Los rumores están presentes constantemente en nuestro día a día. Aunque no nos percatemos de ellos, componen una parte significativa de nuestras conversaciones. Surgen ante el desconocimiento, la incertidumbre o el aburrimiento. El dúo de psicólogos estadounidenses Leo Postman y Gordon Allport, en su libro La psicología del rumor, los definieron mediante una expresión matemática que multiplicaba la importancia de los mismos por su ambigüedad. La relación fue dada como multiplicativa porque si carecía de cualquier ápice de importancia o no daba lugar a múltiples interpretaciones no se generaba el entorno propicio para las habladurías.

Los videojuegos han estado poblados de mitos, rumores y leyendas urbanas desde sus inicios, relacionados tanto a contenido dentro del software como al mismo hardware. Ejemplos míticos hay desde la época de los salones recreativos. El más archiconocido sería Polybius, un juego de arcade ficticio cuyas primeras menciones se localizan en foros de internet a inicios del milenio. Se le atribuyó la capacidad de causar un malestar físico a sus jugadores, que podía ir desde mareos, pérdidas de memoria o vómitos al sufrimiento de terrores nocturnos o alucinaciones; desembocando en algunos casos en el suicidio. Otro exponente menos tétrico de juego ficticio sería Killswitch, del que se decía que solo se distribuyeron 5000 unidades en todo el mundo y sus datos se borraban al completar el juego. Se convirtió rápidamente en una falsa pieza de lost media, ya que los pocos que afirmaban haberlo completado no tenían forma de demostrar su existencia debido a esta cualidad. Ejemplos hay muchos más y de todo tipo. Desde una maldición responsable de la mala suerte sufrida por los jugadores de fútbol americano que aparecían en las portadas de la saga Madden NFL, o que Irak y Saddam Hussein compraron miles de Playstation 2 con el fin de recolectar sus procesadores y usarlos en armas de destrucción masiva, hasta algo tan sencillo y extendido a nivel mundial como que soplar los cartuchos ayudaba a que la consola los detectase.
Dentro de los propios juegos, ya con la interacción de los jugadores presente, los rumores se creaban y extendían como la pólvora, llegando a oídos de propios y extraños. En Super Mario 64 se extendió que Luigi estaba como personaje desbloqueable tras realizar una serie de pasos en orden muy concreto. Por supuesto, era mentira. Aunque Luigi sí estaba planeado originalmente para el videojuego, pero fue eliminado por problemas de memoria.
En Ocarina of Time existía un supuesto Templo del Cielo al que se llegaba explotando una mina en el foso de lava bajo el castillo de Ganon. Este templo nunca existió y tampoco se encontraba en los archivos del juego. El rumor se reavivó en 2010 cuando un usuario subió un video a YouTube como prueba de que supuestamente había alcanzado esa esquiva zona.
Como estos hay decenas, y en casi todas las épocas y generaciones de consolas. Ya sea el rumor de Bigfoot en GTA San Andreas, el portal secreto al lado del cadáver de una vaca en Diablo —los desarrolladores incluyeron un nivel secreto relacionado con las vacas tanto en la segunda como la tercera entrega de la saga para complacer a los fanáticos— o la presencia de Herobrine en Minecraft. Sin embargo, hubo un fenómeno masivo en el panorama videojueguil de finales de los 90 e inicios de los 2000 que llevó a la creación de innumerables rumores aún presentes en la comunidad. Hablamos de Pokémon, que llegó a finales de los noventa para arrasar entre los niños, aterrorizar a sus padres y darle a Josué Yrión el material necesario para el mejor monólogo de la historia.

