Bleach: el alma sí muere (Parte 2)

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Este artículo es una continuación de Bleach: cuando el fénix no renace de sus cenizas, que podéis visitar clicando en este mismo enlace

Podría decirse que lo peor del arco de Hueco Mundo no es el plagio descarado del de la Sociedad de Almas casi punto por punto, sino el trato de uno de los personajes del grupo principal, Orihime. Llevaba teniendo un arco de fondo, de fortalecimiento, bastante necesario para el personaje pero, por desgracia, este se ve cambiado drásticamente a la de una damisela en apuros que no sabe hacer nada. Y eso que Rukia estaba en una posición donde no tenía sus poderes y aceptaba su muerte. Pero al menos eso estaba mejor desarrollado.

Después del Arco de Hueco Mundo tocaba el de la Batalla por Karakura, el cual cambiaba el foco del protagonismo y, en parte, ayudaba un poco al agotamiento que estaba sufriendo la serie tomos antes. Aizen es el villano titular de este arco, y de al menos un tercio de la serie desde su relevación. Un tipo inteligente, meticuloso que no da puntada sin hilo, y que resulta que tiene quizás el poder más roto de todo el manga, tan roto que solo lo derrotan… cuando deja de usarlo porque piensa que convertirse en un dios renta más.

Aizen tiene la capacidad de crear ilusiones totales, es decir, provocar imaginarios que se ven, se huelen e incluso parecen sentirse reales. Y si creéis que no es un poder lo suficientemente roto, resulta que por méritos propios es más fuerte que cualquier capitán de la guarnición porque sí, porque puede. Esta infamia llega a ser tan ridícula en cuanto a lo poderoso que es que cuando una de las capitanas parece vencerlo con su habilidad, picándole dos veces con un dedal que provoca la muerte inmediata y total, lo echa por tierra comentando una nueva mecánica en las dinámicas de poder de los shinigami que no se había explicado en los más de 40 tomos que lleva la serie.

Mis acusaciones hacia Aizen no van de que sea el concepto de un enemigo imparable y ridículamente poderoso, pues ese es un tropo como cualquier otro y ha sido usado en centenares de obras. Más bien la crítica se esboza en lo pobremente que está llevado a cabo. Plantear un obstáculo imposible no es difícil, pues la enjundia se encuentra en su elaboración y tratamiento, pero conforme más sabemos de Aizen, ya sea por sus motivaciones o aspiraciones, menos terminamos por creérnoslo.

Light Yagami, por citar otro personaje bastante poderoso en términos más intelectuales, no está exento de errores y fallos constantes que lo hacen humano, aunque sea ridículamente maquiavélico. Aizen acaba convertido en cierta manera en una parodia de sí mismo. Siempre con una estrategia sacada de la manga que, o rompe con lo establecido, o simplemente niega el efecto de algo que sí se había desarrollado en el pasado. Porque puede. Porque los límites se los marca el autor, nunca mejor dicho.

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Recordemos que en su momento se le veía como un capitán bastante estándar y, paradójicamente, uno de los pocos a los que les parecía extraño todo el juicio en torno a Rukia. De hecho, llegó un punto que el manga evita tratar, pero es que Aizen descubre los motivos de una conspiración contra la sociedad Shinigami y, por desgracia, antes de poder hacer un informe sobre ello es presuntamente asesinado. ¿Sabéis quién vio al capitán preocupado sobre esto antes de morir? Su subcapitana, Hinamori, y nosotros. La subtrama de Hinamori sobre seguir los pasos de Aizen no se desarrolla en ningún momento y, de hecho, se le pasa el relevo a otro capitán, Hitsugaya. Y aquí el problema: ¿qué conseguía Aizen sembrando la semilla de la duda sobre las acciones de la Central 46? Nada. De hecho, hubiera sido un movimiento estúpido teniendo en cuenta que casi toda la totalidad del Gotei 13 estaba demasiado enfrascada en la ejecución de Rukia y muy pocos habían puesto en duda la decisión del juicio, ¿para qué marear la perdiz cuando todo estaba saliendo perfecto?

