En la mente de: Michael Kaiser (Blue Lock)

En el cielo y en la tierra, soy el único que merece veneración

Buda

En la mente de es una serie de artículos dedicados a profundizar individualmente en las características y motivaciones de algunos de los personajes más queridos e interesantes de los videojuegos y el anime.

Los manga y anime de deportes suelen caracterizarse por la presencia del compañerismo, el buen rollo y el espíritu de superación, además de la rivalidad sana. No es el caso de Blue Lock, una rara avis entre los spokon que destaca por fomentar en sus páginas el desarrollo del ego, la hipercompetitividad muchas veces tóxica y, si fuese necesario, incluso la posibilidad de aprovecharse de otros para salir adelante —ya os hablamos detenidamente sobre el espíritu tan original de esta serie en otro artículo redactado por la mano de nuestro compañero Akareh—. Por ello, no es de extrañar que uno de sus antagonistas principales esté cortado a la medida del resto de la obra: hablamos de Michael Kaiser, personaje clave del arco de la Liga Neoegoísta.

Lo que hace a Kaiser sumamente fascinante es que está escrito como un antagonista digno de cualquier otro tipo de serie, pero insertado en un manga deportivo; tanto es así que toda su construcción supera la típica de cualquier rival más o menos cliché en este tipo de obras y pasa a ser prácticamente un villano trágico más que un antagonista que simplemente constituye un obstáculo a superar por el héroe de la historia, empezando por el hecho de que juega en el mismo equipo que este y, aun así, antagoniza con él. Por ello, en este artículo analizaremos su psique, sus motivaciones, su pasado, la simbología que le rodea y también su relación con otros dos personajes de Blue Lock: el protagonista, Yoichi Isagi, y el centrocampista Alexis Ness. Antes de entrar en materia, queremos aclarar que todas las imágenes que aparecen en este ensayo forman parte de la versión oficial en inglés del manga, publicada por Kodansha.

A partir de este momento, el artículo contendrá destripes de toda la historia del manga de Blue Lock desde el capítulo 149 hasta el 286. Rogamos a nuestros lectores que no pasen de este párrafo si no desean conocer detalles del argumento del mismo.

Asimismo, también prevenimos a nuestros lectores de que en estas líneas se tratarán temas sensibles, concretamente, maltrato infantil y autolesión/conductas suicidas; por supuesto, estos se hallan inscritos en el marco de la ficción, pero comprendemos que haya quien quiera esquivarlos aun así.

Acto I: El Emperador arrogante

La primera vez que aparece Kaiser es justo tras la victoria de Blue Lock XI en el partido contra la selección sub-20 de Japón. Le vemos hablar por teléfono en una viñeta, y en ese momento se nos anticipa que será un personaje muy relevante en el siguiente arco, el de la Liga Neoegoísta. En este, Jinpachi Ego cuenta con la colaboración de cinco equipos de la liga europea, y los chicos de Blue Lock deberán elegir uno de ellos dependiendo de qué habilidades busquen desarrollar. Isagi, de acuerdo con su visión táctica, elige el equipo alemán, Bastard München —que es, por cierto, una referencia tanto al manga Bastard!! como al Bayern de Múnich—, y su estilo de juego racional. Además, el Bastard está comandado por el ídolo de Isagi, Noel Noa, el mejor delantero del mundo. Los chicos tienen que pasar una prueba inicial para evaluar sus capacidades, y es ahí cuando hace su aparición completa Michael Kaiser en todo su esplendor: desde el minuto uno percibimos sus intenciones, pues lo primero que hace es sabotear el tiro de Isagi a la diana, impidiéndole así clasificarse. Además, esto nos da una pista del alcance de las habilidades de Kaiser, que golpea el balón de Isagi con el suyo propio. Nuestro héroe lo reconoce como uno de los miembros de la NG11, las once promesas mundiales del fútbol, el mismo grupo generacional al que pertenece Sae Itoshi. Kaiser no es ni más ni menos que la auténtica estrella de la división sub-20 del equipo.

Además, Kaiser decide unilateralmente llamar al protagonista por su nombre de pila, Yoichi, probablemente fruto de la mezcla de que, al ser alemán, no conoce la costumbre japonesa de llamar a otras personas por su apellido (salvo en casos de muchísima confianza) y que, en realidad, no desea mostrar ningún respeto por Isagi como jugador ni como persona, cosa que queda clara cuando se limpia las manos con un pañuelo tras tocar al protagonista.

«Arrodillaos, Blue Lock», exige Kaiser en alemán con prepotencia y chulería. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Tras dejar a nuestro protagonista en shock, Kaiser se presenta y les pide a los chicos de Blue Lock que se arrodillen ante él. En este momento, queda manifiesta su arrogancia, que sigue perpetuando a continuación, cuando reta a Isagi personalmente, diciéndole de forma explícita que quiere que se interponga en su camino y, además, le asigna el papel del bufón en su visión personal del mundo como si fuese una obra de teatro, de la que él se autoproclama protagonista, por supuesto. Analizada la personalidad de Kaiser en esta introducción, no es de extrañar que hayamos escogido como cita de entrada de este artículo la frase de Buda que hemos robado también a Satoru Gojo de Jujutsu Kaisen —otro personaje caracterizado por su arrogancia—. Muneyuki Kaneshiro, el guionista de la serie, no deja nada sin atar y desde la etimología del propio nombre del personaje podemos percibir el origen de su actitud arrogante: Michael es una referencia al arcángel San Miguel, y Kaiser es autoexplicativo, pues significa «emperador»; así, Michael Kaiser vendría a ser «el emperador elegido por Dios». En estas viñetas también podemos percibir que el personaje suele sonreír con suficiencia con bastante frecuencia; tomaremos nota de esto, porque los gestos y expresiones faciales son importantes y desvelan el estado mental del personaje.

Kaiser no conoce el concepto de espacio personal o, por lo menos, no le importa demasiado respetarlo. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Asimismo, Kaiser, a quien también llaman la Rosa Azul por el tatuaje de rosas de este color que luce en el cuello, parece estar completamente obsesionado con la idea de lo imposible; él mismo se considera capaz de superar cualquier barrera y una especie de encarnación o personificación de la idea de la imposibilidad en sí. Volveremos sobre esto más adelante; de momento, nos quedaremos con que en este momento se establece una rivalidad bastante potente entre él e Isagi, propiciada por el propio Kaiser, por supuesto.

De aquí saltamos al primer partido de la liga, que tendrá lugar entre el Bastard München y el equipo español F. C. Barcha —sí, es una evidente referencia al equipo real que todos estáis pensando—. Isagi no ha sido elegido como titular y en este momento descubrimos que la estrategia del Bastard consiste en tener a Kaiser como eje del equipo y que el resto de jugadores le pasen el balón para que él marque goles. Especialmente, el jugador en el que Kaiser deposita más confianza no es otro que Alexis Ness, apodado «el Mago», y aquí podemos intuir un poco la naturaleza de su relación, pues vemos que Ness actúa como el perrito faldero de su compañero; ambos parecen un dúo de villano y esbirro que resulta, a ratos, casi cómico, pero lo cierto es que Kaiser trata francamente mal a Ness, mientras que este, a cambio, le profesa una lealtad absoluta y ciega.

Aquí empezaremos a ver también a Kaiser en acción: Isagi se maravilla de cómo lleva a cabo una «ejecución» —en palabras del propio Michael— del equipo contrario gracias a su arma más poderosa, el Kaiser Impact, y es ahora cuando nuestro protagonista se percata de que su nuevo rival representa tanto su estilo ideal de juego como el ego perfecto que busca conseguir el programa Blue Lock. Kaiser, con su habilidad física y su creencia en que representa lo imposible, es capaz de convertir un cero en un uno, haciendo que el juego evolucione de forma indefinida. También podemos fijarnos en que, en este punto de la historia, Kaiser ni siquiera suda cuando está jugando, a diferencia de otros personajes, y de este detalle también tomaremos nota para el futuro. Por otro lado, nos percatamos de que a Kaiser se le suele representar en algunas de las viñetas en que aparece con la perspectiva enfocándolo desde abajo, mostrando su posición como emperador superior al resto de personajes y también su ego y su arrogancia.

