Crónica de Ado: Bruselas, 09-03-2024

Para cuando tuvo lugar su debut oficial y la controvertida Ussewa pasó a ser una canción ubicua en cada hogar japonés en el que viviese un adolescente, allá por 2020, la por entonces también juvenil Ado llevaba ya un tiempo dando guerra en internet. Sus covers se acumulaban poco a poco en un canal de Youtube cuyos seguidores no hacían más que crecer y ese primer single no tardó demasiado en alcanzar varios cientos de millones de reproducciones, números mareantes y sorprendentes para una anónima cantante de 17 años que hasta entonces grababa sus canciones en el estudio que había improvisado insonorizando artesanalmente el pequeño armario de su habitación. Menos de un lustro después la tokiota cuenta ya en su haber con un álbum debut que podría ser catalogado como la mejor ópera prima del yakousei, una banda sonora entera para su lucimiento personal en el inmejorable escaparate que resulta una película ―One Piece Film: Red― sobre el manga más popular del mundo y un inesperado disco de versiones en el que se ha permitido abordar temas tan dispares como Kawaikutegomen, de HoneyWorks o Crime & Punishment de la gran Shiina Ringo, de quien la protagonista de nuestra crónica ha bebido mucho. Todo esto sin dejar de crecer de manera constante y llegando a posicionarse como una de las artistas más prometedoras del momento.

Los mimbres para su asedio a toda tierra allende las fronteras niponas estaban perfectamente colocados y, en consecuencia, 2024 ha sido por fin el año de su primera gira mundial, bautizada como Wish Tour. Tras diversas fechas a lo largo de Asia oriental, con la vocalista llenando pabellones en Seúl, Yakarta o Kuala Lumpur, llegaba su esperado primer concierto en Europa, en la ciudad de Bruselas. El ING Arena, anteriormente escenario para colosos de la talla de Queen, Carlos Santana o Peter Gabriel, abría sus puertas pasadas las 18.30 de una paramosa tarde de sábado para que la prolongada cola, que superaba el kilómetro y medio de extensión y avanzaba serpenteante por los terrenos del Centro de Exposiciones bajo la rígida vigilancia del Atomium, comenzase a acceder al recinto. Nada más entrar, señalizaciones por doquier que indicaban la prohibición de realizar fotografías, grabaciones o tomas de vídeo de cualquier tipo antes, durante y después de la actuación «por respeto a los deseos de la artista». Nada se sabe oficialmente, más allá de improbables rumores, de la identidad real de Ado, que nunca ha aparecido en un videoclip y siempre ha escondido su presencia en entrevistas o apariciones públicas detrás de diversos y artísticos avatares. En sus conciertos es constante la utilización estratégica de la iluminación para que su figura se mantenga siempre en la sombra o a contraluz, además del reciente uso de una jaula de finos y numerosos barrotes que restringe aún más la posibilidad de vislumbrar su rostro. Pero hay cámaras que hacen maravillas así que, para garantizar la protección de su intimidad, ni una sola captura estaría permitida dentro del recinto. Quizás nunca se le haya ocurrido el sencillo camino tomado en su día por agrupaciones como Ghost o Slipknot y más recientemente por Man with a Mission o quizás Universal Music Japan se esté aprovechando un poco de los deseos de la artista para intentar vender más blu-rays a los incautos para que los recuerdos de sus actuaciones no caigan en el olvido. En cualquier caso, la imagen nunca ha sido lo importante en Ado, sino su voz. Y esta fue la protagonista incontestable durante una hora y media sencillamente mágica.

Este cronista cree en respetar los deseos de la artista y, a la vez, también cree en la libertad de prensa, así que la única fotografía tomada es bastante tiempo antes del inicio del espectáculo y sólo mientras los asistentes llenaban el recinto / ©Hachedehelp

New Genesis, tema de apertura de la anteriormente citada película de One Piece, iniciaba el concierto ante el éxtasis de un público completamente entregado desde los primeros compases. Las primeras dudas, fruto de una ecualización titubeante que fue corregida casi de inmediato, dieron fulgurante paso a un estribillo coreado al unísono por los más de 10000 asistentes. Sin siquiera un segundo de descanso llegó el estruendo de Ussewa. Dos de los temas más potentes de su aún creciente discografía utilizados para abrir. Sin complejos, sin temor alguno y con unas ganas enormes de comerse Bruselas. Líneas vocales desgarradoras que bordeaban los guturales más metal hicieron retumbar los cimientos del pabellón antes de cerrar la tríada inaugural con Lucky Bruto, con la que el sonido del evento terminó por fin de afinarse y tomar empaque. Las revoluciones parecieron descender con una Readymade cargada de influencias swing, pero instantáneamente llegó la rockera Rebellion para hacer sudar a un público que no dejaba de dar brincos.

