No es poco habitual que series manga que gozan de mucha popularidad y buenas ventas acaben complementándose con spin-offs y novelas ligeras que amplían el mundo y la historia, y aunque no siempre son canónicos (especialmente en el caso de las novelas), lo cierto es que suelen resultar interesantes como mínimo. En el caso de Blue Lock, habiendo sido el manga más vendido en Japón en 2023 y entrando en el top 5 de ventas otra vez en 2024, lo cierto es que no sorprende que también cuente con un spin-off centrado en Nagi y con varias novelas dedicadas a diferentes personajes, aunque estas últimas quizás no sean tan conocidas salvo por los fans más acérrimos de la obra.
La realidad es que mucha gente expresa preocupación con respecto al ritmo del manga principal de Blue Lock, y no es para menos, pues el arco de la Liga Neoegoísta abarca más de 130 capítulos y todavía queda fuelle para rato, por lo que, tristemente, es comprensible que no todo puede tener cabida en la historia principal a menos que se alargue eternamente, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de personajes que la pueblan y cuyo número aumenta con cada nuevo arco; por eso, no es de extrañar que algunas historias se estén explorando tanto en Episode Nagi como en las novelas, así que ambos constituyen un buen complemento al manga principal, especialmente si queremos saber más sobre algunos personajes.
En este artículo nos vamos a centrar en las novelas porque consideramos que son realmente interesantes y que su lectura merece la pena. En el momento de la publicación de este artículo hay cuatro volúmenes recogidos bajo el título Shousetsu Blue Lock: Tatakai no Mae, Bokura wa, cada uno de ellos centrado en tres personajes distintos que cuentan con su propia historia individual separada del resto. Todas las novelas son precuelas y exploran el pasado y/o la infancia del personaje en cuestión antes de ingresar en el programa Blue Lock, pero ahondaremos en cada una más tarde. Así, el primer volumen contiene las historias de Isagi, Bachira y Nagi; el segundo narra las de Rin, Reo y Chigiri, el tercero se centra en Kunigami, Niko y Hiori y el cuarto y último (de momento, al menos) habla de Barou, Yukimiya y Aryu. Sin embargo, cabe destacar que no hemos podido encontrar traducciones de las novelas de Barou y Aryu, por lo que, lamentablemente, no hablaremos de ellas más allá de mencionarlas en este mismo párrafo.

Lo cierto es que, debido a la propia estructura de Blue Lock, sobre todo en su inicio, muchos de los personajes no son presentados hasta bien avanzada la historia. Esto, sumado a la gran cantidad de personajes que tiene la obra, como ya hemos comentado previamente, hace que sea totalmente imposible ahondar en todos ellos, sobre todo teniendo en cuenta que el protagonista, Yoichi Isagi, no siempre coincide en pantalla con todos, como es obvio. Esto deriva en la existencia de personajes como meros recursos narrativos, teniendo poco trasfondo o ninguno, lo que nos hace desear ver más, especialmente si nos resulta llamativa su forma de jugar, por ejemplo.
Pero incluso en el caso de los personajes a los que sí se cede espacio en el manga principal viene bien profundizar, pues eso los hace más humanos y, en algunos casos, incluso puede ayudarnos a entender mejor su mentalidad y su personalidad. Es por estos dos motivos por los que las novelas son sumamente interesantes, ya que muestran al personaje sobre el que ahondan como protagonista y no orbitando alrededor de Yoichi Isagi. Sí debemos advertir de que, a partir de este punto, este artículo contendrá algunos spoilers de las novelas de Blue Lock, como es obvio, pues vamos a hablar un poco de cada una de ellas.
Precisamente hablando de Isagi, como ya hemos anticipado, él también tiene su propia novela, aunque quizás no sea de las que más aporten sobre el personaje; sí que sirve para saber más sobre su infancia, y es que resulta que desde pequeño Isagi era un niño bastante sensible a todo lo que le rodeaba, de ahí su habilidad para «oler goles» y su percepción del campo. También se explica por qué fue seleccionado para el proyecto Blue Lock, detalle bastante importante porque al inicio de la serie cuesta creer que un jugador tan aparentemente mediocre como Isagi merezca estar ahí, pero la realidad es que el propio Ego decidió invitarlo (aunque Anri no estaba muy convencida) porque veía potencial en él y creía que era un jugador limitado por la filosofía del fútbol japonés, que es, precisamente, el eje de la serie.
