Fue en 1967 cuando Kazuhiko Katō, comúnmente conocido por su pseudónimo Monkey Punch, publicó por primera vez las aventuras de uno de los ladrones ficticios más conocidos en el mundillo del manga y el anime: Lupin III, título protagonizado por el personaje de Arsène Lupin III, nieto del caballero ladrón sobre el que el novelista francés Maurice Leblanc realizó 21 novelas décadas atrás. Además de a Lupin, también nos introdujo un elenco de personajes que acompañarían al ladronzuelo en sus aventuras, siendo estos Daisuke Jigen, pistolero sin rival; Goemon Ishikawa XIII, samurái que sigue el linaje del homónimo forajido; Mine Fujiko, femme fatale con el mismo deseo de robar que Lupin —quien se suele dejar manipular— y, de manera más antagónica, Kōichi Zenigata, inspector de la policía internacional que lucha sin descanso para lograr arrestar a nuestro personaje principal allá donde esté, aunque no suela ser lejos. Son estos cinco personajes sobre los que suele girar cada nueva entrada de esta franquicia y son clave en el hecho de que, tras 55 años, Lupin III siga manteniéndose como algo popular.

Si le preguntases a un fan acérrimo de Lupin III sobre un punto de entrada, te dirá que todo el contenido está lo suficientemente desconectado entre sí como para hacer de cualquier serie o película buena puerta a sus aventuras —con opciones como verse la parte cinco del anime sin haber visionado las cuatro primeras, por ejemplo— haciendo el disfrute de las aventuras del pícaro Lupin algo muy fácil de lograr. Pero para llegar a la importancia de sus personajes, se han de citar como ejemplo dos de las andanzas más recientes de la banda del ladrón, la primera siendo Lupin III: The First, el primer largometraje de Lupin producido en CGI, que sucede en la década de los sesenta, dos décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial, mientras que, la segunda es el anime de Lupin III: Part 6, el cual sucede en un tiempo más aproximado al nuestro y que desde un principio no escatima en detalles para mostrarlo.

Pero, ¿qué tiene que ver esta brecha temporal con los personajes? Ayuda a mostrar su importancia y flexibilidad para adecuarse a cualquier escenario. Tras décadas de popularidad, Lupin y compañía siguen en pie gracias a su efectividad para moldearse a los que les rodea, apoyándose en gran parte en sus distintivas personalidades. No hay personaje que se parezca otro, incluso en cualidades similares, con la seriedad más ácida de Jigen complementada con la otra más honorable de Goemon. Lupin III emplea figuras conocidas en la ficción a lo largo de los siglos, como el samurái, el pistolero, la femme fatale… etc., y las mezcla en un escenario muy divertido a la hora de preguntarse: «¿cómo robarán esto?» Incluso cuando falta un miembro del equipo, pese a que uno se puede llegar a preguntar cómo robarán el objeto de turno sin su ayuda, es tremendamente fácil ver que cada personaje es tan entretenido de ver por sí mismo que no suele importar la falta de uno u otro.

Son personajes que rodean un concepto simple, pero es eso lo que les convierte en cimientos para construir historias complejas a su alrededor. Constantemente interactúan entre ellos y sus personalidades entran muchas veces en conflicto, dificultando el modo en el que el espectador pueda imaginar o aproximarse previamente al objetivo de un episodio y aumentando las posibilidades de llevarse más de una sorpresa. Hay que hacer mención de honor a los seguidores más acérrimos de Lupin III, a quienes estas químicas entre los personajes les lleva a producir una gran cantidad de contenido fan, que pone la franquicia en boca de más gente.

Lupin y compañía llevan décadas dando guerra con Zenigata como única fuerza antagónica, pero, ¿y cuando hay otras mayores? Ahí es cuando entran los cambios de química que otorgan todavía más dinamismo a las relaciones de personaje. Un enemigo convertido en aliado durante un tiempo funciona tan bien con Lupin III porque todo lo que vemos de Arsène lo vemos también de Zenigata. Los episodios en los que los dos no compartan tiempo en pantalla son inusuales, pues son dos personajes pensados para ir uno detrás del otro —incluso en un capítulo del manga original, Lupin se criogeniza y Zenigata hace lo mismo sabiendo que no puede vivir con el pensamiento de Lupin existiendo sin él en el futuro—, pero cuando resulta haber una amenaza mayor suelen poner las hostilidades a un lado y trabajar juntos. Y es este cambio de aires, el paso de tener una relación como Tom y Jerry a una alianza temporal, por el que se considera su conexión como una de las más populares entre los fans de la serie.

¿Y Lupin? Lupin es el personaje más importante de la obra, no solo porque lleve su nombre, sino porque, pese a ser un astuto granuja, y por sorprendente que parezca, es el straight man. Es el tipo de personaje en ficción —especialmente en la comedia— que, rodeado de gente excéntrica, sirve de brújula de lo estándar y «lo normal». Con Goemon obsesionado con su espada zantetsuken, con Jigen y sus manierismos de pistolero y con Fujiko yendo gran parte del tiempo por cuenta propia —ganando hasta su propio anime spin-off, The Woman Called Fujiko Mine—, Lupin es el nexo de unión estable y contenido de todos estos personajes. Esto no quiere decir que no puedan funcionar por cuenta propia, pero su trabajo como equipo brilla más cuando Lupin está en escena, al ser el más equilibrado y desenfadado de la banda.

Los personajes, sus mecánica y como los escritores quieren jugar con ellos sin pensar en cosas como época o lugar son un gran motivo, pero solo uno de los muchos otros por los que se puede recomendar Lupin III. Otros tantos podrían ser la magnífica banda sonora de Yuji Ohno, la tremenda calidad de la animación o los muchos tonos en los que varían las historias de estos personajes. Para acabar este artículo se ha de responder a la pregunta que plantea el título del especial que rehace el primer episodio de la franquicia: Is Lupin Still Burning? Pues sí. Y más brillante y con más fuerza que nunca.