Un viaje por la naturaleza humana: La obra de Muneyuki Kaneshiro

Aunque a día de hoy es universalmente conocido por ser el guionista del célebre manga de fútbol Blue Lock, lo cierto es que Muneyuki Kaneshiro arrastra a sus espaldas una más que interesante colección de obras. Debutó en 2011 y en apenas 14 años ha guionizado más de diez series y one-shots sobre temáticas y géneros muy variados, pero en los que suelen aparecer continuamente algunas de las obsesiones del autor; especialmente, Kaneshiro parece determinado a representar en sus obras diferentes aspectos de la psique y la naturaleza humanas. Y aunque el desarrollo y la escritura de personajes no son su mayor fuerte en la mayoría de sus mangas, lo cierto es que consigue plasmar esos aspectos muy bien. En este artículo queremos hacer un recorrido por su obra, su evolución y cómo toda su carrera culmina en la que probablemente sea su obra definitiva, que no es otra que Blue Lock, que bebe de lo que hace en series anteriores.

Poco sabemos de la vida personal de este autor aparte de que nació el 9 de diciembre de 1987 y es natural de Osaka. Asistió a la Universidad de Kyoto Seika, conocida por sus programas para formar a creadores de manga y anime; así pues, Kaneshiro ya aspiraba a convertirse en mangaka desde joven.

No, esto no es Blue Lock / © Kodansha

Su primer manga realmente data de 2008 y se trata del one-shot Dokuchi Elementary School Story, que recibió un premio en el 80th Shūkan Shōnen Magazine Newcomer Manga Award. Su debut como profesional, como hemos anticipado, se produjo en 2011 con As the Gods Will, serializado en la Bessatsu Shonen Magazine de Kodansha, donde contó con la pluma de Akeji Fujimura, que fue el encargado de ilustrar el guion de Kaneshiro. Lo cierto es que As the Gods Will es una serie muy interesante por muchos motivos: para empezar, es un exponente del género de los killing games antes de que empezaran a estar de moda (al fin y al cabo, data de casi la misma época que el primer Danganronpa), y no solo eso, sino que esté centrado en juegos infantiles diez años antes de la aparición de la popular serie coreana El juego del calamar la convierte en una pionera. Por otro lado, en la secuela de As the Gods Will —que data de 2013— podemos ver las semillas de algunos temas que años después Kaneshiro abordaría en Blue Lock, lo que nos hace sospechar que llevaba tiempo planeando escribir esta serie.

Pero vayamos por partes: la primera serie de As the Gods Will bebe más del típico survival y nos deja con muchas incógnitas (además de con un impactante giro de guion al final); como curiosidad, también cuenta con una adaptación a película live action dirigida por el legendario Takashi Miike, aunque toda la parte del final es distinta en el filme. Es en la segunda entrega de la serie donde realmente el autor comienza a centrarse en temas más psicológicos, planteando cuestiones como hasta dónde es capaz de llegar alguien para sobrevivir o la dicotomía esperanza/desesperación y a lo que conduce cada una de ellas, que son una obsesión y una constante en su obra. También en esta segunda parte encontramos personajes más interesantes; destacamos a Kiyoshiro Ushimitsu, que tiene una peculiar obsesión con el protagonista. Y hablando del protagonista, Kaneshiro parece sentir debilidad por los personajes principales analíticos y racionales, pues Yasuto Akashi, la figura protagónica de la segunda saga de As the Gods Will, no puede dejar de recordarnos a Yoichi Isagi de Blue Lock.

En As the Gods Will, Kaneshiro reflexiona sobra la naturaleza y origen de la divinidad / © Kodansha

En cuanto a las semillas que planta aquí y que luego desarrolla en Blue Lock, las encontramos nada más empezar. El protagonista y su mejor amigo juegan en el equipo de fútbol del instituto y mencionan que, si hubiesen marcado en el último partido que jugaron, habrían conseguido llegar al campeonato nacional (esta premisa resulta familiar, ¿verdad?). Además, hay algunas viñetas en las que Akashi muestra su habilidad con el balón y que sin duda recuerdan al célebre manga de fútbol que posteriormente se convertiría en la obra insignia de Kaneshiro.

