Shin Megami Tensei III: Nocturne fue la piedra angular a la hora de reconfigurar la famosa saga principal de Atlus a tiempos más modernos y tridimensionales. Este nuevo significado se puede comprender una vez se echa la vista atrás hacia lo que significa y aporta para el estudio nipón esta gigantesca franquicia multimedia, tanto antes como después. Nocturne se plantea como ese juego que rompe los moldes de lo que se había construido años atrás, aunque jamás niega las raíces de donde bebe, mostrando un respeto hasta axiomático: el Apocalipsis, los ángeles y lo demonios retratados con una nueva perspectiva, el destino, la reencarnación.
El mundo Vortex que plantea Nocturne es familiar, como esa ciudad arrasada por el cataclismo, los gigantescos desiertos, el hambre que asola a los demonios, acechando a cualquier incauto que se atreva siquiera a caminar hacia algún lugar seguro… Cualquiera que haya jugado títulos previos de esta saga de juegos puede ver el pedigrí mostrado en todo su orgullo y desvergüenza. Pero también no pocas veces enseña algo que jamás se había hecho, no se limita a coger de aquí y allí para tratar de recomponerlo a su manera. Trata de crear algo nuevo como las Razones, filosofías que se pueden ver como una reinterpretación del clásico Orden y Caos de títulos previos. Pero aquí estas vías de pensamiento son más complejas, más personales, más abstractas.

Hay una idea que se reitera constantemente en el juego, y es que todo lugar es un campo de batalla, ya sea desde la perspectiva de la violencia o de las ideas. Toda categoría y orden de pensamiento encuentra la horma de su zapato en la guerra por la supervivencia y la posterior supremacía, y es que la importancia de las ideas nuevas es tan afilada como el filo de una espada. Todos aquellos que tienen una Razón para cambiar el mundo son mucho más que personajes bidimensionales y también entienden que esta batalla por el renacimiento no tiene por qué hacerse sola, y al menos una vez, las cabezas referentes de las ideologías más pudientes ofrecerán la mano en gesto de unión si es que el Semioscuro está interesado en ello. Aunque en su rechazo vaya implícito el nombre de la Muerte.
Otra idea que se recicla de títulos previos, pero que otorga otra capa más de complejidad es la de reclutar demonios. Desechar, fusionar, mejorar o cambiar, estas criaturas son herramientas, lo saben y quién esté a los mandos debe saberlo también si quiere vivir otro día más, pues no faltarán soldados si lo que se quiere es ir avanzando arrasando contra todo lo que se ve, pero conviene recordar que sus enemigos harán lo mismo. Y es que la dificultad es uno de los aspectos que más van a echar a muchos atrás a la hora de querer entender este título, pues los picos son constantes y de hecho hay un infame punto de quiebre donde o se pasa o no se pasa, así de duro es.
Hablar de Nocturne es hablar de una historia más contemplativa, que no falta de trama. De hecho, las ramificaciones que tiene no envidian a otros RPGs de la misma época. Esta entrega entiende el gesto «muestra, no cuentes», y es un axioma que lleva hasta las últimas consecuencias, tanto que eso ha sido motivo de queja para ciertas partes del público que lo ha vivido, quienes notaban que la trama parecía carecer de cohesión. Nada más lejos de la realidad, lo que trata Nocturne es de mostrar en última instancia la soledad de tener sobrepasar mil obstáculos para poder cambiar el mundo, pocos personajes querrán contar sus vivencias si es que no están entre la espada o la pared, y a pesar de ello, tiene historia, mucha.

Su evocativa manera de contar las cosas es una de las características que le definen por encima del resto, ya no solo dentro de su propia saga, sino de otros juegos japoneses y occidentales. Por supuesto que hay diálogos y monólogos, pero estos distan mucho de lo que nos tiene acostumbrados el género, y más cuando se trata de un juego de filosofías e ideas contrapuestas, porque en Nocturne hay que elegir, aunque sea en blanco. Y esa es una de las muchas razones por las que la sensación de estar viviendo un Apocalipsis real y su lucha por la supervivencia se sienten como una melodía constante que va más allá de un par de parajes desérticos y ruinas de ciudades enarboladas como iglesias de nuevas fes y cultos a la nueva carne. El juego te expone elegantemente lo que hay y luego te da la opción de elegir qué quieres escoger, porque el camino viene de intentar sobrevivir a un mundo roto, pero también sobre qué clase de mundo se quiere dar a luz.
El punto más fuerte de Nocturne es su manera de narrar un periplo lleno de destrucción y muerte para levantarse una vez más y con sentimiento. No necesita de sus jefes casi imposibles con los que probar estrategias desiguales para decir que se está en lo último de la cadena alimenticia, lo cuenta en sus pequeños ecosistemas, en sus giros que remueven cielo y tierra, en algunos casos de forma literal. Y es que como humano que sobrevive a un cataclismo y se ha convertido en demonio, tarde o temprano los demás supervivientes humanos tratarán de aprovecharse de ese nuevo estado para, en el momento propicio, quitarse esa careta de aliado para pasar a convertirse en potenciales enemigos. Y eso incluye a aquellos que más se aprecian. Algunos ayudan en forma de apoyos, otros como rivales, pero en última estancia, estos últimos deciden tomar su particular visión del mundo y utilizarlo para reconstruir el siguiente, y harán lo que sea para buscar respuestas y una forma de llegar al trono del cambio, a veces cometiendo un genocidio para lograrlo o una traición de por medio si es necesario.
El mundo que plantea la tercera parte de Shin Megami Tensei es salvaje, y no se desdice en ningún momento durante el longevo transcurso que puede llegar a durar la aventura. Pocos juegos de su género tratan de llegar a sus nivel de experimentación y atrevimiento para contar su historia y sus sistemas, y aunque desde luego que no es una experiencia cómoda a nivel de dificultad, Nocturne compensa a aquellos que se molestan en entenderlo y saber qué quiere. No es extraño que haya supuesto un antes y después en la franquicia principal y en cómo se moldean o gustaría que se moldeasen los siguientes títulos de esta, pues Nocturne es un canto al Apocalipsis, pero también al cambio y que depende al final de uno mismo para realizarlo.