Y aquí voy a entrar en el peligroso terreno de la especulación y es que creo que Aizen no iba a ser uno de los villanos principales de la serie, sino Gin. Su asesinato por parte de Gin Ichimaru era más que obvio, pero los editores debieron de arrepentirse de esta decisión. Quizás poner a Gin como el villano de la historia quedaba demasiado obvio y necesitaban de un plot twist potente, así que decidieron retconearlo de forma draconiana. ¿Una Zanpâkuto tan poderosa que solo su shikai provoca hipnosis total y ha engañado a todos, incluido a los jefazos? Solamente con ese poder, Aizen podría haber gobernado desde las sombras el propio mundo de los shinigami, ¿por qué hacer una invasión con Arrancar que luego no sirvió de nada si él hizo todo el trabajo? ¿Por qué revelar lo de la Hogyoku ante la integridad total de la Sociedad de Almas?

Como veis, quizás esto sea buscarle tres patas al gato, pero no puedo quitarme la sensación de la cabeza de que Bleach llevaba bastante arrastrando problemas en su guion. Era cuestión de tiempo que estallasen. Aizen es solo uno más de la larga lista de fallos de la serie cuyo punto álgido fue cuando en la batalla final entre Ichigo y Ywatch, se resolvió por medio de elipsis y años más tarde. Una decisión que todo lector de la serie ha, como mínimo, cuestionado, porque es que era imposible no ver semejante desastre.

Si me he centrado más en el capitán de la 6 División en vez del arco de los Arrancar, es porque este último no tiene mucho que ofrecer. Ya dije que es un calco casi punto por punto del de la Sociedad de Almas. Tiene sus buenas batallas, pues Tite es un maestro a la hora de jugar con los espacios y la acción. Pero ojalá esa calidad se transpirara en otras cosas.

Con la humillante derrota de Aizen por medio de otro deus ex machina, tocaba reposar todo e ir hacia otro camino. Ichigo había perdido los poderes de shinigami y ahora mismo era un humano normal y corriente (aunque esto último es debatible).

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A Tite no le veo como el culpable real de esto, pues el modelo de producción japonés es infernal y más en una serie semanal. Y eso por no hablar de los constantes cambios pedidos por los editores de la Jump, conocidos especialmente por ser especialmente duros y poco negociadores a la hora de modificar o encaminar cosas de una obra. No sería extraño que ciertos cambios que vemos criticables sean fruto de forma directa o indirecta de estos mismos.

Hoy en día Bleach es una carcasa llena de marketing y poco más, la última novedad relevante de la serie ha sido el piloto del spin off de la misma que retoma la historia años después. Una especie de Boruto de periodicidad dudosa, si lo preferís ver de esa forma. Y casi que mejor, porque recientemente Tite Kubo ha sacado una serie llamada Burn The Witch, cuya periodicidad es más frecuente pero no tiene esa producción de capítulo a la semana, y la calidad resulta cuanto menos notable. Me he dado cuenta de que Tite no ha perdido su toque, aunque esta historia de brujas y dragones esté ambientada en el mismo universo que Bleach, lo cual produce un poco de cansancio.

La necesidad de cambiar el sistema de producción del manga y del anime es una realidad cada vez más obvia y atenuante. Aunque parece que Japón, más en concreto sus editoriales, se niegan a ver el elefante en el salón y es evidente que el hacer oídos sordos a los problemas o el sacar márgenes de ventas positivas es lo único que les importa.

Solo espero que, de salir una serie que sea como Bleach esta no sufra los reveses y problemas que tuvo. Porque la historia de Ichigo Kurosaki tenia potencial suficiente como para plantarle cara a dos de las grandes como son Naruto o One Piece. Porque a pesar de sus fallos aún había algo de ese corazón que me conquistó desde el primer capítulo. Porque el capitalismo es una carnicería que solo sabe despiezar y dejar la casquería de cualquier producto cultural.

3 comentarios en “Bleach: el alma sí muere (Parte 2)

  1. como la tiene adentro con Bleach el que hizo este post jajajaja. Lo que más me hizo reír fue «el arco de su padre como Shinigami sustituto» hermano al menos prestale atención a la serie o léela en vez de tirar sofismas a diestra y siniestra

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