No hay mundo fantástico sin criaturas fantásticas y ya desde los albores de la literatura y la ficción, la mitología era adornada con seres que superaban a sus homólogos de la realidad. Ya sean seres humanoides con características animales o bestias con unos rasgos más pronunciados los de los más feroces animales, catalogar estas criaturas siempre ha sido uno de los <<deleites>> de los más fanáticos de estas historias. En el mundo de los videojuegos, concretamente en los RPGs, estas criaturas que suelen llamadas monstruos por el público popular son una piedra angular en el desarrollo de esta aventura. Pero además se convierten en un obstáculo en nuestro camino. Tal es la cantidad de monstruos necesaria en un juego que se podría hablar de que en conjunto crean un ecosistema, replicando el mundo real, en el que dependiendo del título, encontraremos de formas únicas que abarcan el videojuego tanto a nivel argumental como funcional. Agarrad vuestras enciclopedias, físicas o digitales, y armaros por si la cosa se pone peligrosa. Es hora de observar como un JRPG crea su propio bestiario, o por así decirlo, su propia fauna de criaturas sirviéndonos de ejemplo varios títulos a lo largo de la historia.
Cuando hablamos de criaturas fantásticas y videojuegos desarrollados en Japón, un título viene claro a la mente: Pokémon. El primer objetivo que siempre se suele plantear en los juegos de esta franquicia es completar la Pokédex: una enciclopedia digital que analiza a las criaturas conocidas como pokémon para poder catalogarlos, así como poder estudiarlos en orden de averiguar más cosas sobre ellos. Algo común en el mundo pokémon es que cada especie sea única y algunas de ellas sufren unos cambios físicos que alteran su metabolismo, así como otras facultades: este proceso es comúnmente conocido como evolución. Y esta la manera que tiene Pokémon de rellenar su <<bestiario>>: cada vez que sale una nueva edición, con su propia generación de criaturas, añade una nueva serie de especies con sus respectivas evoluciones, siendo la media de especies añadidas por generación entre 70 y 150.
Actualmente, y con la salida de Pokémon Escarlata/Púrpura, la pokédex cuenta con al menos 1000 entradas para 1000 pokémon distintos. ¿Suena a una gran cantidad, eh? Es lo que tiene crear una especie única y una entrada para pokémon y sus respectivas evoluciones. Quizás la variedad más curiosa sean las formas regionales, añadidas a partir de las ediciones Sol y Luna en 2017, en las que especies de pokémon ya conocidas sufrían un cambio en su aspecto, tipo y habilidades debido a ser su habitat una región distinta a la original. Un punto a favor de la adaptabilidad.

Algo que hay que tener en cuenta del bestiario en Pokémon es que el juego gira alrededor de ellos. Son mecánica y coleccionable a la vez, funcionan como un todo. Y aunque sepamos que existe un sub-género que engloba los monstruos como punto clave, en los JRPGs convencionales estas criaturas suelen tomar un papel más pendenciero: el héroe o grupo de héroes debe derrotarlos para ganar beneficios a dos niveles. Por un lado, vencer a estos monstruos dentro de la historia abría paso al camino y/o hace un bien a los habitantes del lugar. Y por otro, a nivel de gameplay, vencer a un monstruo otorga experiencia, así como oro y otros objetos. El valor de un monstruo en un JRPG es tan esencial como cualquier otro elemento, ya que sin ellos la progresión sería más difícil de establecer.
Basta de funcionalidad, hablemos de catálogo. ¿Existen amplios bestiarios para cada JRPG existente? Sí y no, tristemente, puesto que cada juego es un mundo, literalmente. Pensad en Weyard, Gaia, Aionios… cada mundo tiene sus reglas y por eso la cantidad de monstruos, aunque en muchos casos se recurre a la leyenda habitual y el tropo fantástico en lo que a estos se refiere y es normal ver guivernos, licántropos, goblins o variaciones de los mismos en estos amplios catálogos.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que a más monstruos, más recursos necesitaremos dentro de nuestro juego. Es verdad que podemos reciclar conceptos de otros juegos, pero siempre se busca dar a tu catálogo sentido a la par que utilidad. Y tener tropocientos enemigos está chulísimo pero en los videojuegos no podemos poner toda la carne de monstruo en el asador. Sin embargo, al recorrer el mundo los seguimos necesitando. La solución de esto la trajo el primerísimo Dragon Quest y a día de hoy es una herramienta muy útil que igual levanta alguna ceja: la pigmentación.
La pigmentación consiste en reciclar el modelo de un monstruo cambiando su color para introducirlo más adelante en la aventura. Por ejemplo, el simpático Limo: suele aparece en las primeras áreas de los juegos de Dragon Quest y su claro color azul destaca. Avanzas un par de rutas y otro limo aparece pero… es distinto. Es de color naranja. Y su nombre es Lima. Esto rellena así dos huecos en el catálogo de monstruos de cada juego. Esta práctica a veces es motivo de risa para los jugadores más graciosillos, que tildan de poca originalidad y de absurdez que un monstruo sea más fuerte solo porque es verde y blanco en lugar de rojo y blanco. Pero poneos en la mente de un programador y pensad en el esfuerzo que supondría crear monstruos únicos para cada zona. Además, que al final si puedes hacer más cómodo tu trabajo pues se puede hacer, lo importante es que cada parte del juego cumpla su función.

Y la función fundamental de una bestia, monstruo, criatura es existir y aportar al mundo en el que estás envuelto color y aventura. En Pokémon estas criaturas son nuestros compañeros. En Golden Sun inundan las zonas esperando a ser convertidas en oro y experiencia. Y en Dragon Quest podemos desde derrotarlas hasta conversar con ellas y hasta jugar con ellos en algunos spin-offs. ¡Porque no hay que olvidar tampoco la parte comercial de las criaturas!
Ya sea por pigmentación, variedad regional o inspiración en mitologías varias, ahora mismo podríamos decir que existen millones de criaturas en los JRPG. Y solo tenemos que agradecer su labor y tener algún peluchito de alguno de ellos en nuestra estantería. Y sea azul, rojo, rosa o metálico, dales las gracias por ser adorable o darte los 34 de oro que necesitabas para obtener esa espada tan chula de la tienda más cercana.