Pokémon Rojo y Azul estuvieron rodeados por un aura de misterio que no ha vuelto a repetirse en ninguna otra generación. Ni siquiera la segunda, que apareció un par de años después, alcanzó un nivel similar. Su rumor más famoso era que Celebi era un pokémon capturable dentro del juego cuando, en realidad, solo podía recibirse mediante un evento. Las supuestas formas de obtenerlo eran muy variadas. Ya fuese llegar al santuario situado en el Encinar la pluma plateada y la pluma arcoíris, liberar muchos pokémon de tipo fuego para que el guardián del bosque acudiese a protegerlo o capturar todas las formas de Unown y llevar seis en el equipo que formasen el nombre de Celebi. El límite era la imaginación.
Este desarrollo de los acontecimientos sorprendió al propio equipo de desarrolladores. En una entrevista para Siliconera declararon no saber cómo habían llegado los jugadores a esas conclusiones. El santuario citado solo era un elemento decorativo, hecho reutilizando sprites de los tejados de las casas y los carteles, usado para darle variedad a la zona. No obstante, tuvieron en cuenta la reacción del público, e incluyeron eventos especiales en Pokémon Cristal y los remakes de segunda generación, que permitían la captura de Celebi en el santuario.
Con todo y Pikablu, la primera generación se halla en el primer puesto indiscutible de la saga en lo que a rumores se refiere. Ya sea atrapar a Mew interactuando con un camión que no tenía nada de especial, llegar al jardín secreto de Bill en el que aparecen pokémon legendarios, apretar algún botón al lanzar alguna pokeball para aumentar la probabilidad de captura o creer que Missingno borraría los datos de la partida. También cabe mencionar uno de los más oscuros de la saga, pero que es completamente extradiegético. El tema de pueblo Lavanda que, se decía, había sido la causa de varios suicidios debido a una frecuencia sonora que los adultos no podían percibir pero los niños sí.

¿Cómo se llegó a esta situación? Hubo varios factores que, combinados, crearon el caldo de cultivo perfecto para la aparición de rumores. Fueron los originales, los cartuchos que dieron origen al fenómeno conocido como pokemania. Pokémon era algo nuevo y desconocido que levantaba pasiones a su paso, la información era escasa y los jugadores tenían que descubrir los secretos por su cuenta o recurrir a la guía de otras personas. El acceso a internet no era tan común como actualmente, y verificar si algo era auténtico o no era mucho más difícil. A esto se suma la cantidad de bugs y glitches presentes en las primeras entregas de la franquicia —Rojo, Azul y Amarillo—. Conseguir dinero infinito, hacer aparecer determinados pokémon en zonas que no les correspondían, acabar en una ciudad compuesta por glitches visuales, encontrar a Missingno, pescar en las estatuas de los gimnasios o realizar sequence breaking —llegar a zonas del juego antes de lo que corresponde de forma natural— ya fuese saltándose gimnasios, accediendo al camino de bicis sin la bicicleta o llegando al Hall de la Fama menos de un minuto después de iniciar el juego. Estas son solo algunas de las que se podían realizar dentro del juego sin tocar el código. No es de extrañar entonces que muchos creyeran que podían conseguir a Mew bajo el camión cercano al S.S. Anne o que alguna criatura evolucionaba de forma extraña. Era un escenario ilusionante, en el que el ansia por descubrir algo nuevo impulsaba el querer probar la información que se corría por los patios durante el recreo.
Lamentablemente, la cantidad de rumores en torno al medio del videojuego ha ido disminuyendo con el tiempo. El acceso generalizado a internet ha provocado que todos tengamos al alcance de la mano infinidad de datos para contrastar. Ya sea averiguando por cuenta propia o intercambiando opiniones con otros usuarios. Esto no significa que sea imposible iniciar un rumor. Sin ir más lejos, el año pasado un usuario de Reddit llamado Sadfutago comenzó a preguntar en la página sobre una iglesia oculta en Nier Automata. Un tiempo después, el usuario publicó un vídeo en el que mostraba cómo accedía a esa zona que nadie más conocía. Días más tarde, el propio Sadfutago confirmó que era un mod creado con la ayuda de tres personas más.

Este caso es muy elaborado y no se extendió mucho en el tiempo, a diferencia de otros rumores anteriores que permanecieron durante meses o años; pero es un ejemplo de que aún nos sentimos atraídos por un buen misterio y queremos sorprendernos. Esa magia sigue presente, no se ha perdido el ansia de descubrimiento, simplemente el contexto es diferente. Pero podemos contar con que siempre encontraremos alguna trampa en la que caer dejándonos llevar por la curiosidad. Al final para gustos, rumores.