Isagi percibe a Kaiser como la representación absoluta del ideal egoísta que busca conseguir Blue Lock. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Noel Noa aclara que en el Bastard München hay dos formas de hacer las cosas: o replegarse a la voluntad de Kaiser y hacerlo a su manera, siguiéndole el juego, o demostrar tu propia valía como delantero independiente, y justo eso es lo que intentará conseguir Isagi, pues tiene por fin una oportunidad cuando Noa lo saca al campo. Pero Isagi no es capaz de defenderse en el partido en un primer momento, y Kaiser se burla de él por eso, alegando que si él mismo no ha hecho nada no es porque no haya podido, como es el caso de Isagi, sino porque no ha querido ni lo ha visto oportuno evaluando el momento. Pero las tornas cambian cuando el protagonista comienza a diagnosticar en serio el terreno y empieza a robar pases que iban dirigidos a Kaiser y a Ness, provocando que al final marque el gol ganador Kunigami. Isagi se niega a ser un peón más de Kaiser; esto a Ness no le gusta, así que se enfrenta a Isagi directamente tras el partido, pero Kaiser, mucho más diplomático y astuto, a la vez que igual de malévolo y malintencionado, reconoce que había errado en su concepción inicial sobre Isagi y lo asciende de bufón a subordinado de Kunigami. Isagi, que no se siente amedrentado ante esta provocación, también le da un título a Kaiser: el de emperador desnudo al que le roba todo.

Las provocaciones de Kaiser no acaban aquí, pues tras el partido irrumpe en los vestuarios, interrumpiendo una discusión entre Isagi y Yukimiya, y le ofrece a este último que se ponga de su parte, analizando sus sentimientos y pensamientos a pesar de que apenas lo conoce; esto nos da una pista de que Kaiser es muy buen conocedor de la psique humana, y en un futuro conoceremos el motivo. Finalmente, se despide pidiendo a los chicos de Blue Lock que no se equivoquen eligiendo a su rey: con Kaiser, las referencias a reyes y emperadores siempre están presentes porque forman parte de su simbología.

Por el momento, la impresión que se lleva el lector sobre el personaje es que, además de todo lo ya mencionado, es bastante carismático, y el manga intenta que entremos precisamente en esa narrativa, llevándonos a creer que es un jugador muy poderoso tanto dentro como fuera del campo. El propio Isagi reconoce que Kaiser es su objetivo a alcanzar, pues estaría entre él mismo y Noa, que de momento es inalcanzable.

«No elijáis al rey equivocado, sucios plebeyos». La arrogancia de Kaiser no conoce límites. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Precisamente Noa, para el siguiente partido contra el equipo inglés, Manshine City —que referencia al club real Manchester City—, decide incorporar a más jugadores de Blue Lock para desafiar el sistema habitual del equipo, en el que Kaiser es el centro. El Emperador siente que le está poniendo a prueba y se lo toma como un reto. Mientras tanto, Isagi empieza a analizar también a Kaiser en busca de su propia evolución.

Tras el primer gol de Chigiri en el partido del Bastard contra el Manshine, Kaiser provoca una vez más a Isagi reconociendo que le gusta el talento del pelirrojo y que, si él mismo no se esfuerza, perderá el interés que tiene depositado en nuestro protagonista. Kaiser busca con esto manipular emocionalmente a Isagi y hundirlo, pero sus provocaciones incesantes solo prenden una llama en el corazón y la mente de Isagi, que ya sabemos que es muy persistente. El héroe de la historia se sincroniza con Kurona, su nuevo aliado, pero Kaiser predice sus movimientos, interponiéndose en su camino y robándole un pase mientras hace una nueva referencia al mundo del espectáculo: «El guion que has escrito es muy aburrido, Yoichi. Rechazado».

A continuación, Kaiser marcará un gol impresionante atravesando toda la defensa del equipo contrario, lo que dejará perplejos a sus compañeros, pero también a los rivales —en este momento también vemos los «ojos felinos» del Emperador, que no son sino el ojo del depredador, una habilidad que tienen varios de los personajes de la serie—, y mientras todos achacan el golazo a su Kaiser Impact, Isagi se percata de que está usando un modo de visión en cuatro dimensiones, también conocido como metavisión, lo que le permitirá adoptar él mismo esta nueva arma para sí. Kaiser ve a Isagi pensativo y le pregunta, con su ya clásica sonrisa de suficiencia, si se ha divertido observándolo y si se va a sumir en la desesperación. El protagonista, en cambio, le da las gracias porque ve la esperanza de poder acabar con él. Esto, obviamente, desconcierta a Kaiser, cuyo objetivo es hundir a Yoichi. Pero ¿por qué esa obsesión con un jugador al que no conoce de nada? Tiene un motivo y lo analizaremos posteriormente.

A Kaiser le parece aburrido el modo de juego de Isagi, pero esa percepción cambiará muy pronto. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Por el momento, Isagi comienza a usar la metavisión y descubre un mundo totalmente nuevo, lo que le permite acercarse a su tan ansiado gol; sin embargo, en el último momento aparece Kaiser, que se ha dado cuenta de que Yoichi puede usar también su arma, y se pone en su camino, frustrándole su intento de marcar. Esto enfada sumamente a Isagi mientras la Rosa Azul se burla de él; en este momento comienza el odio mutuo que se profesarán ambos personajes —aunque de momento se dé más por la parte de Isagi—, y este gol frustrado nos sirve también para entender por qué al inicio de este artículo decíamos que Kaiser es, básicamente, un villano más que un rival o antagonista. Para Isagi, el Emperador es su némesis a la que quiere devorar; es difícil encontrar un odio tan exacerbado hacia un rival en un manga deportivo. En este punto, también es bastante probable que Kaiser empiece a caerle mal al lector.

Lo cierto es que, para la Rosa Azul, Isagi también empieza a ser molesto en el momento en que comienza a ver lo mismo que él y los dos acuden al mismo punto del campo. Chris Prince, el mentor del Manshine City, le cala muy rápido cuando le dice que Kaiser actúa con superioridad con aquellos a los que considera por debajo de él, pero como un cobarde con los que están por encima; y aunque esto es bastante acertado, la realidad es que el Emperador tampoco se corta un pelo con aquellos a los que considera superiores, y por eso acepta su reto, siendo capaz de, al menos durante un rato, plantarle cara en el terreno de juego.

«¿Es esa tu nueva forma de decirme que me quieres?»; Kaiser se burla así de un frustrado Isagi. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Yukimiya le dice a Isagi que él es exactamente igual que Kaiser y esto, obviamente, no le sienta nada bien al protagonista, que no se ve reflejado en esas palabras. Pero lo cierto es que puede que Yukimiya tenga más razón de la que Isagi está dispuesto a darle; de momento, está claro que Isagi va a por Kaiser tanto como Kaiser va a por Isagi, y al menos eso tienen en común, aunque no sea lo único, como ya veremos.

Por lo pronto, Isagi se da cuenta de que el resto de jugadores se sienten protagonistas de su propia historia, al igual que él mismo, y esto se alinea perfectamente con la alegoría del mundo del espectáculo que Kaiser emplea continuamente: ahora tiene sentido que se percibiera como el actor principal de su propia obra teatral. Isagi utiliza este sentimiento de protagonista para impulsarse y avanzar hacia la portería, ayudado por Noa y por su deseo de superar a Kaiser, pero este, como no podía ser de otra forma, se interpone en su camino justo al final para arruinarle el gol destruyendo su postura para ejecutar su tiro directo, mas Isagi no se deja amedrentar y realiza un último pase a Yukimiya para que marque gol, humillando por el camino a Kaiser y llamándole bufón como él hizo cuando se conocieron. El Emperador, pese a todo, reconoce que esta vez Isagi le ha ganado y le propone que diriman la disputa marcando el mayor número de goles, como debe ser, pues para algo ambos son delanteros.

