Pokémon y la figura del rival

Señor, qué pasa si un escritor está intentando crear una historia donde no pasa demasiado, donde la gente no cambia y no tiene epifanías. Una historia en la que luchan y se frustran y nada se resuelve. Un reflejo del mundo real.

Charlie Kaufman, Adaptation (2002)

Las historias nos acompañan siempre, desde la más tierna infancia hasta el último de nuestros días. Pueden ser aquellas que nos cuentan para intentar enseñarnos sobre cómo debemos comportarnos, cómo funciona el mundo, cómo tratar a los demás o cómo olvidar por unos instantes los problemas de la vida para sumergirnos en un mundo ajeno. También podemos ser nosotros quienes contemos las historias. Ya sea por el simple placer de narrar, por recordar con nostalgia aquellas épocas que no volverán o por intentar dejar nuestra huella en algo que nos sobreviva y haga a futuras generaciones, aunque sea durante un solo instante, abrir una ventana y asomarse a la persona que una vez fuimos. Invitarlos a nuestra visión del mundo, mostrar un pedacito de qué nos hizo humanos.

© The Pokemon Company

En toda historia la figura del antagonista es imprescindible, tanto como la del protagonista, incluso más. Toda historia desde que el ser humano empezó a contarlas tiene un antagonista o, al menos, algún elemento que actúa como fenómeno antagónico. Esto no es casualidad. Las historias necesitan un motor que las mueva, que choque contra los deseos, voluntades u objetivos de los protagonistas; creando una dificultad a sortear. No es necesario que estos sean grandes villanos megalómanos, malvados empresarios de megacorporaciones —aunque este y el anterior serían un poco lo mismo— o monstruos gigantes que guardan la entrada a un templo. Puede ser un desastre natural, un amigo al que le gusta la misma chica o el pesar de una existencia que se siente vacía y carente de sentido; no importa.

En la saga Pokémon hay múltiples antagonistas por entrega, ya sean líderes de gimnasio, miembros del equipo villano o integrantes de la Liga Pokémon. De hecho, cada entrenador que se encuentra en el juego lo es, por representar un obstáculo en el camino para convertirse en el mejor. Pero si hay una figura que destaca a la hora de oponerse al personaje principal es el rival, aquel que conocemos desde el principio del juego e inicia su viaje, prácticamente, a la par que el nuestro. El que comparte nuestros sueños, metas o ambiciones. Con el paso de las generaciones estos han ido cambiando y adoptando diferentes enfoques, ya fuese por necesidades de la historia o un cambio en la visión de los desarrolladores sobre su concepto.

Este artículo busca repasar la evolución del arquetipo en cada entrega original de las generaciones. Para comprobar cómo han cambiado con el tiempo en una de las sagas de videojuegos más exitosas del mundo.

Primera generación: Azul

Recuerda, soy de lo bueno lo mejor, de lo mejor lo superior.

©Capcom

La imagen de Azul ha sido algo distorsionada debido a la caracterización de Gary en las primeras temporadas del anime. Sí, Azul pica al jugador y tiene una personalidad atrevida y burlona, pero nunca llega a los límites de su contraparte animada, acompañada por su fervoroso ejército de animadoras.

Azul es el rival por antonomasia del mundo de los monstruos de bolsillo. Como muchos de los elementos presentes en primera generación es bastante básico, pero su iconicidad proviene tanto de cierto carisma inherente a su personaje como del hecho de ser el rival original.

En él encontramos a un chico con iniciativa propia, que no solo busca superar a Rojo, sino poder vencerlo en cada paso del camino. Siempre ha capturado más Pokémon, visitado más lugares y vencido a más entrenadores. Por eso cada una de las estatuas de los gimnasios ya tienen su nombre cuando llegamos a ellas y por eso siempre lo embosca para combatir en los momentos más inesperados, como a la salida de una cueva que ha desgastado a su equipo.

Además, los desarrolladores lo utilizan como forma de transmitir ciertos consejos a los jugadores de forma sutil. Por ejemplo, cuando en el quinto combate ha sustituido su Raticate por un Gyarados. De esta forma muestran como puedes cambiar a otro monstruos más fuertes para construir un equipo más sólido, ya que Raticate comienza a volverse un peso muerto hacia la mitad del juego.

Es de los personajes de primera generación que hemos vuelto a ver en siguientes entregas de la saga, principales o no, como Sol y Luna o Masters. En ellas observamos a un Azul más maduro, que cuida de nuevos entrenadores y los instruye con todo el conocimiento que ha ganado con los años. También se ve cómo ha forjado una amistad inseparable con Rojo.