Tras un breve y merecido descanso, Fleeting Lullaby, Motherland y una Gira Gira tan presuntamente autobiográfica como espectacular prepararon a los asistentes para una segunda de mitad de concierto que se presuponía una ametralladora de temazos. Antes de proceder a narrarla, y como injerencia necesaria, es habitual en actuaciones de este tipo olvidar a los instrumentistas, pero en esta ocasión todos ellos merecen una mención aparte, desde un Kokei Takafumi ―antiguo guitarrista de LiSA y músico de estudio para ReoNa y Akari Kitō― en estado de gracia como director de banda y maestro de las seis cuerdas a una Sara Wakui ―cuyos trabajos personales de jazz pop son interesantísimos― danzarina y completamente desmelenada a los teclados. Pero, como ya se ha dicho, la protagonista indiscutible era la voz de Ado. Llegaba por fin el momento de Tot Musica, una interpretación abrumadora, cuya mística violenta envolvió el pabellón como una densa nube de terrible pero magnética oscuridad.

No sólo es que el rango vocal de esta artista esté fuera de toda duda, con sus casi cuatro octavas de extensión, es que su control y técnica resultan impropios para alguien de su edad. Pasa por glissandos, vibratos y rasgados guturales con una naturalidad pasmosa y es capaz de alternar y saltar entre diversos tipos y colocación de voces sin esfuerzo aparente. Tampoco escasea potencial teatral y gusta de ofrecer voces de diferentes colores en una misma canción. Buena prueba de ello fue su siguiente tema, una cover de Aishite Aishite Aishite que, si bien la inclusión de la misma en su último álbum suscitó alguna crítica en su momento, no deja de ser un compendio esclarecedor de todo aquello que la artista es capaz de hacer en una única pista. De la sutileza al exceso, de la calma a la tempestad. Después, nuevo espacio para interpretar a Uta de One Piece con la convincente I’m Invincible, seguida de la frenética Ashura-chan, la exitosa Kura Kura ―compuesta como opening de Spy x Family y cuyos arreglos originales son obra de la mismísima Yoko Kanno de los Seatbelts― y una Yoru no Pierrot demasiado influenciada por el reciente remix de TeddyLoid como para funcionar correctamente en directo y que resultó de lo más flojo del concierto. La guitarra en espiral de KokoroToIuNanoFukakai y su contraste vocal resolvieron la situación lo suficiente como para que no quedase nadie que no se entregase por completo a una inesperada y romántica versión de Mayonaka no Door, de la legendaria Miki Matsubara. El city pop más clásico dando la mano y pasando el testigo a la nueva reina de la música nipona.

Fotografía desde el escenario propiedad de ©Ado-Staff

Ado, acostumbrada a divagar en sus conciertos, intentó entonces chapurrear algo de inglés con el público, pero pronto le pudieron los nervios, se olvidó por completo de cualquier remota noción del idioma que pudiese tener y terminó pidiendo disculpas a grito pelado mientras el personal se partía de risa. Pero había que terminar en la cumbre y, tras la omisión de su archiconocida reinterpretación de Unravel ―se entiende que para salvaguardar sus cuerdas vocales durante la gira―, ninguna canción de las restantes era mejor para ello que Show, un collage pop tan influenciado por el tribal house como por el EDM que dejó el listón en el ING Arena alto, muy alto. Ado y su banda se retiraban tras el telón y para entonces algunos de los asistentes pagaban el peaje de no asistir a demasiados conciertos y comenzaban a abandonar el reciento, mientras el grueso del público coreaba sin parar el nombre de la heroína de la noche, hasta que el riff guitarrero de Backlight entró como un relámpago, anunciando un encore prometedor en el que FREEDOM fue el trueno. La práctica hace al maestro pero, siendo una Ado vocalmente agotada un factor poco extraño en el final de sus conciertos, resultó gratamente sorprendente escucharla con tanta potencia, control y salud tras hora y media de actuación. Aún hubo tiempo para una cover de Senbonzakura que coincidió adecuadamente en fecha con el Miku Day y, por supuesto, Odo, una poderosísima pieza en la que el j-pop y el electro house más bailable se abrazan en inesperada y rítmica sintonía y que puso el broche de oro a una noche, para muchos fans, inolvidable.

Tras Bruselas Ado actuará en otras sedes europeas, como Londres o París y a continuación llevará sus canciones a Estados Unidos en una gira relativamente corta pero intensa, que terminará además haciendo historia, pues la llevará a ser la primera mujer solista que tenga un concierto propio en el Estadio Nacional de Japón. La autopista para el asalto mundial está completamente asfaltada, pero nadie puede profetizar aún si conseguirá conquistar Occidente. Talento vocal, capacidad y ética de trabajo no le faltan. Buenas canciones tampoco, pero el mainstream musical de este lado del mundo siempre ha sido relativamente escéptico con los artistas venidos del país del sol naciente y uno no puede evitar pensar que, a día de hoy, si Ado no cantase exclusivamente en japonés sería con todo merecimiento tan famosa como Rosalía.

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