El tristemente desaparecido Kentaro Miura nos legó una de las obras cúlmenes del manga, cargada de una gran cantidad de filosofía e introspección personal, enmarcadas en un género como es la fantasía, que para los años ochenta poco se daba a ello.

Una de las relaciones más interesantes de la obra es la que se da entre dos de los protagonistas de la misma, como son ni más ni menos que el bravucón Guts y el refinado Griffith, durante los eventos de la Edad Dorada, dando lugar a unas tensiones que navegan entre la camaradería, el amor platónico y una incipiente atracción romántico-sexual.

Debemos comenzar diciendo que Berserk, por fantástico que sea su mundo, toma un poso inspiracional en la Alta Edad Media o incluso en los primeros compases del siglo XVI. Es algo que se deja notar no solo en el paisaje, plagado de castillos e iglesias que van desde el más basto románico hasta el grácil gótico, o en los rocambolescos nombres de las distintas divisiones militares, sino también en continuar con el “mythos” en lo que a los roles de género o relaciones sexuales se refiere. Bien es cierto que Miura intenta derribarlos, aunque no siempre con el mejor tino, pues tenemos, por ejemplo, el tan manido recurso de introducir una violación para dar avance a la trama, como es en el caso de Caska.

Encajar a Griffith dentro de una categoría romántico-sexual es bastante complicado. En un principio diríamos que podría ser una persona dentro del espectro asexual, pues las menciones existentes en la obra a sus relaciones carnales dejan ver un desapego o un tangible desinterés por las mismas, aunque también va un poco más allá, no demostrando interés romántico alguno… hasta la aparición de Guts. No van a ser pocas las veces que, durante el arco de la Edad Dorada, veamos un acercamiento más que íntimo entre ellos, llegando a una confidencia nunca experimentada antes por nuestros personajes, que sobrepasa la mera “camaradería” de los soldados.

Si bien es cierto que podemos encontrar algunas escenas en las que los sentimientos de esta relación recaen en un halo casi de inocencia, no lo es menos que existe un claro subtexto de homoerotismo, que se encuadra en la ambigüedad a la hora de establecer de forma clara qué relación tienen. La prueba más fehaciente de ello es que, durante el Eclipse, cuando Guts dice “Griffith es mi…” justo cambian a la escena de acción, dejándonos en el aire qué son el uno para el otro. Otro ejemplo, esta vez con un matiz más sexual, lo encontramos durante las escenas del calabozo, la cara de asco de Griffith cuando ve a Guts y a Casca juntos deja claro que está claro que está celoso. Pero, ¿son celos sexuales? ¿Afectivos? ¿Simplemente siente que las dos personas que siempre pensó que le servirían indefinidamente han establecido un vínculo propio e independiente sin él?

Se debe añadir que también es posible que la relación entre ambos no sea sino la de un abusador con su víctima. No podemos negar que Griffith es un ser rayano en la sociopatía, siempre en pos de su “sueño”, y no tiene ningún reparo en hablar de Guts como de una posesión en ocasiones. Ese “ahora me perteneces” lleva la clara intención de establecer una relación de poder sobre él. Incluso podríamos considerar que la deleznable violación sobre Caska se da como una forma retorcida de “castigo” sobre Guts por abandonarle y crear un vínculo tan fuerte con otra persona.

Se puede decir, a su vez, que Griffith no sabe lidiar con sus sentimientos, ya que estos le alejan de su sueño. Es decir, le dotan de una mayor humanidad, que para él, en su interior, es vista como una debilidad. Un ejemplo de esas rancias teorías de que un hombre no puede sentir una atracción, una necesidad hacia otro, en un grado significativo tan profundo.

Nosotros creemos que Griffith sentía una clara atracción romántica hacia Guts, alejada de ser un mero confidente. Le gustaba claramente su forma de ser, distinta a la del resto de la Banda del Halcón, siendo más franco, sincero y cercano con él. Buscaba siempre su apoyo y confianza. Era el único al que confiaría aquella misión de asesinato, y no porque fuera el único que podía hacerlo, sino porque sabía en su interior que podría aceptar ese lado turbio y ambicioso de él que los otros Halcones no veían.

¿Y vosotros que pensáis? ¿Creéis que existe una clara atracción romántica ente ambos personajes? ¿Sois más como los historiadores que los calificarían como “muy buenos amigos”?