¡Estaba deseando verte! Sabía que mi rival no me decepcionaría. He buscado los pokémon más fuertes y he creado varios equipos que derrotarían a cualquiera. ¡Ahora yo soy el campeón de la Liga Pokémon! ¿Sabes lo que significa eso? ¡Soy el mejor entrenador del mundo!

Azul

Segunda generación: Silver.

Los daddy issues son fuertes en ti.

©Fox

Con Silver apreciamos un salto en la personalidad del rival, así como en su caracterización y evolución a lo largo del juego. Comienza robando un pokémon del laboratorio del profesor Elm y actuando de forma muy agresiva. Durante parte de la aventura no se refiere a las criaturas de bolsillo como otra cosa que no sean meras herramientas para conseguir sus objetivos. Es a medida que nos vamos encontrando con él que se da cuenta del vínculo que hemos desarrollado con nuestro equipo, y que empieza a vernos como alguien a quien respetar y a sus pokémon como leales compañeros que confían en él.

Las mecánicas vuelven a mostrarlo sin tener que decirlo directamente. Nos queda claro que ese chico que solo quería ser más fuerte por cualquier medio y despreciaba al mundo ha cambiado cuando en su equipo tiene miembros que evolucionan por intercambio y amistad.

En los remakes de Oro y Plata nos muestran parte de su pasado, cómo es el hijo de Giovanni y fue abandonado por su padre sin ningún tipo de contemplación tras la desarticulación del Team Rocket. Cómo su obsesión con la fuerza venía de querer demostrar a su padre que podía convertirse en el mejor sin necesidad de subordinados a sus ordenes, sin huir ante las dificultades.

Creí haber entrenado muy bien a mis Pokémon… pero estaba equivocado. Has ganado justamente. Lo admito. Pero esto no termina aquí. Voy a ser el mejor entrenador Pokémon del mundo. Ya que estos chicos me apoyan. Mira, uno de estos días te demostraré lo bueno que soy de la única forma que sé, derrotándote.

Silver

Tercera generación: Blasco.

Ha venido Ash Ketchum a verle al hospital.

©Fox

En tercera generación vemos un cambio de paradigma a la hora de construir a los rivales, y que se mantendría en generaciones posteriores. Estos dejan a un lado el comportamiento antipático o chulesco para tomar una aproximación y tono más amigables. Los creadores ya explicaron en su momento que esto fue totalmente intencional:

Creo que la mayor razón por la que los rivales eran más pelmazos originalmente era por la limitación para expresar a través de los píxeles. No hay mucho que se pueda hacer con sprites tan pequeños en la pantalla, así que nos esforzamos en caracterizarlos a través del diálogo.

Además, como sólo eran diálogos, creo que no daban una impresión tan dura aunque fuesen repelentes. Ahora tenemos gráficos de alta definición y los efectos visuales son mucho más impresionantes. Si fuesen como antaño, la impresión sería mucho más fuerte en los jugadores. También está la sensación de que la gente con ese tipo de personalidad no es tan aceptada como era entonces.

Junichi Masuda en una entrevista para Gamespot

También fue la primera que hubo más de un rival en la aventura. Por un lado, el personaje contrario a tu avatar y, por otro, Blasco. Este último es en el que nos centraremos, y es algo más complicado de tratar.

Empieza como un joven tímido al que el jugador ayuda a capturar su primer pokémon. Desde ese punto no lo volvemos a ver hasta la tercera medalla de gimnasio, donde nos reta al que puede ser uno de los combates más fáciles del juego. Con Ralts como único miembro de su equipo, a un nivel muy inferior al de ese momento. Entonces desaparece, y no volvemos a encontrarlo hasta los últimos pasos de la calle victoria, con un equipo de integrantes fuertes y a un nivel más que aceptable para esa etapa final del juego.

Con Blasco vemos el mayor nivel de superación de la saga en lo que a rivales se refiere. Un niño tímido y enfermizo que gana confianza en sí mismo y recupera la salud embarcándose en un viaje que lo lleva a convertirse en uno de los entrenadores más fuertes. Esto lo convierte en un gran personaje, pero no en un gran rival. Al final, el monigote sin personalidad de género contrario al nuestro es mucho más prominente durante toda la aventura. Pero si eso era necesario para que nos sorprendiese con ese combate final y una de las mejores canciones de toda la saga, mereció la pena.

Cuarta generación: Israel.

No es un rival legítimo.

Cuarta resulta una mezcla entre el espíritu de las dos primeras generaciones y el viraje hacia una mayor amigabilidad de tercera. Vuelve a contar con un solo rival, Israel, dejando al avatar contrario al que hayamos escogido como ayudante del profesor Serbal.

