Hoy querría hablar de un tema con el que seguramente la mayoría estaremos bastante familiarizados, ya sea por contactos en nuestra vida personal, en nuestras redes sociales o fugazmente cuando consumimos contenido online. Este tiene que ver con los fandoms, o los grupos de fanes de cualquier tipo de contenido. Pero primero hablemos un poco del contexto.
Antes de la popularización de las redes sociales, al igual que la de internet, los fanes se buscaban las mañas para unirse y discutir sobre sus series o juegos favoritos. Si uno tenía suerte podía unirse a alguna comunidad local o incluso ir a los pequeños salones o convenciones de hobbies que se organizaban. Esto a día de hoy sigue existiendo, por supuesto, pero no podemos negar que gran parte de esa actividad se encuentra ahora mismo en las redes. Al principio con foros especializados, más tarde con comunidades en redes sociales o incluso páginas dedicadas exclusivamente a los mismos. Podríamos decir que hoy por hoy no es complicado encontrar una comunidad dedicada a un fandom en particular a no ser que el mismo sea muy de nicho.
El tema que vamos a tocar no nace exclusivamente de la presencia de los fandoms en las redes sociales, pero sí es un fenómeno que se ha acrecentado con la capacidad de compartir masivamente comentarios, opiniones y publicaciones. Y esto es el cringe. Si tenéis contacto con espacios de habla inglesa online posiblemente hayáis visto esta palabra usada más de una vez. Incluso en espacios españoles se ha llegado a adoptar como un extranjerismo. No es raro abrir los comentarios de un post de TikTok y ver a alguien comentar cosas como “qué cringe, es que-“ o las famosas cringe compilations en español ‘recopilaciones de cringe’ de YouTube en las que los creadores unen varios videos o publicaciones que consideran cringe con fines cómicos.

Pero, ¿qué significa exactamente cringe? Y es que, a pesar de que es una palabra con orígenes que datan del 1570, su uso actual no tiene mucho que ver con la acepción que le otorgamos ahora. Actualmente, y desde aproximadamente los 90 aunque su uso no haya sido tan pronunciado, el significado que se le suele dar es el siguiente, según Urban Dictionary: “Cuando alguien actúa de manera tan vergonzosa o incómoda que te hace sentir a ti mismo esa vergüenza” Podríamos decir que es una forma moderna y adoptada del inglés de decir que algo te da vergüenza ajena. Y a pesar de que tengamos una expresión con un significado parecido, ya que su contraparte inglesa es más usada en los contextos de los que vamos a hablar continuaremos usando la misma.
Ya puestos en contexto, vamos a ahondar un poco más. Y es que esta publicación nace del constante bombardeo al que me he visto supuesta en redes sociales de publicaciones del estilo de las cringe compilations. En concreto de varios TikToks, tanto resubidas o stitchs de un vídeo original con nuevo contenido añadido, como comentarios en el vídeo original. En el caso de las publicaciones referidas, vemos a varios cosplayers actuando siguiendo los trends a los que referencian las canciones o simplemente grabando videos dentro de personaje —vídeo el cual no se encuentra ya disponible en la plataforma posiblemente por una infracción de las políticas de acoso de TikTok—. No hay que rebuscar mucho para ver cuál es la opinión general de los usuarios que interactúan con los mismos. Siendo la mayor parte comentarios sarcásticos, haciendo burla del contenido del vídeo o intentando justificar una diferencia en por qué ese tipo de contenido está ‘mal’ mientras que otro contenido es ‘aceptable’.
¿Qué hace a un contenido cringe? Podríamos dar una razón generalista y decir que depende en gran parte de la concepción personal, pero es necesario hacer una crítica más introspectiva. Y es que sí hay un patrón respecto a qué cosas van a ser usualmente consideradas como cringe y cuales van a ser el contenido aceptable e incluso digno de alabanzas. Y esto no es más que parte de dinámicas de opresión.
