El anarquismo —del griego «an- (sin)» y “arjé (principio, poder)”— es una filosofía política, económica y social basada en el rechazo de todo tipo de autoridad. En realidad, desde su aparición a mediados del siglo XIX hasta la actualidad, el anarquismo ha englobado a un gran número de corrientes con diferencias de pensamiento entre sí, pero todas coinciden en su creencia de que cualquier forma de poder o dominio, incluido el Estado, es injusta y perjudicial para el progreso de la humanidad, por lo que debe abolirse. Gran parte de sus pensadores consideran también a la propiedad privada y al capitalismo como formas de dominación, por lo que el anarcocapitalismo y otras teorías económicas capitalistas libertarias están totalmente al margen de la ideología anarquista.
Antes de comenzar, es importante tener en cuenta al hablar del anarquismo en Japón que este nunca fue un movimiento multitudinario. Su tamaño fue siempre bastante reducido, incluso en comparación con otras ideologías de izquierda como el socialismo, por lo que su repercusión en la vida política del país fue por lo general muy limitada. Además, uno de los rasgos característicos de los anarquistas japoneses durante mucho tiempo fue que, en lugar de desarrollar ideas propias adaptadas al contexto nacional, se limitaron a difundir sus ideas por medio de la traducción de los libros de autores extranjeros, como Bakunin o Kropotkin. Esto tuvo a la larga efectos negativos para los anarquistas, ya que provocó que muchos anarquistas japoneses se preocuparan más por asuntos teóricos y diferencias internas que por conectar con los trabajadores del país, lo que les distanció del creciente movimiento obrero japonés.
Antecedentes
Al igual que ocurrió con otras corrientes de pensamiento como el liberalismo o el socialismo, el anarquismo llegó de forma un poco tardía a Asia Oriental. Sin embargo, para cuando las ideas anarquistas llegaron desde Occidente, ya existían desde mucho tiempo atrás corrientes de pensamiento contrarias al gobierno abusivo y al poder centralizado. La más importante era el taoísmo, que, con su principio de wu wei (no actuar), defendía que un buen gobernante debía proceder de la forma más pasiva posible, no oprimiendo al pueblo y dejando que la sociedad se regule de manera autónoma.

Centrándonos más en el caso de Japón, aunque la influencia taoísta era minoritaria, existía una cierta tradición entre los campesinos de organizarse de forma comunal en pueblos y aldeas, aunque siempre dentro del sistema feudal. Además, algunos pensadores anteriores a la apariencia del anarquismo ya defendían ideas que pueden considerarse precedentes de algunos de sus principios. El más destacado fue el médico y filósofo Shōeki Andō, quien en el siglo XVIII sostenía que la naturaleza había hecho iguales a todos los seres humanos, pero que esa igualdad natural se había roto por la existencia de leyes e instituciones que provocaban desigualdad. Por esto, criticaba duramente el sistema feudal y los abusos de la clase gobernante y los ricos sobre el pueblo.
Sin embargo, esta tradición de pensamiento no tenía la popularidad suficiente como para explicar por sí sola la llegada del anarquismo a Japón. El punto clave fue la modernización e industrialización del país a marchas forzadas a finales del siglo XIX, durante la Revolución Meiji, lo que provocó la formación de nuevos intelectuales y una incipiente clase trabajadora abiertos a nuevas ideas.
Buscando poner a Japón al día con las demás potencias occidentales, el gobierno Meiji organizó expediciones de intelectuales a Europa y Estados Unidos para traer al país todo el conocimiento de Occidente. Uno de los enviados a Francia fue Tokusuke Nakae, quien tradujo las obras del escritor ilustrado Rousseau. Cuando volvió a Japón, se había convertido en un decidido liberal partidario de la democracia directa, en la que el pueblo debería poder vigilar continuamente al Parlamento y tomar medidas si este actuaba siguiendo los intereses de las élites y no el bien común. La importancia de Nakae viene de la gran influencia que tuvo en la vida intelectual de su momento, actuando como maestro o precursor de muchas de las futuras figuras clave en el surgimiento del socialismo y el anarquismo en Japón pocos años después.

