A nivel narrativo, el villano o antagonista —recordemos que no son exactamente lo mismo— es casi tan importante como el protagonista. Ese es, definitivamente, el caso de la obra que nos ocupa hoy, Golden Kamuy de Satoru Noda, y también de su villano principal: Tokushirō Tsurumi, sin el cual no se entendería el grueso del manga, y es por eso que hemos decidido dedicarle un artículo de nuestra sección En la mente de, pues además es un personaje excelentemente escrito que tiene varios matices que consideramos que merece la pena analizar. Sobra decir que, por supuesto, este artículo contendrá spoilers de toda la historia de Golden Kamuy, por lo que consideramos importante prevenir al lector para que lo tenga en cuenta.

Tsurumi es teniente de la séptima división de infantería del ejército de tierra japonés y aparece tan pronto como en el final del primer tomo, por lo que rápidamente queda manifiesta su futura importancia en la serie. La primera imagen que tenemos de él es la de un hombre sumamente cruel y despiadado, incluso con sus propios subordinados, hasta el punto en que él mismo se llama shinigami (dios de la muerte) cuando conoce a Sugimoto, el protagonista de la historia. Esta imagen contrasta poderosamente con la flor con la que suele asociar Noda a Tsurumi, la amapola del opio, de las que suele salir rodeado en algunas viñetas. Otro aspecto muy relacionado con el teniente que contrasta poderosamente con su forma de ser y de actuar es el hecho de que le gusten los dulces. A lo largo de la serie podemos verlo disfrutando de distintos dulces tradicionales japoneses. También, a simple vista, parece ser impulsivo y no estar muy equilibrado mentalmente (corta las orejas a uno de sus subordinados y le arranca un dedo a mordiscos a otro militar que se opone a él), y esto, además de dejar una fuerte impresión al lector, le hace preguntarse también si su forma de proceder y de ser no serán consecuencia de la herida de guerra que sufre y que le afecta al cerebro —esto último dicho por el propio personaje—; ¿cabe la posibilidad de que antes de la guerra ruso-japonesa existiese un Tsurumi mucho más benévolo y compasivo que el que conocemos ahora?

Por el momento, es pronto para hacer juicios, pues hay muchos más aspectos que tenemos que valorar conforme avance la obra. Pero lo que sí tenemos claro es que los intereses de Tsurumi y de los protagonistas son diametralmente opuestos. En principio, Tsurumi quiere el oro de los aynu para financiar y liderar una rebelión que busca restaurar el honor perdido en la guerra contra los rusos, expandiendo el territorio japonés para aumentar la gloria de la nación. Es un pensamiento puramente imperialista, que choca con el deseo de Asirpa de preservar las costumbres y forma de vida tradicionales de su pueblo, y también con el humilde deseo de Sugimoto de tomar una pequeña parte del oro para ayudar a la viuda de su mejor amigo y antiguo amor, Ume, que sufre una enfermedad de la vista que resulta muy cara curar.

Vistos estos aspectos iniciales, Tsurumi, con su facción rebelde de la séptima división de infantería, aparecerá continuamente intentando hacerse con las pieles de los presos fugados tatuados por el hombre sin rostro, que es a la vez el padre de Asirpa. A lo largo de los arcos que protagonizan él y sus hombres podemos comprobar que es también un personaje increíblemente carismático y astuto y, además, cuenta con el respeto incondicional de aquellos que le siguen. Esto se hace especialmente manifiesto en cómo Tsurumi consigue ganarse el favor y la admiración del taxidermista Edogai, un personaje bastante excéntrico que hace trajes con pieles humanas, y del que Tsurumi busca que le haga copias falsas de las pieles tatuadas para confundir y provocar el caos entre sus principales enemigos, el grupo de Sugimoto y el del histórico veterano del Shinsengumi Toshizo Hijikata, que aparece en la obra de anciano. Tsurumi es, sin lugar a duda, un personaje al que hay que temer, y el propio autor del manga se encarga de reflejar eso a través de sus actos, de sus miradas (muchas veces a través de ojos vacíos que resultan aterradores) o de sus gestos, que en alguna escena incluso imitan a los del dictador más infame de la historia de la humanidad en sus discursos, Adolf Hitler.
Pero antes de abordar cómo consiguió Tsurumi reunir un séquito de hombres leales a su causa y capaces de matar por él, tenemos que hablar del primer momento en que verdaderamente Tsurumi brilla como personaje, que es nada más y nada menos que el asalto a Abashiri. Aquí vemos lucirse al teniente como un auténtico estratega y líder militar, siendo también conscientes por primera vez de su inmenso poder, aunque ya adelantamos que no será la última. Es entonces cuando el lector advierte que, ciertamente, el personaje no es ningún loco trastornado que actúa impulsivamente, sino que sabe perfectamente lo que está haciendo —aunque, incluso así, no puede dejar de percibirse un punto de locura en su forma de actuar; tan brillantemente está ejecutado que pueden darse ambas cosas a la vez—.