Asimismo, la novela de Nagi nos sirve para entender su predisposición atlética natural, que no solo es aplicable al fútbol. En el instituto, varios clubes deportivos intentaron reclutarlo sin éxito, y en cierto momento acabó jugando al vóley, que, sorprendentemente, se le daba bastante bien para ser un completo novato. Sin embargo, lo cierto es que Nagi no quería practicar ningún deporte (ya sabemos que todo le da pereza y solo quiere pasarse el día jugando a videojuegos), al menos hasta que conoció a Reo y este le arrastró al fútbol. También se nos deja clara la situación de la familia de Nagi, que no hace mucho caso de su hijo, pero sí, Nagi tiene padres vivos, para aquellos que erróneamente piensan que están muertos.

De la primera tanda de novelas, quizás la más sorprendente (y la más propia de Blue Lock) sea la de Bachira. En ella, la madre de Bachira va a Osaka para exponer sus obras en una galería —recordemos que Yu Bachira es artista—, dejando solo a Meguru en casa. Este decide sorprender a su madre y emprende un viaje hacia Osaka regateando con el balón. Sí, tal como suena. Por el camino, se encuentra a diferentes personas a las que Bachira ayuda a propósito o sin pretenderlo, y lo cierto es que la historia es tierna y está planteada casi como un cuento infantil, además de potenciar la personalidad amable y amistosa de Bachira. Es, posiblemente, la mejor del primer tomo recopilatorio de novelas.
En el segundo volumen, la historia de Chigiri profundiza en su lesión, las consecuencias que tuvo para él y su rivalidad (y casi enemistad) con los gemelos Wanima, a los que conocía antes de ingresar en el programa Blue Lock. No aporta, por tanto, mucho más allá de lo que ya conocemos gracias a la historia del manga principal, aunque sí es interesante ver cómo Chigiri se hace amigo de un gatito callejero, lo que ayuda a conocer la faceta más humana del personaje.
La novela de Reo sí resulta mucho más interesante porque ahonda en su relación con su familia, especialmente con su padre, y cómo su deseo de convertirse en futbolista profesional y ganar el mundial constituye un acto de rebeldía contra el camino vital que se le pretende imponer por ser el único heredero de la casa Mikage. Quizá uno de los aspectos más notables e interesantes de su historia sea la innovadora tecnología del juego de realidad virtual para entrenar jugando al fútbol que Reo hace que desarrollen solo para él (aunque luego se acabó comercializando también), que inevitablemente recuerda, evidentemente, a los hologramas que se utilizan en el proyecto Blue Lock. Y, por supuesto, no podemos dejar de mencionar tampoco el encuentro predestinado de Reo y Nagi, que se nos narra en las novelas de ambos.
Por último, el segundo tomo recopilatorio de novelas incluye la historia de Rin, que profundiza en su relación con su hermano y cómo, tras la marcha de Sae a España, Rin empezó a ver películas de terror, siendo este su principal pasatiempo y afición (sin contar el fútbol, claro está), y podríamos decir que casi hiperfijación (bastantes fans de Blue Lock opinan que Rin es autista o neurodivergente en general, aunque nunca se diga explícitamente en la obra). Esto explicaría también por qué, más avanzado el manga, todo el simbolismo de Rin gira en torno al terror y se le representa con metáforas visuales que recuerdan a un monstruo casi lovecraftiano. En la narración queda patente la soledad que siente Rin y su empeño en convertirse en el mejor y cómo tener de referencia a Sae para jugar afecta a su desempeño. Es interesante para conocer mejor la psique de un personaje que, más allá de su aparente fachada edgy y de jugador y rival poderoso, resulta bastante fascinante, aunque quizás desarrollar esto sea objeto de otro artículo en el futuro.
En el tercer volumen recopilatorio se nos narra la historia de cómo Kunigami empezó a aspirar a ser un héroe. Esta novela resulta interesante porque se nos cuenta que Kunigami creció con sus dos hermanas jugando a juegos «de niñas» y, cuando empezó a socializar con niños de su edad en el colegio, tuvo que enfrentarse a juegos mucho más violentos que a los que él estaba acostumbrado; se explora así el tema de la masculinidad y también el delicado tema del bullying y cómo muchas veces se culpa al que lo sufre por defenderse más que a los propios acosadores, cosa que precisamente le ocurre a Kunigami y que es el motivo que le impulsó a jugar al fútbol para dar salida así a su fuerza en vez de pegar a sus compañeros.

