Desde hace unos años me da miedo empezar mangas nuevos. No mangas que lleven 100 capítulos o que hayan terminado recientemente, hablo de obras que más o menos llevan un volumen y siguen en su recta inicial. Observo con especial miedo particularmente a los publicados en la Weekly Shōnen Jump, la revista que más tráfico de lectores y popularidad lleva a sus espaldas. Y eso que empezar algo nuevo debería ser algo que despierte curiosidad e interés. Entonces, ¿qué es lo que despierta ese miedo? Lo que en el lenguaje de internet se le conoce y teme como «El hachazo».
El hachazo es la traducción literal del inglés axed y habitualmente es usado en círculos de lectores de manga para hablar de una serialización que ha sido cancelada por bajas ventas y lecturas durante su vida de publicación. Como referencia, algunos ejemplos recientes incluyen Samurai 8: La historia de Hachimaru, de Masashi Kishimoto y Akira Ōkubo o Time Paradox Ghostwriter, de Kenji Ichima y Tsunehiro Date. Hablamos de que las obras acaban no porque han contado todo lo que quieren contar, sino porque no se les permite seguir contando lo que desean, pues los mangas cancelados no suelen acabar totalmente de golpe, sino que se les cede un final más o menos acelerado que coincida con el final del volumen de turno.
Esto es algo, por desgracia, común de ver en las revistas de gran circulación, con autores que tienen que dejar de escribir lo que ha llevado un proceso de creación y el determinado número de fans que esa obra tenía a cada capítulo llevándose la pésima sorpresa de no poder ver cuál es el siguiente paso en la trama. ¿Cuál es el beneficio de cortar por lo sano una narrativa en movimiento, llevándola a un repentino stop? ¿Cómo afecta esto a la relación lector-manga? ¿Qué alternativas o soluciones se han hecho un hueco en el panorama?

Parar en seco un manga en publicación es un jarro de agua fría en la misma escala que Dengakuman diciendo que el anime de Bobobo había acabado al final de su ultimo episodio con un cartel, es una traición a alguien que quiere contar una historia, a alguien que la ilustra y a alguien que la lee en nombre del beneficio y las ventas en una industria en la que, si bien puede llegar a entenderse o incluso predecir lo que hace a algo popular, en muchas ocasiones el boom de popularidad de algo puede llegar por un golpe de suerte —Kimetsu no Yaiba, conocida ya por entonces, pasó de vender 4.5 millones de copias del manga a 120 millones a finales de enero de 2021 gracias al estreno del anime—. Esta falta de atención, sin prestarle atención a la calidad o lo que pueda prometer dicha obra, deja a las personas involucradas en ella dispersas en un escenario en el que necesitan crear algo completamente distinto desde cero.
Poco o nada se puede culpar a los lectores de «no recomendar esta obra lo suficiente» o a los no lectores de «no haberle prestado atención a esta joya oculta», porque al final del día no recae en el consumidor la responsabilidad de saber constantemente lo que se está publicando. Entre revistas y publicaciones diferentes, la escena está en constante movimiento y a cada persona le llaman la atención un tipo de serie distinta por razones propias. El trabajo de hacerse ver recae en como de rentable se vuelva algo, por ese factor esperado o por ese golpe de suerte, pues el sistema editorial busca elevar a las obras conocidas a serlo todavía más, mientras que las que suelen necesitar ayuda para poder destacar comercialmente acaban cayendo más en el desconocimiento colectivo.

Al principio del artículo aclaré que me daba miedo empezar mangas nuevos por este persistente y constante miedo a su cancelación. El miedo a estas prácticas es algo que cala en los lectores y autores por igual y la pregunta en este apartado es: ¿Qué motiva a alguien a empezar un manga si su futuro es incierto? Invertir tiempo en sumergirse en la narrativa de algo que jamás encuentre destino no es sino un empujón hacia atrás y termina creando una paradoja de «no leo porque puede ser cancelado» y «si este manga no tiene lectores será cancelado». El lector debe decidir entre leer algo que puede no encontrar un final satisfactorio o arriesgarse y poner su fe en ello. Y el autor depende de ello, porque es el número de lectores según ventas, sondeos y encuentas el determinante de si sigue a flote una historia que aguante otro volumen más, una simbiosis en la que el receptor lee para que el emisor pueda seguir escribiendo y el emisor sigue escribiendo para que el receptor pueda seguir leyendo.