Israel es un muchacho lleno de energía, demasiada para su propio bien y para el de todos los que le rodean. Su principal rasgo es no parar quieto, tanto así que en los primeros compases del juego hay que perseguirlo hasta para darle el mapa que había dejado en casa con las prisas por iniciar su aventura.

Entra a nuestra casa como una exhalación para incitarnos a la aventura y, aunque siempre este buscando un combate contra nosotros, actúa como un buen amigo que no quiere perder por nada. Al final del juego descubrimos que su padre es un as de la torre de batalla, y toda esa prisa por hacerse más fuerte podía interpretarse como la necesidad de poder estar a la altura de su progenitor.

Quinta generación: N.

Dime, ¿has bailado con el amor a la luz de la luna subido a una noria?

©The Pokemon Company

En quinta vuelve la separación de los rivales, esta vez en tres figuras distintas. Cheren, Bel y N. Y, a diferencia de tercera generación, en el que un rival carecía de personalidad y otro apenas estaba presente, aquí consiguen que los tres tengan una evolución propia, armónica y consistente.

El protagonista, Cheren y Bel son tres amigos de toda la vida, que han crecido en un pueblito apartado y tranquilo, se conocen perfectamente unos a otros. Uno de los momentos más bonitos de la quinta generación es sumamente corto y se localiza casi al principio del juego. Ese primer paso simultáneo de los tres en la primera ruta tras haber conseguido a los iniciales pertinentes. Una forma breve y muy bonita de indicar el pistoletazo de salida para una aventura que empezarán desde el mismo punto; pero que los llevará por caminos muy diferentes.

Cheren y Bel han de iniciar su propio viaje, descubrirse a si mismos y en quiénes quieren convertirse. Uno tiene que aprender a dejar de autoexigirse tanto, a disfrutar del momento y valorar a quienes están con él. Otra a alzar su voz y no dejarse llevar por lo que los demás esperen de ella.

En Blanco 2 y Negro 2 vemos que Cheren se ha convertido en líder de gimnasio, Bel es ayudante de la profesora Encina y nuestro avatar está de viaje. Puede que la vida les haya llevado por lugares diferentes y que sean distintos, pero los momentos que compartieron siempre estarán ahí. Los auténticos vínculos no se rompen fácilmente.

Aún así, la principal figura en lo que ha rivalidad se refiere se encuentra en N. Un chico que ha crecido rodeado de pokémon, que los entiende hasta el punto de comunicarse con ellos en su propia lengua. Un joven idealista, empático y lleno de sueños e ideales manipulado por Ghechis para creer que su destino es actuar de libertador. Los pokémon con los que N creció habían sido maltratados, despreciados o abandonados; para él todos los ejemplos que conocía sobre conexiones entre humanos y pokémon acababan en sufrimiento para estos últimos.

Sin embargo, decide dar al mundo que considera injusto y cruel una oportunidad. Se convierte en entrenador pokémon junto a sus compañeros e inicia un viaje desde cero, todo con el objetivo de ganar a otros entrenadores en su propio juego. Es cuando se va abriendo al mundo que su perspectiva cambia, logra apreciar las relaciones mutualistas y descubre que no es necesario que humanos y pokémon existan en mundos diferentes.

Cuando nos conocimos en Pueblo Terracota, le oí decir algo a tu Pokémon que me causó un tremendo impacto. Lo que dijo fue que te apreciaba. ¡Quería estar contigo! No podía comprenderlo. ¡Que un Pokémon pudiera sentir aprecio hacia un humano! ¡Era algo que yo nunca había visto! Y, desde aquel momento, cuanto más avanzaba en mi viaje, más vacilaban mis convicciones. ¡No hacía más que ver humanos y Pokémon que se entendían y se ayudaban! Fue por eso que quise combatir contigo, para poner a prueba mis creencias. Quería medirme contra alguien con la pureza y la fuerza de un héroe.

Yo no comprendía a los Pokémon, o mejor dicho, sólo comprendía a algunos. No puedo compararme contigo, que has conocido y trabado amistad con tantos. El Campeón me ha perdonado. Ahora debo decidir por mí mismo qué es lo que debo hacer.

Dijiste que tenías un sueño, y ahora… ¡se cumplirá! ¡Los sueños y los ideales tienen poder para cambiar el mundo! ¡Podrás hacerlo!

N

Sexta generación.

Sí.

