Opinión: Hay que localizar los juegos otomes mejor y con respeto

Que el mercado de juegos otome en Occidente es una de las cosas más maltratadas que hay es una realidad para quienes la vivimos, como ya me quejé anteriormente en otro artículo. Menudo problema del primer mundo, ¿no? Pero sigue siendo agotador y triste a partes iguales, como si este género no se mereciera el mismo trato que otros —por tener un público mayoritariamente, que no exclusivo, femenino—. No solo vemos cómo el marketing ni siquiera se dirige a nosotras; cómo la calidad de la localización es muy inferior a otros juegos —que ha traído la misma empresa, ojo—; o en definitiva cómo, al final del día, nos dan lo que sobra y encima tenemos que estar agradecidas porque es eso o nada.

Dentro de que las novelas visuales, por lo general, son un género de los videojuegos bastante menospreciado e ignorado, los juegos otome se llevan especialmente la palma. Ports mal hechos, retrasos, localizaciones demenciales, un marketing que no hay por donde cogerlo, las cuentas oficiales haciendo spoiler… Llámalo x. Es una tendencia que, por desgracia, lleva años existiendo. Lo peor de todo, y sin querer justificarlo, es que es más comprensible que se puedan dar este tipo de errores cuando el público es menor y, por tanto, el número de títulos también es más reducido. Sin embargo, cuando ya tienes un mercado afianzado y en constante crecimiento, este tipo de errores que demuestran gran falta de profesionalidad —seamos sinceros, también interés real por tu público— son imperdonables. No obstante, la falta de empresas que quieran traer estos juegos —pese a que las posibilidades de que les salga rana, actualmente, son bastante escasas— mantiene ese status quo donde se permiten traer el producto de cualquier manera porque, total, tu público no tiene más donde elegir: o lo tomas o lo dejas, como las lentejas.

El último acontecimiento donde, como jugadora de otomes, me he sentido decepcionada y hasta casi insultada —como si mi tiempo no valiese lo mismo que lo del resto— fue con el reciente directo de Idea Factory International, una empresa localizadora que llevaba varios meses sin anunciar nada. El público tenía muchas ganas de que por fin hicieran un directo y las predicciones volaban en Twitter, haciendo bingos aquí y allá con todo lo que podrían localizar. ¿Cuál fue la sorpresa el día del stream? Una hora y cuarto de directo para mostrar un tráiler de minuto y medio, para cerrar abruptamente el directo tras este anuncio. Pero durante el resto del tiempo no creáis que el directo fue de interés —datos de los juegos otome, empleados de la empresa hablando de otros títulos que ya han localizado, incluso que salieran jugando, cualquier cosa—, en absoluto. Una pantalla que cambiaba cada x tiempo, una música de ascensor infernal y un moderador en el chat mintiendo constantemente diciendo que «iba a comenzar pronto». Pero es que la cosa empeora —o mejora, según el humor con el que te lo quieras tomar—: como diez minutos antes del dichoso tráiler, ya se había filtrado el juego porque ya se abría la posibilidad de reservarlo en Amazon.

Flashbacks de la guerra de Vietnam / © u/Feriku, Reddit

Entiendo el paripé del directo por guardar relación con el juego que anunciaron —Charade Maniacs— pero, ¿una hora entera de espectáculo absurdo? El aluvión de críticas tras este stream no se hizo esperar, como es normal, y al cabo de unas horas sacaron las disculpas más insulsas habidas y por haber que podéis leer aquí. No es la primera vez que IFI tiene «problemas» con un directo, pero siempre ocurre cuando se anuncian juegos otome. ¿Qué curioso, no? Por supuesto, gajes del directo puede sufrirlo cualquiera, pero que los problemas siempre ocurran con un género concreto, da que pensar, sinceramente. ¿No se invierte lo suficiente? ¿Se pone al becario sin experiencia? ¿O es que, como el público es mayoritariamente femenino, se le presta menos importancia? De nuevo, me parece triste que se nos trate así, que se nos haga perder el tiempo y que nos tengamos que conformar con migajas porque no nos queda otra.