Kaiser con cara de maniaco mientras jura destruir a Isagi. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Tras el partido, vemos a Kaiser inmerso en una escena bastante villanesca: se dedica a analizar las jugadas de Isagi en diferentes pantallas mientras lleva puesta una bata. Hablando con Ness, Kaiser comenta que, hasta el momento, ha podido aplastar con éxito a todos los jugadores que se le pusieron por delante, y que destruir sus vidas y sus carreras era su única fuente de felicidad, siendo Isagi la única excepción, pues a pesar de que ha intentado incontables veces minar su voluntad y su espíritu, Isagi vuelve a levantarse y a intentar superarlo, como si traspasar los muros metafóricos que se le ponen por delante fuese su fuente de felicidad, igual que lo es para Kaiser hundir a otros. En este momento también conocemos el motivo por el que la Rosa Azul acudió a Blue Lock: quiere garantizarse una mejor oferta para abandonar el Bastard München, ya que este equipo está dominado por Noel Noa, y Kaiser, en su estado actual, no podría convertirse en el mejor delantero del mundo jugando en el mismo equipo que Noa. La escena acaba con Kaiser sonriendo como un maniaco y diciendo que va a cazar y matar a Yoichi, y con Ness sufriendo un ataque de celos porque Kaiser se fija en Isagi más que en él mismo, que siempre ha estado a su lado.

Lo cierto es que esta parte sirve para hacer ver a Kaiser como alguien sumamente cruel y despiadado, obsesionado con convertirse en el mejor a base de pisotear a otros, e incluso tratando tremendamente mal a la única persona que sigue a su lado pese a todo: Ness —en una viñeta, incluso le tira una bebida en la cara—. Posteriormente, podremos llegar a empatizar hasta cierto punto con Kaiser, pero en este momento de la historia es, básicamente, un monstruo a ojos del lector. Tampoco es de extrañar su fijación con destruir a Isagi cuando es el único que se le ha resistido y, teniendo en cuenta que Kaiser halla placer en provocar desesperación a otros, es lógico que se sienta molesto al toparse con una pared que no puede derribar. Es la primera vez que vemos a Kaiser frustrarse y, aunque su mente aún guarda secretos, el personaje poco a poco se empieza a abrir ante nosotros, desvelándonos su objetivo y parte de sus motivaciones, que, aunque no lo parezca a priori, tienen una razón de ser. También es momento de admitir que, ahora sí, el odio que se profesan Kaiser e Isagi es verdaderamente mutuo. Asimismo, estas páginas nos revelan la naturaleza de la relación de Kaiser y Ness y llegamos a preguntarnos por qué el Mago le defiende constantemente y actúa como un perro fiel y sumiso si Kaiser no para de maltratarlo reiteradamente.

Empieza el siguiente partido contra el equipo italiano Ubers —que referencia a la Juventus de Turín— y Noa le advierte a Kaiser de que no se obsesione demasiado con Isagi y no haga jugadas irracionales, mientras que Isagi ve su oportunidad, por fin, de marcar goles.

Para él, nada es imposible. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

La realidad es que Kaiser se encontrará con una defensa impenetrable personificada en Don Lorenzo, que no le dejará moverse con tanta libertad como antes, lo que hace que Isagi pueda, por fin, marcar su primer gol en la liga, a pesar del intento de Ness de sabotearlo. Esto no le hace gracia a Kaiser, pero sigue creyendo en la posibilidad de adelantarse y ganar si consiguen neutralizar a Lorenzo. Ness se pone nervioso, pero Kaiser —a quien, por cierto, si somos observadores, hace tiempo que no vemos sonreír como antes— mantiene la calma y le recuerda que para él nada es imposible, que es, al final, la filosofía por la que se rige. Y vaya si resulta ser capaz de hacer lo imposible, pues inesperadamente consigue marcar un impresionante gol de chilena tras zafarse tanto de la defensa del equipo rival como de sus propios compañeros (con la consiguiente celebración de Ness, por supuesto). Sin embargo, a diferencia del Mago, Kaiser no está para nada contento con su propio gol, porque siente que lo ha marcado colateralmente gracias a Isagi, que fue el primero en moverse y atrajo la atención de la defensa enemiga. Como nota curiosa, en este momento Kaiser se refiere a Isagi por su apellido, en vez de por su nombre, como hace siempre, quizás como síntoma de respeto hacia él por vez primera. Yoichi, por su parte, reconoce la genialidad de Kaiser y es consciente de que le tiene en el punto de mira; podemos percibir en este momento que, a pesar del odio mutuo que se profesan, también hay respeto entre ellos en cierta manera. El lector atento se percatará de que Lorenzo no para de cubrir a Kaiser, y también de que este aparece rodeado a veces por su aura de espinas, al igual que el símbolo de Isagi son las piezas de puzle, relacionadas obviamente con su tatuaje, pero entraremos en el simbología de las espinas y el tatuaje más tarde.

Tras el cambio de jugadores, Hiori entra en el campo e Isagi decide improvisar. Ness se siente pesimista, pero Kaiser le asegura que los van a destruir. La Rosa Azul continúa con su actitud soberbia y se lanza dispuesto a marcar, mas Lorenzo frustra su gol. A pesar de los múltiples intentos de Kaiser de robarle el último tanto a Isagi, el protagonista acaba marcando gracias a la asistencia de Hiori. Esto, evidentemente, no le gusta nada a Kaiser, a quien vemos gritar con una mezcla de rabia, frustración y sentimiento de derrota. Isagi, en cambio, saborea su victoria, pues debemos recordar que apostaron que el mejor sería el que más goles marcara. Posteriormente, Kaiser recibe una oferta del Real Madrid, que es justo lo que quería para abandonar el Bastard München, pero en este momento eso le da exactamente igual porque se siente por debajo de Isagi y no quiere consentir eso. Observamos que en las últimas viñetas del capítulo 240, Kaiser se lleva la mano al cuello con evidente enfado. Tomaremos nota de esto porque veremos que será significativo dentro de poco.

Acto II: Lo imposible. El niño que quería ser amado

A partir de este momento, comienza el verdadero desarrollo importante de Kaiser como personaje. Tendremos la oportunidad de ver, por fin, el porqué de sus motivaciones, su personalidad y su forma de actuar, así como su futuro partiendo de esa base. Adelantaremos ya que el arco de Kaiser va de encontrar su identidad como jugador, pero también como persona. Lo cierto es que todo lo que hemos relatado antes de este punto es igualmente importante, pues nos permite analizar cómo y por qué se comporta Kaiser así y entender los cambios que se van a producir en él.

Tras el partido, las redes sociales están que arden y por todo el mundo los espectadores aseguran que Isagi y Kaiser deberían coordinarse para ganar; esta idea le parece terrible a nuestro protagonista, por supuesto. Y, desde luego, al lector también le resulta algo imposible, visto el odio mutuo que se profesan ambos.

