Antes de comenzar este artículo es necesario aclarar que Clair Obscur: Expedition 33 ha sido el juego favorito de 2025 de quien suscribe estas líneas. Sin embargo, también es importante saber ver los claros y los oscuros —bromita a propósito— de algo que te gusta. Ninguna obra es perfecta en su totalidad, ya sea por el apartado humano tras el juego, las condiciones de su lanzamiento o su modelo de negocio. Ello se acentúa cuando la perfección es algo subjetivo y que no puede ser medido con una regla. Es por ello que todos los análisis, incluso aquellos que usan métricas, se basan en una serie de circunstancias personales de los analistas, desde su bagaje en el medio hasta sus experiencias personales y conocimiento de otras obras. Y si esto se aplica a figuras de supuesta autoridad, como son los analistas y redactores de medios especializados, también al jugador promedio.
La idea de este artículo nace de las nominaciones para los Game Awards de 2025, donde Expedition 33 ha recibido un total de doce candidaturas distintas, convirtiéndose en el juego más nominado de la historia del espectáculo de Geoff Keighley. El juego merece perfectamente estar nominado a mejor juego del año por méritos propios, pero, ¿qué sentido tiene que el juego que a todas luces va a ganar el premio esté nominado también a mejor juego independiente y mejor juego de rol? ¿Cómo puede ser que el mejor juego del año no sea también el mejor juego de sus otras respectivas categorías? Esto nos muestra por enésimo año consecutivo cómo estos premios, igual que sucede con los Oscar en el ámbito cinematográfico, no son más que un concurso de popularidad patrocinado por las grandes marcas que buscan promocionarse y contentar a la mayor parte posible de la audiencia.

Tal y como se prefacia al comienzo de este artículo, Expedition 33 es un juego sobresaliente en casi todos sus aspectos, pero por otro lado ha sentado un oscuro precedente. Una de las alabanzas principales del juego es que lo ha hecho un pequeño equipo de poco más de una treintena de personas. Y aunque la gran parte del trabajo viene de esta irreductible aldea de galos, en los créditos del juego aparecen más de 400 personas, todos piezas igual de valiosas dentro del desarrollo de un título sin los cuáles no podría hacerse un juego: equipo de marketing, de QA, localización con su respectivos controles de calidad, instrumentistas, directores, actores de doblaje, etcétera. Incluso en juegos conocidos por ser desarrollados por una sola persona, como por ejemplo Stardew Valley, en los créditos aparecen la distribuidora, el equipo de localización y otras tantas personas más. Esto puede llevar a una conversación más larga sobre si este tipo de trabajos se deberían incluir dentro de la etiqueta de desarrolladores o no, pero lo importante es el precedente que sienta que un juego tan abrumadoramente bueno haya sido desarrollado por un grupo de reducido tamaño y que estudios con mayor presupuesto y experiencia publiquen títulos que palidecen en comparación con Clair Obscur: Expedition 33.
Este problema es algo que se ha comentado hasta la saciedad en redes sociales, donde cámaras de eco colosales como son Twitter hacen que la gente lea, comparta y repita las mismas opiniones una y otra vez sin ningún tipo de filtro, especialmente si vienen de algún tipo de figura de falsa autoridad como un youtuber o influencer. Esto ha provocado discusiones cíclicas sobre cómo Expedition 33 es el mejor juego del año —o de la década, o de la historia, según quién opine— y cómo ofrece elementos mecánicos y narrativos innovadores que otros juegos nunca se han atrevido a mostrar. Y si bien es cierto que el juego cuenta con un despliegue tremendo de ideas, alguien con un poco de bagaje en el género puede ver muy claramente las influencias provenientes de otras obras: Lost Odyssey, Legend of Dragoon, Final Fantasy, Super Mario RPG, Persona y muchos otros más. En cierta medida y salvando mucho las distancias, Sandfall Interactive ha tenido una aproximación muy similar a la que tuvo Blizzard hace años para algunos de sus mayores éxitos. En aquel caso, tomaron todo lo que hacía único y peculiar a Team Fortress 2 y lo multiplicaron por diez para dar a luz a Overwatch, el único juego como servicio que ha ganado el premio a juego del año en The Game Awards. Con World of Warcraft hicieron lo mismo y usaron las bases de Everquest para crear el que a día de hoy sigue siendo el referente en lo que a MMORPG se refiere. Expedition 33 no solo es una carta de amor a todo un género, sino uno de sus máximos exponentes a día de hoy y un referente para los que vendrán después.

A todo esto hay que sumar la poca memoria que parece demostrarse en ocasiones, en especial cuando se habla de cómo es el primer juego de rol que se ha vuelto popular por su calidad. Esto, si bien puede variar en función de los círculos en los que se mueve cada uno, es objetivamente erróneo. Sin ir más lejos, hace dos años salió la versión final de Baldur’s Gate 3, que recibió alabanzas de la crítica y los jugadores por igual y que fue premiado también como juego del año por el canadiense Geoff Keighley. Y, aunque haya que remontarse un poco atrás en el tiempo hasta 2016, Persona 5 tuvo un impacto cultural igual o superior en el medio al que ha tenido el título de Sandfall.
En cierta medida, puede interpretarse que una expedición como la del juego es tan fuerte gracias a todos aquellos que vinieron antes que ellos, gracias a las obras que han marcado a sus desarrolladores, gracias incluso a sus vivencias en otros mundos. El propio mensaje del juego nos invita a no olvidar a aquellos que se han ido, por lo que ignorar activamente las obras que han inspirado a todo el equipo principal de desarrollo podría verse hasta casi como un insulto a la propia obra. No hay necesidad de desprestigiar a otras obras de ninguna índole para demostrar que el juego francés es espectacular. Si os ha gustado el juego, ¡enhorabuena!, tenéis una gran cantidad de juegos igual de buenos o más que el propio título esperando a ser jugados. Disfrutad de un género tan divertido y diverso como los JRPG.