Uno de los tropos que más rápidamente asociamos al manga-anime es el de las armas de dimensiones imposibles, un tropo que recibe el acrónimo de BFS ―que no BTS― de “Big Freaking Sword”, si bien suele usarse para englobar a más armas que las espadas. La idea de este artículo es tanto rastrear su génesis, así como las implicaciones de su uso.
Desde una perspectiva de historia material, las influencias de estas armas lo encontraríamos en la espada japonesa zanbatō, la cual a su vez es una modificación de la zhanmadāo china. Esta consistía en un sable de un solo filo más grande de lo habitual, cuyo uso estaba restringido como arma anti caballería. La hoja tenía una longitud media de unos 114 centímetros, a la cual habría que sumar el mango. Otras armas que podrían entrar en esta categoría son la espada claymore escocesa o la germana zweihänder, la cual podía llegar hasta los 213 centímetros de longitud.

Sin embargo, el origen de este elemento podemos rastrearlo casi hasta los inicios de la escritura en sí misma, pues en La Epopeya de Gilgamesh ya aparece una referencia al uso de armas de filo de cincuenta y cuatro kilogramos. Del mismo modo, parece un tropo inherente a la psique humana en general, pues a la ya mencionada aparición en el imaginario japonés o el babilónico, se le suma su aparición en poemas tan dispares como Beowulf ―si bien es cierto que en este caso se justifica porque está usando la espada de un gigante―, o en la leyenda artúrica a través de la Bronllavyn Short Broad de Octa de Kent. En Japón, desde un punto de vista menos “mitológico” tendríamos la figura del samurái Miyamoto Mushashi y su Monohoshi Zao.
Estos ejemplos, junto a tantos otros, nos permite dirimir que, en origen, este tipo de armas estaban ligadas a un atavismo barbárico, en la mayoría de ocasiones usadas por el villano u antagonista frente a un elemento más “civilizador” por parte del protagonista. En Occidente parece que hemos desplazado dicha visión por otro tropo algo menos físicamente posible conocido como one-handed zweihänder, que no es sino el uso de un arma de dos manos con solo una, si bien este también ha tenido su acto de presencia en la media japonesa, como con Guts antes de usar la Dragonslayer, o, la creación de la comunidad de Dark Souls Giant Dad serian buenos ejemplos de ello. En esencia, esto conlleva habitualmente que el personaje sea una mole de carne, con un carácter duro y/o violento en la mayoría de casos, en esencia, es esa misma representación barbárica, solo que ahora a través del cuerpo y de la fuerza bruta sobre las dimensiones imposibles.

Sin embargo, en el imaginario general japonés este tropo se ha desarrollado de forma distinta y podríamos decir que incluso se ha invertido, pues este tipo de armas es usado por el protagonista, algo curioso si tenemos en cuenta que las representaciones del ya mencionado Miyamoto Mushashi suelen cumplir con los estereotipos arriba citados.
Una de las razones de esto puede ser más mundana de lo que parece, y es darle al protagonista de la obra un elemento fácilmente diferenciable. Ese tópico de “protagonista de anime”, se vería en estos casos manifestado por un arma destacable sobre las utilizadas por otros compañeros o villanos, un mero elemento estético necesario en obras audiovisuales como el manga o el anime.
Desde un punto de vista cultural, esta arma resalta la fuerza del personaje. En muchas ocasiones no comienza con ella si no que es adquirirá a posterior a través de un evento canónico, como es el caso de la obtención de la Basutāsōdo tanto por parte de Zack como de Cloud en Final Fantasy VII y sus spin-offs, formando parte así de su desarrollo y madurez. No es raro tampoco ver en ella una metáfora de los valores intrínsecos de su portador. Por ejemplo, visualmente es mucho más llamativo ver un gran espadón de la justicia y el bien, que un arma más mundana.

Cuando no es llevada por el protagonista, el arma parece revolverse hacia sus cauces primigenios y de atavismo barbárico, aunque si es llevada por un compañero del protagonista este sea una suerte de gigante noble de buen corazón ―o esté en desarrollo a ello―.
En definitiva, las espadas gigantes han estado presentes en la historia de la humanidad, como mínimo, desde que aprendimos a plasmar nuestras ideas sobre hojas de papel ―o tablillas de barro―, y si bien el uso de las mismas ha cambiado de manos, los principios por los que se movía siguen siendo en esencia los mismos, un ejemplo de como la humanidad va adaptando sus viejos mitos y reinventándose sobre ellos, pero manteniendo la esencia de forma inconsciente. O puede simplemente que los trozos de metal de dimensiones exageradas molen mucho.