Por lo general, muchos jugadores tienden a jugar a géneros denominados como complejos, como los Souls o los Roguelike, yendo a veces a descansar a juegos tranquilos como Animal Crossing o similares. Pero hay otro género que al redactor de este artículo le ayuda bastante a desconectar y, aprovechando la salida de Fire Emblem: Three Hopes, he pedido permiso para, en medio de la semana LGBT —lo siento—, hacer una pequeña introducción qué son los musou.

El género musou, cuyo nombre significa «inigualable», es una rama de los hack-and-slash con una clara influencia, al menos en sus inicios, de la corriente conocida en cine y literatura como wuxia, una rama china de ficción muy centrada en las artes marciales. Este estilo de juegos se basan en expandir el género del que provienen a muy gran escala, por lo que en lugar de fases pequeñas el jugador se enfrenta a un enorme mapa lleno de soldados rasos que suelen morir de forma fácil en unos pocos combos. Esto convierte al personaje principal en un tifón que va causando estragos por el nivel, exceptuando los oficiales de fase o las partes de jefes, que suelen necesitar esforzarse un poco más. No es raro tampoco encontrar en estos juegos pinceladas de estrategia a la hora de mover pequeños ejércitos o capturar puntos de control para facilitar o abrir paso a otras partes del nivel.
Los distintos títulos podrían separarse —de forma no oficial— en tres tipos de juegos, en función de su procedencia. Para empezar están los musou de primera línea, que son los procedentes de la desarrolladora que empezó el género: KOEI Tecmo. Son tan solo tres franquicias: Dynasty Warriors, basada en el Romance de los Tres Reinos —la primera franquicia musou, aunque su primer título era un juego de peleas y no sirvió como inicio del género hasta su segunda entrega—, Samurai Warriors, del periodo Sengoku japonés y el crossover entre estas dos franquicias: Warriors Orochi. Estos juegos procedentes de KOEI Tecmo suelen tener siempre la denominación Warriors en su título —que cambian por Musou en japonés— y tienen una gran cantidad de personajes, hasta el punto de que Warriors Orochi 4 tiene el record Guinness de «más personajes jugables en un hack-and-slash», con un total 170. Aunque no son completamente diferentes entre ellos, sí lo son lo suficiente como para tener cada uno su personalidad a la ora de usarlo. Hay más títulos de la desarrolladora con este género y denominación, pero estos pertenecen ya a otro grupo.
Los musou de segunda linea, sin embargo, no proceden de Koei-Tecmo sino que son de muchas otras desarrolladoras diferentes. Entran aquí títulos tanto muy similares a la fórmula original, como Sengoku Basara —de Capcom— como con mecánicas distintivas, con los últimos Senran Kagura —Tamsoft—, aunque bien es cierto que ambas franquicias no son demasiado populares en occidente, ya sea por mal apoyo de marketing o similares. Mención especial al discutido Drakengard, que si bien en sus títulos más populares se convirtió en un Hack-and-Slash mucho más al uso, empezó siendo un juego de este género.

Finalmente, el tercer y actualmente más mayoritario grupo —especialmente porque al contrario que los anteriores, no depende de la empresa de origen— es el de las colaboraciones o spin-offs. Aquí todo está permitido: desde One Piece hasta Gundam, pasando por Persona o incluso Berserk. Este grupo tiene múltiples desarrolladoras detrás, tanto la principal ya mencionada, que hace la mayoría, como otras del estilo de Marvelous —los dos Fate/Extella— o, de nuevo, Tamsoft —Utawarerumono ZAN—. Existe además un pequeño subgrupo, conocido como los «Nintendo Warriors«, que contiene las adaptaciones de grandes franquicias de la gran N. Estas vienen de la mano de la propia KOEI Tecmo y son probablemente los títulos con más recursos detrás y, por ello, suelen tener una mayor calidad que la media.
El género musou siempre es criticado por múltiples razones, siendo las más sonadas la falta de dificultad y que el juego se resume en aporrear botones, pero son argumentos que se podrían considerar como capciosos, porque si bien por no son estrictamente mentira, o al menos no del todo, reducir el género a eso, un simple machacabotones y nada más, termina haciendo más mal que bien. Para empezar, este tipo de juegos tienen diferente tipos de dificultades y desafíos que hacen que el jugador, bajo su decisión, tenga que esforzarse más en esquivar o en decidir qué lugares capturar, dándole la capa de estrategia que hablábamos antes. No llega a ser títulos explícitamente difíciles, pero sí piden un poco más para la gente que se aburre con lo básico. Aun así, aunque fuera demasiado fácil, es un tipo de género que puede servir para relajarse entre títulos que exijan más, cosa que tampoco está nada mal, pues considerar un título como algo menor por no ser difícil es una idea errónea en su concepción. Además, estos juegos tienen muchas más bazas aparte, siendo especialmente destacable la sensación de progresión constante y de como poco a poco se van desbloqueando nuevos desafíos, mecánicas o personajes con distintas formas de funcionar. Los musou son expertos en hacerte sentir que lo que el jugador hace importa de verdad y siempre van a tener a su disposición un nuevo personaje que acabas de desbloquear para que puedas experimentar.
Pero al final del día este tipo de juegos, sean o no un matamata ligero, son perfectos para desquitarse en el momento que el jugador quiera serotonina instantánea. Quitando las virtudes que los musou puedan ofrecer, a veces una persona solo quiere desquitarse y arrasar contra ejércitos y para eso, este género es inigualable. Por cierto, a ver si Nintendo nos bendice un día de estos con un Pokémon Warriors, que ya va tocando.