Hablemos por ejemplo de la visión de los fanfics dentro de los grupos de fanes de una obra. Estos han sido tradicionalmente considerados una actividad fan realizada principalmente por mujeres y personas del colectivo LGTB que ven en ellos una oportunidad de desenvolverse creativamente o de mejorar o cambiar cualquier aspecto de la obra raíz. Pero su concepción dentro de los espacios fuera del fandom, o incluso dentro del mismo, no han sido, y no son, siempre positivas. Escribir fanfiction a día de hoy se considera una actividad menos loable que escribir relatos originales. No solo debido a que hagan uso de personajes o escenarios ya existentes, sino porque escribir una historia que introduzca elementos LGTB en la trama se ve como algo propio de ‘fanes locas que ven homosexuales en todas partes’ o incluso de inclusión forzada. Podemos hablar también de los fanfics self-insert o POV en los que los autores introducen elementos de inmersión en la historia para que ellos mismos o sus lectores puedan formar parte activa de la misma o imaginarse escenarios dentro de ese mundo. Y es aquí donde se puede ver más activamente el fenómeno del cringe. Numerosas críticas hacia los autores de los mismos, escudándose en la opinión de que son obras que dan vergüenza ajena y que cómo es posible que alguien escriba algo que sea tan horrible de leer. Pero yéndonos al fondo del asunto, ¿cuál es la parte cringe en la que se justifican estas críticas? Posiblemente no encontremos una más allá de las siguientes: La falta de habilidad del autor para representar la obra a gusto del consumidor —faltas de ortografía o problemas de estilo en una obra escrita o falta de técnica o dibujos con estilo de principiante en obras gráficas—, un tema que se considera no apropiado—como podría ser obras autogratificantes que el autor escribe para sí mismo— o incluso algo que se sale de la norma—como la representación de cuerpos no normativos—.

Podemos ver esto, quizás, de forma más clara en otro ejemplo. Uno de los TikToks que forman parte de la inspiración para este artículo se basa en la comparación de dos ‘tipos’ de cosplayers. Ambos cosplayers aparecen en sus respectivos vídeos siguiendo un trend de TikTok o bailando una canción, por lo que no hay mucha diferencia en lo que a contenido respecta, no es ninguna opinión controvertida y no están más que siguiendo las modas dentro de la aplicación. La diferencia viene una vez nos fijamos en el aspecto de los cosplayers implicados. Mientras que la primera chica diríamos que cumple con los cánones de belleza y los estándares que podríamos decir que contribuyen a un cosplay bien realizado, la segunda persona tiene a primera vista un cuerpo menos normativo. Los propios autores de los comentarios del vídeo que realiza la comparación tratan de justificar su rechazo hacia el segundo cosplayer con argumentos que implican que esa persona está haciendo algo diferente, mencionando que no es por el aspecto, que es por la canción, que es porque el segundo da cringe y el primero no. Sin embargo, ¿no es ese cringe un escudo personal? Un escudo personal que se usa para convencer a los demás y uno mismo de que no es que estén siendo gordófobos u odiando a una persona por no tener la misma habilidad a la hora de crear un cosplay, están a disgusto porque esa persona da cringe. Una vez que empezamos a desenvolver las razones de esta vergüenza ajena que se siente hacia ciertos creadores y fanes no es sino una enorme bola de, entre otras, misoginia, LGTBfobia y odio y rechazo al diferente.
La cultura cringe no es más que un rebranding del clásico acoso para poder adaptarse socialmente a no ser esa persona mala que va criticando a la gente por estar gorda o por ser una mujer que escribe sobre gays. Para las personas que se involucran en estas dinámicas de odio, su odio y su disgusto viene justificado de alguna manera porque están intentando distanciarse de la clásica opresión usando un nuevo término como justificación. Sin embargo, una vez que empezamos a preguntar por las causas de esta vergüenza ajena nos encontramos con que no hay más justificación que simple odio a la diferencia y a aquello que siempre ha estado mal visto hacer, como por ejemplo hablar de homosexualidad, ser mujer, no saber hacer bien algo o existir estando gordo.
Y esto no debería servirnos solo como una crítica a nuestras propias acciones y a las justificaciones sin fondo que le damos a comportamientos de odio que tenemos inculcados. También debería servirnos como un aviso a nuestra propia libertad en internet y en espacios creativos. Negarse a hacer algo porque puede resultar cringe no es más que imponernos a nosotros mismos una barrera para evitar el acoso de los demás. Y pese a que esto no es culpa de las víctimas ni mucho menos, parte de la mejora comienza en la capacidad de uno mismo de desalienarse de esas creencias retrógradas sobre los demás y uno mismo, ya que en muchas ocasiones el odio a lo ajeno viene desde un miedo a poder ser el siguiente blanco en el que se enfoquen las críticas. Una vez que nos libremos de este miedo y de estos prejuicios podremos ser más considerados con los demás y con nosotros mismos.