Dejadme poner las cartas sobre la mesa: adoro los videojuegos. Es una de las razones por las que he estudiado mi carrera y me he especializado en ellos, pero hay líneas que ya no puedo cruzar. Me he hartado de que las empresas mareen a los consumidores y que el público tenga que apañarse con aquello que nos ofrecen, incluso cuando son migas de lo que realmente podrían llegar a proporcionar en muchos de los títulos que salen al mercado.