«¿Crees en lo imposible?». Kaiser se acerca así a Ness. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Posteriormente vemos a Kaiser entrenando, obcecado en conseguir su objetivo de derrotar a Isagi, y Ness lo observa y recuerda cuando se conocieron. No ahondaremos en la parte del pasado de Ness porque no es el objetivo de este artículo, solo diremos que de niño creía en la magia —de ahí su apodo—, pero sus padres y sus hermanos eran científicos cuadriculados que solo creían en la evidencia científica y que rechazaban continuamente sus sentimientos; así pues, Ness creció buscando la magia del mundo que le rodeaba mientras su negligente familia le negaba el cuidado y el cariño que merecía. Un día, el joven descubrió la magia presente en el fútbol cuando asistió a un partido, lo que le llevó a comenzar a entrenar para convertirse en jugador profesional. Eso le encaminó al Bastard München, donde se topó con jugadores de un nivel muy superior a los que había conocido hasta ahora: su «magia» no funciona con ellos y Ness se siente derrotado, hasta que tiene un encontronazo aparentemente fortuito con Kaiser. Este le pregunta si cree en lo imposible, y esta parte es genuinamente interesante porque, por primera vez, el Emperador explicará su filosofía sobre lo imposible, que forma parte esencial de su personaje, como ya sabemos. Kaiser le dice a Ness que pensar en rendirse es una maldición, porque en el momento en que crees que algo es imposible, estás programado para dejarlo: se trata, simple y llanamente, de un instinto de supervivencia para evitar la frustración. Pero, según Kaiser, esta forma de pensar es de débiles y dejar algo porque te parece irrealizable hace que, simplemente, no lo sigas intentando cuando probablemente podrías llevarlo a cabo. Para él, este tipo de gente débil es lo más odioso del mundo. Kaiser se fija en Ness y le dice que solo necesita un compañero para llevar a cabo buenas jugadas, y que con él nada de lo que imagine será imposible. Ness, como ya sabemos, acepta la invitación, y es así cómo ambos consiguen entrar en el equipo. En este momento vemos a un Kaiser mucho más amable y mundano, y conociendo el tipo de relación que tendrán en el futuro, sorprende bastante que pareciera que, en el pasado, Ness y Kaiser mantuvieron prácticamente una amistad de verdad. Sin embargo, no debemos olvidar que estamos viendo el punto de vista de Ness y no el de Kaiser en este flashback.

Luego averiguaremos que Ness es el responsable del corte de pelo de Kaiser, así como de su icónico tinte azul degradado, y en esta escena tan íntima entre ambos personajes, Michael le confiesa que antes era una persona mentalmente débil porque se rendía siempre ante la imposibilidad de conseguir sus objetivos. Como decidió no volver nunca a ese pasado, se tatuó las rosas azules como advertencia para sí mismo. Las rosas de este color son un símbolo de lo imposible, de aquello que en teoría no debería existir, pues ese tono se consigue artificialmente y no se da en la naturaleza; así pues, para Kaiser, la rosa azul es una forma de convertir lo imposible en posible, rebelándose contra Dios —el tema religioso es frecuente a lo largo de Blue Lock, y lo podemos encontrar en otros personajes como Yukimiya o Igaguri y, en el caso de Kaiser, está presente desde la propia etimología de su nombre, como ya vimos—; al desafiar lo que debería ser irrealizable, Michael está enfrentándose a los límites impuestos por la divinidad y superándolos en un acto de rebeldía contra el Altísimo, lo cual también explicaría el ego y arrogancia desmesurados por los que lo conocimos en un principio. El propio Emperador admite que él mismo quiere convertirse en alguien que no debería ser posible en este mundo, ganando el mundial y enviando al resto de jugadores de fútbol a un profundo pozo de desesperación. Es fascinante cómo todos los aspectos del diseño del personaje tienen sentido y explicación a nivel de historia y trasfondo.

Kaiser se autolesiona estrangulándose a sí mismo. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Tras el flashback, volvemos al presente de la historia y Ness se encuentra una escena impactante: Kaiser está solo, estrangulándose a sí mismo, en un evidente intento de hacerse daño; para conocer los motivos de esta acción, aún tendremos que ahondar más en su pasado y su mentalidad, pero de momento nos empieza a quedar claro que toda su personalidad arrogante parece ser una fachada para aparentar más fortaleza mental de la que realmente posee. Kaiser ha creado toda su filosofía sobre lo imposible para impulsarse a sí mismo y darse fuerzas, pero, en el fondo, parece que su ego es mucho más frágil de lo que pensaríamos cuando lo conocimos por primera vez. En esta escena de autolesión, vemos a un Kaiser muy diferente que, probablemente, se acerque más a quien de verdad es. Esta es la primera vez que el lector ve al personaje tan vulnerable, y no podemos evitar acordarnos de cuando Kaiser se llevó las manos al cuello tras el partido contra Ubers, lo que vendría a indicar que la autolesión es un mecanismo frecuente en él cuando se siente frustrado y derrotado, y que si aquella vez se detuvo fue simplemente porque estaba rodeado de gente y no solo como en este momento.

El último partido será el que decidirá el campeón de la Liga Neoegoísta, y en el equipo francés P.X.G. —que referencia al club real Paris Saint-Germain—, Isagi y Kaiser se encontrarán a un oponente formidable como es Rin Itoshi. En un principio vemos cómo la personalidad arrogante de Kaiser vuelve a surgir cuando mira por encima del hombro a Shidou ante el desafío de este, pero Rin frustra su primer intento de marcar con un Kaiser Impact. Además, pese a las tentativas tanto de Rin como de Kaiser de frenar a Isagi, este consigue improvisar un nuevo ataque y marcar gol, lo cual enfadará sumamente a ambos rivales. Por otro lado, Noa decide cambiar la formación del equipo y Kaiser se queda solo con Ness para apoyarlo. Esto preocupa sumamente al Emperador, que empieza a ver como algo demasiado real la posibilidad de que Isagi se haga con el equipo, enterrándolo a él y condenándolo al olvido; decide que quizás haya llegado el momento de utilizar la nueva arma que ideó para acabar con Yoichi. Es interesante que en este punto vemos a Kaiser empezar a sudar por primera vez desde que lo observamos jugar, síntoma del esfuerzo que está llevando a cabo. En un flashback de los entrenamientos, el propio Kaiser nos explica en qué consiste su nueva arma, que se sirve del efecto magnus, que utiliza la física y la trayectoria del balón para añadir un giro impresionante a su Kaiser Impact; cabe señalar que no es algo que haya inventado Kaiser —ni el autor—, pues se usa en fútbol y otros deportes en la vida real, pero siendo que estamos inmersos en la narrativa del manga, actuaremos como si lo hubiese ideado él. Así pues, el Emperador, a la desesperada, decide probar este nuevo tiro —que, según él mismo, no está perfeccionado porque hasta el momento no ha funcionado nunca con la pelota en movimiento—, pero como era de esperar, falla miserablemente, e incluso le vemos caerse al suelo. El propio Isagi admite estar sorprendido por ver a Kaiser en este estado: la Rosa Azul parece estar desmoronándose. Resulta interesante que se explore en un manga deportivo la trama de un personaje cuyo rendimiento baja debido a diversos factores: en el caso de Kaiser, una mezcla de su alterado estado mental y de la presión que siente por su competición con Isagi. Pero lo cierto es que su grito de frustración desesperado tras fallar el tiro nos deja vislumbrar que hay un motivo más allá de la rivalidad por el que Kaiser no quiere perder. Esto, de hecho, lo veremos justo a continuación, cuando se nos presentan el pasado y orígenes del personaje.

