La época Edo en Japón fue un período de gran riqueza artística y cultural. Su arte sigue influyendo en la percepción contemporánea de la tradición nipona mientras su legado se exporta como fuente de inspiración en todo el mundo. En el artículo Explorando el folklore de Mononoke hablábamos de varios de los elementos de este anime relacionados con el folklore japonés, pero ya que tratamos con una serie con un componente artístico tan fuerte era necesario dedicar a su estética un artículo entero.
Mononoke no está atado exclusivamente a la época Edo ―ya que otros periodos hacen puntualmente acto de presencia― pero la serie utiliza a menudo sus elementos visuales y estéticos, incluyendo patrones tradicionales y estilos artísticos característicos de esa época. Estos elementos contribuyen a crear una atmósfera única y evocadora que se asemeja a las ilustraciones y grabados históricos. Por resumir, fue entonces cuando se pusieron de moda las artes decorativas y los objetos de uso cotidiano bellamente diseñados. El famosísimo estilo Ukiyo-e es uno de los más emblemáticos de la era y se centra en la representación de escenas cotidianas. Otras corrientes fueron la escuela Kano, cuya influencia era principalmente china, y la Rinpa, centrada en colores vivos y patrones exquisitos en pintura y decoración. Todas estas corrientes artísticas aportan a la dirección artística de la serie y están cuidadosamente integradas, llegando a formar parte fundamental de la narrativa visual.

Mononoke parece tener una capa de papel húmedo bajo su animación. Esta técnica contribuye a la atmósfera y la estética de la serie, y es parte de lo que hace la hace visualmente distintiva. Por un lado, aporta sensación de profundidad y textura y, por otro, la lleva a asemejarse los grabados Ukiyo de la época, que a menudo tenían también una textura única. Un aura de misticismo y misterio a la vez que un toque antiguo.
Los colores nunca mienten
Los colores en Mononoke a menudo se asocian con los diferentes espíritus de la obra y con las emociones humanas que representan. Por ejemplo, tonos oscuros y sombríos tienden a indicar la presencia de espíritus malignos y momentos de tensión, mientras que los más vibrantes y cálidos acompañan momentos de esperanza. La serie también utiliza sus colores de manera simbólica, como a la hora de cambiar la paleta en momentos clave para indicar cambios en la trama o la revelación de información importante. Estos no solo añaden belleza visual a la serie, sino que también profundizan en la historia, el simbolismo y el misterio que rodea a todos sus elementos.
La obra apenas nos da información de nuestro protagonista, el Boticario ―Kusuriuri en japonés y como se le suele llamar― pero sus elementos artísticos sí nos cuentan muchísimo de él. Y lo que más habla de él es su paleta de colores. Como se comenta antes, ya que es una obra en la que la dirección artística tiene tantísimo peso, la elección de su diseño no puede ser casualidad. Yendo más allá, y artísticamente hablando, Mononoke no debería funcionar por la manera en la que abusa y satura de los colores, y esto también se aplica a nuestro Boticario. En el arte existe un término llamado punto de enfoque, que referencia al punto central en una imagen, diseño o situación que atrae la atención y se convierte en el enfoque principal de la escena. Es cuando el observador dirige la mirada de manera natural al punto central de la obra, suelen servirse de guías para que sus ojos vayan sutilmente hacia los puntos que el artista quiere destacar, como la dirección de los trazos. El Boticario tiene en su diseño demasiados elementos que llaman la atención de tus ojos, así que no tiene un punto de enfoque concreto. Esta elección tan agresiva a la hora de escoger los colores que predominan en nuestro protagonista crea una especie de crisis en la que no se sabe a donde mirar porque hay demasiados elementos que se pueden identificar como puntos de enfoque. Esta elección en la dirección artística refuerza la sensación de desconocimiento respecto a algo que nos sobrepasa y escapa a nuestra comprensión. Somos incapaces de ver con claridad lo desconocido ―como los mononoke― y al ser una obra tan espiritista tiene lógica que no seamos capaz de ver lo que no entendemos.
