En la mente de: Eddie Dombrowski (Silent Hill 2)

En la mente de es una serie de artículos dedicados a profundizar individualmente en las características y motivaciones de algunos de los personajes más queridos e interesantes de los videojuegos y el anime.

Cuando se habla de los personajes que componen la trama de la segunda entrega de Silent Hill, Eddie suele quedar eclipsado por figuras como James Sunderland, María o Angela Orosco. Sin embargo, bajo esta aparente simplicidad se esconde un personaje lleno de matices. Hoy nos adentramos en la psique de Eddie para esclarecer su historia y las capas ocultas de su narrativa.

Hemos de advertir que vamos a hablar de todos los encuentros con Eddie a lo largo del juego, ya que es muy importante ponernos en situación para explicar su historia, así que va a haber spoilers. Hoy en día se sigue analizando y surgen nuevas teorías e interpretaciones, pero consideramos oportuno darte la oportunidad para que lo experimentes por ti mismo.

La primera vez que vemos o, mejor dicho, escuchamos a Eddie es en los apartamentos Wood Side, entre sonidos de lo más repugnantes. Intentando hallar el origen del ruido, encontramos dentro del frigorífico de uno de los apartamentos lo que parece el cadáver de un hombre. El sonido viene del baño, y es ahí donde James encuentra a Eddie vomitando, abrazado a la taza del váter, asegurando que él no lo ha hecho, que no ha matado al tipo de la cocina. La conversación deriva hacia los monstruos, su origen y propósito en este lugar. Eddie habla atropelladamente sobre su llegada al pueblo y, al igual que James, no sabe qué hacen aquí. Al despedirse, ambos se advierten mutuamente: hay algo siniestro acechando en Silent Hill. Eddie parece ser un muchacho normal y a primera vista no parece una amenaza, pero entonces empiezan a surgir las preguntas: ¿quién ha matado a ese hombre, Eddie o los monstruos? ¿Es esta persona peligrosa? La propia escena nos da pistas a través de sus elementos. La cámara nos presenta a James en una posición dominante hacia Eddie, donde tenemos al protagonista mirando fijamente a Eddie. Además, Eddie no solo empieza la conversación declarándose inocente de un crimen del que nadie le ha acusado, sino que también está tirado en el suelo, dándonos la espalda, presentándolo como alguien vulnerable; enseñando a la audiencia un claro mensaje de debilidad y desesperación. El mismo juego nos presenta a Eddie como alguien asqueroso y hasta cierto punto patético. La música tiene un papel importante en la escena, Ordinary Vanity —vanidad ordinaria— es la melodía que suena y lo que empieza sonando como algo relajante y pacífico acaba derivando en tonos más oscuros, más erráticos, añadiendo los estruendos industriales que aparecen en situaciones de peligro. Curiosamente, no muy lejos de este apartamento, encontramos una habitación llena de posters deportivos junto a una pegatina que pone «Club Inflexible Person» y un balón de rugby.

Planos de cámara que muestran la dominancia de James y la vulnerabilidad de Eddie / ©Konami

El segundo encuentro con Eddie empieza realmente con Laura, que además de decirte que es un gordo asqueroso, pregunta por qué la policía va tras él, y que si ha hecho algo malo solo tiene que pedir perdón. Eddie responde diciendo que no ha hecho nada malo y que pedir perdón no es una opción porque nadie le creería, evadiendo por qué lo están persiguiendo. Cuando James entra en escena, Laura se va, volviendo a posicionar a Eddie de espaldas, pero esta vez suena más desafiante al hablar. La cámara sitúa de nuevo a James en una posición dominante, reforzando el mensaje de vulnerabilidad de su primera escena, añadiendo además que Eddie es vago. La imagen que ahora tenemos sobre Eddie cambia, ya que no hay que tomárselo en serio; el pobre no es más que el típico cliché del gordo que solo piensa en comer, no es ninguna amenaza, ¿verdad? El chiquillo solo se está comiendo dos pizzas con toda la tranquilidad del mundo en un lugar abandonado lleno de monstruos.

La tercera vez que nos encontramos con Eddie es en la prisión, más concretamente en el comedor. Yace en el suelo a oscuras, empuñando una pistola mientras mira al vacío. Con voz distante, murmura que matar a alguien no es para tanto, que solo «aprietas el gatillo y… ¡bang!». James pregunta por el cadáver en la mesa, y Eddie se defiende diciendo que no ha sido culpa suya, que le obligaron a hacerlo. Es en este momento cuando su verdadera naturaleza emerge. Nervioso, explica que el sujeto quería hacerle daño, que se burlaba de él con la mirada, igual que el otro tío. Cuando James le dice que no puede matar a alguien solo por cómo le miran, Eddie se incorpora y, por primera vez, se pone al mismo nivel que James. Eddie contesta que por qué no, que siempre ha dejado que lo pisoteen, igual que aquel perro. Tras esto, Eddie evita de nuevo el contacto visual para decir que todo era una broma mientras se va con una confianza que no encaja, como si fuera a cazar. Es aquí cuando todas las preguntas que teníamos en su primera escena se disipan: él ha matado a esas personas.

