido a la culpa y arrepentimiento que carga, pensando que no merece vivir, mucho menos ser feliz. Este relato se aúna con al terror producido por aquella primera aparición de Godzilla ante sus ojos y su deriva sobre cómo lleva el trauma, con una conclusión tan sorprendente como simple: solo queda vivir.

Godzilla Minus One es, de las tres versiones que se han sacado del gigante escamoso, la que más rinde tributo a su recorrido de casi 80 años, y a la vez, la que quiere contar de manera más minuciosa el por qué de la existencia de algo como Godzilla, volviendo a sus orígenes y retomando de forma actualizada y personal este nacimiento. Habrá un público que seguirá sin verle la gracia a las pelis de monstruos, o aquellos que se centren únicamente en ellos y rechacen lo que les rodea, terminando casi como la parodia de aquellos primeros críticos que se exponía antes, pero es innegable que Minus One trata de presentar al Godzilla más auténtico más terrorífico, recordando que las personas son las que tienen que tener en cuenta como responderá la naturaleza según como se la trate y que la destrucción tiene un coste demasiado alto como para pasarse por alto.

2 comentarios en “Godzilla Minus One y el antibelicismo esperanzador

  1. Pingback: Deberías ver Más allá de los dos minutos infinitos | Futoi Karasu

  2. ¡Hola! Estoy de acuerdo contigo las historias de monstruos son tomadas como mero entretenimiento pero la verdad es que muchas de ellas tenían mensajes que se mantienen vigentes hasta hoy en día, los clásicos de Universal como «Frankenstein» o «El monstruo de la laguna negra» son solo algunos ejemplos. Aunque es cierto que este tipo de films sufrieron una sobre explotación y muchos de sus imitadores no se tomaron la molestia de hacer buenos guiones, pero las buenas películas siguen estando ahí y siempre hay alguna joya oculta.

    Ya pasando a esta entrega de Godzilla se ve interesante, parece que retomaron el concepto de la primera entrega no soy seguidora del reptil nuclear pero pondré esta entre mis pendientes, gracias por la recomendación ¡Saludos!

    Me gusta

Replica a Noctua Nival Cancelar la respuesta