Ahora sí llega el momento de comprender cómo ha conseguido Tsurumi que lo sigan sus más fieles soldados, y para ello Noda nos deleita con una serie de flashbacks que nos llevan a conocer al verdadero Tsurumi. De hecho, no es descabellado afirmar que el teniente es el personaje de Golden Kamuy que aparece en más flashbacks, pues está presente prácticamente en casi todos los que pueblan la obra. Y es que, si Golden Kamuy trata sobre resolver un puzle con los tatuajes de los presos de Abashiri, Tsurumi cuenta con su propio rompecabezas que impregna toda la serie. El plan del teniente no comienza cuando Sugimoto y Asirpa se conocen, sino muchos años antes.
El primer y muy relevante flashback nos sitúa poco antes del comienzo de la guerra ruso-japonesa y muestra la relación de Tsurumi y uno de sus más fieles hombres, el sargento Tsukishima, que se encontraba en una situación delicada, condenado a pena de muerte por haber matado a su propio padre, a quien Tsukishima creía artífice del asesinato de su amor de juventud, la bella Igogusa, la única de su pueblo natal con quien tuvo amistad. Sin embargo, Tsurumi, haciendo gala de su talento natural, logra convencer a Tsukishima para que aprenda ruso de cara a hacer de intérprete en la venidera guerra ruso-japonesa, y así lograr que se le indulte. Tsurumi le dice que Igogusa sigue viva y le muestra un mechón del característico pelo rizado de la muchacha, y Tsukishima decide aceptar el trato. Más adelante, ya en plena guerra, el sargento descubre la verdad: la joven había muerto y el teniente, en quien había confiado, le había engañado. Tsukishima se enfrenta a Tsurumi, pero le protege ante un impacto de metralla que, sin embargo, no logra evadir del todo el teniente, quien resulta herido, como ya conocemos. Este flashback es muy revelador porque muestra que Tsurumi ya era un manipulador y chantajista antes de sufrir la herida de guerra que le afecta al cerebro, tanto es así que, pese a haberle mentido, logra ganarse la lealtad de Tsukishima incondicionalmente, al menos de momento.

Pero Noda nos hace retroceder aún más en el tiempo, hasta la juventud del trío revolucionario formado por Wilk (el verdadero nombre del hombre sin rostro, el padre de Asirpa), Kiroranke y Sofía. Estos llegan al estudio fotográfico de la familia Hasegawa, regentado por Koichi y su mujer, quienes además tienen una hija bebé. El objetivo del grupo es aprender japonés, y así, el fotógrafo se convierte también en tutor personal. Los días transcurren apaciblemente hasta que un fatídico día vienen a detener a nuestros revolucionarios… supuestamente, con la sorpresa de que en realidad vienen a por Koichi Hasegawa, quien resulta ser un espía del ejército japonés en tierras rusas. La mujer y la hija de Hasegawa resultan heridas de muerte (presuntamente por Sofía, aunque luego descubriremos que fue el disparo de Wilk quien realmente las mató) y, dando lugar al giro de guion más impactante de toda la obra, Koichi le revela a su esposa que su verdadero nombre es ni más ni menos que Tokushiro Tsurumi.
A partir de entonces descubriremos que la familia del teniente constituye su única debilidad, su talón de Aquiles particular. Tsurumi lleva en todo momento dos huesecillos pertenecientes a su mujer y su hija, y también sabremos que sus subordinados no saben nada de este tema porque Tsurumi lo lleva en absoluto secreto, hasta que posteriormente lo descubren por escuchar una conversación en la que no deberían estar presentes.
Pero todavía nos quedan dos flashbacks más, correspondientes a otros dos de los hombres del teniente, el subteniente Otonoshin Koito y Tokishige Usami. Comenzando por el de Koito, sobre este personaje tenemos que decir que es el hijo de un pez gordo de la marina japonesa y que Tsurumi y él se conocieron siendo el joven Otonoshin apenas un niño. La segunda vez que se reencuentran es en circunstancias más desagradables, pues Koito es secuestrado y la familia llama a Tsurumi para organizar el rescate. Es este rescate, en el que Tsurumi aparece como un caballero de blanca armadura, el que provoca que Koito siga incondicionalmente al teniente, y ya de paso, que su padre se ponga a su servicio para cuando lo necesite. Pero luego el propio Koito, por culpa de un desliz de Ogata, descubre que realmente el secuestro fue una farsa orquestada por Tsurumi para ganarse el favor de padre e hijo. Esto le hace plantearse a Koito su lealtad a partir de este momento.
La historia de Usami con el teniente gira en torno a la rivalidad amistosa con su mejor amigo de la infancia, con quien competía en artes marciales, y la intermediación de Tsurumi lleva a que Usami mate a su amigo poseído por un ataque de celos. Tsurumi se convierte en su cómplice y ambos juran llevarse el secreto a la tumba.
Como podemos ver, las piezas del puzle de Tsurumi encajan una tras otra y en cada uno de los flashbacks somos conscientes de su poder para manipular, retorcer y convencer. No obstante, hay un hueso duro de roer que se le resiste, que es Hyakunosuke Ogata, de quien trata de ganarse el favor, pero que es el único que logra calar al teniente, quizás porque Ogata es de los pocos personajes que están intelectualmente a su altura. No obstante, y vamos a adelantar acontecimientos, de cara al final del manga Tsurumi le hace ver a Ogata que es el único que comprende sus intenciones, y eso hace que se alíen de alguna manera muy brevemente, justo antes de que Ogata, que sufre remordimientos de conciencia, acabe suicidándose.