Toda la escena de la cancelación por falta de rentabilidad me hace reflexionar sobre la idea de que a muchos mangas en hiato hoy en día se les permiten estos necesarios descansos no porque las grandes editoriales estén interesadas en ver como la calidad del título mejora tras un reposo del autor para recuperar energías, sino porque en los casos en los que sale adelante un nuevo capítulo esto las beneficia a ellas económicamente, gracias al hype generado. ¿Seguiría existiendo Hunter x Hunter si no hubiera sido tan popular como lo era durante el necesario descanso de Yoshihiro Togashi por problemas de salud? Esto crea una presión en los autores menos populares, una necesidad constante de tener que seguir sus obras de una manera más constante sin poder permitirse tantos descansos como los grandes nombres de la industria.

Aún con todo, hoy en día tenemos disponible una solución que ayuda a no solo hacer más disponibles a nivel global mangas que podrían haber pasado bajo el radar, sino que les da una plataforma de publicación más viable económicamente y con un ritmo de trabajo que llega a ser más flexible para los propios artistas y autores: el formato digital.
El ejemplo más sonado de esto se da en la Shōnen Jump+, revista online afiliada a Shueisha que funciona tanto en dispositivos móvil como en el navegador web y que no solo cuenta con obras originalmente distribuidas en digital, sino que además incluye capítulos de mangas de la revista principal y que, además, gracias a la aparición de la aplicación Manga Plus en 2019, permite su lectura a un nivel más globalizado, con muchas más opciones de idiomas. Algunos ejemplos de historias de publicación digital recientes serían Fire Punch, Kaiju No. 8 o Jigokuraku. Y más la popular entre las recientes: Spy×Family, que con más de 18 millones de copias impresas y digitales y su adaptación al anime, no hace más que crecer en notoriedad y muestra como una obra puede beneficiarse enormemente incluso sin publicación original física en su país natal pero con una accesibilidad a nivel mundial.

La búsqueda de un beneficio económico en contra del arte no es un problema solamente adherido a la industria del manga. Desafortunadamente, este sacrificio de las ideas de un creador buscando beneficio empresarial propio se extiende a muchos terrenos del entretenimiento. No importa si el resultado final acaba siendo de calidad pobre o una obra magna, hay que tener en cuenta que es lo que el autor quería contar, no una tentativa exclusiva de —o no solamente, porque también hay que comer— ganancia monetaria. Es algo en lo que ha invertido tiempo y un proceso de creación. Al final del día, cancelar mangas es negativo tanto para su creador como para el fan, pero los cambios del paradigma son constantes en la era digital y con la ayuda de varios empujones en pos de la creatividad esta situación no tiene por qué ser la norma de aquí a diez años.
Escribir este artículo ha sido esperanzador en cierta medida ¿He superado mi miedo a que de un día para otro algo que disfruto se esfume? Ni de lejos, pero me niego a pensar que no es un miedo también latente en la mayoría de gente que lee estos mangas furtivos en popularidad el encontrarse con el fin prematuro del mismo. Como lectores, creo que tenemos que tener confianza en que lo que nos gusta llegará a buen puerto y, de no ser así, quedarnos con el nombre del autor grabado a fuego para poder apoyar sus futuros trabajos. El manga ha llegado a un método de difusión oficial según van saliendo los capítulos en Japón hace tan solo un par de años, el terreno a caminar para la publicación digital ha perdido todo límite ligado al país y me gusta pensar que este futuro de constante creatividad y frescura es uno que, si bien encontrará su baches, acabará siendo beneficioso tanto para autores y lectores.
Muy buen artículo Y uno que desgraciadamente pega cerca de casa jaja 😭
Es muy curioso como el miedo al hachazo lleva justamente a la creación de historias que sacrifican todo a fin de llegar lo más rápido posible al grano y con suerte capturar la atención pública antes de que les caiga el hacha. Hace relativamente poco debutó en la WSJ Ginka & Glüna de Shinpei Watanabe, con la simpática premisa de una huérfana atrapada en una montaña helada buscando aprender magia de un muñeco de nieve parlante para escapar e irse de viaje con su nuevo maestro. «Sólido primer capítulo», pensaba yo, hasta que hacia la mitad pasas la página y hay un salto temporal de 5 años y los personajes saben todo lo que hay que saber sobre la magia así que de viaje se van. Muchos de los capítulos desde entonces han seguido un poco el formato de introducirte un conflicto, saltar en el tiempo hasta su resolución, y luego a otra cosa mariposa.