Shūsui Kōtoku: pionero del anarquismo japonés (1906-1911)
Se considera que el periodista Shūsui Kōtoku, alumno predilecto de Tokusuke Nakae, fue el gran introductor del anarquismo en Japón. Inicialmente de ideología liberal y después socialista, en 1903 dejó su puesto en el periódico obrero donde trabajaba cuando este empezó a apoyar el expansionismo japonés en Asia. Tras esto, fundó con otros compañeros el diario anti-guerra Heimin Shimbun (Diario del hombre común), que fue prohibido por el gobierno Meiji en 1905 por subversivo. Kōtoku había aprovechado las páginas de su periódico para publicar una versión traducida por él mismo del Manifiesto Comunista, de Marx y Engels, por lo que fue encarcelado durante cinco meses.

En la cárcel, Kōtoku pudo leer por primera vez un ensayo del anarquista Piotr Kropotkin. Las ideas del libro causaron una impresión tan grande en él que abandonó el socialismo para abrazar el anarquismo. Su cambio de postura se reafirmó después de exiliarse a entre 1905 y 1906 debido a la falta de libertad de expresión en su país. Viajó a Estados Unidos, donde entró en contacto con nuevas teorías y obras anarquistas, que trajo consigo cuando regresó a Japón. Como anarquista, Kōtoku era partidario de la acción directa. Rompió la mayoría de sus excompañeros socialistas, quienes creían en la utilización de métodos democráticos, pasando a pedir un derrocamiento del gobierno por parte de los trabajadores organizados.
Kōtoku reabrió el periódico Heimin Shimbun y tradujo al japonés muchas obras de Kropotkin para difundir sus ideas, con lo que pronto consiguió atraer a algunos seguidores y formar un pequeño grupo de simpatizantes del anarquismo. Sin embargo, enseguida se encontró con una fuerte represión por parte del gobierno japonés, que consideraba al anarquismo y otras ideologías revolucionarias un potencial peligro para el sistema político y la autoridad del emperador.
En 1910, Kōtoku fue arrestado por las autoridades cuando pensaba viajar a Copenhague para asistir al Congreso de la Internacional Socialista. Se le acusó de reunir materiales junto con sus compañeros para atentar contra la vida del emperador Meiji, por lo que fue acusado de alta traición y ejecutado en la horca junto con varios colaboradores, entre los que se encontraba su pareja, la activista feminista Sugako Kanno. En realidad, es probable que ni Kōtoku ni otros condenados realmente conocieran los planes de asesinato por los que se les acusaba, pero las autoridades aprovecharon la ocasión para eliminar opositores al sistema.

Sakae Ōsugi y Noe Itō: la recuperación (1912 – 1923)
La muerte de Kōtoku supuso un gran golpe para el naciente anarquismo japonés, que entró en el llamado “periodo de invierno” (fuyu jidai), marcado por el endurecimiento de la vigilancia, control y encarcelamiento de los militantes y partidarios tanto anarquistas como de otras ideologías de izquierda. Sin embargo, el anarquismo japonés empezó a recuperarse gracias un discípulo de Kōtoku llamado Sakae Ōsugi. Buscando convencer a la cada vez más numerosa clase trabajadora japonesa, aprovechó su conocimiento en idiomas —a lo largo de su vida aprendió inglés, francés, alemán, italiano, ruso y esperanto— para traducir por primera vez al japonés obras tanto anarquistas como de muchos otros temas, como El origen de las especies, de Charles Darwin. Además, también reabrió el Heimin Shimbun en 1915 y, después de que cerrara, abrió y dirigió el periódico Rodo Undo (movimiento obrero) junto con su compañera sentimental, la anarco-feminista Noe Itō.

Fue justo en este momento, a principios del siglo XX, cuando el feminismo empezó a cobrar importancia en Japón, que en algunas autoras se combinó con ideas anarquistas. Una de sus grandes pioneras fue Itsue Takamure, escritora y poeta quien, tras experimentar un traumático matrimonio, empezó pedir la abolición del matrimonio y a comparar la opresión de un trabajador en el capitalismo con la que sufría una mujer casada, donde era poco más que una propiedad del marido.
El gran foco difusor de las ideas feministas en Japón a principios del siglo XX fue la revista Seitō, también llamada Bluestocking —en referencia a una sociedad de mujeres intelectuales inglesas del siglo XVIII—. La revista contó entre sus colaboradoras a autoras de diferentes ideologías comprometidas con el feminismo, entre ellas simpatizantes del anarco-feminismo como Raichō Hiratsuka o la ya mencionada Noe Itō, quien se convirtió en directora de la revista en 1915.

