Como el spokon logra conectar con nosotros

El spokon tiene décadas y décadas de historia a sus espaldas. No es de extrañar, si tenemos en cuenta no solo el ejercicio en dinamismo y narrativa que conlleva dibujarlo o animarlo, sino que también representa con un cuidadoso estudio la infinidad de deportes que el ser humano ha practicado y refinado con los siglos. Solo con el fútbol, podemos hablar de la popularidad de la que Oliver y Benji gozó en España, del explosivo recuerdo que nos dejó a muchos el anime de Inazuma Eleven o del furor que a día de hoy causa Blue Lock. Es un género que logra conectar con sus espectadores o lectores, aun si su interés inicial por el deporte representado es poco o nada. ¿Qué hace que el spokon nos haga sentir tan encajados en su mundo?

Si bien Inazuma Eleven no puede hacer gala del realismo de compañeros de género como Haikyū!! o Hajime No Ippo, hay un factor común en todos ellos: la camaradería. En un deporte, entenderse mutuamente y crear lazos es lo que potencia el trabajo en equipo. Incluso si es de un corte más individual como el boxeo, se tiene que entender al contrincante en un terreno igualitario apoyado sobre la deportividad. Chocar los guantes no es solo indicar que ambos opuestos están listos, sino que también representa una muestra de respeto mutuo a un igual. Podemos ver estos lazos estrecharse fuera del campo de juego, tanto como un remanso de paz como un espacio para desarrollar a los personajes que nos acompañan. Logramos sentirnos parte de la afición de estos equipos y hacernos compartir sus penas y glorias.

La chavalería, la muchachada / ©Production I.G

Otro elemento que juega a favor del spokon es su facilidad para conectar con el día a día, pues no es difícil conocer a alguien que vive de una forma similar aquello que le llena el alma. Destaca especialmente en el ámbito escolar y no es de extrañar, dada la pasión juvenil y el tiempo libre del que los chavales disponen y que dedican a perfilar sus habilidades. Es un formato que conecta no solo con gente pasando por esa etapa, sino también con aquellos espectadores que rememorarán sus años más deportivos. Un montón de obras nos recuerdan la capacidad de mejorar que tenemos, pero cuando el medio de las mismas es el deporte, es cuando más palpable lo vemos. La realidad de identificar algo que vemos nos ayuda a recordar que la automejora, propia de los protagonistas de nekketsu más aguerridos, no es algo exclusivo de la ficción.

Es difícil encontrar un equilibrio entre mostrar la mejora de un personaje y darle el foco de atención a la mayoría del elenco, especialmente en un medio tan atado a un formato semanal. Lograr que importe un personaje es un juego narrativo distinto de lograr que el que importe todo un equipo. Pero no es imposible encontrar este balance que, si logra cuajar, da pie a uno de los dilemas más interesantes del género: el mal trago del equipo perdedor. Aun si seguimos a un grupo predeterminado al que llamar «protagonistas», conocer a sus oponentes nos hace desear que logren destacar también, nos pone en la piel de alguien que ve el esfuerzo de dos grupos y se pregunta «¿Por qué no pueden ganar los dos?», aun sabiendo la amarga respuesta.

Blue Lock es posiblemente uno de los ejemplos más brutos del agónico «Solo puede quedar uno» deportivo / ©Muneyuki Kaneshiro y Yusuke Nomura / Kodansha

Pero sin lugar a dudas, uno de los cimientos sobre los que se rige esa conexión spokon-espectador es ese deseo que tenemos de hacer lo que más nos llena. Entregarse a un hobby puede ser algo solemne, pues nunca se sabe si uno tendrá la paciencia o el deseo de seguir dedicándose a algo pero, si por algún casual ese algo hace clic, logra convertirse en la pasión que aviva el día a día de uno mismo. En esta parte del artículo tenemos que mencionar lo inevitable entre aquellos que han disfrutado de un spokon, es decir, las ganas de meterse a un deporte.

En los círculos de gente que comparten afición por el anime y manga, no es poco común encontrarse con el enamorado del deporte. Ya sea viendo su primer anime por estar relacionado con la gimnasia de su corazón o, en el caso pertinente, desarrollando una pasión por el deporte a partir de un spokon. La tenacidad de adentrarse en una categoría deportiva, empujados por el interés que los fotogramas o las páginas les despiertan, es una motivación tan noble como cualquier otra. Este fenómeno es donde se ve el resultado de lo bien que una obra de arte puede crear un espejo en el que nos podemos ver reflejados. Se ansía ese compañerismo, esa automejora, esas nuevas amistades que estimulan una reacción que puede dar resultado a años de sentirse realizado.

Encuentra algo que te llene, algo que te haga arder / ©Mushi Production / TMS Entertainment

No puede obviarse un comprensible temor al mundo deportivo, asentado en las experiencias ante la discriminación que han sufrido varios colectivos, por parte de la cara visible más desagradable de una afición deportiva. Las bromas de asociación que logran crear un miedo a no «parecer» del colectivo al que se pertenece, por simplemente existir. Si bien se trata de nociones nacidas de experiencias colectivas ante esta discriminación, nos preguntamos cosas como «¿Es el fútbol para hombres heterosexuales?» y la respuesta es siempre un «No», pero existe un explicable estigma hacia el mismo causado por las mencionadas situaciones.

Si bien este recelo al deporte está asentado en una base sólida, dejar tu marca en la gente que conoces a través de lo que te llena es una sensación maravillosa. Y es solo la mitad de importante que el lograr conocer los gustos de uno mismo un poquito más. Detrás de cada texto, se escribe de lo que cada redactor siente que debe comunicar de algún modo u otro, para conectar con un lector como el que puede estar leyendo esto. La esencia del spokon consiste en perseguir experiencias nuevas como personas y conectar con gente de un modo similar, de modo que es posible resumir este espíritu en que «Por probar… No se pierde nada, ¿no?».

Un comentario en “Como el spokon logra conectar con nosotros

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