El mundo sobrenatural japonés: yōkai, yūrei y obake

En esta vida, hay algunos fenómenos para los que no encontramos explicación. El ruido de una puerta cuando estamos soles en casa, una silueta extraña que vemos a lo lejos, la sensación de que algo se está moviendo solo, etc. Mientras que algunos le buscan explicaciones claras y lógicas a estas cosas, otros creen en la presencia de espíritus. De ello deriva que, en el imaginario colectivo, se hayan creado mitos y leyendas urbanas de todo tipo, protagonizadas por criaturas más allá de nuestra comprensión, ya se trate de dioses que vigilan nuestras acciones o de monstruos inhumanos que nos acechan. Sea como fuere, cada cultura tiene sus propias historias, que se cuentan de generación en generación y que suelen acarrear una moraleja para evitar que estos seres mitológicos vayan a por ti. Japón no es para menos, puesto que el folklore de este país cuenta con multitud de dioses, criaturas y espíritus, que se pueden dividir en diversas categorías.

Ilustración del kasa-obake, un yokai con forma de paraguas.

Primeramente están los kami, que son algo parecido a unes dioses, como por ejemplo puede ser Amaterasu, diosa del Sol y la deidad más importante del sintoísmo, la religión autóctona del país. Después tenemos a los yōkai. En su libro The book of yokai, Michael Dylan Foster los define como criaturas raras o misteriosas, un monstruo o ser fantástico, un espíritu o un duende. Sin embargo, como señala luego, los yōkai son algo más complicados de entender y definir. Foster explica que éstos se caracterizan por estar anclados en un sitio, es decir, aparecen en un lugar en concreto —normalmente al atardecer—, no son unas criaturas que te persigan. Pueden adoptar diversas formas, desde humanas hasta animales e incluso objetos comunes, como por ejemplo el Kasa-obake, que se asemejan a un paraguas. Por otro lado, Luis Antonio Carretero Martínez, en su libro Breve historia de la mitología japonesa, nos cuenta que los yōkai son criaturas vivas, generalmente deidades que bajaron de nivel y que, con motivo de esta caída, actúan de manera malévola contra los humanos. También relata que suelen vivir en lugares que los seres humanos no pueden controlar, como los mares o la espesura de un bosque.

Al hilo de la definición de Carretero Martínez de los yōkai como deidades caídas y volviendo a Foster, éste último opina que guardan una estrecha relación con los kami. Aunque los primeros suelan ser venerados por el pueblo, esto no significa que sean necesariamente bondadosos ni que, en contraposición, los yōkai sean malvados. Añade además, que los yōkai no se definen siempre por un mal comportamiento y que muchas veces su evaluación depende de la versión de cada persona. En función de en lo que consista su encuentro con la criatura, algunos pueden valorarlas positivamente y otros no. Foster cree que las distinciones entre kami y yōkai son, en cierto modo, académicas, mientras que la gente de a pie no acude a ese tipo de categorizaciones.

Sea como fuere, y como suele pasar, hay distintas variaciones de cada leyenda relacionada con estas criaturas. Además, la gente siempre puede crear unos nuevos o expandir su figura, como es el caso de Kuchisake-onna —una mujer con un corte de oreja a oreja que te pregunta si la ves hermosa o no— que, aunque se cree que ya existía en el imaginario en el periodo Edo, no se hizo popular hasta los años 70, cuando empezaron a circular de repente numerosos rumores sobre avistamientos de ésta. Por tanto, con base en alguna leyenda urbana, se pueden crear nuevos yōkai o expandir el lore de los ya existentes.

Luego tendríamos a los obake u obakemono, término que empezó a aparecer en la era Edo y que es similar a monstruo. Se trata de criaturas cuya característica principal es la transformación, pero Foster señala que el término también se refiere a criaturas con formas extrañas, terroríficas o anómalas.

Ilustracion de un obake/ ©International Research Center for Japanese Studies

Por último tendríamos a los yūrei, palabra que podría traducirse como fantasma. Kunio Yanagita, escritor y académico japonés, sostenía que, mientras que los yōkai están ligados a un sitio, los yūrei pueden moverse y perseguir a su objetivo. Además, los yōkai no eligen a una víctima en concreto, sino que atormentan a cualquier persona con la que se encuentren, mientras que los yūrei acechan a una persona en específico.

Ilustración de un yūrei que aparece en Yotsuya kaidan (una obra de teatro) y realizada por Kuniyoshi Utagawa.

El antropólogo Kazuhiko Komatsu sostiene que existen dos tipos de yūrei. Los primeros serían espíritus de personas que han fallecido y que siguen en el mundo —en vez de haber pasado a mejor vida— por tener algún asunto pendiente o porque tienen un fuerte apego al mundo de los vivos. Si no sabes que están muertos, puede que no sospecharas nada, puesto que se ven con un aspecto parecido al que tenían cuando estaban con vida. Suelen tener un fuerte resentimiento hacia una persona o, por el contrario, un fuerte sentimiento de amistad o amor. Komatsu continúa explicando que muchas veces aparecen porque sufren de una muerte repentina, sin tiempo a hacer las paces con la situación o con sus diversos problemas. El segundo tipo, según explica Komatsu, son lo contrario. Este tipo de fantasmas sí que parecen haber fallecido, es decir, se identifican inmediatamente como tales. Llevan a veces un sudario y tienen la curiosa característica de no tener pies. Sin embargo, este último tipo no suele aparecer en leyendas y mitos, de modo que son más comunes en obras de teatro.

Carretero Martínez explica que hay diversos tipos de yūrei. Por ejemplo, tenemos los onryō, que son los fantasmas vengativos, movidos por un gran rencor hacia los que ocasionaron su muerte, un odio que lleva a que ataquen no solo a aquellos responsables del fallecimiento, sino a cualquier otra persona con la que se topen. Por otro lado, también señala que hay dos grupos fundamentales. En primer lugar, los ikiryō, que son los espíritus de personas que aún siguen con vida. El espíritu saldría de la persona que aún sigue viva para atormentar a la persona a la que profesan una fuerte ira y solamente el individuo al que acechan es capaz de verles. Por contraposición, estarían los shiryō, que son simplemente los espíritus de la gente muerta.

Como se puede observar, aunque haya distintos tipos de criaturas sobrenaturales y muchas veces se siga discutiendo en círculos académicos sobre las diferencias entre unas y otras, no podemos negar el rico folklore que hay en Japón respecto al mundo sobrenatural. Tenemos dioses, fantasmas y todo tipo de criaturas, que además varían no solo entre prefecturas, si no también entre pueblos. Un pueblo puede tener un kami local y en una localidad de otra prefectura puede surgir una leyenda sobre un yōkai nuevo. No solo estas criaturas son mágicas sino que el folklore también lo es, por la forma en que afecta a todos los aspectos de la vida diaria.

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