La importancia de éstos tiene que ver con su origen, y éste, como el del hiragana —sobre el que se habló en otro artículo de la web— tiene que ver con las mujeres. Éstas, hasta finales del siglo XIX, tenían completamente prohibido actuar en el kabuki y a día de hoy no hay muchas dentro de la actuación. Sin embargo, esto no fue siempre así, ya que ellas fueron las que crearon y popularizaron esta forma de teatro, concretamente todo empezó con una mujer llamada Okuni.
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Hiragana: La mano femenina
Para poder entender su origen es importante tener algo de contexto sobre el japonés y de las circunstancias históricas y sociales en las que nace el hiragana. En su origen, y sin pruebas que demuestren lo contrario, el japonés era una lengua que no poseía un sistema de escritura autóctono, toda comunicación era oral. Así, y tal y como explica el traductor y especialista en literatura japonesa Carlos Rubio en su libro «Claves y relatos de la literatura japonesa» (libro que recomiendo leer): 'cuando alguien deseaba transmitir a los demás una noticia o un relato importante, se recurría a un narrador o kataribe, oficio comúnmente desempeñado por mujeres (…)'. De este modo, las mujeres tenían un papel importante en transmitir y preservar la literatura oral. Sin embargo, Japón acabaría adoptando finalmente un sistema de escritura, proveniente de China: los «hanzi», ideogramas que en Japón se conocen como los «kanji». La primera prueba que encontramos de la introducción de los kanji en el país data del año 538, cuando un rey coreano envía, junto con varias imágenes de Buda, unos sutras escritos con estos caracteres chinos. Se cree que antes de este año los japoneses ya tenían conocimiento de éstos pero no es hasta este momento en el que se impulsan oficialmente como sistema de escritura, concretamente en círculos cortesanos.