Drifters: choque de filosofías con pinceladas de historia

Si pensamos en Kōta Hirano, seguramente se nos venga a la cabeza Hellsing inmediatamente, pues es la historia más famosa de dicho autor y la que más pisada ha dejado en este mundillo. Por otra parte, si pensamos en los isekais, es habitual que pensemos en un adolescente que se ve transportado a un mundo de fantasía, en el que tiene que adaptarse y encontrar su lugar mientras su personalidad se desarrolla y se relaciona con el mundo a lo largo de la historia. Con todo, hay un manganime que surgió para ser la contradicción perfecta a estas dos afirmaciones: Drifters.

Por planteamiento, tono, estilo y propio desarrollo, Drifters dista de ser un isekai de manual, pues estos son, tradicionalmente, algo mucho más ligero y popular. A pesar de tener lo básico del género, eleva la historia a un nivel superior gracias a varios motivos, entre ellos sus personajes y la confrontación subyacente de toda la historia, razón por la cual tiene lugar.

En este artículo se presentará la obra y se hablará del uso de personajes como representación de dos corrientes filosóficas opuestas y cómo el autor hace que incluso la moralidad del público llegue a verse cuestionada. Se concluirá además una reflexión sobre si realmente este es el tipo de historia que el público general espera.

Un diseño de poster bastante curioso desde la perspectiva occidental, pues sitúa a los protagonistas en el lado derecho / © Hoods Drifters Studio

Por y para la batalla

Drifters es un manga de Kōta Hirano, cuyo primer capítulo vio la luz en el 30 de abril de 2009 en la revista Young King OURs — de la editorial Shōnen Gahōsha—. Actualmente sigue en publicación y cuenta con 6 volúmenes que en España Norma Editorial se encarga de traer a los lectores. A su vez, Hoods Drifters Studio lo adaptó al anime en 2016, con 12 episodios, 3 OVAs y una futura segunda temporada confirmada —al menos, por el propio episodio final, aunque a día de hoy seguimos sin noticias de la misma—.

En términos de historia, el primer personaje al que conocemos es a Toyohisa Shimazu, un samurái histórico real del antiguo Japón que vive por y para la batalla. De hecho, nos lo encontramos en una de ellas, en la que tiene como objetivo conseguir la cabeza del general enemigo —importándole entre poco y nada morir en el proceso— y ayudar a escapar a su tío y su batallón para reagruparse con ellos más adelante. Desafortunadamente, uno de esos objetivos no lo consigue pues, de camino a dicho punto de encuentro, llega de repente a un extraño lugar. Un pasillo lleno de puertas donde un extraño oficinista lo mira, murmura unas palabras y de repente Toyohisa se ve absorbido por una puerta, lo que le lleva a un nuevo mundo, diferente al suyo.

En este lugar se encuentra con que él no es la única persona que se ha visto transportada al mismo, pues quienes curan sus heridas son dos personalidades célebres reales que él mismo conoce por saber la historia preterita de Japón: el archiconocido estratega Oda Nobunaga y el arquero legendario Yoichi Nasu. A lo largo del transcurso de la historia, aparecen muchos otros personajes famosos transportados a este mundo y que ya podemos identificar en el propio opening si uno tiene conocimientos básicos de historia —véase a Aníbal Barca o a Escipión el Africano—. Poco importa la época o cultura de la que forman parte, todos se ven reunidos en este lugar.

El trío de protagonistas / © Hoods Drifters Studio

Por supuesto, hay muchos más. Bajo una clave totalmente isekai, en este mundo hay tanto humanos como razas propias de la fantasía tradicional, como elfos, goblins y enanos, los cuales viven en pequeñas comunidades ahora dominadas por el reino humano de Orte. Estos habitantes autóctonos son conscientes de que Toyohisa y compañía no son originarios de allí, puesto que sus maneras e incluso lenguaje los delatan. Son conscientes también de que estos «invitados» no tienen todos las mismas intenciones. Por una parte, están los Drifters, encargados de salvar a este mundo y establecer la paz; por la otra, se encuentran los Ends, personas cuya misión en este mundo es destruir a la humanidad. En verdad, este mundo es solamente un campo de batalla en el que dos bandos van a disputar su guerra. No por nada el subtítulo de esta obra es Battle in a Brand New World War.