El acoso escolar es también el tema central de la novela de Niko. En ella, descubrimos que Niko era un otaku empedernido y fan de Yu-Gi-Oh!, pero su entusiasmo tanto por el anime como por el célebre juego de cartas provocaba rechazo en sus compañeros, lo que le llevó a ocultar sus ojos bajo su icónico flequillo. Llega un momento en que los miembros del equipo de fútbol del colegio le empiezan a hacer bullying en serio, pero Niko no se acobarda, lo que hace que su acosador tome medidas drásticas, rompiendo el mazo de cartas que tantos años le había costado a Niko construir. Enfadado, Niko le promete que le destruirá en aquello que más quiere: el fútbol. En 100 días, reúne a un equipo, estudia tácticas y fundamentos de fútbol y entrena duro y, el día acordado para el partido, el equipo de Niko derrota a sus rivales 13-0. No obstante, en vez de dejarlo ahí, Niko le pide ingresar en el club de fútbol porque admite que se ha enganchado al deporte. Como nota curiosa, Niko es el único de los 300 aspirantes de Blue Lock que originalmente no jugaba como delantero, pues era centrocampista. Esta novela es, probablemente, la más impresionante de todas, siendo una historia de venganza contra el bully sin violencia y también, de algún modo, de superación personal.
Y, por último, la historia de Hiori arroja más luz sobre su relación con Karasu antes de entrar en Blue Lock. Ya sabemos que Hiori vive bajo el aplastador peso de las expectativas de sus padres, que le fuerzan a convertirse en futbolista profesional, pero conocer a Karasu le ofreció, en parte, un motivo para jugar por sí mismo y no por los demás. La amistad entre ambos es enternecedora y nos permite conocer algo más del carácter de Karasu, que no duda en gastarle un par de bromas pesadas a su compañero haciéndole creer que vivía en una mansión de lujo y dándole un susto de muerte en un túnel oscuro. Ojalá en el futuro el cuervo de Blue Lock también tenga su propia novela dedicada a él.
Para dar fin a este artículo, hablaremos de la novela de Yukimiya, que es la única del cuarto tomo a la que hemos podido tener acceso. Esta también es interesante porque explica el porqué de la religiosidad de Yukki y cómo el descubrimiento de su enfermedad del nervio óptico fue determinante para él. Cuando era muy pequeño, Yukimiya pudo encontrar la plaquita con su nombre que había perdido cerca del colegio, y eso le condujo a creer que Dios velaba por él. También vemos en su historia que siempre fue un hijo y alumno ejemplar, un muy buen chico, en definitiva, por eso para él es tan chocante que le diagnosticaran una enfermedad potencialmente incapacitante: era indicativo de que Dios, de alguna manera, le había dado la espalda a pesar de no haber hecho nada malo para merecerlo. Además, también descubrimos que el mantra que repite, «Dios no nos da retos que no podamos superar», procede de una canción, por lo que, en definitiva, esta historia completa a la perfección su arco de personaje en el manga y ayuda a entenderlo y a empatizar con él.

Como podemos ver, la lectura de estas novelas arroja muchos detalles sobre algunos de los personajes de la serie, y es de esperar que incluso haga cambiar nuestra opinión sobre ellos. Aunque no son exactamente canónicas, pues no las escribe Muneyuki Kaneshiro, el guionista del manga, sino Momo Moegi, al complementar a la perfección los trasfondos que se nos ofrecen en la obra, preferimos pensar que algo de canon tienen. También es importante comentar que cuentan con ilustraciones de Kouta Sannomiya, que es también el encargado de dibujar Episode Nagi.
Lo cierto es que, siendo totalmente imposible abarcar absolutamente todas las historias de tantísimos personajes en el manga principal, se convierten en una lectura casi imprescindible si nos importan algo los personajes más allá de su habilidad jugando al fútbol. Además, son novelas bastante cortas, por lo que, en más de un sentido, echarles un vistazo merece nuestro tiempo. Quién sabe, a lo mejor acabamos su lectura con un nuevo personaje favorito que en principio no esperábamos que nos gustara.