No es la única empresa que parece prestar cero atención a un público dispuesto a dejarse el dinero, pero claro, es que si es para chicas… El mejor ejemplo es Skipe Chunsoft con Kenka Bancho Otome, un juego otome que resultó ganador en una encuesta que hicieron en Twitter sobre qué juego nos gustaría que portearan a Steam:

© Twitter

De los cuatro juegos, dos sí que llegaron a Steam. ¿Sabéis cuáles? Os doy una pista: el ganador no fue uno de los afortunados. Entiendo que una encuesta en Twitter no es algo que se firma ante notario, ¿pero para qué hacer un sondeo de lo que quiere tu público para después ignorarlo? No será, tampoco, porque no sea una empresa que no solo desarrolla, sino que también localiza sus propias novelas visuales. Pero claro, si son para chicas no, porque todo el mundo sabe que el mercado se reduce muchísimo —que no le pillen a un hombre jugando un juego otome, y peor aun, ¡disfrutándolo!—. Al final siempre nos dejan con la miel en los labios, teniendo que conformarnos con mirar desde fuera sin poder acceder a cosas que ellos mismos parecen ofrecer. Pues bueno.

Las cosas empeoran, no penséis que podemos tener algo bueno por una vez en la vida. Koei Tecmo dijo que solo se plantearían traer juegos otome si un juego joseimuke —además, un musou, para más inri— vendía bien. Los juegos otome que se plantean traer, de Ruby Party, son novelas visuales con alguna mecánica de stat-raising, o dicho de otro modo, nada que ver con Touken Ranbu Warriors, el juego que mencionaba antes. Es como si Nintendo hoy dijera «Si vemos que Pokemon vende muy bien, nos plantearemos traer otro Wii Sports«. Son juegos que no tienen absolutamente nada que ver —ni en mecánicas ni, en ocasiones, público—. ¿Qué sentido tiene entonces? ¿Por qué tenemos que demostrar que tenemos interés por juegos otome —que llevamos años pidiendo— comprando juegos que no tienen nada que ver? Saben de sobra que demanda y público hay, pero claro…

Otra empresa que disfruta poniendo la miel en los labios es PQube, mostrando un interés absurdo por los juegos otome y su comunidad para desentenderse del tema desde su único título, Bustafellows. Hay gente que tiene fe en que, cuando salga la secuela de este juego este año, vuelvan a localizarlo ellos, pero tras su polémica no me gusta pensar en apoyarles, sinceramente. Me da mucha lástima porque personalmente tenía esperanza en esta compañía, pues era una competencia sana para las otras y así poder acceder a más títulos localizados aquí en Occidente, pero ahora la cosa cambia. Nunca podemos tener nada. Dejando la polémica aparte, que nada tiene que ver con juegos otome, volvemos al punto principal del artículo: baitear a una comunidad sedienta de contenido nuevo para, finalmente, volver a abandonarla.

Al final somos eso, un público cansado, ignorado y maltratado, además de tener que conformarnos con la miseria —el boicot sería una opción si hubiese un buen número de empresas que localizaran juegos otome—. Un mercado nicho que no solo está capado por el factor del idioma, sino por las empresas que deberían acercarnos a estos juegos: una barrera doble, a este ritmo insalvable. Lo poco que se avanza con los títulos que se van anunciando se va perdiendo paralelamente con un marketing nefasto y una mala reputación que, en Internet, permanece hasta el final de los días.

No ha sido poca la gente dentro de la comunidad que ha sugerido hacer boicots a las empresas, ¿pero cuál es la alternativa? No todo el mundo tiene la paciencia, el dinero o las ganas de aprender japonés —además de que, hasta tener un nivel mínimamente adecuado para poder comprender el texto de algunos juegos, pueden pasar años—. La otra opción viable es no invertir dinero, pero el resultado es más que claro: si no hay demanda, las empresas no van a traer nada más. Hagamos lo que hagamos, estamos condenadas a la mediocridad.

Me da mucha pena, la verdad. Duele ver cómo se menosprecia este género, como no se invierte lo suficiente en él pese a que el público ha existido durante años —y cada vez es mayor, como es de esperar— y como tenemos que conformarnos con lo peor porque la alternativa es nada. Quiero una solución, quiero alternativas, quiero disfrutar de este hobby sin productos a medio hacer y que nos tomen en serio, tanto como jugadoras así como público. Estoy cansada.

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