Se mencionaba antes que el Boticario no tiene un punto de enfoque concreto por la saturación en sus colores y su diseño. Más bien una multitud de ellos. Pero si hubiese que quedarse con uno, este sería su rostro. El rostro es el espejo del alma y los colores no mienten. Los colores predominantes en la cara del Boticario son el morado y el rojo. En la simbología del color el morado tiende a asociarse con el misterio, la sabiduría y la espiritualidad, así como la búsqueda de la verdad. Este color lo tenemos en su pañuelo y en sus ojos. Cuando hablamos del rojo lo hacemos del color del fuego y, según la interpretación japonesa de su simbolismo, del poder y la fuerza. El pañuelo rodea su cabeza mientras que los ojos son el espejo de su alma. El Boticario necesita conocer primero la Verdad para eliminar al mononoke. Sus ojos son morados, los utiliza para visualizar la verdad, pero estos están a su vez rodeados de su característico maquillaje rojo y la combinación de morado y rojo puede simbolizar desde la realeza hasta la transformación y el renacimiento. Al ser una obra japonesa podríamos relacionar el maquillaje rojo con el teatro Kabuki, donde la pintura facial se utiliza para resaltar rasgos faciales y expresiones a distancia. Pintar la nariz puede ayudar a destacar las emociones de los personajes en el escenario. Para finalizar con su rostro tenemos que irnos al pelo y fijarnos en su color, el marrón; que simboliza seguridad, durabilidad, estabilidad y se relaciona mucho con la sencillez y de nuevo la naturaleza.

A partir de aplicar interpretaciones simbólicas del color al Boticario somos capaces de traducir facciones de su personalidad a través de sus colores y pasando a dejar su rostro de lado podemos fijarnos en el kimono y su color base, el azul; que simboliza frescura, calma y el reposo, se asocia también con la inteligencia y las emociones profundas. El kimono también tiene detalles en verde; asociado a la conexión con la naturaleza, amarillo; asociado con la energía y la inteligencia y algunos detalles marrones que ya sabemos qué pueden simbolizar. La ropa es, al final, un convencionalismo social que varía muchísimo dependiendo de la cultura y el contexto histórico, pero también puede verse como una forma de expresión, así que puede interpretarse que estas cualidades atribuidas al color pueden ser la base de su ser o una forma de cubrir o esconder algo.
Volviendo al morado por última vez, es necesario destacar la simbología del espiritualismo y la supresión. El Boticario es un ser atado tanto a la espiritualidad que rodea el folklore japonés como a muchas tendencias budistas y este suprime la voluntad de los mononoke a través de la verdad. Y a pesar de lo fuerte que suena la palabra supresión, en este contexto se aprecia una grandísima empatía en nuestro Boticario… Y la empatía y la comprensión son aspectos centrales de las enseñanzas del budismo. La compasión por todos los seres es una de las enseñanzas fundamentales de esta religión, el deseo de aliviar el sufrimiento. Una compasión que se extiende más allá de los límites de las diferencias y se dirige hacia todas las formas de vida. Esta actitud compasiva está arraigada en el entendimiento de que todos los seres desean ser felices y evitar el sufrimiento. ¿Qué tiene que ver esto con los colores? El talismán amarillo que lleva en su kimono ―y en otros detalles que dejamos fuera por spoiler― que utiliza para sellar y contener a los mononoke después de haberlos identificado y comprendido su forma verdadera. El amarillo como ya he dicho, simboliza empatía. Y para ser capaz de contener o suprimir al mononoke, ha necesitado de la empatía para llegar a ese punto.
Hemos dejado varias cosas fuera para hablar de ellas en un futuro ―ya que se podrían considerar spoiler― para dar tiempo a que tú, querido lector, te veas esta serie para recordar. Y si nuestra pasión por esta obra se traslada un poquito y logra llegar a más gente, nos daremos por complacidos.