Revisitando Tombi!: La saga más cerda

Si hay una consola a la que recordemos con un sinfín de mascotas de plataformas, esa es la primera PlayStation. Al contrario que con las consolas de Nintendo y Sega —que también tenían varias, pero estaban opacadas por Mario y Sonic—, la primera consola de Sony se convirtió en una batalla campal por ver quién se quedaría como personaje icónico de la compañía durante los años venideros. La pugna que acabó coronando a Crash Bandicoot —y dejando al bueno de Spyro en un segundo lugar— tuvo muchos competidores de distinta popularidad incluyendo a figuras como Parappa o Croc pero, aprovechando que la remasterización de su segunda entrega está al caer, queremos reivindicar a una de las pequeñas franquicias que pasó sin hacer mucho ruido pero que se quedó con el corazón de muchos.

Tombi! —cuyo nombre original fuera de Europa es Tomba!— es una serie de juegos desarrollada por la ya difunta Whoopee Camp a finales de la década de los noventa. En estos títulos encarnamos al muchacho homónimo, un niño salvaje de pelo rosado que de una forma o de otra acaba en un gran conflicto contra el nefario ejército de los cerdiablos, grupo que asola al mundo con su magia oscura y suele poner trabas en el viaje de nuestro pequeño héroe. Con un estilo muy similar al de un metroidvania pero con un enorme énfasis en las plataformas, el núcleo de esta bilogía se basa en el sistema de eventos. Se trata de una serie de misiones —más de 100 por juego—, tanto principales como secundarias, que engloban toda la aventura y marcan tanto el ritmo de las zonas individuales como el progreso global del juego. El jugador tendrá que ir yendo y volviendo entre los extravagantes mundos que ofrece cada entrega para ir cumpliendo todas las tareas que aparezcan, algo que, unido al reducido tamaño de cada zona, convierte a la aventura en un pequeño puzle dentro de un diorama, más similar a títulos como Link’s Awakening que a Symphony of the Night.

Los mundos de Tombi! suelen ser estrambóticos / © Whoopee Camp

El primer Tombi! salió en 1997 y pone al simpático niño en la búsqueda del brazalete de su abuelo, lo que le lleva a explorar la isla y entrar en contacto con la civilización. Es ahí donde descubre que los cerdiablos están haciendo de las suyas y maldiciendo a todos los diferentes pueblos —a porcino por maldición y zona—, situación que interrumpe el periplo de Tombi y que toma la batuta de la progresión del juego. Habrá que vencer a siete diferentes brujos para completar la historia, cuya derrota individual hará que su influencia desaparezca sobre el pueblo que maldijo, cambiando radicalmente cómo funciona el nivel a modo de nueva pista sobre cómo avanzar. Para conseguir esta tarea, el jugador tendrá primero que explorar el mundo y buscar las bolsas de cerdiablo —cada una compartiendo el color de un villano— que estarán repartidas por las diferentes áreas y requerirán de cumplir algunos eventos paralelos con sus respectivas investigación. Después de conseguir una bolsa concreta, la puerta correspondiente aparecerá en un lugar específico del juego, invisible hasta que uno se acerque lo suficiente, para comenzar la batalla de rigor con el mago de turno. Toda esta búsqueda en varias capas es el corazón de este título que, como dijimos anteriormente, convierte la aventura en un gran puzle a desentrañar pero en el que es fácil perderse.

Dos años después de la salida de la primera entrega salió a la venta la secuela, a la que se le dio el subtítulo en España de «El regreso de los cerdiablos». Ahora es Tabby, la mejor amiga de nuestro héroe, a la que hay que buscar en las diferentes zonas de rigor y, aunque no deja de ser más o menos la misma formula que el anterior, tiene algunas variaciones en el diseño. Tombi! 2 aumenta la profundidad de la gameplay gracias a la introducción de trajes —que dan habilidades pasivas como poder nadar o planear— además de un abanico mucho más amplio de habilidades, pero maneja su progresión de una manera diferente a la primera entrega al ser algo más lineal. Al igual que el juego anterior, nuestro protagonista tendrá que enfrentarse a otro grupo de cerdiablos —cinco en lugar de siete— y capturarlos en las bolsas que iremos consiguiendo por la historia principal, que tendrá una disposición mucho más enfocada que en su predecesor. Cuando uno termina la última de las áreas principales y consigue la ultima bolsa, el juego hace conectar este mundo final con la zona inicial, colocando aquí al primer jefe del juego y recontextualizando toda la estructura de éste. Ahora tendremos que revisitar las zonas —con todas las mejoras de movimiento desbloqueadas— y finalizar tanto los eventos que no se podían hacer por falta de habilidades para derrotar a los enemigos principales, que a su vez como en el anterior juego volverán a cambiar el mundo que maldijeron —permitiéndonos más exploración— cuando son derrotados.

Durante la bilogía tendremos que ayudar varias veces al simpático pero torpe mono Charles / © Whoopee Camp

Los juegos de Tombi son obras muy pequeñas —la aventura principal de cada uno puede terminarse en menos de cuatro horas si sabemos por dónde ir— pero que encajan muy bien y tienen mucho fondo si exploras gracias a su amplio sistema de misiones, además de que son metroidvania muy cómodos para rejugar. Por eso, si tenéis unas horitas y os apetece un plataformas fresco y lleno de recovecos, haceos un favor y probad la edición remasterizada del primero mientras se espera por la fecha de la versión equivalente de su segunda parte, momento en el que habrá que seguir esperando si ocurre un milagro y hay algo nuevo entre manos. A la vista de que han traído al creador original para las remasterizaciones, no sería tampoco descabellado ver un nuevo proyecto en camino, dando fe de que ha vuelto hasta Bubsy.

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