El encuentro final con Eddie transcurre en una macabra cámara frigorífica, un escenario que refleja perfectamente su descenso a la locura. Rodeado de cadáveres, encontramos a un Eddie transformado que por fin confiesa que todos los cuerpos que habíamos encontrado a su alrededor eran obran suya. Por primera vez Eddie está de pie, descargando años de abuso, gritándoles a sus víctimas toda la crueldad y burlas que le dedicaban en vida: «pedazo de mierda asquerosa», «puto gordo asqueroso», «solo eres un gordo que no vale para nada», «eres tan feo que ni tu madre te quiere», etc. Eddie confiesa que matar se ha vuelto fácil, natural y liberador. James, atónito, le pregunta si se ha vuelto loco y Eddie arremete contra él diciéndole que se ha estado riendo de él desde el principio, y ahora es su turno.

La zona frigorífica llena de carne / ©Konami

Pero ¿cómo y por qué llega Eddie a Silent Hill? Tras una vida llena de abusos, Eddie explota a través de la violencia matando a un perro y disparando poco después al dueño del perro, que casualmente es uno de sus bullies. Presa del pánico, Eddie huye y acaba en Silent Hill. Cuando lo encontramos vomitando en el pueblo, sabiendo lo que sabemos, podría estar vomitando por el asesinato del perro y su bullie o por los nervios de haber tenido que huir y estar en busca y captura.

Si analizamos uno por uno los detalles que parecen no tener mucho sentido a primera vista, conocemos la trágica historia detrás del personaje. El cliché del jock estadounidense es un estereotipo que se refiere al chico deportista, guapo, popular y con un estatus social alto en la jerarquía del instituto. Como ya hemos mencionado antes, en la zona de los apartamentos, cerca de la primera localización de Eddie, podemos encontrar una habitación con elementos deportivos, lo cual puede representar el ideal de belleza de Eddie y sus aspiraciones a la hora de ser alguien o una forma de plasmar a estos jocks, que eran los abusadores de Eddie.

Lamentablemente, Eddie sufrió bullying por su aspecto toda su vida. El personaje es presentado para que te resulte desagradable a la vista. Su obesidad está exagerada de forma poco natural, no para de sudar constantemente y tanto su rostro como su ropa están continuamente manchados de comida, sudor y vómito. La primera escena de Eddie se desarrolla en un baño nauseabundo mientras vomita abrazando un váter, es una acción inherentemente desagradable. Sus apariciones suelen estar rodeadas de elementos repulsivos como el vómito, la sangre y los cadáveres. Esta forma de representarlo no solo simboliza la toxicidad interior, sino un deterioro físico progresivo que encarna su descenso a la locura, y la incomodidad que genera su presencia es un reflejo de su propia contrariedad con el mundo.

El abuso constante moldeó la psique de Eddie, desarrollando una serie de mecanismos de defensa disfuncionales que se manifiestan a lo largo de todas sus apariciones. Niega la realidad sobre haber matado al señor del frigorífico, proyecta su culpa hacia otros, fantasías de venganza y una minimización de su propia violencia. El trauma también deja cicatrices profundas, como la baja autoestima, la dificultad para formar relaciones sanas, el desarrollo de una visión hostil del mundo y la tendencia a interpretar lo neutro como amenazante. Eddie comenzó a ver el mundo dividido entre abusadores y víctimas, desarrollando una visión dicotómica.

Su fase final en la cámara frigorífica es una de las más interesantes porque representa a la perfección la transformación de Eddie. El simbolismo del entorno encarna, a través del hielo, la frialdad emocional y anula la ausencia de calidez humana. La cámara frigorífica es un matadero, lo que refleja no solo cómo Eddie ve a las personas, sino cómo al representarlos como carne colgada sin forma somos capaces de apreciar la deshumanización de sus víctimas; además de ser una forma distorsionada y macabra de presentar comida. Esta confrontación no se puede evitar, ya no hay posibilidad de redención para Eddie, pasa de víctima a victimario.

Eddie Dombrowski representa uno de los arcos más interesantes de la saga, ya que encarna un problema que desgraciadamente es muy palpable a día de hoy. Su historia nos muestra cómo el abuso sistemático puede romper el alma humana hasta convertirla en aquello que más odia. Es brillante cómo el Team Silent construyó a su personaje a través de elementos sutiles como la música, los ángulos de las cámaras, los espacios que habita y de cómo el propio diseño de Eddie refleja rechazo social. Su historia nos recuerda que a veces los verdaderos monstruos no son las criaturas que acechan en la niebla, sino los que creamos a partir del propio dolor.

Un comentario en “En la mente de: Eddie Dombrowski (Silent Hill 2)

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