Pero no es hasta casi en la recta final cuando el puzle se completa. Tsurumi logra capturar a Asirpa y le cuenta toda la verdad: fue él quien medió entre los aynu y los enfrentó para que acabaran matándose unos a otros, Wilk no fue el verdadero asesino de sus compañeros y amigos. Tsurumi aprovecha esta revelación para, además, burlarse de Wilk y Asirpa poniéndose la piel de la cara del padre de la niña en un gesto macabro y retorcido. Es en este momento cuando Tsurumi le revela también a Asirpa que fue su padre quién asesinó accidentalmente a su familia cuando asumía la identidad de Koichi Hasegawa. Los lectores descubrimos con sorpresa que Tsurumi ha sido todo el tiempo quien ha movido los hilos que desencadenaron prácticamente la totalidad de la trama principal del manga.
Poco después de esto, el puzle de las pieles también acaba completo y se descubre el paradero final del oro de los aynu. Sin embargo, en la mente del lector siempre queda latente la duda acerca de las verdaderas intenciones de Tsurumi: ¿su auténtico objetivo tiene relación con su ansia de expandir y aumentar el poder militar de Japón, además de restaurar el honor del ejército, o más bien está relacionado con el deseo de que su familia pueda descansar en tierras japonesas? Lo cierto es que nunca se especifica explícitamente cuáles son sus intenciones, así que queda a nuestra interpretación; esto le otorga al personaje una capa de misterio que resulta muy atrayente. Sea como sea, conocer este hecho siembra la duda en Koito y Tsukishima. Usami y Nikaido sufrirán peor fortuna y morirán antes del final de la serie.
En la batalla final en el castillo de Goryokaku, Tsurumi vuelve a desplegar todo su potencial. Es especialmente llamativa la escena en que está triunfante bajo una lluvia de restos de cadáveres tras una explosión.

Y ya solo nos queda el enfrentamiento final que, como no podía ser de otra manera, ocurre entre Tsurumi y Sugimoto. Aquí vemos a Tsurumi desatado, con esa mirada vacía que tanto miedo da, y por un descuido, acaba perdiendo los huesos de su esposa y su hija, que son triturados por el mecanismo del tren en el que van subidos nuestros personajes. Aquí podemos presenciar el que quizás es el momento de mayor debilidad del teniente: despojado de la placa que protegía su herida, lo vemos con una expresión que nunca antes hemos vislumbrado en él: es un rostro sereno, casi triste, el de un hombre derrotado y normal, lejos del todopoderoso y capaz teniente al que estábamos acostumbrados. Está a medio camino entre el pesar por haber perdido para siempre a su familia (o lo que quedaba de ella) y el alivio por haberse librado por fin de una pesada carga, y Noda realmente consigue que sintamos incluso compasión por él. Tras una encarnizada pelea, Tsurumi y Sugimoto acaban en el agua, y por el momento no sabemos qué ha sido de Tsurumi.
Y he aquí el último e inesperado giro de la obra. Aunque los lectores de Golden Kamuy éramos conscientes de que Tsurumi debía morir, Noda, en un sorprendente epílogo, desvela que Tsurumi influyó en los planes del militar estadounidense Douglas MacArthur. En ningún momento se dice que sea él explícitamente, pero podemos ver su peculiar herida en una fotografía protagonizada por MacArthur y otros personajes y, además, se adjuntan como prueba un puñado de las monedas de oro que acuñaron los aynu. Así, se deduce que Tsurumi pudo volver a por parte del tesoro y usar el oro para influir en militares extranjeros y, en parte al menos, conseguir su objetivo, lo cual es una hazaña tremenda por su parte, sobre todo teniendo en cuenta que el Gobierno japonés lo buscaba por rebelarse.
Creemos que este es un final más que digno para el personaje, para un hombre sumamente polifacético, capaz de ganarse el favor de cualquiera y con la inteligencia suficiente como para dominar con soltura varios campos, desde la estrategia militar hasta la música (en alguna ocasión lo podemos ver tocando el piano). Tsurumi es un militar astuto, capaz, carismático y aterrador al mismo tiempo, tanto es así que el lector no puede sino verse sumamente atraído por su aura y, al mismo tiempo, sentir una tremenda repulsión por sus acciones. El teniente es, en definitiva, todo lo que un villano puede y debería ser: una mente maestra capaz de sembrar el caos, una verdadera fuerza que se opone a los protagonistas y dificulta su viaje. Y por eso no podemos hacer otra cosa que quitarnos el sombrero ante Satoru Noda por crear a tan magnífico personaje. Chapó.