Opinión: En defensa del CGI y la animación 3D

Estos últimos días, en vísperas del estreno del anime de Chainsaw Man, se ha filtrado en Twitter un vídeo grabado desde un móvil en el que se aprecia, aparentemente, un pequeño fragmento de una premiere del anime en cuestión. En dicha filmación, se puede observar cómo el cuerpo de Denji —el protagonista de la obra—, cuando este se transforma en el Chainsaw Man, está animado en 3D con CGI. Y entonces, la polémica estalló en todas las redes sociales.

El Cheinso Man, como le llama mi primo de quince años / ©Mappa

La animación 3D siempre ha sido criticada por aficionados y muchos medios especializados en el anime. Siempre se nos viene a la cabeza algunas obras arruinadas por una animación con un CGI terrible —en especial, las adaptaciones de 2016 y 2017 de Berserk—. No obstante, parece que se ha perdido el foco de atención en este asunto, y las opiniones se han vuelto demasiado tajantes. El problema, en especial, radica en el desconocimiento.

Me llamó la atención, de entre todos los comentarios que vi al respecto del vídeo de la premiere de Chainsaw Man, uno en el que alguien se quejaba de que «Chainsaw Man iba a tener una animación 3D en lugar de una animación tradicional». El problema de este comentario es el hecho de que su autor piensa que la mayoría de animes que vemos temporada tras temporada han sido creados con animación puramente tradicional, a mano. La sorpresa llega cuando analizamos algunas grandes y famosas obras de los tiempos recientes, como son Jujutsu Kaisen o Kimetsu no Yaiba. En ambas series, a menudo se entremezcla la animación tradicional con el 3D para dotar a la acción de un mejor movimiento y/o para ahorrar presupuesto. El gran público, sin embargo, no parece apreciar esto, pues nunca se destaca en redes el buen uso del CGI y el 3D por parte de algunos estudios de animación. Para poner más ejemplos, también quisiera destacar la calidad de la animación en las trilogía de películas de Kizumonogatari, donde todos los fondos se crearon a partir de tecnología 3D y lo único que se animó de manera «tradicional» fueron los personajes en planos cercanos.

La belleza en los fondos de las películas de Kizumonogatari es inconmensurable / ©Shaft

Con todo esto, quiero llegar a mi tesis principal de este artículo: la animación 3D y el CGI no son malas herramientas per se. Se pueden emplear mejor o peor, pero odiarlas irracionalmente carece de sentido.

Ahora mismo más de una persona estará pensando «bueno, tal vez si hay animes donde funciona el 3D, pero eso es solo porque el CGI está en el fondo. En todos los animes que has mencionado sus personajes están animados de manera tradicional». Este pensamiento es una verdad a medias; es cierto que en las series que he mencionado los personajes no están animados en 3D, pero eso no implica que el CGI solo funcione para fondos y para escenas de acción repletas de movimiento. El gran problema en la mayoría de obras que intentan implementar animación 3D para todo es que sus animadores no están acostumbrados a emplearla y, por ende, no poseen la experiencia suficiente para embarcarse en una tarea así. El resultado de esto son animes cuyos personajes, tanto en diseño como a la hora de moverse, alcanzan las cotas más insospechadas del valle inquietante.

¿Qué es el «valle inquietante»? Es una hipótesis en el campo de la estética que afirma que cuando las réplicas antropomórficas se acercan en exceso a la apariencia y comportamiento de un ser humano real, causan una respuesta de rechazo entre los observadores humanos. Para ser más rigurosos, y citando a la persona que acuñó este término, Masahiro Mori —un japonés, curiosamente— «conforme la apariencia de un robot es más y más humana, la respuesta emocional de un observador humano al robot se irá haciendo cada vez más positiva y empática, hasta cruzar un punto a partir del cual la respuesta se vuelve una fuerte repugnancia. Sin embargo, cuando la apariencia del robot continúa convirtiéndose menos distinguible de la de un ser humano, la respuesta emocional se vuelve positiva una vez más y se va aproximando a niveles de empatía como los que se dan entre humanos». Esto ocurre tanto en robots como en obras de animación CGI, donde a veces la caricatura se pierde y se da lugar a un parecido inquietante entre los personajes animados y los seres humanos reales. El problema se da cuando la apariencia de la figura artificial es muy cercana a la humana, pero tu cerebro aún la distingue de un humano real.

