Si hay algo en lo que buena parte de la comunidad del anime coincide es en el odio irracional al CGI. Ya escribimos en su día un artículo defendiendo esta herramienta —que, como cualquier otra, puede ser útil si se usa de manera correcta—, así que no quiero repetirme en exceso. En cualquier caso, hace años el CGI estaba aún peor visto por la comunidad. Ejemplos como el infame Berserk (2016) habían provocado el rechazo visceral a esta herramienta que cada día se hacía un hueco mayor en la industria. Y entonces, en mitad de esta marejada de opiniones críticas y malos usos de la animación 3D, surgió un estudio que se planteó lo impensable: producir un anime completamente en CGI. ¿Lo sorprendente? El resultado final fue impecable. Estamos hablando de Studio Orange y de su obra maestra, Houseki no Kuni.
Houseki no Kuni se emitió en el año 2017 bajo la dirección de Takahiko Kyougoku —quien también ha trabajado en Beastars y ha dirigido varias temporadas de Love Live!—. Su estreno fue más bien discreto, y esta obra animada en su totalidad con CGI no destacó por encima de sus coetáneas. Sin embargo, con el paso de los meses, el boca a boca y algunos análisis por YouTube facilitaron la difusión de este anime, que fue catalogado como «vanguardista» y «visualmente apabullante» por gran parte del fandom de internet.

La trama de Houseki no Kuni acontece en una Tierra muy alejada hacia el futuro, habitada por unas no orgánicas llamadas Gemas. Todas y cada una de ellas viven en un pequeño templo bajo el amparo de su Maestro, el único personaje, a priori, que parece humano. No obstante, su vida pacífica se ve interrumpida a menudo por la presencia de los «Lunarians», una especie procedente de la Luna que quieren dar caza a las Gemas para usarlas como joyería o decoración. La protagonista de esta historia es Phosphophilita —Phos para los amigos—, una gema muy poco resistente y cuya utilidad en batalla por esto mismo es casi nula. Joven e inexperta en comparación con sus hermanas, el Maestro le solicita realizar una enciclopedia en la que pueda recopilar todo el conocimiento del mundo que le rodea.
Si ya esta sinopsis resulta desconcertante, el worldbuilding que se construye en la obra no se queda atrás. Nos situamos en una Tierra futurista, pero sin rastro alguno de la humanidad. Las Gemas son seres inorgánicos, como comentaba, y los «Lunarians» ni siquiera siguen las leyes físicas ni poseen una tangibilidad aparente. El mundo de Houseki no Kuni es extremadamente raro e inquietante, como la maqueta de una realidad imposible e incluso difícil de concebir en la imaginación. Detrás de todo esto se encuentra la mente de Haruko Ichikawa, la mangaka que creó esta historia desde cero, y quien decidió plantarnos en un espacio tan extraño como simbólico.
Y es que el simbolismo es una de las características fundamentales de esta obra. Desde la estética budista e hinduista, hasta la explicación del origen de las Gemas y los «Lunarians» —quienes son las manifestaciones físicas de los cuerpos y las almas de los humanos extintos—, toda esta historia está impregnada de profundas metáforas y alegorías en torno a la vida, la muerte, la depresión, la soledad o la futilidad de la existencia mortal. Houseki no Kuni es mucho más que una historia de supervivencia de Gemas contra «Lunarians», mucho más incluso que una narración biográfica de las penurias que sufre Phos: es una radiografía de la psique humana.

Gran parte de los personajes pasan por situaciones traumáticas, y esas vivencias dejan en ellos grandes huellas emocionales. Phos es el ejemplo perfecto de esto, no solo por su complejidad psicológica sino por la evolución —o, mejor dicho, involución— que sufre a lo largo de la historia. Engañada, traicionada e ignorada por aliados y enemigos, su viaje hacia la locura es una de las características fundamentales de Houseki no Kuni. Si bien existen otros personajes interesantes y dignos de analizar, ninguno alcanza las dimensiones de Phos. Cada pequeño arco es un clavo más en su ataúd —psicológicamente hablando—, y la obra en ningún momento le da tregua, pues su demencia es, precisamente, uno de los pilares fundamentales que sostienen este manga y su adaptación animada.
Tanto la trama como los temas filosóficos que esta trata se vertebran en torno a Phos y a su sufrimiento. No es un desarrollo agradable de presenciar, pero es digno de admirar cómo Haruko Ichikawa construye y deconstruye a conciencia a su protagonista. Aún no sabemos cómo acabará Houseki no Kuni, pero parece seguro que Phosphophilita —su historia y su filosofía de vida— se analizará durante años y marcará un precedente en la literatura japonesa a la hora de construir hasta el más mínimo detalle la psicología de un personaje a través de sus traumas.
Esta demencia se traslada más allá de su protagonista y de su worldbuilding tan imaginativo. El mismo arte de Houseki no Kuni, con esa estética sincrética entre el hinduismo y el budismo, resulta tan alocado como original. Más allá del minimalismo que refleja gran parte de las viñetas de la obra, Haruko Ichikawa pretende impactarnos con unas imágenes que parecen sacadas de un museo de arte moderno. El vanguardismo futurista y el surrealismo se entremezclan para dar vida a las ideas demenciales que posee este manga. Sin el dibujo tan expresivo como simbólico de Ichikawa, nunca se podría haber retratado con tanta fidelidad la inestabilidad psicológica de Phos ni se habrían podido expresar los temas de la obra con una destreza tan magistral. No cabe duda de que el arte de Houseki no Kuni, en tanto que aporta nuevas dimensiones a su obra, es un elemento esencial a la hora de analizar este manga.

Durante todo el artículo, hemos dado bandazos entre el manga y la adaptación animada. Creemos que este es el abordaje más correcto para una obra que revolucionó la forma de aplicar el CGI en un anime y que, a su vez, ha destacado por encima de muchas historias escritas coetáneas tanto por la calidad de su historia como por la profundidad de sus temas y personajes. El anime de Houseki no Kuni es una obra recomendable —a pesar de que solo adapta el tramo inicial de la obra—, pero su manga no se queda atrás. Todo lo contrario. Engrandece una adaptación que ya brilló por sí sola como una piedra preciosa y le da una continuidad a una trama que no ha dejado de escalar y complejizarse con el paso de los tomos. Lo mejor que podemos hacer, en cualquier caso, es disfrutar de esta obra, del viaje de Phos y de todos los personajes que la rodean. Existen pocas historias tan dementes e imaginativas como Houseki no Kuni. Recreémonos en ella y observemos cómo el paso del tiempo la inmortalizará en el legado cultural.