Drifters o Ends, ¿qué hace ser uno u otro?

Porque sí, la mayoría de los personajes traídos de nuestra realidad están relacionados de una manera u otra con los conflictos y relaciones interpersonales o interculturales no siempre pacíficas —ni siempre bélicas, sea dicho—. Es el pasado en nuestro mundo lo que hace que cada invitado pertenezca a una categoría u otra, pero no de la manera en la que uno esperaría —es decir, alguien bueno en nuestro mundo no tiene por qué ser necesariamente bueno en el nuevo y viceversa—; los máximos representantes de dicha categorización son el fundador del imperio Ortek un Drifter demagogo experto que unificó a todos los humanos bajo una misma bandera y política en detrimento de las razas que él consideraba inferiores y el Rey Oscuro, antagonista principal de la historia que busca la destrucción Orte y todas aquellas razas bajo su dominio, un End que dedicó su vida anterior a ayudar a la humanidad, multiplicando grano, sanando enfermos y predicando paz, para acabar traicionado y crucificado por la misma.

Fundador de Orte a la izquierda y Rey Oscuro a la derecha. Me pregunto qué habrán hecho con esto en Alemania… / © Shōnen Gahōsha

De estos dos personajes podemos extraer las características base que determinan si una persona sería un Drifter o un End —basándonos en lo que sabemos de los personajes de cada categoría únicamente, pues no hay declaraciones explícitas sobre estos temas del autor—. Todo el bando Drifter está caracterizado por haber tenido una vida cuanto menos cuestionable: guerreros, estrategas, soldados, forajidos… Todos ellos han sacado provecho, de una u otra forma, del sufrimiento de otras personas, siguiendo una creencia o valores que chocan totalmente con los que la sociedad considera correctos. Por otra parte, en el bando de los Ends encontramos a personas en cuya vida dominaba la devoción a los suyos. Sin embargo, después de una existencia ejemplar y dedicada al bien común, rigiéndose por los códigos morales de la época y siendo fiel a su ideal, se ven traicionadas por los suyos con un final violento y que solo termina por provocar una insaciable sed de venganza contra la humanidad en sus corazones.

Es en el momento de sus muertes cuando uno de los «reclutantes» se aparece ante estos personajes; en la parte de los Drifters está Murasaki, el hombre misterioso que conocemos al inicio de la serie, siempre asociado con la luz; ante los futuros Ends se aparece Easy, una chica con estética goth, siempre relacionada con la oscuridad. La partida de ajedrez que estos dos personajes disputan es la que da cuerda a la serie: Easy encuentra a un potencial End en su muerte y le ofrece irse a este nuevo mundo con un poder relacionado con la causa de su muerte, con la misión de vengarse de la humanidad; como reacción, Murasaki encuentra a un Drifter y lo envía a este nuevo mundo, sin ningún poder y sin ningún cometido específico. ¿Qué se pretende demostrar o conseguir con esta batalla?

Easy es la personificación de la frase «el karma es una perra». Con sus acciones y las de sus Ends, pretende demostrar que las personas están conducidas por las condiciones y vivencias que el mundo les ha impuesto y que no son dueñas de su propia voluntad. Que cada la existencia de alguien y el papel que jugará en un mundo ya viene determinado en su origen. Por otra parte, con los Drifters nos encontramos con personas que, si bien en su vida pasada se han visto a actuar de la manera en la que lo hicieron por su contexto histórico, al hacer borrón y cuenta nueva y verse en una situación completamente diferente, ellos mismos son libres de trazar su propia vida, haciendo lo que sus verdaderas personalidades e instintos les dictan. Murasaki cree firmemente en esto, se alegra cada vez que sus enviados adoptan conductas que los historiadores más conservadores pueden considerar «inesperadas de ellos» y adora ver a Easy enfadarse por ello.