El pequeño Michael creció en un entorno hostil y violento. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

En un capítulo flashback muy duro, descubriremos que Kaiser fue un niño no deseado, fruto de la relación entre un director de teatro venido a menos y una actriz. Su madre, cuando él nació, lo abandonó, y como su popularidad como intérprete creció, también dejó al padre, que se quedó con el pequeño. Entregado al alcohol y a las apuestas y llevando una mala vida en general, el padre obligaba al joven Kaiser a robar comida para él; indefenso, al niño no le quedaba más remedio que aceptar y cumplir. Aun así, incluso aunque no fallara, el padre le propinaba brutales palizas al chico, al que ni siquiera llamaba nunca por su nombre de pila —Michael, otorgado por su madre antes de abandonarlo—, descargando todas sus frustraciones en el niño, llamándolo «trozo de mierda». A pesar de que el padre odiaba con toda su alma a la mujer que lo abandonó, seguía conservando una rosa que le regaló, y el pequeño Kaiser no entendía por qué. Conforme crecía en este ambiente de maltrato y hostilidad, Kaiser empezó a ganar dinero vendiendo los objetos de más valor que robaba y quedándose el dinero. En su duodécimo cumpleaños, el día de Navidad —justo el mismo día que se publica este artículo—, se obra la magia y Kaiser ve un pequeño rayo de esperanza cuando decide comprarse algo para él: debía ser algo durable en el tiempo y que le hiciera sentirse… vivo; es así como acaba adquiriendo su primer balón de fútbol. Este día de Navidad cambiaría para siempre su destino y determinaría el resto de su vida, convirtiéndose en la llave que le proporcionaría libertad, aunque él no lo supiera entonces. Kaiser se ve reflejado y representado en ese balón porque, aunque lo patee o le pegue, sigue ahí, igual que él cuando recibe los golpes de su padre, y es por eso que empieza a desarrollar una relación de entendimiento y casi amistad con la pelota, su única compañera durante años. Kaiser en realidad está lleno de un profundo autodesprecio, se percibe a sí mismo tal y como lo trata su propio padre, aunque aparentemente no se vislumbre este conflicto interno cuando conocemos al personaje, y por eso es interesante que Isagi le viera como un ideal al que aspirar cuando él a sí mismo se percibe como todo lo contrario.

Kaiser se fija en un balón de fútbol durante su duodécimo cumpleaños. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Sin embargo, un día acusan a Kaiser de un robo que no cometió y la policía se lo lleva para detenerlo, pero, desafortunadamente, encuentran tanto el dinero que escondía como su balón de fútbol. El padre, creyendo que escondía más dinero dentro, intenta romperlo, pero en ese momento Kaiser se rebela y le golpea tanto a él como a los policías con el balón —este momento es un poco exagerado, es cierto, pero es que Blue Lock en general es bastante así—. En este punto, Kaiser adquiere por primera vez su identidad como persona, demostrando poseer una emoción que antes no había manifestado nunca: la ira. Tras ser finalmente arrestado, lo visita Ray Dark, miembro de la FIFA, que se ha fijado en sus habilidades, y le ofrece jugar al fútbol para salir de su situación. Así pues, no es difícil deducir que Kaiser se dedica a este deporte de forma profesional porque no le queda más remedio. En este momento, el lector es consciente de una dolorosa certeza: si Kaiser no fuera futbolista, sería un delincuente o estaría muriéndose de hambre. Observamos también que su tatuaje de la rosa, además de símbolo de lo imposible, es una referencia a esa rosa que conservaba su padre: como los tatuajes son eternos, las rosas significan que Kaiser está atado de por vida a la maldición de su estirpe, condenado a perpetuar la misma violencia que se ejerció sobre él en el pasado, y al mismo tiempo esas rosas también son la única cosa que lo conecta con la madre que lo abandonó, aparte de su propio nombre, por supuesto.

Ray Dark conduce al chico al Bastard München, y Kaiser asegura que hará lo que sea con tal de no tener que volver a su casa. No obstante, al encontrarse con otros jugadores, se da cuenta de que ellos son muy diferentes a él: esos otros chicos sí son deseados y han tenido infancias normales con familias funcionales. También, al no haber mantenido interacciones convencionales con otras personas a lo largo de su vida, Kaiser se percata de que no sabe relacionarse con otra gente y no entiende cómo aceptar actos de bondad porque lo único que ha conocido ha sido la violencia, así que cuando se acercan amistosamente a él, Kaiser responde con ira, violencia y malicia. Sin embargo, es evidente que el fútbol es un deporte de equipo y, si lo odian, no podrá progresar, así que Kaiser ve necesario desarrollar la habilidad para luchar por sí mismo, por lo que simultáneamente comienza a entrenar duro y, al mismo tiempo, a estudiar psicología para entender mejor a los seres humanos y poder encontrar a un peón al que manipular y que se someta a su malicia y le ayude a convertirse en el mejor para escapar de su situación previa.

Kaiser estudia psicología para mejorar su entendimiento de la psique humana y así desarrollar su principal arma: la manipulación. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Como ya sabemos, el personaje en quien se fija no es otro que Ness, que tiene su propio trasfondo de inseguridad y fragilidad emocional fruto de la negación de cariño a la que fue sometido en su entorno familiar y, además, está totalmente aislado, lo que lo convierte en objeto perfecto para la manipulación de Kaiser. Una vez más, observamos que nuestro antagonista es un personaje sumamente inteligente y astuto, tanto como para ser capaz de estudiar algo tan complejo como la psique humana partiendo de cero, ya que Kaiser, de base, no entiende a otras personas ni sabe relacionarse con ellas; además, debemos tener en cuenta que el joven tampoco recibió una educación formal como otros niños en la escuela —esto lo sabemos gracias al volumen 2 de la Biblia del Egoísta, donde Kaiser admite que no tenía asignaturas favoritas porque se saltaba clases al no tener a ningún adulto que lo supervisara, y cuando iba al colegio no prestaba atención—. Gracias al punto de vista de Kaiser sobre la relación entre ambos entendemos por fin que el Emperador hizo que Ness fuera dependiente de él y, por tanto, su relación es aún más tóxica de lo que sospechábamos en un principio. También explicaría la obsesión enfermiza de Ness hacia Kaiser y por qué, a pesar de los continuos malos tratos de Michael, Ness nunca lo abandona y mantiene una actitud servil. Lo cierto es que podemos afirmar, casi sin ningún género de duda, que Kaiser es un veneno que emponzoña todo lo que toca o, al menos, a todas las personas que se codean con él; pero, de nuevo, es la única forma que conoce de relacionarse con el mundo. Es de suponer que su manipulación propició una personalidad mucho más agresiva en Ness hacia los otros personajes que no son Kaiser, al menos si comparamos al Ness de la actualidad con el de los flashbacks.

Kaiser se ve irremediablemente reflejado en su balón, su único amigo y compañero porque, al igual que él, carece de sentimientos y soporta golpes y vejaciones sin protestar. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Asimismo, es interesante señalar que Kaiser empezó a jugar al fútbol a los 15 años, cuando fue reclutado por Ray Dark, y en el presente de la historia tiene 19, por lo que es bastante impresionante que en solo cuatro años haya alcanzado tal nivel: no es de extrañar que se le conozca como el Prodigio Alemán.

Poco a poco, Kaiser se percata de que usar la malicia y derrotar a otros jugadores, destrozando sus sueños y sumiéndolos en la desesperación, le hace sentirse feliz y vivo, y ese es el camino que toma como jugador, como continuación de ese primer impulso en el que golpeó tanto a su padre como a los policías que acudieron a arrestarlo. Su infancia traumática es la que ha forjado su carácter; así pues, Kaiser va fraguando su personalidad a base de convertirse en un símbolo de lo imposible, despiadado y cruel, que derrota a todos los rivales que se le ponen por delante, y como es la única forma en que conseguía despertar sentimientos dentro de sí, aunque fuesen negativos, se da cuenta de que con cada jugador hundido se iba volviendo más humano; recordemos que hasta entonces era alguien vacío, un «trozo de mierda» sin valor, un objeto semejante a su balón. Su obsesión con convertirse en alguien imposible, que no debería existir en este mundo, remite a su pasado. ¿Cómo un pobre niño que vive en la pobreza y recibe diariamente palizas e insultos podría aspirar a ser el mejor delantero del mundo? Desde luego, parece algo imposible. Asimismo, su forma de ser arrogante, su fachada, se mantiene precisamente a base de ganar y destruir a otros jugadores, pues la alimenta gracias a la desesperación que provoca en ellos.

Observamos que, en las escenas del pasado, Kaiser tiene su tatuaje incompleto, pues las espinas crecieron hasta cubrir su brazo izquierdo por completo en la actualidad; es bastante acertado, llegados a este punto, que relacionemos estas espinas con la malicia que invade a Kaiser y que forma parte de su personalidad. Las espinas de las rosas lo envuelven formando parte de su aura y que crecieran en forma de tatuaje simboliza que también su malicia aumentó con el tiempo.