En cualquier caso, un estudio que quiera animar una serie empleando tecnología CGI, debería tratar de alejarse de los valles inquietantes. Y aunque esto parezca imposible —volvemos a los personajes de Berserk (2016), a los protagonistas humanos de Ajin o al Titán Colosal de Shingeki no Kyojin—, hay excepciones claras que marcan el camino a seguir por cualquier compañía de animación que quiera emplear el CGI.

Los ejemplos claros de buenos usos del 3D para algo más que animar fondos son los trabajos del estudio Orange. Ellos son los encargados de adaptar dos obras fantásticas y que aprovecho para recomendar encarecidamente: Beastars y, en especial, Houseki no Kuni. Ambas historias están completamente animadas con CGI, y el resultado final es exquisito. No solo el 3D no chirría, pues sus diseños logran evadir el valle inquietante, sino que además aprovechan las herramientas que les brinda un estilo de animación no tradicional para llevar su estilo artístico a otro nivel —como pasa con las texturas de las protagonistas de Houseki no Kuni, las cuales, al ser gemas, tienen la piel vidriosa y brillante. Conseguir una textura tan fidedigna resultaría una tarea muy ardua para una producción con animación tradicional, pero el 3D les ha permitido experimentar y explotar todas sus opciones para conseguir un acabado más adecuado—. Considero, en lo personal, que el camino a seguir es el que está llevando a cabo este estudio.

Phosphophilita, o como la conocemos en mi grupo de amigos: la maldita mejor protagonista que un manga seinen psicológico haya conocido / ©Orange

Otros ejemplos de buenos usos de la animación CGI los encontramos en estudios occidentales. A mi cabeza acude el ejemplo de Arcane, la serie basada en el lore y el worldbuilding del archiconocido videojuego League of Legends. Esta obra utiliza el 3D de una forma muy única y distintiva, tanto en el diseño de sus personajes como en su escenificación. El resultado final también fue espléndido, y la animación de Arcane —al igual que su historia y sus personajes— fue alabada tanto por el público general, como por la crítica.

Y entonces, ¿a qué conclusiones podemos llegar? Yo creo que la animación CGI ha sido denostada por la comunidad de fans del anime debido a diversos casos de mal uso de dicha animación, y en la actualidad todos los estudios pagan justos por pecadores. Odiar la animación 3D es un sinsentido, pues se ha demostrado, tanto en estudios occidentales como orientales, que este tipo de animación puede ser empleado para potenciar el lenguaje visual de una obra, e incluso llegar a ser un recurso muy valioso. Debemos ser más cautos con las opiniones, más justos y, sobre todo, menos prejuiciosos. Chainsaw Man se estrenará en unos días, y solo entonces podremos opinar acerca de su animación con cierto rigor. Lo único que espero es que, aunque parte de la serie esté animada en 3D, tenga una calidad notable y el público acepte el CGI de buen grado, aunque me temo que esto último no será así.

Un comentario en “Opinión: En defensa del CGI y la animación 3D

  1. Las críticas al CGI se están volviendo cansinas ya.

    Es otra herramienta más, que hace evolucionar al medio. El CGI permite ángulos y movimientos de cámara difíciles, escenas más ágiles y animación más suave, y es perfectamente combinable con el 2D.

    Dorohedoro no es uno de los mejores ejemplos, y aun así es una prueba perfecta de que el combo CGI con animación tradicional funciona de cojones.

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