En una rutina llena de presión y estrés, el constante vaivén de estrenos de series nuevas muchas veces puede llegar a ser sobrecogedor y agobiante. La necesidad de estar al día con los animes más populares, los estrenos de capítulos nuevos de manga o novelas ligeras y los videojuegos pueden llegar a producir el efecto contrario y desencadenar una sensación de rechazo y bloqueo ante tanta novedad.
Procederemos a explorar aquellos títulos que han quedado relegados a un segundo o tercer plano, títulos que no han sido promocionados hasta el cansancio, desconocidos por varios sectores del público y que probablemente nunca lleguen a la popularidad de las más grandes, pero que no por esto son menos merecedores de apreciación.
Y es que entre centellas como Chainsaw Man, Jujutsu Kaisen y Solo Leveling —por nombrar algunos— se esconden auténticas gemas que podrían darnos un momento de respiro en medio de la estresante rutina que muchas veces controla nuestras vidas. Muchas de estas series son cortitas, cuentan historias bonitas y amables y pueden disfrutarse sin más, sin necesidad de tener que ponerse a leer después cientos de capítulos de manga o novelas ligeras para poder entender la trama o saber qué pasa después de los capítulos adaptados.
Esta propuesta surge ante la necesidad de desconectar libremente y pasar, ante todo, un rato divertido con series que nos pongan el corazón calentito.
Usagi Drop

Usagi Drop nos cuenta la historia de Daikichi, hombre soltero de 30 años que por cosas de la vida termina haciéndose cargo de una niña pequeña llamada Rin, que resulta ser la hija de su abuelo, al darse cuenta de que nadie más quiere hacerse cargo de ella.
A lo largo de sus once capítulos vemos cómo Daikichi aprende a ser padre, con todo lo que eso implica, y cómo Rin se adapta a su nueva vida. Momentos tan ordinarios como llevarla al colegio, cuidarla cuando está enferma, comprarle lo que necesita para la escuela y la rutina del día a día se ven enturbiados por su incapacidad para compaginar su vida como hombre asalariado en un trabajo en el que le tienen en muy buena estima con sus obligaciones paternas.
Usagi Drop nos enseña un poquito cómo de importante es vivir la vida día a día. Nos da una lección muy importante sobre tomar decisiones y hacer sacrificios por otra persona, cómo podemos sobrellevar todo ello y a pedir ayuda cuando nos sentimos sobrepasados o no sabemos cómo enfocar las cosas. Con todo lo abrumador que puede resultar convertirse en padre de la noche a la mañana, hace especial hincapié en la importancia de centrarse para solucionar un problema a la vez.
Esta serie nos recuerda que a veces lo más importante no es ascender en el trabajo ni vivir una vida de lujos y comodidad, sino encontrar tiempo para poder estar con tus seres queridos. Que la familia impuesta muchas veces no es la correcta y que está bien elegir con quién quieres compartir tu vida.
Barakamon

Barakamon nos cuenta la historia de un caligrafista frustrado llamado Seishu Handa, joven prodigio de su campo que se encuentra un día con una crítica a su trabajo tan brutal que termina dándole un puñetazo a otro caligrafista muy famoso. Como consecuencia lo mandan a una isla lejos de todo lo que le es familiar.
Bajo la premisa de una apuesta: «¿Será capaz Seishu Handa de crear una caligrafía única y llena de personalidad?» nuestro protagonista llega a un nuevo lugar en el que no conoce a nadie. Cuando se arriba a su nueva casa la encuentra ocupada por una chiquilla que le ayudará a superar los retos que se le presentan en esa nueva etapa de su vida. Y es que esta serie nos habla de la importancia de conectar. Seishu, acostumbrado a pasar sus días en la soledad de su habitación, de repente se encuentra rodeado de las personas que viven en esa isla, personas que le ofrecen su ayuda, su amistad y su compañía y descubre que tener amigos tal vez no sea tan malo. Se da cuenta de que compartir su tiempo con otras personas tal vez merezca la pena.
Los cambios que se producen en él son notorios desde prácticamente el principio, porque a veces la simplicidad del campo, la vida sencilla y la vida tranquila nos aportan más plenitud que cualquier otra comodidad de la que podamos disfrutar en la ciudad. Barakamon nos muestra la otra cara del artista, la cara de la frustración, el fracaso y el burnout. Un aspecto con el que muchos nos sentiremos identificados y contra lo que luchamos cada día. Esta serie, a pesar de ser cortita y rápida de ver, nos muestra cómo de importante es forzarse a salir de nuestra zona de confort y experimentar cosas nuevas por primera vez. Seishu es el claro ejemplo de un artista frustrado que intenta conseguir su propio estilo dando palos de ciego continuamente, un artista que encuentra su plenitud y sentido en una isla remota llena de gente sencilla que le enseña, sin darse cuenta, el verdadero sentido de la vida y su propósito como artista.
Youkai Gakkou no Sensei Hajimemashita!

