¿A quién no le gusta una buena comedia romántica? De un tiempo a esta parte este género, conocido popularmente por los fanáticos del mundillo como romcom, ha experimentado una popularidad, si cabe, aún mayor de la que tradicionalmente disfrutaba, que no era poca, y ha llegado incluso a casi plantar cara a la interminablemente industrial cola de isekais clónicos de fantasía medieval. Al menos en lo que a volumen de producción de nuevas obras se refiere. Y tiene todo el sentido del mundo, porque en una época en la que se nos acumulan los problemas, inconvenientes y desgracias, este tipo de títulos pueden suponer un soplo de aire fresco en nuestro tiempo de ocio. Estamos aún saliendo de una pandemia mundial de un alcance sin apenas precedentes, llevamos meses con noticias constantes de una guerra que amenaza con terminar sacudiendo los cimientos de toda Europa, la inflación campa a sus anchas en la economía y desastrosas plagas como el neofascismo o la transfobia crecen tanto en las redes como en las instituciones. Y para colmo, el Real Club Deportivo de la Coruña no consigue ascender de nuevo al fútbol profesional. Las obras de ficción que consumimos en nuestro tiempo de descanso, una vez terminada nuestra dura jornada laboral, no van a arreglar el mundo. Ni siquiera nuestro mundo. Pero sí pueden hacer más llevadero nuestro día a día y por ello no es de extrañar que un género que mezcla algo tan idealista y, en ocasiones, idealizado como es el amor con una fuente de sonrisas y carcajadas como es la comedia, goce de tan buena salud, tanto a nivel de relevancia comercial como de cantidad de nuevos títulos aparecidos. Porque a veces sólo necesitamos desconectar un poco gracias una historia graciosa sobre dos personas que se enamoran y en la que todo sale bien. Porque los equívocos, los malentendidos y las situaciones embarazosas pueden ser ese pequeño detalle que nos haga sonreír esta noche.
Quizás no poca gente rechace el género porque lo primero que se le viene a la cabeza son infames despropósitos argumentales como Rent a Girlfriend o clásicos, dentro de su encanto, prácticamente contemporáneos al NO-DO, como Marmalade Boy: La Familia Crece, pero hoy en Futoi Karasu vamos a arreglar eso. Os traemos siete comedias románticas que harán las delicias de incluso los más reticentes. A veces hay que poner un poco de azúcar y diversión en nuestra vida, no todo puede ser leer grimdark.
Gomashio to Pudding (Yufuko Suzuki)
Haruhi es una joven de 22 años que, en contra del deseo de su familia, se ha mudado a Tokio para cumplir su sueño, que no es otro que manejar maquinaria pesada en grandes obras de construcción. Una noche, atosigada por la insistencia de su padre para que regrese a casa y se haga cargo del negocio familiar, termina bebiendo más de lo razonable en un bar. A la mañana siguiente descubre que, completamente ebria, se ha casado de madrugada con Nagato, un hombre desconocido que, para colmo, la dobla en edad. Donde otros echarían a correr, Haruhi ve una oportunidad de oro para que su familia pare de intentar manejar su vida. Nagato, que es un auténtico trozo de pan, decide ayudarla en su cometido y comienza así una relación inesperada entre dos personas que tendrán que aprender a convivir, a ayudarse y que terminarán con sus existencias irremediablemente entrelazadas. Todos conocemos las implicaciones de las diferencias de edad tan grandes en una relación. Gomashio to Pudding plantea los problemas y amenazas, las diferencias de estadio vital, las preconcepciones y juicios de la sociedad al respecto o incluso algo tan simple como la brecha generacional en costumbres y aficiones, pero también sabe dar a sus dos protagonistas las herramientas para sacar adelante una relación así de forma sana y teñirlo todo de buen humor y de gags completamente enternecedores.
Kieta Hatsukoi (Wataru Hinekure y Aruko)
Aoki está enamorado de su amiga Hashimoto, a quien a su vez le gusta el guapísimo Ida. Todo comienza cuando Ida, por un equívoco, malinterpreta que es Aoki quien guarda un interés romántico hacia él y este último, por cubrir a su indecisa amiga, no deshace el entuerto. Inesperadamente, Ida, que es todo un caballero, promete hacerse responsable de los presuntos sentimientos de Aoki, entenderlos y valorarlos aunque no pueda corresponderlos. A partir de ahí, la maravillosa e ineludible magia de la bisexualidad comenzará a obrar el milagro. Un trío protagonista absolutamente entrañable, diálogos divertidos, una cantidad de malentendidos y confusiones sentimentales sin igual y una serie de primeros amores que harán suspirar a nuestros corazones. Si se permite el uso del término gallego, de lo más riquiño que podéis encontrar actualmente en las librerías.

Asahina Wakaba to Marumaru na Kareshi (Takashi Hazama y Hige)
¿Sabéis el típico tropo tan socorrido en el panorama manga en el que a un chico sin apenas características positivas le llueve del cielo una chica casi perfecta? Ha sido una constante en muchas comedias románticas, ecchis e incluso isekais y, por si fuese poco, el propio tropo se ve comentado y subvertido —donde incluso se toma como literal lo de caer del cielo— en Bakemonogatari. Asahina Wakaba to Marumaru na Kareshi parte un poco de la misma premisa, pero, en este caso, ni la chica perfecta es tan perfecta ni al chico aparentemente irredimible le faltan virtudes. Wakaba, que es una de las alumnas más guapas y dulces de su escuela pero que, a la vez, sufre de un grave problema de ansiedad social, terminará formando una inesperada pareja con el otaku de la clase, Haruto, discriminado por los estudiantes populares debido a su físico y sus aficiones, pero que siempre se esfuerza en tener un gesto amable hacia quien se lo merece. Juntos, aprenderán a ayudarse mutuamente y a sacar adelante sus problemas, a través de una historia que sabe intercalar sus momentos de drama con capítulos enteros llenos de buen humor y esperanza.
