Un primer vistazo a Shogun

Recientemente se ha estrenado Shogun en la plataforma de streaming Disney+, la cual ha levantado cierto revuelo en las redes sociales debido a sus más que favorables reseñas ―a fecha de este articulo alcanza un 99% de aceptación en el portal web Rotten Tomatoes―, y en Futoi Karasu hemos visionado los dos primeros episodios para todos aquellos que aún no se hayan animado a darle una oportunidad.

Posiblemente los más despistados os preguntéis: ¿de que yokais están hablando? Por ello debemos comenzar mencionando que Shogun es la nueva adaptación de la novela de mismo nombre del autor británico James Cavell. Publicada en 1975, en ella se relata el ascenso del clan Tokugawa al poder ―si bien se han deformado los nombres para darle un matiz ficticio, aunque estos están más bien al nivel de llamar, por ejemplo, Volcanarias a las Islas Canarias―, y cuya carta de entrada se realiza a través de la llegada de un inglés, John Blacktorne, al país del sol naciente.

Si bien estos elementos principales se han mantenido en la adaptación, esta se ha desprendido de la visión orientalista de su fuente original, apostando por una representación más fidedigna de las tradiciones y costumbres niponas. No pensemos por ello que nos vamos a encontrar una especie de Leggenda Rossa, en la que se nos presente Japón bajo un halo de santicidad y/o superioridad sin resaltar sus grises o facetas más problemáticas. La obra deja muy claro que la sociedad japonesa, detrás de ese velo de honor, está regida por las mismas conspiraciones y secretismos que rigen a cualquier civilización, sumándole a ello la desconfianza mutua para con los extranjeros, las influencias y divisiones internas que presenta la presencia de estos ―portugueses principalmente―, los incipientes choques religiosos auspiciados por la llegada del cristianismo o los horripilantes métodos de ejecución.

Es cierto que, de entrada, la información que nos da la serie puede resultar apabullante, siendo este uno de sus mayores problemas, pues se nos presentan rápidamente una gran cantidad de personajes, además de que llegamos con la fiesta ya empezada y la información sobre la situación se nos va dando narrativamente a cuentagotas.

La estética de la serie, a nivel de decorados y vestuario, es intachable / ©Disney

Un añadido muy interesante es que, si bien los personajes occidentales están doblados indistintamente a nuestro idioma, sus homólogos japoneses han mantenido sus voces originales, recurriendo constantemente a subtítulos tanto cuando hablan dirigiéndose a los extranjeros como cuando lo hacen entre ellos. Este recurso, si bien no es novedoso, nos ha parecido un claro acierto, ya que resalta aún más los problemas de la barrera idiomática de la época. Un ejemplo de ello sería cuando el personaje inglés necesita de un interprete para dirigirse a sus anfitriones japoneses, recurriendo por ello a miembros del clero portugués y, siendo que ambas naciones ―entiéndase, Inglaterra y Portugal―, no estaban en sus mejores términos por entonces en cuanto a relaciones internacionales se refiere, podremos ver cómo las traducciones que realizan los interpretes reflejan esos conflictos. Sin embargo, debemos mencionar un aspecto negativo al respecto, y es que de forma constante, aprovechándose del desconocimiento del idioma, el personaje occidental profiere diversos insultos hacia sus interlocutores japoneses. Si bien como mencionamos la barrera del idioma debería funcionar como cierto colchón, no es menos cierto que es difícil de creer que todos ellos pasen desapercibidos para sus colocutores, especialmente cuando dichos insultos van acompañados de gesticulaciones agresivas.

Otro elemento más o menos negativo es que, como hemos mencionado, la obra nos lanza de golpe y sin vaselina a una intricada trama política ya iniciada, lo cual nos pone en la tesitura de requerir ciertos conocimientos previos sobre las últimas etapas del Japón feudal. Aún con ello es posible que nos perdamos con facilidad. La verdad es que esto último no tiene solución sencilla, todo depende de la facilidad que tengas para quedarte con los nombres. Ahora bien, para el primero de estos dos problemas desde Futoi Karasu sí creemos poder tenderos una mano amiga con nuestras bien sabidas recomendaciones: como el punto de inicio es más o menos la muerte de Toyotomi Hideyoshi, os recomendamos la serie japonesa de Hideyoshi (1996), que ahonda en su figura y su legado en Japón y si queréis elementos más interactivos o ligeros tenéis la saga de videojuegos Nioh, cuya segunda parte trata ―de forma fantasiosa― el ascenso de dicho personaje al poder y en la que aparecen otras figuras relevantes del periodo japonés. Por su parte, la primera entrega sigue los eventos que transcurren en la serie, por lo que puede ser un buen complemento para la misma.

En definitiva, si bien con dos capítulos estamos lejos de poder emitir una crítica concienzuda o un análisis más en profundidad ―os prometemos que tan pronto acabe la serie la tendréis―, nuestras primeras conclusiones son que Shogun presenta un acercamiento a la edad media japonesa exquisito, con una trama que se cuece a fuego lento y con un respeto hacia la cultura que trata al que estamos muy poco acostumbrados en Occidente. Es por ello que no podemos sino rendirnos a la crítica general y, por una vez, navegar junto a ella en su recomendación.

2 comentarios en “Un primer vistazo a Shogun

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