Hi-Fi Rush, el shadowdrop y el escenario como elemento jugable

La industria del videojuego tiende a ensalzar la maquinaria del hype. Esperas interminables, normalmente de años, por juegos que se anuncian a bombo y platillo con toda la parafernalia típica de las conferencias, los trailers que nos destripan casi todo el contenido y momentos memorables de la mayoría de títulos y las consecuentes charletas en internet. Pero la industria del videojuego también es la de la magia y la sorpresa; de títulos que no conocíamos y que necesitamos para vivir tras hacerlo. De títulos que nos llegan de sopetón, sin toda esa fanfarria, pero sí con todas las ganas de comerse el mundo.

Este fenómeno del shadowdrop, este paso del anuncio de un juego a su puesta a la venta en menos de lo que dura su tráiler de anuncio oficial, no es nuevo en la industria. Fue el caso de Tetris 99, de Apex Legends o de Stretchmo, por decir un par. Es una táctica tremendamente arriesgada. Por un lado elimina toda esa espera inicial desde el anuncio y nos pone el título en la mano. Pero necesita de un anuncio inicial increíblemente potente. O de una idea tan maravillosa que no necesite casi ni explicación.

Guitarra en mano, rock en vena y sabor añejo. / ©BETHESDA, Tango Gameworks

Es el caso de Hi-Fi Rush, el juego de Tango Gameworks que ha dado un vuelco a la industria en esta última semana. La idea es muy simple; imagínate Devil May Cry juntado con un juego de ritmo. La mezcla funciona como un tiro; los controles son ágiles y sus combos no tienen nada que envidiar a los grandes del género, pero es que la introducción del ritmo como elemento jugable da a los combates un tempo y una finura únicos. Acertar golpes al compás nos sirve para machacar a los rivales con daño extra, permite a Chai, nuestro protagonista, enlazar combos con más soltura y nos hace sentir el propio ritmo del combate en nuestras carnes. Es una lección de diseño que, con unas pocas ideas bien enlazadas, sabe encauzar al jugador con muchísimo acierto en el ritmo de cada escenario. Jugar bien es una gozada, y cuando te encuentras en pleno combo, enlazando golpes al compás, sientes que todo encaja de una forma magistral.

Tiene el síndrome de sagas como DMC o Bayonetta, y a ratos se siente como una mezcla de lo mejor de las sagas de Capcom y Platinum con las ideas made in Nintendo clásicas. La base es muy simple, pero sus combinaciones, sus posibilidades y lo pulido del conjunto lo elevan hasta la excelencia. Hi-Fi Rush tiene mucho de producción moderna; se nota en sus animaciones, en sus ataques, en las grandes construcciones de los mapeados que visitamos y en esa fluidez de sus mecánicas. Pero también es una carta de amor a una era que ya no existe; tiene ese cariño por el rock noventero, ese macarrismo de los personajes de los ochenta y ese regusto a los AA de la era de PS2. Es una carta de amor al cell-shading de los plataformas clásicos de la consola de Sony, a esa cultura urbana de Jet Set Radio, a la búsqueda de coleccionables por cada escenario típica de los AA añejos y al combate como instrumento para flipártelo contigo mismo de sagas como Devil May Cry.

El carisma de los protagonistas es tremendo. Entre cada combate Chai y 808 siempre hacen alguna trastada. / ©BETHESDA, Tango Gameworks

Pero lo verdaderamente magistral de Hi-Fi Rush es que no imposibilita el juego para las personas que no son capaces, por el motivo que sea, a seguir el ritmo. Este es a la vez un elemento crucial y un elemento accesorio del diseño del juego. Golpear al ritmo hace que nuestros golpes tengan más potencia, pero eso no significa que no podamos terminar cada escenario haciendo caso omiso al él. Las secciones en las que se debe seguir una cadencia de manera obligatoria para realizar plataformeo están claramente indicadas con elementos en pantalla que marcan sin lugar a dudas el momento en el que pulsar cada botón. Y existe una ayuda que podemos activar en cualquier momento pulsando un botón y que nos marca el ritmo de cada pista de una forma visual en forma de compás. Por si eso todavía supiese a poco, tenemos el escenario.

Todo lo que existe en el escenario de Hi-Fi Rush se mueve al ritmo de la música. Los pasos de Chai marcan el compás, el chasquido de dedos de nuestro protagonista sirve de ayuda visual para los momentos en los que nos pausamos, las plataformas marcan cada golpe de ritmo del BPM, e incluso los elementos visuales del menú parpadean y saltan al ritmo del rock. Los enemigos nos golpean y esquivan siguiendo el compás a distintos intervalos, pero es que incluso los elementos más accesorios, como los carteles de neón o las llamas de un volcán se mueven siguiendo los distintos instrumentos de cada canción. La música envuelve todo lo que existe en la partida; de tal modo que es imposible no seguir el ritmo de un modo casi instintivo. Es detallista al extremo, con un cuidado en cada detalle casi enfermizo. Ver a los robots limpiadores de una fábrica pasar el mocho a ritmo de rock noventero es toda una experiencia.

El humor está presente constantemente. Ese «Warning!!» se convierte en un «Ouchie!» cuando golpeamos al robot. / ©BETHESDA, Tango Gameworks

El elenco de personajes tiene un humor macarra tremendo. Cada uno de ellos abraza el sentimiento rockero de los 80 y 90 de un modo distinto. La trama es tan clásica que hasta parece una parodia; es anticorporativismo cartoon propio de una serie de dibujos de la infancia noventera, es tremendamente acorde a su estética y se toma en serio a sí misma entre cero y nada. Pero los personajes están bien construidos, son graciosos a rabiar y nos terminan ganando por su carisma. Que 808, nuestro gato robot y acompañante en todos los escenarios, sea tremendamente expresivo también ayuda bastante.

Hi-Fi Rush es de esos juegos que llegan de sopetón y te cambian la vida. De esas aventuras calentitas en las que no hace falta pensar mucho, simplemente dejarse de llevar por el ritmo y por el buen hacer. Juegos cortitos, con las ideas justas pero muy bien conjuntadas y que funcionan como un tiro. Los de partidas que se alargan hasta bien entrada la noche porque es imposible soltar el mando. Con una banda sonora tremenda, con temazos de grupos del calibre de Nine Inch Nails o The Prodigy, un combate tremendamente inteligente y un plataformeo digno de los más grandes. Juegos que abandonan las pretensiones de las superproducciones de la industria para ofrecer algo más pequeño, más concreto, pero no por ello menos digno. Sabe a AA, a clásicos de la sexta generación de consolas, pero también a clásico moderno; a no dejar a nadie atrás, a movimiento y opciones fluidas para cada situación, a inteligencia en sus detalles, en su entorno, en su accesibilidad. Sabe a inconformismo, a chulería y a macarrismo. Y lo hace marcando compás como nadie; larga vida al rock n’ roll.

Un comentario en “Hi-Fi Rush, el shadowdrop y el escenario como elemento jugable

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