
Hace unas semanas os hablaba de lo a gusto que estaba en Final Fantasy XIV comparado con el tiempo que pasé en World of Warcraft. Y hoy quiero retomar mis crónicas, aunque en un tono algo menos personal y más enfocado al propio juego y la historia tras él. Ahora, con la cantidad de gente que ha venido a jugar a Eorzea, es normal que vuestros conocidos y amigos intenten que probéis la prueba gratuita de Final Fantasy XIV, que contiene el juego base A Realm Reborn y la aclamada expansión Heavensward, que te permite jugar hasta nivel 60 sin límite de tiempo. El meme, ya sabéis. Y junto a este comentario suele venir un “bueno, el principio es muy lento, A Realm Reborn es una mierda, luego mejora, pero los parches son un bajón horrible, pero a partir de ahí todo es increíble”. Y… sinceramente, no podía estar más en desacuerdo.
Desde mi punto de vista actual, como persona que tiene la historia totalmente al día, A Realm Reborn me parece flojo… porque lo comparo con lo absurdamente bueno que fue Shadowbringers, la última expansión lanzada (al momento de escribir esto). Pero eso no significa que cuando entres, te parezca malo o flojo. Es la propia evolución del juego, tanto en calidad como en escala, que hace que las primeras misiones de matar unas mariquitas gigantes fuera de tu ciudad te parezcan aburridas. Trivial incluso. Pero cuando entras al juego tienes ante ti un mundo nuevo. Obviamente no vas a empezar matando dioses a nivel 1. Aunque… puede que sí al 20.
A Realm Reborn fue un punto de inflexión muy grande para este juego. Lanzado originalmente como Final Fantasy XIV Online, el juego fue, por ser amables, un desastre: críticas negativas tanto de usuarios como de prensa, falta de monturas, las clases no se correspondían con las clásicas de la saga, no se podía saltar… Una visión de MMO bastante chapada a la antigua. Muy antigua. Algo que les sirvió con el añejo Final Fantasy XI, pero que en los tiempos modernos no iba a ser suficiente. Tras el aguacero de críticas, Square Enix puso a un por aquel entonces poco conocido Naoki Yoshida a cargo de resucitar el juego. Yoshida, fan confeso de otros MMOs como Ultima Online y World of Warcraft, no reparó en esfuerzos para que Final Fantasy XIV fuera no solo el juego que Square Enix quería que vendiera, sino el MMO que a él le gustaría poder jugar como jugador. Si os interesa un mínimo la industria y el que ha sido, posiblemente, uno de los mayores arcos de redención de un videojuego de la historia, os recomiendo encarecidamente que echéis un vistazo al extenso documental de NoClip (aquí tenéis la primera parte, segunda y tercera).
Tras la titánica tarea de trabajar a la par en dos juegos (mantener el XIV Online y crear de cero A Realm Reborn), finalmente la nueva iteración de este juego vio la luz y la gente se deshizo en elogios, mostrando una visión renovada del juego original, situándolo varios años en el futuro tras una calamidad. Y, sinceramente, el trabajo fue espectacular. No solo hicieron jugable la abominación que era antes, sino que presentó un mundo reinventado, renacido como dice su título, con un trasfondo y un cuidado que dejan sin aliento a más de uno. Mirad, yo soy narrador de partidas de rol. Digo narrador, como digo guardián de los arcanos, como digo dungeon master. Y como narrador que crea su propio mundo para cada partida que dirige (normalmente), os tengo que decir que ahí hay un trabajo de narices. muy superior a casi cualquier otro JRPG que os podáis imaginar. Posiblemente la saga Trails/Kiseki sea de las pocas que me parecen que estén a la par. Que no os engañen con “es que A Realm Reborn es lento”. Es cierto que las partes de acción trepidante llegan a partir de nivel 30 o 35, pero lo anterior no es nada malo. Se muestra un mundo absurdamente rico en detalles, con una localización al inglés muy cuidada (̶p̶a̶r̶a̶ ̶c̶u̶á̶n̶d̶o̶ ̶F̶F̶X̶I̶V̶ ̶e̶n̶ ̶e̶s̶p̶a̶ñ̶o̶l̶,̶ ̶S̶q̶u̶a̶r̶e̶)̶ y unos personajes que, si bien algo simples al principio, destacan mucho y, sobre todo, presentan un desarrollo espectacular.
A Realm Reborn no es lento. A Realm Reborn no es malo. A Realm Reborn no tiene un ritmo irregular. A Realm Reborn es un juego espectacular para ser un comienzo de una historia muchísimo grande que las 70 horas que puede durar. Igual que las partidas de rol que dirijo comienzan en una taberna tranquila en la que se presentan los personajes y el mundo, Final Fantasy XIV comienza de una manera humilde que escala poco a poco. E igual que en cualquier historia de cualquier medio, los puntos entre un clímax y un nuevo comienzo pueden ser más aburridos o lentos. Pero no por ello me parece que sean «una mierda», como tanta gente dice.
La próxima ocasión quiero tratar un tema que veo que es muy recurrente, especialmente entre los fans de la saga que no han jugado a Final Fantasy XIV (yo el primero antes de probarlo): las referencias a anteriores juegos de la franquicia y, hasta qué punto, el homenaje llega a empañar la originalidad del título. ¡Nos vemos en Eorzea!