Su propia forma de actuar le recuerda a su despreciable padre y entiende ahora que le pegara y le insultara: lo hacía para sentirse vivo —y porque le evocaba a su madre, ya que Michael es la viva imagen de ella—, igual que él se siente vivo destruyendo a la gente. Kaiser llega a la conclusión de que, al final, él está haciendo lo mismo que hacía su horrible padre, pero en vez de abusar físicamente de otra gente, él lo hace a nivel emocional y mental con otros jugadores de fútbol: el mismo Kaiser reconoce que es una mala persona como fruto de las circunstancias que le ha tocado vivir, poniendo de manifiesto lo difícil que es romper los ciclos de abuso perpetuados en el entorno familiar. Decíamos que todo su arco de personaje gira en torno a la autopercepción y la búsqueda de su identidad, y aquí vemos que Kaiser pasa de estar vacío y autopercibirse como una mierda y un objeto a sentirse mínimamente vivo destruyendo a los jugadores que se interponen en su camino. Así pues, Kaiser sueña con ser el mejor del mundo, pero, a diferencia de otros personajes de Blue Lock, él lo hace para reafirmar su identidad y encontrar su humanidad.

Kaiser, rodeado por las espinas que representan su malicia, reconoce que es tan mala persona como su propio padre, al que detesta. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Además, si Kaiser no gana y no se hace notar, perderá todo lo que tiene, y eso le da miedo porque significaría tener que volver a su miserable vida anterior, por eso está tan obsesionado con derrotar a Yoichi, el único que ha conseguido plantarle cara y que no se ha amilanado ante sus estrategias de manipulación, esas que le hacen sentir humano.

En este punto, podemos hacer una pausa en el desarrollo de los acontecimientos para pararnos a entender por qué decíamos que Kaiser está escrito como un villano: se trata de un personaje con un trasfondo traumático que explica, pero no justifica, su personalidad y su forma de actuar. Kaiser es una mala persona y, al mismo tiempo, está profundamente roto por dentro, actúa con malicia porque es lo único que conoce. No sabe reconocer ni aceptar la bondad porque toda su vida solo ha recibido palizas e insultos de la persona que supuestamente debería haberle querido: su propio padre. Al no conocer la benevolencia, el sabor de la desesperación es lo único que le hace sentirse humano, por eso está obsesionado con destruir a otros. Este relato y esta forma de actuar perfectamente podrían pertenecer a un villano que encontraríamos en cualquier otro tipo de historia. Además, Kaiser representa el ego absoluto que busca conseguir el programa Blue Lock, y por tanto supone un desafío a la visión del juego que tienen los otros personajes y que busca deconstruir Jinpachi Ego, lo que le convierte en el antagonista ideal para esta serie.

Por cierto, hay señales que indican que Kaiser aún conserva el preciado primer balón que compró con su dinero: una de ellas está en la primera doble página a color en la que aparece representado el personaje, junto a Isagi, rodeado de rosas azules y apoyando el pie sobre un viejo balón remendado, que posiblemente sea una referencia tanto a esa pelota como al estado del alma de Kaiser, y la otra se halla en el capítulo en que descubrimos que nuestro Emperador estudió psicología para manipular a Ness: podemos ver un balón en su cama, en su habitación, que muy posiblemente sea el mismo que adquirió ese día de Navidad.

El nivel de foreshadowing de esta serie es tal que ya en el capítulo 169 había pistas sobre el pasado trágico de Kaiser si nos fijamos en el balón. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Kaiser se siente atrapado por Isagi, que poco a poco va reclamando la propiedad del equipo como suya y relegándolo a él al rol de bufón, y eso le recuerda a su propia infancia, en la que se veía asfixiado y golpeado por su padre; aquí también podemos ahondar en las tendencias autolesivas y suicidas del personaje, que provienen precisamente de su niñez. Kaiser asocia el acto de estrangularse con sentirse inútil, que es como se percibía cuando lo hacía su padre con él, y recurre a ese mecanismo cuando se siente frustrado y arrinconado para regresar a ese sentimiento de vacío e inutilidad y así impulsarse a sí mismo para volverse más fuerte partiendo de ahí.

Nuestro Emperador ve cómo toda su existencia se tambalea por culpa de Isagi. Ness intenta que se calme y actúe racionalmente, pero Kaiser no puede ver más allá de su realidad: si pierde, todo lo que ha forjado en esos años desaparecerá, incluida su propia humanidad, y volverá a ser ese trozo de mierda, como decía su padre, tanto que él mismo se autoconvenció de serlo, de ahí que se comporte irracionalmente. Todo esto, si lo pensamos detenidamente, es sumamente triste y trágico. Como nadie le quería cuando nació, Kaiser robó a otros hasta conseguir fama, prestigio y riqueza, pero en el fondo le aterra profundamente perder todo eso, lo único que tiene en la vida y lo que lo distancia de su infancia miserable. Kaiser comenta en su monólogo interno que en cierto punto dejó de robar a otros para luchar por protegerse a sí mismo y su estatus, reinando desde su trono de seguridad —buen momento para rememorar que Kaiser significa «emperador», y que el simbología que rodea al personaje no es casual. También debemos recordar que parte del tatuaje es una corona que adorna su mano izquierda y que enlaza las espinas con las rosas, completando así todos los elementos que conforman su simbología: la corona del emperador, las espinas de la malicia y las rosas de lo imposible—.

Y hablando de simbología, si observamos la portada del tomo 19, en la que aparece representado Kaiser, podremos percatarnos de que el personaje cuenta con un collar alrededor de su cuello unido a una cadena, igual que el resto de jugadores en el arte de las portadas, pero en el caso de Kaiser este es transparente; pues bien, se ha especulado mucho sobre la naturaleza de los collares, hay quien piensa que representan el ego de los personajes, y en este caso, que el de Kaiser sea de cristal podría significar que su ego realmente es frágil como este material, aludiendo a su conflicto interior. En cambio, también hay quien opina que realmente los collares simbolizan aquello que frena a los jugadores (y, si nos fijamos en los pasados de algunos de ellos y su evolución, como Chigiri y Hiori, esto tendría bastante sentido), y en el caso de Kaiser esto podría ser su autopercepción e identidad, que se convierten en muros transparentes que detienen su avance; indagaremos en este aspecto a continuación.

Kaiser se da cuenta de que, si lucha simplemente para proteger su trono, no puede avanzar más, y que la única alternativa que le queda es abandonarlo todo y empezar de cero, dejando atrás todo lo que constituía y conformaba su personalidad hasta este mismo momento, básicamente. El Emperador empieza a preguntarse qué es lo que verdaderamente quiere, qué es lo que ha deseado todo este tiempo, cuál era su ego original, y en este momento se le viene a la mente su primer balón, su único compañero y amigo. Así pues, Kaiser sufre un despertar y su mentalidad cambia por completo: como ha abandonado todo, empieza a jugar de forma distinta, y en vez de centrarse solo en Ness y en su obsesión con Isagi, comienza a pasar el balón a otros miembros del equipo, incluidos los chicos de Blue Lock. Kaiser no puede vivir solo a base de protegerse con un escudo, quiere ascender aún más, y para eso tiene que volver al inicio de todo para empezar de cero como persona: cuando era solo un niño asustado y maltratado. Irónicamente, Kaiser vuelve a sus inicios precisamente para escapar de esa vida anterior que tanto odia y le asusta a partes iguales. En su perfil en el segundo volumen de la Biblia del Egoísta, el propio Michael dice cuando le preguntan sobre si iría al pasado o al futuro si tuviera una máquina del tiempo: «Al futuro. No hay salvación en el pasado. Quiero ver si hay salvación posible en el futuro».