Me he esforzado seguir dándole una oportunidad cada semana porque me disfruto inmensamente del dibujo y sus personajes e incluso diría que en sus capítulos más recientes finalmente está encontrando su voz, pero mentiría si dijera que no me ha costado debido a este abordaje tan superficial de su propia narrativa, y siempre está la sensación de que había algo realmente especial con ese primer capítulo cuyo potencial fue anulado a fin de llegar a la parte «vendible» de la historia. Y no es solo esta serie en específico; muchas de las novedades de la Jump actualmente tienden a favorecer narrativas mucho más aceleradas e introducciones sumamente simples, a tal punto que me cuesta desarrollar demasiado interés porque siento que no estoy leyendo una historia, sino al pitch de una historia que con algo de suerte podrá sobrevivir y recién volverse una versión más auténtica de ella misma (aunque claro está, esto último ya cruza al dominio de conjeturas y preferencias mías)
Una pregunta trillada para este tema, pero ¿Podrían One Piece, Bleach o Naruto, las series que definieron el dominio mundial del animanga en los 2000, sobrevivir el ser publicadas por primera vez en la WSJ de la actualidad? Creas que sí o no (yo soy de los segundos), es un ejercicio muy interesante que realmente pone las cosas en perspectiva.
También está la triste realidad de que ahora hay muchos creadores que deliberadamente escriben con la posibilidad de una cancelación en mente e introducen cuando estén en rango del hachazo (Entre la primera docena – veintena de capítulos) un escenario que les permita cerrar la historia de la forma menos desastrosa posible. Lo cual lo hace incluso más tragicómico cuando finalmente no les llega el memorándum aquella semana y se relajan solo para que les caiga el hacha un par de capítulos después, como parece haber sido el caso de Ayashimon por Yūji Kaku (de la fama de Hell’s Paradise, debo agregar).
Pero sin duda lo más retorcido de esta práctica es el hecho de que la serie cancelada se vuelve propiedad de la editorial y los artistas que tantas ganas tenían de contar una historia se tienen con contentar de que ya tuvieron su oportunidad y que no pueden intentar de nuevo en otra parte. Siempre pienso aquí en el doloroso caso de Phantom Seer del dúo escritor/artista de Togo Goto y Kento Matsuura, una historia que el propio Togo había intentado hacer despegar en forma de One Shot (una vez incluso con él de artista) en múltiples ocasiones antes de ser finalmente serializada allá en 2020 de la mano del artista perfecto para tal proyecto… solo para ser cancelada de forma extrañamente tardía ya bien pasada su veintena de capítulos. Lo único en que podía pensar, más que la frustración por no poder seguir la historia, fue en los seres humanos al otro lado del manuscrito, y que tal como ellos, había incontables más allá afuera en la industria del manga.
Pero no todo es malo. Desde aquél día (mi primer doloroso encuentro con un hachazo en mi trayectoria de lector casual de la Jump, debo decir) me he grabado el nombre de sus autores a fuego y siguiendo sus próximos trabajos, razón por la cual fue muy bonito verles regresar conjuntamente con un One Shot hace poco. Si algo, esa es la razón por la que creo yo sigue valiendo la pena atreverse a leer mangas que recién estén comenzando: Por que hay una pasión inherente a cada trabajo y nunca sabes cual puede conectar contigo… y si resulta que tal conexión acaba prematuramente, hay un artista detrás de la historia en el que interesarte y apoyar a futuro.
Dar epílogos extendidos en sus volúmenes finales, que es lo que están haciendo recientemente con las series canceladas, no es una solución; es solo reconocer que existe un problema con como los mangas son sacrificados por las editoriales. Vivimos en una era digital y no veo el punto de seguir circulando copias impresas de recopilatorios semanales más allá de mantener una tradición. Creo firmemente también que el nuevo estándar es el formato bimensual y con mayor flexibilidad para tomar hiatos, y que la distribución digital ha demostrado que puedes generar cantidades absurdas de tráfico que luego también se ven representadas en las ventas de tankōbon físicos. Desgraciadamente como bien apuntas, este es un problema inherente a la óptica capitalista y por ende, uno que resiste a adoptar modelos sustentables de producción.
Si hay un consuelo algo cínico, es saber que algunas de las más grandes series de la WSJ (que no es la única que incurre en cancelar series aunque definitivamente sí la más prominente e infame por ello) como One Piece, Jujutsu Kaisen o My Hero Academia tienen los días contados y la publicación tendrá que enfrentarse a las consecuencias de querer definirse casi solamente en torno a blockbusters (que las cosas como son, suponen la principal razón por la cual muchos siquiera las compran) en vez de favorecer a los artistas y resguardar audiencias más dispares y menos numerosos, pero igual de apasionados. Como sea, será curioso de ver, eso sin duda.
De nuevo, muy buen artículo! Espero que mi algo disperso y desvariado comentario sea de aporte jaja
Muchas ganas de leer tu siguiente pieza sobre este mundillo, si alguna vez toca
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