Del año 2011 también data la adaptación a manga de Dragon Collection, un juego para móviles de Konami; sin embargo, esta es la obra más impersonal de Kaneshiro y la que menos impronta suya tiene; se nota que se trató de un encargo, por eso solo la mencionaremos de pasada. Básicamente, en ella el juego se convierte en realidad y los protagonistas pueden usar las criaturas de Dragon Collection para luchar en nuestro mundo.

Tras As the Gods Will, en 2013 el autor comenzó a publicar Billion Dogs, contando esta vez para el dibujo con Naoki Serizawa y cambiando completamente de género, pues en esta ocasión se trata de un manga que mezcla robos con una búsqueda del tesoro, una inusual mezcla de Ocean’s Eleven con Golden Kamuy, por así decirlo; la comparación con este último manga no es baladí, pues los protagonistas de Billion Dogs utilizan tatuajes como pistas para dar con una exorbitada cantidad de dinero. Al tratarse de una serie corta y por su temática, es muy entretenida y fácil de leer, y lo que más llama la atención son los personajes, que son muy ambiguos moralmente; este tipo de personaje es muy del gusto de Kaneshiro y ya pudimos intuirlo en As the Gods Will, pero aquí se hace patente más que nunca y lo seguiremos viendo en sus siguientes obras.

En 2014, Kaneshiro guionizó Invisible Joe con el apoyo de Sera Kasera en el dibujo. Esta brevísima serie, de tan solo 17 capítulos, fue muy probablemente cancelada, pero aun así presenta una premisa bastante interesante y que en parte nos recuerda a Sakamoto Days, pues trata de un chico asesino con poderes que mata a gente por encargo. Lo que más llama la atención es que al protagonista no se le permite cuestionar lo que hace, y en el momento en que lo intenta se le pide que no lo haga. Esto es llamativo, como decimos, porque por lo general a Kaneshiro le gusta enfrentar a sus personajes a decisiones morales difíciles en las que la respuesta del protagonista no es una opción ni otra de las dos que se le ofrecen, sino una tercera que es su propia vía.

Bokutachi ga Yarimashita refleja el horror de tener que vivir con la culpa de haber cometido un terrible delito / © Kodansha

Para cuestiones de moral y ética tenemos la siguiente obra de la lista, de 2015, Bokutachi ga Yarimashita, que cuenta con el estilo de dibujo de corte más realista de Hikaru Akari. Si se nos permite la apreciación, esta serie es de las mejores obras guionizadas por Kaneshiro, y si no la ponemos por encima de Blue Lock es simplemente por el tremendo cariño que le tenemos al spokon de fútbol. Lo cierto es que, en su inicio, Bokutachi ga Yarimashita no parece que vaya a ser nada especial, pero resulta ser una especie de Crimen y castigo (salvando las enormes distancias, claro) sobre la culpa y afrontar las consecuencias de nuestros actos. En este manga, un grupo de amigos del instituto llevan demasiado lejos una broma en venganza contra unos bullies y acaban provocando la muerte de varios compañeros de otra escuela sin pretenderlo. Los protagonistas tampoco son precisamente trigo limpio, así que volvemos a ver cómo Kaneshiro enfrenta a personajes moralmente grises a dilemas éticos. Se trata de una lectura muy recomendada, sin duda.

Prosiguiendo nuestro viaje por la obra de este autor, la siguiente data de 2017 y cuenta con un título peculiar, sin duda a la par de su bizarro contenido: se trata de Jagaaaaaan. En este manga, uno de los más largos de Kaneshiro, donde contó con el dibujo de Kensuke Nishida, el guionista se aventuró en el terror y concretamente el body horror, elementos que posteriormente también incorporará en Blue Lock, aunque parezca imposible, sin dejar de lado la acción, por supuesto. En Jagaaaaaan explora los deseos humanos como concepto, su represión y manifestación. Y si bien esta idea podría parecer, en principio, muy atractiva, lo cierto es que en este caso lo lastra la ejecución y que la obra esté más centrada en la acción que en el terror. Habría sido mucho más interesante que el autor decidiera apostar por este segundo, pero entendemos que al final las peleas venden más.