X e Y son dos juegos cuyo principal mensaje es el de la amistad, una amistad fuerte y que perdura en el tiempo. Pero este mensaje ya ha sido tratado mucho mejor en otros juegos de la saga. Sexta tiene cuatro rivales, los más planos de todos y que basan toda su personalidad en una característica concreta. El estudiante, el bailarín, la hiperactiva y la chica —o el chico—. Esto hace que, aún siendo adecuados para lo que el juego quiere contar, caigan en saco roto y pasen como el grupo más soso y olvidable hasta la fecha.

Séptima generación: Tilo.

El aliento de mi Litten huele a comida de Litten.

©Bluepoint Games

Tilo es el rival amigo más amigo y menos rival que hay. Es un chico de buen corazón, que la mitad del tiempo no se entera de nada y se dedica a recordarte continuamente cuan excepcional eres por conocer las debilidades elementales.

Su abuelo es un kahuna, símbolo de la fuerza del cuerpo y la voluntad del espíritu en la región de Alola. Y Tilo lo admira profundamente. En un inicio su viaje es únicamente para divertirse, pero al ir encajando derrotas pierde algo de confianza es si mismo. Es cuando no puede proteger a causa del miedo que se arma de determinación para ponerse a la altura del jugador y retarle en la entrada de la recién inaugurada Liga Pokémon de Alola.

No es el rival más destacable en ningún sentido, pero tiene un corazón de oro y siempre lo intenta.

Octava generación: Paul.

A la sombra del campeón.

Paul es como una versión mejorada de Tilo. Su arco de personaje es prácticamente idéntico, con esa figura familiar que aspiran a superar pero viéndose incapaces de lograrlo. Las pocas cosas que lo diferencian lo hacen mejor, más memorable y se sitúa entre lo más destacable de la generación más irregular y apresurada.

Uno de los momentos más notables de cada juego es cuando utilizan las mecánicas para mostrar desarrollo de forma implícita, como ya hemos visto con Silver o Blasco. Y, en este caso, la composición del equipo de Paul se usa como reflejo de sus inseguridades, que crecen sin cesar a medida que avanza la aventura y encadena derrotas. No solo por nuestra parte, también por Berto. No deja de ver cómo el sueño de estar cara a cara con su hermano se antoja cada vez más lejano. En el cuarto y quinto combate contra él ha cambiado totalmente la estructura de su equipo a excepción del inicial, no llevando siquiera al Wooloo que lo acompañaba desde el inicio.

Desde ese punto consigue ir ascendiendo poco a poco, hasta que se gana el respeto de Zamacenta y, poco a poco, descubre que no tienen porque vivir a la sombra de su hermano, tampoco a la nuestra. Puede ser quien él quiera, trazar su propio camino sin imposiciones propias o ajenas.

Novena generación: Mencía.

Combate contra mí ahora mismo y todo quedará zanjado. Si no lo haces, te encontraré y te retare yo misma. Y si lo haces, también.

Mencía es como una versión hipervitaminada de Israel. Siempre llena de energía, corriendo de un lado para otro y deseando tener un combate que la lleve al límite. Tantas son sus ansías por combatir que varios personajes han de frenarla en numerosos momentos por resultar inapropiado en el contexto.

Ella ya es una campeona cuando nosotros empezamos, y decide volver a empezar para hacer el viaje a nuestro lado, acompañándonos a cada paso del camino, observando cómo nos hacemos más fuertes. Todo porque ve un potencial en nosotros que puede devolverle esa sensación de satisfacción que se le ha antojado más esquiva cuanto más fuerte se ha vuelto.

Mencía nunca deja de ser positiva, ni de poner algo nerviosos a quienes la rodean; pero estos saben que tiene buen corazón y estará siempre que la necesiten. No solo eso, también se deja entrever que es una chica enfermiza que lo oculta tras una energía y determinación inagotables.

Al final, novena es la generación que mejor retrato ha hecho de la amistad en toda la saga. Y todos sus personajes principales sirven para potenciar esa idea de compañerismo, de apoyo y de nunca rendirse cuando nos tenemos los unos a los otros.

Este mensaje siempre ha estado presente en pokémon con los propios monstruos. Incluso los creadores se sorprendieron del cariño que los fans tomaron de sus creaciones, llevándoles a desechar la idea de ir cambiando el equipo continuamente en la aventura e incentivando el luchar con aquellos que más te gusten por el motivo que sea. Porque el vínculo es mucho más importante que las características o la fuerza, es aquello que realmente perdura.

Un comentario en “Pokémon y la figura del rival

  1. Pingback: Líderes de Gimnasio Pokémon: Cambios y Desafíos | Futoi Karasu

Deja un comentario