Murasaki y Easy, enfrentados en el pasillo que sirve como trámite entre mundos / © Shōnen Gahōsha

De esta manera, se nos presenta uno de los mayores debates dentro de la filosofía moderna: el libre albedrío contra el determinismo . ¿Nuestro papel ya viene determinado en el momento en que llegamos al mundo o somos libres de elegir hacer el bien o el mal? Parece que la opinión del autor está clara, al ponernos como público en un inicio desde la perspectiva de los Drifters, aunque tampoco debemos afianzarnos en dicha posición.

Toda la obra se basa —entre batalla y batalla, estrategia y estrategia— en una contraposición de perspectivas: primero, los recién llegados contra los autóctonos; seguimos con los semi-humanos contra el imperio Orte; el siguiente choque viene dado entre los propios Drifters y Ends, quienes además son de diferentes épocas… todo enfrentamiento derivado del debate primigenio entre Murasaki y Easy. Estos choques y cambios de visión nos indican que no hay un lado totalmente dominante ni superior al otro, pues además cada uno se nutre de las experiencias extraídas de estos conflictos. Cada batalla pule más para la guerra que es este mundo.

¿Qué es Drifters?

Muchas personas llegan a esta historia buscando sangre, batallas y fanservice de cualquier tipo —no olvidemos que el autor empezó en la industria haciendo contenido erótico—, marchándose decepcionadas porque sí, la obra lo tiene, pero no en las cantidades ingentes que se le prometió ni con la presteza que caracteriza al isekai al uso. Además, está la inclusión de una comedia que muchos clasifican como «simple» o «anticlimática», la cual hace que pierdas toda la inmersión que pudiste ganar con un momento tenso de la serie. Y este público tiene toda la razón, pues Drifters es mucho más que un fanservice rápido y veloz que vaya al grano para dar lo que se espera de él.

En primer lugar, el propio manga ni siquiera está terminado y el autor no se caracteriza por su velocidad a la hora de completar sus obras. Por lo tanto, cada elemento se toma su tiempo para aparecer y desarrollarse. En la historia, el autor quiere contarle al público muchas cosas, pues en los conflictos bélicos hay muchos elementos en juego; hay batallas, sí, pero también conquistas de territorios, estrategias, vigilancia, desarrollo de tecnologías y civilizaciones, alianzas, traiciones… y también momentos de calma y relax en los que se puede meter cualquier tipo de broma. Además, todo esto se ve aderezado por pinceladas de historia curiosas que pueden sacarte de la narrativa o del momento porque no entiendes un chiste que en realidad es una referencia al pasado de un personaje. Por otra parte, dentro de las referencias reflejadas en esta historia, la más amarga es la forma en la que los personaje masculinos son mucho más numerosos que los femeninos, pudiendo contar a estos últimos con los dedos de una mano —realidad bastante similar a la reflejada en los libros de historia, tristemente—.

El diseño de personajes de Hirano es, como de costumbre, inconfundible. / © Shōnen Gahōsha

Por otra parte, en las obras de Kōta Hirano el contenido es sin duda interesante, pero es la forma lo que realmente las diferencia del resto. Hoy en día, si hay algo que distingue a los autores exitosos de manga es un trazo característico y una forma específica de concebir la acción, algo que Hirano tiene dominado a la perfección. Cualquiera puede identificar una viñeta suelta del manga o una secuencia del anime con este autor, sin ningún miedo a equivocarse.

En definitiva, Drifters es una batalla. Drifters es una guerra constante en la cual solo puedes continuar e ir adelante —pisando el acelerador, como en su tema de apertura—, pues no tienes ni idea de dónde estás y de qué tienes que hacer. En Drifters puedes encontrarte de todo y con todos, mientras intentas seguir fiel a tu estilo y a tu forma de ver las cosas, aliándote con las personas que te encuentras con tu mismo objetivo y enfrentándote a aquellas que parecen estar decididas a molestarte. Como en la vida misma. Como en una batalla.

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