Kaiser vuelve a sus orígenes para empezar de cero. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

El personaje se halla en un punto entre que deconstruye y reconstruye su personalidad e identidad y, entre múltiples pétalos de rosa que adornan las viñetas asociados a recuerdos del pasado, Kaiser se percata de que ha sido capaz de llegar a esta conclusión de necesitar rehacer su identidad gracias a la presión que Isagi ha ejercido sobre él. Los demás jugadores del equipo se dan cuenta de que el poder de Kaiser e Isagi empieza a resonar de forma mutua por fin gracias al cambio de mentalidad del Emperador. Este es un buen momento para decir que Kaiser e Isagi son dos caras de la misma moneda y que Yukimiya tenía razón cuando le comentó eso mismo a Isagi. Sin embargo, es interesante anotar cómo las vidas de ambos, protagonista y antagonista, han transcurrido de formas diametralmente opuestas: mientras que Isagi fue un niño querido, que siempre tuvo el cariño y el apoyo de sus padres, incluso con el fútbol, a pesar de que ellos mismos dicen a lo largo de la serie en varias ocasiones que ni siquiera son fans de este deporte, Kaiser creció siendo un niño roto y vacío, con violencia, palizas y desprecio como platos diarios en su casa. Eso no significa que sus egos no sean parecidos y se coordinen a la perfección: son similares y contrarios al mismo tiempo. De hecho, Kaiser e Isagi han influido el uno en el otro de forma mutua: Isagi le ha permitido a Kaiser evolucionar gracias a sus restricciones, pero Kaiser también ha logrado que Isagi se obsesione con él con la intención de superarlo y ha conseguido que juegue de forma más agresiva y egoísta que antes, si cabe. La realidad es que no es posible entender el personaje de Kaiser sin Isagi, de ahí que hayamos profundizado tantísimo en su relación a lo largo de este artículo; Kaiser existe en torno al protagonista como su rival y antagonista y es gracias a él y a sus deseos de superarlo que se produce el despertar. Además, si somos perceptivos, nos fijaremos en que a veces Isagi aparece rodeado por las espinas del aura de Kaiser, mientras que Kaiser alguna vez también tiene una de las piezas de puzle de Isagi (concretamente, la de «suerte»).

El caso es que Kaiser ha cambiado su mentalidad y está haciendo que los jugadores de Blue Lock interactúen con él y le hagan pases. Es perfectamente consciente de la situación del equipo y se está haciendo notar a base de manipular a otros para que jueguen con él, adaptándose él mismo y forzando a otros a hacerlo, convirtiéndose en alguien receptivo al cambio, al igual que nuestro protagonista, Yoichi Isagi, el genio de la adaptabilidad. El propio Isagi admite en este momento que Kaiser es el mismo tipo de jugador que él.

En un momento decisivo en el que Kiyora tiene que elegir entre pasarle el balón a Kaiser o a Isagi, el Emperador se da cuenta de que solo puede crecer en un ambiente restrictivo, y eso, de nuevo, nos retrotrae a su pasado, pues ese tipo de restricción es lo que conoció durante toda su infancia; en este punto, Kaiser se llama a sí mismo «trozo de mierda» (recordemos que ha vuelto al punto cero, partiendo desde su origen), y todo se alinea para que la suerte le sonría y pueda usar, por fin, su arma más poderosa. La Rosa Azul patea el balón y su mente vuelve a los recuerdos del pasado… a esos primeros contactos con la pelota que compró por su cumpleaños el día de Navidad, a esa primera interacción con lo que, inevitablemente, constituiría su futuro, y también a las palizas de su padre y cómo el balón era el único amigo silencioso que permanecía a su lado. Y en este momento, hablando con la pelota, el niño Kaiser sueña con liberarse, con ser humano y, sobre todo, nos desvela su aspiración oculta más profunda en una de las viñetas más conmovedoras de todo el manga —si le permitís a esta humilde redactora abandonar un momento la objetividad para decirlo, se trata de su página favorita—: Kaiser ansía ser amado. Porque ¿qué hay más humano que el amor? Y, si el Emperador aspira a ser humano y encontrar su identidad, eso exige conocer una emoción que no se le ha permitido experimentar nunca y que tampoco se le ha expresado a él: el amor.

Michael, el niño que quería ser amado, en una de las viñetas más conmovedoras de la serie. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Es aquí donde descubrimos el lado más humano de Kaiser; pese a su fachada cruel y despiadada, no deja de ser una persona rota que solo quiere que le amen. Recordemos que el único que le ha querido en toda su existencia es Ness, y a él lo manipuló precisamente para que lo amara y siguiera incondicionalmente; tanto Kaiser como Ness vienen de hogares en los que no los han querido hasta que se conocieron el uno al otro, pero es cierto que un amor que surge como fruto de la manipulación psicológica y emocional no puede considerarse genuino. A efectos prácticos, Kaiser está tan solo en la vida como lo está en el terreno de juego durante el partido contra el P.X.G., pues a pesar de todo su éxito, su gloria y la admiración que suscita, no existe nadie que le ame incondicionalmente. Puede que él no sea consciente, pero para nosotros, los lectores, Kaiser ya es muy humano al habernos abierto su corazón y su mente. Se trata, sin duda, de un personaje interesantísimo y más profundo de lo que parece a primera vista, y gracias a su pasado y a su declaración sobre lo que realmente ansía podemos empatizar con él, a pesar de que al principio esto parecía imposible debido a su actitud. Si en algún momento durante la historia los lectores le odiaron, es probable que en este punto cambien de opinión. Además, las aspiraciones del joven Kaiser se alinean perfectamente con su búsqueda de lo imposible, su filosofía principal en la vida; y es que, cuando se encontraba inmerso en su infancia miserable, todos sus sueños parecían totalmente irrealizables, de ahí que para él lograr lo imposible represente una vía de escape de esa vida tan terrible. Pero no nos quedaremos ahí, ya que lo imposible en Kaiser tiene diferentes lecturas, y con su insaciable búsqueda del amor añadimos una más, pues para él lo imposible simboliza también lo que nunca ha tenido, que, en su caso, es el amor.

Obviamente, el tiro acaba en gol y el Emperador ejecuta una pose de celebración mostrando su tatuaje en una viñeta muy expresiva y preciosa en la que le apunta un foco de luz —otra vez vuelven las referencias teatrales— mientras decenas de pétalos de rosas inundan el escenario. El resplandor puede interpretarse también como la luz celestial, pues Kaiser está alzando la mano hacia el cielo y no podemos olvidar que es el enviado por Dios, como indica su nombre; pero él, cuando se convirtió en símbolo de lo imposible, declaró que era un acto de rebeldía contra la divinidad. ¿Implica este momento un signo de reconciliación?

Kaiser celebra su victoria en su desafío a lo imposible en esta viñeta espectacular. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Sea como sea, tras esto, Ness se lanza a alabar a Kaiser, como hace siempre, pero este, que ha eliminado su yo anterior, se da cuenta de que no puede seguir avanzando con Ness a su lado y dependiendo exclusivamente de él, así que lo abandona y le pide que lo olvide y se busque un nuevo rey al que servir. Ness le ha dado libertad, pero ya sabemos que Kaiser entiende que avanza mejor cuando se le ponen restricciones. Esta escena de ruptura puede darnos una idea de hasta qué punto Kaiser ha cambiado de mentalidad: él mismo se compara con una mariposa que ha surgido del capullo como algo totalmente distinto a lo que era anteriormente.

No obstante, Rin se da cuenta de que, a pesar del despertar de Kaiser, su química con Isagi aún no está totalmente desarrollada, y ve en esa falla una oportunidad de acabar con ambos. Pero Kaiser, siempre tan avispado, también deduce pronto la naturaleza de la rivalidad entre Rin e Isagi, y decide que robarles el foco debería convertirse en su nuevo reto imposible. Tal y como lo describe Isagi, los tres se encuentran inmersos en un duelo de piedra, papel y tijeras en el que el más mínimo descuido puede llevar a cualquiera de ellos a marcar gol.