Pese al peculiar setting de Grashros, el autor no deja de reflexionar sobre la individualidad, tema que posteriormente también tratará en Blue Lock / © Kodansha

También de 2017 es Grashros, para la que volvió a contar con el dibujo de Akeji Fujimura, pero esta vez con un setting y una historia muy diferentes a los de As the Gods Will. La verdad es que, en general, tiene un planteamiento bastante original: está ambientado hace 30.000 años, y además el eje de la historia es la sed de venganza del protagonista contra un violento mamut que asoló su aldea. Este protagonista, Akuu, supuestamente porta una maldición por haber nacido en una noche de luna aciaga. De hecho, debería haber muerto nada más nacer para no traer la desgracia a su pueblo. Pero el protagonista convierte ese terrible sino en una oportunidad para demostrar que es posible elegir su propio destino —nuevamente, uno de los temas favoritos de Kaneshiro vuelve a aparecer—. El autor también aprovecha esta ocasión para reflexionar sobre la inclinación hacia la violencia de la especie humana y cómo, siendo que perfectamente podríamos vivir en paz, por algún motivo acabamos eligiendo la guerra.

Tras Grashros llega, ahora sí, la que para esta humilde redactora es la ópera magna de Kaneshiro: Blue Lock. En esta ocasión, el mangaka cuenta con el dibujo del talentoso Yusuke Nomura, quien previamente trabajó como ayudante para Hajime Isayama (Shingeki no Kyojin). Según el propio Kaneshiro, el motivo por el que eligió a Nomura como ilustrador es que es particularmente bueno dibujando los pies sobre el suelo, la mitad inferior del cuerpo y la acción en movimiento.

«Imaginad que estáis en la final del mundial…». El comienzo de Blue Lock es absolutamente icónico / © Kodansha

Pero yendo al argumento en sí, haber leído el resto de la obra del autor hace que este manga cobre aún más importancia, y es que vemos que en él recoge temas y tramas que ya trató en historias anteriores. Para empezar, lo que hace interesante a Blue Lock es que en sus inicios está planteado como un survival / killing game, como As the Gods Will, pero usando el fútbol como vehículo. Esto hace que de por sí sea una obra distintiva de otros spokon más centrados en clubes de instituto y en ir al típico torneo nacional —de hecho, Kaneshiro demuestra ya desde el principio su intención de alejarse de ese tropo haciendo que el protagonista pierda la ronda clasificatoria para ir al nacional de fútbol—; pero no es el único elemento diferenciador: y es que Blue Lock realmente está planteado como un shonen de peleas más que como un manga típicamente deportivo, pero sin que deje de dar la sensación de que estás leyendo un spokon. Aquí Kaneshiro vuelca todo su conocimiento y experiencia habiendo guionizado previamente mangas de peleas, pero no solo eso, sino que también incorpora elementos de terror e incluso body horror —y aquí la mano de Nomura demuestra ser también especialmente valiosa tras haber dibujado antes un manga de terror, Dolly Kill Kill—. Interesante es también el tema del ego y la individualidad, que son el motor de la trama, y que constituyen una excusa para criticar el inmovilismo de la mentalidad japonesa.

De Blue Lock surge su spin-off, Blue Lock: Episode Nagi, centrado en Seishiro Nagi como protagonista. En esta ocasión cuenta con el dibujo de Kota Sannomiya, que trabajó como ayudante en Blue Lock. El manga acabó recientemente con un total de 8 tomos; Kaneshiro quería explorar la historia hasta el final de la Segunda Selección desde el punto de vista de Nagi (que es, además, su personaje favorito). En Episode Nagi encontramos los mismos temas que en el manga original, pero además ahonda en la psique de Nagi, y resulta interesante ver los acontecimientos de la historia desde el punto de vista de ambos protagonistas y las diferencias que existen entre los dos. En el manga original, llegado un punto, se establece la diferencia entre genio y prodigio; un genio nace con talento mientras que un prodigio lo desarrolla a través de su esfuerzo. No obstante, un genio no es nada si no tiene motivación y un propósito, y precisamente por eso Nagi es un personaje interesante, ya que se trata de un genio perezoso.