Jitsu wa Watashi wa (Eiji Matsuda)
Seguramente sea la más conocida de esta serie de recomendaciones, pues gozó de un anime relativamente popular en 2015. ¿Cuál es el colmo de un chico que es físicamente incapaz de guardar secretos? Que su interés amoroso sea una vampiresa, sus tres amigas más cercanas una alienígena, una mujer lobo y una chica con unas gafas poseídas por un espíritu socarrón y que ninguna de ellas quiera revelar su secreto al resto de la escuela. El pobre Asahi se verá arrastrado a mil y una descacharrantes aventuras sobrenaturales mientras intenta conquistar el corazón de Yōko. El manga comienza con un humor blanco y para toda la familia, pero pronto su autor sube las revoluciones y, con ello, la apuesta y comienza a permitirse secuencias disparatadamente jocosas que podrían haber salido del mejor sketch de Bobobo o incluso Nichijō. Palabras mayores. Si el anterior título de esta compilación se inclinaba más hacia el lado del romance tierno esta lo hace, sin lugar a dudas, hacia el de la comedia, pero sin olvidar nunca el sendero del amor.
Seihantai na Kimi to Boku (Kōcha Agasawa)
Otro unlikely match, esta vez entre un chico serio y estudioso y una gyaru, muy en la línea de otros títulos como la recientemente exitosa Fūfu Ijō, Koibito Miman. ¿Qué hace a esta obra tan especial respecto a sus coetáneas? Diálogos inesperadamente frescos e inteligentes, mucho más de lo que resulta habitual en su género, un dibujo sencillo y, en ocasiones, levemente deformado, pero siempre supeditado a la comicidad de la escena y una serie de personajes a los que resulta completamente imposible no querer. Este título presenta las problemáticas habituales de una relación adolescente entre dos polos opuestos que, contra todo pronóstico inicial, se quieren con locura e intentan aprender lo máximo posible el uno del otro, pero narrado desde una óptica innovadoramente sana y permitiéndose un humor vitalista que, en ocasiones, se atreve a coquetear con el mundo del absurdo. Como colofón, hay un personaje secundario que es básicamente un incel y al que los protagonistas van convirtiendo en una persona normal a base de bofetadas de realidad. Delicioso.

Megami no Café Terrace (Kōji Seo)
En esta web comentamos hace un tiempo cómo Kōji Seo se había convertido en un maestro del melodrama gracias a títulos tan sólidos y lacrimógenos como Kimi no Iru Machi o Fuuka. Pero, de un tiempo a esta parte, y especialmente tras Hitman, el autor de Hiroshima parece más cómodo en un ambiente más cómico. Megami no Café Terrace nos cuenta la historia de Hayato, estudiante de la Universidad de Tokio, que hereda la cafetería de su difunta abuela, así como sus deudas. Decidido inicialmente a traspasarla por cuatro duros, serán las antiguas cinco camareras del establecimiento quienes le convencerán para intentar sacar adelante el negocio junto a ellas. Mientras tanto, intentarán ganarse el afecto de nuestro Hayato, hombre seco y pragmático donde los haya. Cada una de las coprotagonistas es más excéntrica que la anterior y por cada momento que haga latir un poco más fuerte nuestro corazón tendremos otros siete de risas fáciles y escandalosas, en los que habrá donde habrá espacio para deconstruir y parodiar los principales tropos del género, soltar chistes verdes a diestro y siniestro y permitirse excesos visuales y juegos de palabras ingeniosos. Este abril podremos disfrutar, además, del estreno de su adaptación animada.
Imaginary (Niiro Ikuhana)
Ikuhana es una de esas autoras noveles que han dado muy recientemente el paso de la realización de manga erótico a su equivalente sin contenido explícito y que, por lo que comienzan a demostrar, parecen tener una carrera muy prometedora por delante. Peregrina habitual del sendero del drama, en Imaginary plasma un poco esa melancolía que caracterizaba sus trabajos NSFW, pero siempre tras una mezcla principal de amor e inventiva. Las conversaciones entre su dilatado grupo protagónico oscilan entre lo filosófico y lo costumbrista, enrevesándose a través de debates sobre historia, filosofía y, especialmente, amor, pero siempre con el buen humor y el ingenio agudo como marcas de la casa. Imaginary, con sólo dos tomos por ahora en el mercado, es una comedia romántica tan sólida como cualquier otra, pero es por encima de todo un canto a cómo podemos de adultos intentar recuperar la imaginación de un niño.
Y hasta aquí las recomendaciones de esta ocasión. No habéis visto entre estas línas las reconocidas Kanojo mo Kanojo o Kakkō no Iinazuke ni la actual reina del género, Kaguya-sama: Love Is War. Pero nunca se sabe, quizás en un artículo futuro tengamos interesantes reflexiones sobre ellas en nuestras manos. Hasta entonces, dadles una oportunidad a estos títulos, quizás hasta os arreglen un mal día.
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