Después del tanto de Rin que empata el marcador, Noa confiesa que el motivo por el que decidió participar en la Liga Neoegoísta no es otro que provocar el despertar de Kaiser para tener un rival poderoso con el que él mismo fortalecerse, y para conseguirlo usó a Isagi, como ya sabemos, para que presionara a Kaiser. Sin embargo, nuestro Emperador no está dispuesto a vivir tal y como quiere Noa y declara que desea escribir una nueva historia totalmente distinta para sí mismo. Aquí se produce la adquisición de identidad de Kaiser como jugador; hasta ese momento, había seguido las órdenes de Noa, pero tras conocer la realidad y ser consciente de que Noa ha usado a ambos (Isagi y Kaiser), nuestro Emperador decide liberarse del yugo del mejor delantero del mundo y forjar su propio destino. En este momento es interesante comentar, al menos brevemente, sobre las exigencias impuestas a los deportistas profesionales y cómo se les «explota» en favor de crear un producto de marketing que apele a las masas, y eso también está presente en el desarrollo de Kaiser, que en este punto elige ser él mismo.

La autoaceptación de Kaiser, que se refiere a sí mismo por su nombre de pila. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Kaiser, en el momento antes de realizar un tiro libre, ha llegado por fin a la aceptación y el entendimiento de su propio yo como individuo y como jugador: el de una persona que utiliza la malicia para abrirse camino en la vida y en el campo de juego mientras anhela el amor. Es notable que, en este punto, a diferencia de cuando estaba despertando y retornando a sus orígenes previamente, Kaiser se refiere a sí mismo por su nombre de pila, Michael, señal inequívoca de la adquisición de su identidad y su humanidad, que derivan en un cambio en su autopercepción.

En este punto de la historia, se nos introducen los conceptos de genio y prodigio (con la aclaración de que ninguno de los dos es necesariamente mejor o superior al otro), e Isagi se encasilla dentro de los aprendices y descubre que Kaiser no es un genio como él creía, sino que es como él, gracias a que el Emperador grita que Dios es muy injusto (se entiende que dándoles ventajas naturales a los genios, y de nuevo regresa la referencia a la religiosidad). Isagi llega a la conclusión de que todas las acciones de su rival, aunque parecían irracionales, realmente tenían lógica y razonamiento detrás, y eso es lo que caracteriza a los prodigios. Esto tiene todo el sentido del mundo, pues, si echamos la vista atrás, el propio Kaiser nos explicó cómo había llegado a crear su Kaiser Impact: Magnus; un arma tan poderosamente premeditada y ensayada hasta la saciedad solo puede ser fruto de una persona que se esfuerza más que de alguien con un don innato, por lo que ya había pistas que apuntaban a las conclusiones de Isagi. Pero, además, en general todo el personaje de Kaiser tiene muchísimo más sentido si lo vemos como alguien talentoso y no como un genio: su posición actual es fruto de su esfuerzo sobrehumano para escapar de su vida anterior, como ya sabemos, y su filosofía sobre lo imposible parte también de ahí.

El momento en que Isagi se da cuenta de que Kaiser es un aprendiz con talento, igual que él. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

En este momento, Isagi se percata de que debe hacer como Kaiser y abandonar su obsesión, al menos temporalmente, porque necesita un aliado para ganarle a Rin, así que le ofrece hacer equipo porque combinar las capacidades de dos prodigios es la única forma de vencer a un genio. Kaiser, que tras bastante tiempo vuelve a sonreír, acepta la oferta de Isagi, acordando ambos dejar el último gol en manos de la suerte. Así pues, los dos abandonan sus egos y se convierten en máquinas de ganar. Lo cierto es que la historia estaba llena de foreshadowing que conducía hacia esta cooperación, este contrato con el diablo, como lo llaman los propios personajes, como cuando en las redes sociales los espectadores aseguraban que ambos deberían unirse.

Y el plan de Isagi resulta ser efectivo, pues no solo son perfectamente compatibles como jugadores, sino que, una vez eliminada su competición constante, el equipo entero actúa coordinadamente como uno solo. Bien sabemos que el Kaiser de antes del despertar jamás habría aceptado esta colaboración, y aunque ambos aseguran seguir odiándose, es un paso adelante hacia su evolución como personaje y como persona. Esta cooperación es beneficiosa para ambos personajes y es, una vez más, un indicio de cómo ha cambiado Kaiser, pues antes huía de Noa (un genio), al que creía imposible alcanzar, ya que era consciente de sus limitaciones, y por eso su objetivo era conseguir un contrato con un equipo distinto; no obstante, con el nuevo planteamiento de Isagi, Kaiser percibe la posibilidad de derrotar por fin a un genio, en este caso personalizado en la figura de Rin Itoshi.

Los rivales sellan el pacto para derrotar a los genios. / © Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura – Kodansha

Por desgracia, es imposible saber cómo concluirá el arco de personaje de Kaiser porque el manga sigue en publicación y el arco de la Liga Neoegoísta ni siquiera ha finalizado en el momento en que se lanza este artículo, pero nos quedamos con ese giro en su forma de jugar, en la adquisición de su humanidad y en la metamorfosis de su autopercepción. No sabemos si su cambio de mentalidad será significativo en el futuro y su personalidad virará hacia otros derroteros, pero esperamos que sea así. Al fin y al cabo, no es demasiado tarde para él, y en su perfil en la Biblia del Egoísta, cuando se le pregunta qué haría si fuera el último día de la Tierra, contesta: «Arrepentimiento. Pensaría que habría otras maneras en las que habría podido vivir. Si mañana fuese mi último día, eso sería lo que sentiría».

Lo cierto es que la historia de Kaiser es profundamente inspiradora a la par que dramática: detrás de un personaje en principio arrogante y narcisista se oculta una persona trágica y rota, definida por una infancia horrible llena de violencia y sin el cariño de familia ni amigos. Su filosofía sobre superar lo imposible es, incluso, aplicable a ciertos aspectos de la vida real, y que su auténtico motor sean la búsqueda de la humanidad y del amor hacen de este antagonista trágico un personaje fascinante y con múltiples capas. También es cierto que muchos lectores lo malinterpretan o lo reducen a un único aspecto, como si fuese unidimensional y no un antagonista gris como verdaderamente es, y quizás de ahí haya surgido la necesidad, en parte, de escribir este extensísimo artículo, pues hay gente que piensa que es mucho más plano de lo que realmente es; pero, sobre todo, a lo mejor representa el desafío hacia lo imposible de la autora de estas palabras —es, desde luego, su artículo más ambicioso—, como los goles y las jugadas de Kaiser y su fuerza para seguir adelante. No nos equivocamos al decir que el proceso de redacción de este ensayo ha sido sumamente arduo, largo y ha estado lleno de dudas, y que en algunos momentos esta humilde redactora pensó en no llegar a publicarlo siquiera (porque lanzar un artículo de esta extensión parecía una locura absoluta, por supuesto), pero en esos momentos de vacilación llegó a la conclusión de que el propio Kaiser lo haría, por muy irrealizable que pareciera, así que, desde el fondo de nuestro corazón, si habéis llegado hasta aquí, esperamos que lo hayáis disfrutado, pues deseamos que haya merecido la pena compartir este escrito con el mundo. Pero, obviamente, antes de poner punto y final por fin a estas palabras, querríamos haceros una última pregunta, tan necesaria como predecible: vosotros, estimados lectores, ¿creéis en lo imposible?

Nota de la autora: este artículo continuará en un futuro en «En la mente de: Michael Kaiser (Blue Lock) vol. 2».

5 comentarios en “En la mente de: Michael Kaiser (Blue Lock)

  1. Tremendo artículo Clara, para alguien que no sigue blue lock como yo, me ha fascinado el relato del trasfondo de Kaiser. Espero que la colaboración entre Isagi y Kaiser traiga consigo unos paneles a la altura. Felices fiestas.

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