Opinión: Si no conectas, no te agobies.

Con la llegada de Tears of the Kingdom a las Nintendo Switch de todo el mundo seguramente hayas oído de alguna persona, un amigo —o incluso tú mismo— que haya dicho lo siguiente: «Breath of the Wild fue la hostia… pero no es mi estilo de juego». O lo que últimamente es mucho más común oír: «Este estilo de juego no clicó conmigo». El clic. Habréis escuchado esa expresión de mil formas diferentes y con mil sinónimos, como conectar, pero, ¿qué significa realmente? ¿Es esta conexión —o falta de ella— un factor determinante? ¿Puede llegar el punto que nos haga sentir mal el no disfrutar algo que a los demás no? Esto es lo que intentaremos desentrañar hoy y para lo que buscaremos alguna conclusión.

Primero, y lo más claro que debemos tener: nuestra opinión nos pertenece y todo puede influir en ella. Cuando estamos inmersos en un videojuego, en una serie o en una lectura, por decir un ejemplo, nuestra opinión no deja de ser una pelotilla de plastilina a la que damos forma conforme nos acercamos al final. Incluso cuando hemos terminado podemos seguir dando forma a esa pelotilla, pensando más «en frío» o reflexionando sobre el tema. Debemos considerar en conjunto que no sólo afectan los elementos internos de la obra, sino que lo externo también influye. Es posible que accedamos a una historia cuya trama ya no os la han contado, o quizá estemos en un estado de ánimo que nos impida disfrutar de la obra. O incluso el mero hecho de que la historia que nos están contando no sea de nuestro estilo predilecto. Y ese es el punto en el que debemos hacer hincapié.

Por poner un ejemplo ya mencionado —y como persona sujeto de pruebas usaremos a un servidor—, volvamos a Breath of the Wild. En la base, se trata de un juego de exploración cuyo mundo es vastísimo; hay mil cosas que hacer y un millón de sitios que explorar. Ignorando que sea un cambio ya de por sí grande en lo que es la franquicia de Zelda, lo que ofrece el juego no es especialmente mi estilo. No solo me pasa con Breath of the Wild: no termino de encontrar el atractivo en mundos abiertos tan grandes, donde es una posibilidad real el abrumarse, puesto que choca con tu forma de aproximarte a un juego. Y seguro que a ti, querido lector, igual te abruman los juegos con mazmorras más lineales o preferirías estar tocando otro juego totalmente distinto. Y eso está perfectísimo; tienes que hacer lo que te haga feliz. Pero a veces es complicado, ¿verdad?

Un mundo amplio tiene mucho que abarcar… tal vez demasiado/©Nintendo

¿Por qué digo que es complicado? Volvamos entonces al concepto del clic. Dejemos claro que aquí nos referimos como «clic» a ese momento en el que estás totalmente en sintonía con lo que la obra te quiere transmitir o con las reglas que se te atañen en ella. Existen variantes dentro de esta sensación como, por ejemplo, cuando la historia de ese juego alude a una experiencia personal o a algo con lo que te puedas identificar. O tal vez sea el estilo de la gameplay, que te hace probar cosas que estás deseando hacer en un videojuego, como una selección de combos precisos específica o, quizás en un juego de puzles, la sensación placentera que da resolverlos. Aquí entrarían esos juegos hogareños, tranquilos y apacibles que te hacen desconectar y son un relajante mental increíble.

Estaréis pensando: «Entonces, si el clic es tan buen sentimiento, ¿qué tiene de malo?». Bueno, pequeño Billy, la respuesta es sencilla: la culpa. Cuando no existe esa conexión que haces con un videojuego la relación con esa historia en sí tiende a empeorar, y no en un ámbito que sea necesaria o directamente para el juego en sí. Hay que considerar esto: si una obra no te engancha, no es necesariamente mala, pero tampoco es que sea tu problema. Es, simplemente, lo que es. Y aquí es donde se une todo lo hablado anteriormente: si no hay conexión o clic con el juego, la culpabilidad o lo negativo puede embarrar completamente nuestra experiencia de juego.

Seguro que has estado ahí, ¿verdad? Has obtenido un videojuego del que tenías muchas ganas de jugar. Todo el mundo está encantado con él y las reviews son positivas. La idea se acopla en tu cabeza: el titulo parece ser bueno porque la opinión general es buena. Y lo empiezas a jugar. Echas un par de horas. Algo falla. ¿Qué está pasando? Esta forma de jugar se me resiente un poco y la llamada a la acción a la que en principio me impulsa la historia no está resonando conmigo. No encuentro una motivación para emprender esta aventura. ¿Pero, por qué? El juego no parece malo; no se ve mal, la premisa es adecuada… ¿ qué me pasa? ¿Soy yo? ¿Es el juego? ¡Si todos los demás lo están disfrutando!

Puede que, a las muchas horas, finalmente le veas el atractivo al juego. Puede que realmente estés pasando un mal día o algo fuera de tu control te impida disfrutar de este o de cualquier juego. Pero, si puedo daros un consejo muy importante sobre todo esto es que, por favor, no te culpes si algo no te gusta. No tiene que gustarte porque sea bueno o «porque sí». Es tu tiempo de ocio. Es tu forma de desconectar. O también puede ser tu trabajo. En cualquier caso, que el clic no te haga sentir mal ni sea un elemento que ejerza presión a la hora de que juegues.

Nada de pensamientos, solo cocoteros. /©Nintendo.

Hay varias cosas que suelen funcionar en estos casos: ya mencionamos el que quizás no conectaste con el principio pero que igual lo logras con el resto del juego. O tal vez sea el momento de probar otro estilo de obras que te hagan sentir mejor. También está el hecho de atesorar lo que nos gusta; si lo que necesitamos es nuestra zona de confort para afrontar luego lo demás, es muy importante hacerlo. Lo que sea que hagas y sientas lo que sientas no dejes que ningún sentimiento te aleje de tu disfrute. Los videojuegos son una forma de disfrutar el momento así que no dejes que ningún clic te lo fastidie.

Deja un comentario