Sin embargo, toda esta nueva ola terminó de golpe en 1923. El caos provocado por el Gran terremoto de Kanto de ese año fue utilizado por las autoridades japonesas para eliminar opositores políticos. Se difundió la noticia falsa de que izquierdistas y agitadores coreanos estaban planeando cometer atentados y envenenar pozos de agua. Esto provocó milicias civiles, junto con la policía y el ejército, persiguieron y asesinaron a centenares de ciudadanos coreanos, chinos y militantes de izquierda. Fue en este momento cuando la policía militar (Kempeitai) aprovechó para arrestar a Sakae Ōsugi y Noe Itō, quienes estaban en ese momento con su sobrino de seis años. Los tres fueron apalizados hasta la muerte, tras lo que sus restos se lanzaron a un pozo para hacerlos pasar como víctimas del terremoto. El descubrimiento de los tres cuerpos días después provocó un gran escándalo en Japón que hizo que los militares que cometieron el asesinato fuesen llevados a juicio y condenados, pero todos salieron de la cárcel poco tiempo después.
División y decadencia (1923 – 1945)

Esta masacre y el asesinato de tantas figuras importantes dejó debilitado al anarquismo japonés, que empezó a dividirse. En primer lugar, apareció un grupo que, deseoso de vengar los asesinatos de 1923 y frustrados el escaso progreso de sus ideas, recurrieron al terrorismo. Con este fin, algunos anarquistas fundaron el grupo Girochin-sha (sociedad de la guillotina), que empezó una ola de atentados, atracos a bancos e intentos de asesinato a empresarios y militares. Estas acciones fueron duramente reprimidas por el gobierno japonés, y para el año 1928 todos sus líderes habían sido ejecutados o murieron en la cárcel.
Poco después, los anarquistas restantes se dividieron en dos grupos. Por un lado, los seguidores de la línea de pensamiento de Ōsugi fundaron el Zenkoku Jiren (acrónimo de “Federación Nacional de Sindicatos Libertarios”) liderados por Sanshirō Ishikawa. Por otro lado, un nuevo grupo creó el llamado anarquismo “puro”, que rechazaba ideas que provenían del marxismo como la lucha de clases. Estos últimos, dirigidos por Shuzo Hatta y Sakutaro Iwasa, fundaron el Kokuren (Liga de las Juventudes Negras).

Sin embargo, ninguno de los dos grupos tuvieron nunca la misma importancia que los partidos y sindicatos creados por socialistas o comunistas, que cada vez tenía más apoyos dentro del movimiento obrero tras el triunfo de los bolcheviques en Rusia. Poco a poco, el anarquismo japonés entró en una etapa de decadencia, y, aunque los dos grupos terminaron unificándose para intentar resistir juntando sus apoyos, el auge del militarismo japonés y la cada vez mayor represión terminó acabando con el anarquismo japonés. Para mediados de la década de 1930, el anarquismo se había reducido a pequeños vestigios con muy poca o ninguna capacidad de organización, lo que duró hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
En definitiva, y a pesar de su carácter minoritario, el anarquismo tuvo una notable importancia en el desarrollo del naciente movimiento obrero japonés a principios del siglo XX. Sin embargo, la represión por parte de las autoridades, la muerte de sus principales líderes, la pérdida de apoyos frente a otras ideologías de izquierda y las divisiones internas provocaron que el movimiento entrase en decadencia hasta su práctica desaparición durante los años treinta.
Fuentes y bibliografía
Es importante tener en cuenta que gran parte de la bibliografía que existe sobre el anarquismo japonés ha sido escrita por autores anarquistas y, por tanto, podrían no ser siempre totalmente neutrales sobre el tema. Por esto, conviene consultar diferentes fuentes y referencias para tomar una visión más amplia.
Adams, Jason, Anarquismos no occidentales. Reflexiones sobre el contexto global
Fernández, Andrea, Anarquismo japonés. De la era Meiji (1867-1912) y la era Taisho (1912-1926) en adelante; principales figuras y conexión con el feminismo
García, Víctor, Museihushugi. El anarquismo japonés
Pelletier, Philippe, El anarcosindicalismo en Japón, 1911-1934
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