El divertido y surrealista minimalismo de CHUCHEL

Amanita Design es un pequeño estudio independiente afincado en República Checa que se caracteriza por traer propuestas muy interesantes al medio de los videojuegos. Con una trayectoria marcada por aventuras point-and-click como Machinarium o Botanicula, el nombre de esta desarrolladora suele ser sinónimo de obras bastante imaginativas, con mucho mimo detrás y que buscan alejarse de las convenciones de un género tan explorado como es el de las aventuras gráficas.

Muy en esta línea, aunque con un enfoque algo diferente, encontramos CHUCHEL, título lanzado por el estudio checo en 2018 que nos brinda una su aventura minimalista, divertida, bastante alocada y sumamente original que hoy os recomendamos.

A Chuchel, protagonista del juego homónimo, le cuesta mucho despertarse / © Amanita Desing

La trama nos presenta a Chuchel, una criatura perezosa, tontorrona y bastante gruñona a la que han arrebatado la apetitosa cereza que se iba a desayunar. Tras recibir la noticia, emprende una intensa carrera por recuperarla mientras compite con un rival por ver quién se la come primero. El calvario de Chuchel por recuperar su desayuno y el tira y afloja que mantenido en la competición es el hilo conductor de una historia sumamente original cuyo punto fuerte es su enorme sentido del humor. Esta es una aventura alocada, surrealista y tremendamente imaginativa, de unas dos horillas y que nos moverá a lo largo de unas treinta escenas que actúan como los puzles del título. Ya se trate de desafíos independientes o ligeramente conectados entre sí, nos plantean acertijos más o menos complejos que hay que superar y actuando otras veces como momentos más sencillos que encierran alguna escena humorística por lo general bastante hilarante.

©Amanita Desing

Otro de los puntos que más destacan en CHUCHEL es su apuesta por el minimalismo, algo que se traduce en lo jugable. La manera de hacer frente a las situaciones que se nos plantea desde el juego es interactuar con todo lo que tenemos en pantalla, sin ningún tipo de inventario, lo que simplifica bastante la interacción. Sin embargo, esto no se siente como algo negativo, ya que siempre tenemos muchas opciones a elegir que, sean correctas o no, siempre generarán algún tipo de reacción cómica, por lo que es interesante explorarlas todas por el simple hecho de ver cómo actuarán el escenario y los personajes. Además, a veces la gameplay cambia del estilo point-and-click para dar paso a algunos minijuegos que encierran referencias a otros juegos, tanto clásicos como Pac-Man o Tetris a otros más modernos como Flappy Bird, Angry Birds o el dinosaurio de Google Chrome —bueno, si estos últimos pueden seguir considerándose “modernos”—.

En un entorno tan surrealista como propone CHUCHEL la opción más absurda e imaginativa suele ser el camino más acertado, por lo que el juego nos invita todo el rato a dejarnos llevar por la imaginación y pensar de forma poco ortodoxa. Sin embargo, esto no hace que la dificultad del juego se vuelva complicada u obtusa. Por el contrario, es bastante accesible, ya que la idea de los desarrolladores era ofrecer una experiencia divertida en la cual los jugadores pasaran un buen rato fluyendo de una escena a otra de manera dinámica para que el conjunto no se hiciera demasiado pesado. Además, la aventura cuenta con un sistema de pistas bastante simpático que evita que nos atasquemos, lo que en suma hace de CHUCHEL una experiencia perfecta para todas las edades y tanto para el público más experimentado como para gente que esté menos familiarizada con los videojuegos.

© Amanita Desing

Todo esto viene acompañado por un apartado artístico muy creativo y original —aquí hay que destacar el trabajo de Jaromír Plachý, principal mente creativa detrás de este título—. El sentido del humor simpático y absurdo de la aventura se complementa a la perfección con una estética bastante única que recuerda a estilos artísticos como el surrealismo o el arte naïve. En el juego predominan los colores vivos y unos fondos que parecen de acuarela con sus tonos pastel. Esto se replica también en el aparato sonoro y musical —a cargo del dúo checo DVA—, el cual acompaña a la perfección al resto de la experiencia dándole un cierto toque infantil que combina muy bien con el tono absurdo y humorístico que envuelve a toda la experiencia jugable. Por todo esto, a veces da la sensación de que realmente estamos disfrutando de una película de animación interactiva más que de un videojuego al uso.

En la misma línea, CHUCHEL está protagonizado por un extenso grupo de personajes que, por sus diseños, parecen moverse entre lo onírico y lo inverosímil —en el mejor de los sentidos—. Criaturas imposibles, dibujadas a mano y, ante todo, extremadamente carismáticas, entre las cuales podríamos destacar en primer lugar al propio Chuchel, la bola de pelo a la que acompañamos en todo momento y a la que es muy fácil coger cariño —de hecho, chuchel es una palabra en checo que significa “pelusa”—. El juego carece completamente de diálogos, por lo que los personajes se expresan por medio de gestos y balbuceos lo que, junto a un estilo del humor bastante plástico en que los personajes se deforman y son golpeados, recuerda a la estética cartoon de personajes como la ardilla de Ice Age o dibujos animados clásicos como el Coyote y el Correcaminos.

© Amanita Desing

Sin duda, CHUCHEL es una experiencia muy creativa y en la que se nota el enorme mimo que tiene detrás, que se aprecia sobre en un todo en un sumamente cuidado diseño artístico y de personajes. Con su estilo minimalista, nos ofrece una aventura simpática y muy cómica que invita a pasar un buen rato y dejarnos sorprender mientras nos dejamos sumergir en su imaginativo mundo. Por esto, el título es una experiencia a la que merece mucho la pena dar una oportunidad y que, seguramente, no dejará indiferente a nadie que lo pruebe.

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