Cronológicamente hablando, la última obra de Kaneshiro es Super Ball Girls, que empezó su publicación en 2022 y actualmente todavía está en curso. Para esta obra, Kaneshiro forma dúo con el dibujante Akira Hiramoto, al que conocemos por ser también el autor de Prison School. Y lo cierto es que probablemente estemos ante el manga más bizarro y peculiar de este guionista: en él, el protagonista se encuentra con una bola de la que surge una chica. Al besarla, descubre que esta da lugar a otras chicas que nacen de bolas. Pero estas chicas no son humanas corrientes, sino que pertenecen a una desconocida especie superpoderosa. Aparte del alto contenido erótico del manga, esto da pie a reflexionar sobre la razón de la existencia de las chicas (que, en realidad, puede extrapolarse a los humanos mismos). Es cierto que es posiblemente la obra de Kaneshiro que más cueste recomendar, pues sin duda no es para todo el mundo, pero es interesante aun así.

Super Ball Girls es un manga ecchi pero eso no significa que no haya espacio para la reflexión sobre conceptos interesantes / © Shogakukan

Una vez hemos hablado de toda su trayectoria, queremos dedicar unas líneas a comentar sus temas más frecuentes y explorados, pero primero queremos hacer hincapié en el punto más débil de Kaneshiro, y ese son sus personajes femeninos: lo cierto es que, por lo general, a este autor se le da fatal escribir personajes femeninos y en muchas ocasiones roza el sexismo y la misoginia con ellos (si no es que directamente los alcanza).

Pero, volviendo a los temas que trata, ya hemos comentado brevemente que suele crear personajes grises a los que enfrenta a decisiones morales difíciles (de las que, muchas veces, la salida es una tercera vía propuesta por el propio personaje, como ya hemos dicho). Kaneshiro es, además, un autor excelente reflejando la bajeza humana, siendo muy bueno detallando a qué es capaz de llegar alguien en situaciones límite y no tan límite. También quizá por estos dos aspectos no suele hacer finales totalmente felices, sino que dejan un regustillo amargo. Por otro lado, parece tener obsesión con ciertos temas: por ejemplo, podemos observar que varios de sus protagonistas (As the Gods Will, Super Ball Girls) se quejan de que nada pasa en su vida, que llevan una vida cotidiana demasiado anodina. Esto al final es, por supuesto, una excusa para mover la trama hacia adelante y hacer que pasen cosas interesantes, pero resulta curioso como poco. También, por algún motivo, el autor parece insistir en incluir en sus obras a padres ausentes o maltratadores, puede que para generar empatía hacia los personajes con el típico trasfondo trágico.

En definitiva, la obra de Kaneshiro resulta interesante y muy atractiva gracias a la variedad de temáticas y géneros que trata. Es cierto que no se trata ni mucho menos de una carrera impecable en la que todas las obras brillan con luz propia, pero sí que cuenta con alguna que otra joya que merece la pena leer. Lo cierto es que es un autor con altibajos, pero sí podemos decir una cosa que transpira al leer toda su obra y algunos de los comentarios que él mismo hace: se trata de un guionista con una profunda pasión por su trabajo, al que le encanta hacer manga y que se divierte creándolo y experimentando con sus ideas. También creemos que es un autor que conoce el medio y que ha leído mucho manga antes sobre el que basarse y edificar su propia obra. Kaneshiro no es ningún genio, desde luego, pero sí que es un autor muy genuino y honesto con lo que hace, además de dedicado a su trabajo, y eso es algo que en esta casa apreciamos por encima de todas las cosas.

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