Haruaki Abe está extasiado porque por fin podrá cumplir su sueño de ser profesor de instituto. Sin saber bien qué esperar se dirige a su primer empleo en una academia y descubre que los adolescentes dan mucho miedo. Dimite y al poco tiempo le llaman para dar clase en el colegio de un amigo de su familia. Acepta a regañadientes, porque debido a haber pasado tan mala experiencia ahora tiene no pocas dudas, ya no sabe siquiera si eligió bien su vocación o no.
Poco sabe que su nuevo empleo incluye ser profesor en un colegio poblado por yokais. Rodeado de espíritus del folclore japonés, Haruaki es forzado a dar clase a un grupo de alumnos de lo más variopinto. Llena de humor desenfadado y personajes muy sencillos pero con sus propias historias y problemas, esta serie de apenas doce capítulos nos hará más amena la tarde mientras vemos cómo Haruaki se esfuerza en ganarse el cariño de sus extravagantes alumnos a la vez que aprende a ser buen profesor.
Con un tono humorístico muy gamberro, esta serie sobre colegiales nos muestra la importancia de tener profesores implicados con la enseñanza y con su alumnado. Si bien es una serie muy ligera, no deja de tratar temas delicados como pueden ser la discriminación, la adaptación escolar en alumnos con problemas de aprendizaje o la protección de los jóvenes en sus momentos más vulnerables. Haruaki es un personaje atolondrado y vivaracho que pese a parecer descuidado observa con mucha atención a todos sus estudiantes y se preocupa porque todos y cada uno de ellos sientan aceptados, queridos y capaces.
Goukon ni Ittara Onna ga Inakatta Hanashi

¿Qué harías si en una cita grupal a la que vas a acudir para conocer chicas… aparentemente no hay chicas? Esa es la premisa con la que arranca esta serie. Divertida y desenfadada nos muestra cómo empieza y se desarrollan las relaciones de nuestros seis protagonistas.
Por un lado, nuestros protagonistas masculinos entran en un círculo vicioso de constante gay panic ,porque cuando conocen a su contraparte femenina, éstas están vestidas con ropa evidentemente masculina. El constante tira y afloja que ejercen las chicas sobre los muchachos hace de esta serie una entretenida historia de descubrimiento y aceptación. ¿Puede realmente un chico enamorarse de otro chico? ¿Qué significa si te gusta una chica pero solo cuando está vestida de chico? ¿Sigue gustándote la persona porque sabes que es chica o en realidad eso te da igual? Éstas y muchas otras preguntas atormentan en mayor o menor medida a los personajes mientras vemos cómo se van sucediendo los acontecimientos.
Dejando de lado la dinámica de los personajes en la que las chicas se visten de chicos y regentan un bar de hombres de compañía, es agradable observar cómo se desdibujan las líneas entre los estereotipos de lo masculino y femenino, tanto en la normatividad de las personas en su día a día como en lo que se espera de ellas en las relaciones románticas. Y es que, como decíamos, parte del encanto de este anime reside en cómo los muchachos admiten sentirse atraídos por las chicas pero tratan de descifrar si es porque saben que son chicas o es porque son muy atractivos cuando están en su rol masculino. Una serie ligerita, relajada y divertida sobre lo absurdo de la normatividad en los roles de género y el poco sentido que tiene que intentemos encasillar las relaciones interpersonales y/o románticas basándonos únicamente en estereotipos estéticos preestablecidos.